jueves, 16 de enero de 2014

Jorge Posada (1980 )

Caminabas
durante horas
por los rieles
del tren ligero
hasta sentirte mareado.


Comías
en alguno de los cafés
del centro
y después
en un cine porno
hasta que el hombre
de la lámpara
tocaba tu brazo
y advertía:
Es hora de irse a casa, chico.

Al llegar te quitabas la ropa.
En el baño
te salían hilos de sangre
que tardabas en detener.




(texto extraído de Costa sin mar, edición Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Colección Pez en el Agua, Serie Poesía, México, 2012.)

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