Suicidas ideales
Hacen girar la llave para abrir la puerta
Y sacan sus viejas cartas bien guardadas,
Las leen con tranquilidad
Y luego arrastran sus pasos
Pesadamente por última vez.
La vida, dicen, es una tragedia.
Dios, la espantosa carcajada de los hombres,
Y las lágrimas, el sudor, la nostalgia
De los cielos,
Los lugares desiertos.
Se quedan ante las ventanas, contemplando
A los niños, los árboles, la naturaleza,
Los marmolistas machacando la piedra,
El sol que se quiere ocultar para siempre.
Todo ha concluido. Aquí está la carta:
Concisa, sencilla pero profunda,
Como debe ser, llena de indiferencia y perdón
para quien habrá de leer y llorar.
Se ven en el espejo. Miran la hora.
Preguntan si es una locura, tal vez un error.
«Todo ha terminado», susurran, «ahora»;
En el fondo, seguramente, van a posponerlo.
("analecta literaria", traducción del griego luis alberto vittor)
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