La novia del futbolista
Cuando la muchacha vampiro
vio que el sol asomaba entre las nubes,
una infinita tristeza anegó su corazón
y de sus ojos cayó una lágrima.
El futbolista yacía con el cuerpo desnudo en su regazo;
lo acarició lánguida, calladamente
y dejó guardado un beso en el labio superior.
El joven despertó con la conciencia aún velada por el sueño.
Hizo esfuerzos desesperados por levantarse,
pero de momento parecía dominar la modorra.
Ésta, con imaginarias cuerdas, lo sujetó hasta el mediodía.
Es cosa sabida en la naturaleza que al tomar el sol mayor altura,
mayor es la temperatura que proyecta con su luz.
Los animales, enterados de la situación,
aguardaban en sus madrigueras.
Las plantas doblaban los tallos para buscar protección.
Y las piedras indefensas,
¿a quién esperaban en medio del calor?
El futbolista dejó que la tarde se extinguiera
y salió con la pelota hacia el campo enemigo.
Pasaban a su lado árboles de pasto a gran velocidad.
Lo que producía fricción con el viento,
sacaba viento a los costados
El césped, así, onduló suavemente.
Una torcaza silbó compañera.
El cielo se cubrió de blanco.
Un sol parecido a una torta
y un niño que parece que se lo come.
Es dios,
está contento e inventa una nube.
El viento mostró en harapos lugares del cielo.
En su lastimadura titilaron plateadas las estrellas.
La luna, trepada al alambrado,
no sabía cómo hacer para bajar.
Para manifestarse el sentimiento requiere de sus partes.
Entraron en uso,
fueron abandonadas a la espontaneidad
que la vida se cuida de guardar en sus criaturas.
("poetasargentinos")
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