lunes, 20 de julio de 2020
Emil Cioran (1911/1995 )
foto: el cultural
a
Ayer, a bordo del tren que me llevaba de Compiègne a París. Frente a mí, una joven (¿19 años?) y un joven. Trato de combatir el interés que tomo por la joven, por su encanto, y, para lograrlo, la imagino muerta, se estado de cadáver avanzado, sus ojos, sus mejillas, su nariz, sus labios, todo en plena putrefacción. Nada fue eficaz. El encanto que ella desprendía seguía actuando sobre mí. Tal es el encanto de la vida.
b
Sin el tedio no habría tenido identidad. Es por él, a causa de él, que me fue otorgado conocerme. Jamás lo hubiera probado, lo ignoraría totalmente, no sabría quién soy. El tedio es el encuentro con uno mismo -a través de la percepción de la nulidad de sí mismo.
c
Para mí, escribir es vengarme. Vengarme del mundo, de mí. Más o menos todo lo que escribí fue el producto de una venganza. Por consiguiente, un alivio. Si la venganza desapareciera por milagro,,la casi totalidad de los hombre caerían presa de enfermedades mentales desconocidas hasta ahora. La salud consiste para mí en la agresión. No temo a nada más que al hundimiento en la calma. El ataque forma parte de las condiciones de mi equilibrio.
("la jornada semanal". no. 246, 21 noviembre 1999, trad. silvia eugenia castillero)
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