Haya
Imaz, de Alzo, plantó un retoño de haya
en el monte Basaitz, el año que conoció a su mujer.
Lo cuidó con esmero durante toda su vida,
y rodeándolo con su cinturón notaba cómo crecía.
Fue uno de los mejores escribiendo coplas,
y murió en 1893. Su mujer, veinticinco días después.
Para abarcar el contorno del haya, hoy en día
le haría falta un cinturón de cinco metros.
("javier das")
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