La mente que parpadea
Señor, no vos,
soy yo la que está ausente.
Al principio
la fe era una alegría que guardaba en secreto,
para mí sola
en lugares sagrados:
una ojeada rápida y ya- y luego de nuevo,
en círculos.
Desde hace mucho que te nombro
pero ahora
eludo tu presencia.
Me detengo
a pensar en vos y mi mente
al instante,
como un pez mínimo, sale disparada,
se escapa
hacia las sombras, hacia resplandores que destellan
incesantes sobre
los giros y revueltas del río.
Ni por un segundo
se queda quieto mi ser sino que revolotea
por cualquier parte,
en cada lugar donde pueda girar. No vos,
yo estoy ausente.
Vos sos la corriente, el pez, la luz,
la sombra que late,
vos sos la presencia sin cambios donde todo
se mueve y cambia.
¿Cómo puedo concentrar mi parpadeo, percibir
en el corazón de la fuente
el zafiro que sé que está ahí?
(fuente: "hasta donde llega la voz", versión: Tom Maver)
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