lunes, 4 de septiembre de 2017

Robert Hass (1941 )

Un cuento en torno al cuerpo



El joven compositor, huésped aquel verano en una colonia de artistas, la había estado observando toda una semana. Era japonesa, pintora, de unos sesenta años, y creyó que se había enamorado de ella. Le encantaba su trabajo, y su trabajo era la manera en que movía el cuerpo, usaba las manos, se le quedaba viendo a él directamente cuando ofrecía divertidas y consideradas respuestas a sus preguntas.  Una noche, de regreso del concierto, al llegar a su puerta, ella volteó a verlo y dijo: “Creo que te gustaría poseerme. A mí me gustaría también, pero he de decirte que me han hecho una doble mastectomía” y, al ver su perplejidad, “he perdido mis dos pechos”. El esplendor que él había llevado en el vientre y en la cavidad del pecho –como la música– se marchitó muy rápidamente, e hizo un esfuerzo para mirarla a los ojos cuando dijo: “Lo siento. No me creo capaz”. Regresó caminando a su propia cabaña entre los pinos, y en la mañana halló un pequeño tazón azul en el porche, junto a su puerta. Parecía lleno de pétalos de rosa, pero se dio cuenta al levantarlo que los pétalos de rosa sólo estaban encima; el resto del tazón –seguramente ella había barrido los rincones de su estudio– estaba lleno de abejas muertas.


("pájaros lanzallamas", trad. pura lópez colomé)

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