Le pido a mi madre que cante
Ella comienza, y mi abuela se une a ella.
Madre e hija cantan como niñas.
Si mi padre estuviera vivo, él tocaría
su acordeón y lo mecería como un barco.
Nunca estuve en Pekín, o en el Palacio de Verano,
ni permanecí en el gran Barco de Piedra para ver
el comienzo de la lluvia en el lago Kuen Ming Lake,
los excursionistas corriendo en la hierba.
Pero me encanta escucharlo cantado;
cómo los lirios acuáticos se llenan de lluvia hasta
volcarse, derramando agua en el agua,
luego vuelven a flotar, y siguen llenándose.
Ambas mujeres han comenzado a llorar.
Pero ninguna detiene su canción.
("tamili", traducción de enrique solinas, tomado del muro fb de éste)
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