Asaltos a la memoria
II
Al amanecer, Alberto arrea las mulas con el bastimento
rumbo a las labores.
Una niña atisba por entre los leños de la cerca
mientras en su corazón
se amotina un mar de diez años que quiere ser mujer,
que se echa sobre la tierra y se identifica con ella.
Este polvo que escurre entre sus dedos
es su cuerpo,
es el olor de vida que exhalará
cuando llegue el mediodía.
Hoy, paloma desmañanada, vuelve a su cama,
se acurruca bajo las cobijas tibias,
se le desarrugan los sueños,
se alisa el viento
y duerme.
(en Asaltos a la memoria, edición Universidad Autónoma del Estado de México [UAEM], Toluca, 2004.)
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