El verano
Está por concluir el mes
y mi cuerpo sigue, dormido,
estremecido como babosa
bañada de sal, de aceite.
Son los últimos estertores
de tu cuerpo en el mío,
el recuerdo de mi último
verano, cuando maduraba.
Es el precio de haberte
vuelto parte de mis tardes,
de rutinas que sólo se viven
un mes, acaso, caluroso para ambos.
Me digo y me repito antes
de revisar a conciencia
las prescripciones medicinales
antes de volver a un sopor antiguo.
Obleas y tabletas ahora son
sedimento de ti, de cada músculo
descargado con y en nosotros,
como una bendición largamente convocada.
[Inédito]
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