lunes, 6 de noviembre de 2017
Pablo García Baena (1923 )
Bobby
No era el amor y se llamaba Antonio.
Hablaba como un indio del Far-West:
"hombre alto", "boca larga". Era de Fuengirola.
Y siempre había un teléfono donde llamarlo cuando y reía-
la noche era más larga, más amarga, más lenta.
Por las villas de canos jubilados de Holanda,
por la suite de la vieja dama inglesa,
la viuda o divorciada más allá de los ácidos,
por el apartamento oscuro del borracho,
surgía su desnudo auroral como jonia.
Era animal de dicha y entraba fiel, ruidoso,
un grueso calabrote de plata por el cuello...
sobre muebles de Herraiz o lacas chinas,
biombo bermellón de zancudas doradas,
o en raída moqueta o taquillones
de castellano en serie,
iba bajando las botas deportivas,
los calcetines rojos,
el pequeño taparrabos celeste,
la camiseta como broquel de un pecho
sin defensa. Portador de alegría,
tal un dios de tobillos alados que bajara
a los arcos humanos
ahuyentando la lágrima, la carta, los somníferos,
la desesperación y su lívida mecha.
Y una noche me dijo, su lengua por mi oído,
"quisiera haberme muerto".
("alforja, revista de poesía", no.xxix, verano 2004)
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