Rothko
a andrés sánchez robayna
No los colores, ni la forma pura.
Memoria de la tinta. Sedimento
que decanta la luz de su pigmento,
más allá de la tela y su armadura.
Las líneas no, ni sombra ni textura,
ni la breve ilusión del movimiento;
nada más que el silencio: el sentimiento
de estar en su presencia. La Pintura
en franjas paralelas cuya bruma
cruza la tela intacta, aunque teñida
de cinabrio, de vino que se esfuma;
púrpura, bermellón, anaranjada…
El rojo de la sangre derramada
selló su exploración. También su vida.
("cómo cantaba mayo")
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