domingo, 22 de abril de 2018
Nora Manneck (1949 )
Cuando me fue entregado el libro de Uriel en la Librería Gandhi me quedé pensativa: ¿y por qué lubricantes? en el recorrido hacia mi casa, brincando a un indigente acostado sobre la basura de restos de tacos consumidos, evadiendo bicicletas, aguantando el estruendo del ruido de una moto, las luces de una patrulla amenazante, buscaba la razón del título y me dije:
Un lubricante es una sustancia que, colocada entre dos piezas, no se degrada, y forma asimismo una capa que impide su contacto, permitiendo su movimiento incluso a elevadas temperaturas y presiones, evitando la fricción.
Newton define la fricción como una fuerza resistente que actúa sobre un cuerpo, que impide o retarda el deslizamiento de éste respecto a otro.
Los coeficientes de fricción se dividen en:
la Cinemática, que estudia el movimiento en sí mismo sin preocuparse por la causa que lo produce;
la Dinámica, que se ocupa de las causas que originan el movimiento o las fuerzas de la naturaleza; y
la Estática, que se ocupa de estudiar el estado de equilibrio o reposo de los cuerpos.
Dando la vuelta al parque llegando a la casa me recibió el canto de los pájaros.
Y ¿en dónde, en estos infinitos universos que habitamos o en los múltiples universos que nos habitan, más allá de caer en obviedades, encontramos estas fuerzas de fricción?, ¿cómo se manifiestan?, ¿qué hacemos o inventamos para sobrevivir a ellos...?
A tormentas solares, terremotos y huracanes devastadores, lluvias torrenciales, contaminaciones sofocantes, roces absurdos, desentendidos innecesarios, conflictos creados, creencias manipuladas, divisiones forzadas, mitos inventados, ideas aplastantes, ideologías desgastadas, economías alteradas, noticias que desinforman, cuerpos mutilados, etc. Manifestándose en guerras de todo tipo, en donde todo se rige creando la división en cuestiones de color, religión, raza, sexo, pobres y ricos, malos y buenos... Así que si la fricción fuera un animal feroz encontrará mucho material para alimentarse en esta eterna espiral de poder.
Uriel Martínez expone estos conflictos de manera magistral, desde una cotidianidad aparente, siempre entre líneas, en este espacio intergaláctico que pertenece únicamente al poeta y obliga al lector a descubrir mundos paralelos al suyo.
Pero no acaba ahí, indaga sobre el impacto real de tales monstruosidades, en esta parte del hombre en donde lo humano se ve avasallado en su intimidad, su tristeza, su soledad, sus dudas, sus miedos, la muerte... y todo lo que no hizo. Y oh sorpresa, logra reconectarse con la naturaleza del universo: vegetal, animal y más allá. Desfilan serpientes, hormigas, felinos, cascabeles, búhos, lechuzas, aves de agüero, alados negros, gaviotas, cuervos, lagartijas heridas de ecos, la sombra de un gato, reptiles de ojos egipcios y aliento a Chanel No. 5, cempoal, dientes de león, rosas. Uriel abre la conversación con ellos en diálogos que a veces parecieran rebasar a la hilaridad, entrando a este humor negro y vena sarcástica que yo pensaba distintivo de mi pueblo.
Creo que el humor, por más negro que sea, es una manera de crear puentes y por lo tanto suaviza, lubrica y la fricción responde de una calidad distinta al roce desaforado.
Por último, llegamos al tercero de los coeficientes: la Estática, aquella fricción que nos indica el estado del equilibrio o reposo de los cuerpos.
El adiós al movimiento en un espacio y un tiempo determinado, en donde todo es y nada vale la pena ser archivado, donde la enfermedad y sus medicinas se vuelven compañeros del camino, cuando la memoria se alimenta de los momentos de máxima pasión a la vida, , al amor, a la esperanza. Y para aguantar el último viaje el cerebro liberará la hormona de la felicidad igual que cuando nacimos, un lubricante maravilloso de ilusión y espejismo:
Y se plantará un árbol, cerca de una cama, con sombra abundante y de tronco perenne.
Un árbol que ataje ventarrones, buitres y auras que planean aires malsanos.
No está decidido de qué especie sea, pero será un árbol de follaje vasto y brazos extendidos.
En días de altas temperaturas, las sábanas serán columpio cuyo vaivén nos lleve a trepar aquellas colinas.
Y si un día envejece por plaga, sequía o eclipse, se vuelve a plantar otro, con sombra protectora y balsámica.
Agradezco infinitamente, desde la posibilidad de la manifestación teatral, una poesía con la textura que nos ofrece Uriel Martínez, dado que me invita constantemente, a abrir las ventanas del imaginario a un centenar de alumnos con una necesidad imperante de ser despertados y confrontados en relación con el mundo que les hemos heredado... de una manera crítica, radical y contundente pero no sin "Lubricantes".
texto leído en la presentación del poemario Lubricantes, el pasado 12 de abril del año en curso en la librería Voces en Tinta, ciudad de México [Inédito]
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1 comentario:
Me escriben desde allende el Océano:
"Enhorabuena, estimado Urielín, por ese súper texto de doña Nora.
Y también por el poema.
¿Cómo se consigue el libro?"
A lo cual contesté por separado: "Deposita en Western Union el equivalente de 150 pesos mexicanos más el porte en envío." Esperaré respuesta.
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