viernes, 24 de noviembre de 2017

Maricela Guerrero (1977 )

Ventanas



imagina casas junto al río
vacas junto a la ventana de la casa
la nieve sobre la cama y tomar la sopa rodeados de libros
hacerse de una casa siendo monje o ferroviario o
leñador
rodeados de sopas junto a las vacas del río
y la ventana de nieve rodeada de camas
las alabanzas son tan siniestras como hipócritas
las vacas son tan hipócritas como las ventanas
y la sopa junto al río
está rodeada de insultos junto a la ventana
hacerse de unos libros rodeados de leñadores y ferroviarios
yo quería hacer de monje junto a la ventana rodeada de nieve
también la sopa
escribir es un lazo que todavía ata vacas contra la nieve
hacerse de una casa siendo vaca o ventana junto a la sopa
escribir sopa e insultos rodeada de ríos
ata y desata alabanzas siniestras como la nieve
un lazo es rodear a las vacas con ventanas
sobre libros de insultos
lo deprimente del estilo del escritor son las vacas
nunca consigues trasladar al folio lo que has pensado o imaginado
la sopa
la horma del zapato
hacerse de unos libros como ventanas de alabanza
y nunca consigues la leña suficiente para quemar las naves
que has imaginado
ni las casas
ni la sopa
lo deprimente es la cama sobre la nieve
y los libros alrededor del río
folios que nunca reproducen ni la sopa ni la ventana:
hacerse de una vaca
y escribir como ferroviario junto al río

imagina la horma de tu zapato y la ventana


("revista crítica")


Carmen



Preparar chayotes es un acto recurrente que irremediablemente
me recuerda a mi abuela:
Carmen:
la que lloró de rabia y lo aborreció todo el día
en que la muerte se sentó en la orilla de su cama;
la de los aires de grandeza y familia aristocrática
la de liposucción y estiramiento y dentadura nueva
27 años, ha.

Preparar chayotes, parirlos…

La de la Viuda Negra, Cherry and Grand Manier y Johny Walker red, blue and black label:
nombres que pronunciaba con mucha clase y que traía de la frontera.
Jugaba a policías y ladrones —amasaba una fortuna, dijeron—
Carmen Capone del Peralvillo Orol,
bodegones de tapanco en vecindad que decía: muy decente.
Carmen de Tokio, Madrid, Turquía, siempre tendrá un París,
sus propiedades, sus fincas: hacendada, acorazada, mi abuela la de las acumulaciones.

Nació en el 27, siglo XX, bailaba a escondidas de su madre, instantes de su fugacidad;
zurcía las medias hilo a hilo, eso dijo: “allá en la Guerra” mientras grandes abría los ojos.

“Ponles sal, ráyalos muy fino”, también decía.

Yo le quería con toda el alma,
como se quiere sólo una vez
eso llorando cantaba con los ojos y nadie la veía, mi abuela:

la que jamás llamó a mis novios por su nombre y se reía.

La que a lomo de mula partió en busca de su hijo, el pródigo que vino a
morírsele en los brazos: San Marcos, Querétaro, Vallarta, a lomo de mula, el loco,
el artesano, su oveja descarriada.

Carmen, la que se iba al teatro sola: Brodway decía también las Vegas,
Avenida Juárez.
La de zapato fino y maquillaje, afeites de una Carmen Bovary, y alguna vez
fue dulce:
recogió el cabello de mi madre y la besó y le dijo que era buena.

Sicilianos por salesianos les decía a los padres de la Cosa Nostra Don
Bosco, sonrojada ante sus hijas las maestras;
la aristócrata, descendiente de un poeta xochimilquense ya olvidado, y
malamente muy romántico, abuela.

La que cultivó canarios a la muerte del abuelo y dejó de bailar.

Preparar chayotes, parirlos.

La de los últimos días de costumbres japonesas, la abuela de kimono, faroles, cajitas rojas, porcelanas y zapatillas de dormir muy breves:

                                                                                                                                                     Carmen.


("revista el humo")

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