martes, 20 de agosto de 2019

Toni Morrison (1931/2019 )








LAS ESPALDAS

Él conocía las espaldas, las observaba determinantemente, porque en las espaldas se descubría todo. No en los ojos, no en las manos, ni tampoco en las bocas, sino en las espaldas, porque se limitaban a estar allí, completamente al descubierto, sin protección y sin posibilidad de manipulación, como la espalda de Marinero, tensa como el camastro de un galpón donde podían pasar la noche los vagabundos. Una espalda en la que se había depositado el dolor de cada llaga, de cada nervio pellizcado entre las vértebras de la nuca, de cada dolor de muelas, de cada tren de regreso a casa que no había alcanzado a coger, cada buzón vacío, cada estación de autobuses cerrada, cada cartel de no-molesten y este-asiento-está-reservado que habían existido desde que Dios creó las aguas.



("la isla de los caballeros", ediciones b, trad. mireia bofill, barcelona, 1988, col. biblioteca de autor)

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