quise abrazar a Pessoa
pero era De Camposquien venía a mi
encuentro
quise invitar a casa
a Reis pero era Fernando
quien llegaba sin
encontrarme
quise acomodar el pelo
ralo y desgreñado en
el espejo distante de
Bernardo pero sin acomodo
ya de noche, resfriado
y con desaliento en puerta,
cama y sueños, reposé
en destellos de aurora
ya dormido, como el ovejero
de rebaños muertos, nadie
vino a mi encuentro.
Guardé luego mis apuntes.
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