Siete
Qué bueno
que Dios me aturde el pensamiento
cuando mi boca es esa gruta
donde crece tu miembro;
sólo con ímpetu y deseo
lo cultivo,
con denuedo,
con espasmos y jadeos.
Qué bueno que soy una caverna boa
y tu palo es relámpago
en la alcoba.
Diecinueve
Qué bueno que mi durazno
está maduro,
su pulpa huele a distancia
para que tu saliva se estremezca
antes de dar el paso decisivo
hacia el abismo de mis piernas.
("Lo que su cuerpo me provoca", uam, méx., 2016)
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