viernes, 19 de diciembre de 2014

Kim Addonizio (1954 )

Al deseo


Dame el más fuerte de los quesos, aquél cuyo olor es más penetrante;
y quiero un buen vino, el que dibuja un remolino en el cristal
entregando el perfume de las zarzamoras , de las cerezas, un rico sorbo en el fondo
de mi garganta mientras lo mantengo ahí antes de bebérmelo.
Dame el amante que de un tirón abra la puerta
de su casa y me empuje contra la pared
en la oscuridad de la entrada, y me tenga ahí hasta que esté empapada y temblando, cuyos besos vengan por la barcada
y comiencen su deliciosa diáspora por las ciudades y pueblos de mi cuerpo.
Al diablo con los santos, con los mártires
de mi infancia puestos allí para instruirme
en la fuerza de la resistencia y la fe, al diablo con el otro mundo y con sus pálidos ángeles
desvaneciéndose y suspirando como muchachas victorianas.
Quiero este mundo, quiero correr hacia el océano y sentir cómo intenta arrastrarme
como si yo fuese tan sólo un trocito de vidrio rayado
y quiero ser capaz de resistirlo. Quiero caminar
tambaleándome y agitándome por los bares y los cuartos de atrás
por los hoteles relucientes y los campos cubiertos de girasoles abandonados y los parques
donde sueltan a los perros
a pesar de los carteles, donde se huelen
y ruedan juntos por la hierba, y quiero
acostarme en algún sitio y sufrir por amor hasta
que éste casi me mate, y luego quiero alzarme de nuevo
y ponerme ese vestido corto negro
y esperar a que tú, sí tú, vengas y te arrodilles

y me digas tan sólo lo jodidamente hermosa que estoy con él.


(fuente: "emma gunst", traducción: coeliquore)

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