La sonrisa de las hienas
Desde este promontorio embarrado
siento vértigo
y el aliento cálido y carroño
de unas hienas encorvadas
que me sonríen
mientras me rodean.
Me reflejo en sus pupilas hondas,
cada vez más próximas,
que intentan ganarse mi confianza.
Yo también les sonrío
bajando la cerviz
y me hacen un hueco
entre su áspero pelaje.
Se fingen amistosas
pero sé que esperan la noche
para hacer de mí
una cena temprana.
Se frotan conmigo
para borrar mis olores
e impregnarme de los suyos.
Me harán creer que soy una de ellas.
Que estoy a salvo
entre sus carcajadas histéricas.
Y río.
Y ellas creen que yo creo
que soy una de las suyas.
Se les olvida
que aunque retoce con ellas
en el barro
o hieda a su perfume
duermo con un ojo abierto
y pertenezco a otra especie
aún más peligrosa:
la de las zorras.
(fuente: blog de la autora)
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