Elegía para ella
Ayer eras una cordillera infinita,
unos musgos negros y erizados de frío,
una campesina haciendo canastos;
unas manos germinales desgranadas de sol,
o una garza descansando en un potrero.
Ayer ibas en mi morral entre palmas de cera,
relucías conmigo bajo el sol de enero,
mientras caía la tarde polvorienta
desde un silencio glacial, en las alturas.
Ayer estabas entre mis manos
mientras caminaba entre unos pinos,
eras una mariposa cenicienta sobre un tronco,
y llenabas el camino breve hasta mi casa.
Ayer quise traerte hacia mis rejas
y te quedaste enredada en las breñas del follaje.
Pero andarás por ahí y eso me basta.
Que cerca siento tu alegría de canciones.
("revista corónica")
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