La hojarasca
actualmente vivo con poco,
de madrugada por ejemplo,
enciendo un pabilo que a veces
cobra fuerza o se apaga,
según hacia donde soplen
los elementos, los cuerpos,
los silencios;
cuando hace frío, digamos,
me acurruco en los cuadernos,
las hojas sueltas, la hojarasca
arrastrada y barrida por vientos;
reúno la fuerza heredada
de mis ancestros y asido a plumas
de aves de corral, me repongo,
me recupero, me acicalo
en espejos y sus añicos
y recobro la voz,
el pulso del tenor
y me abandono a la corriente.
[Inédito]
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