Viento de bodas
El viento sopló con fuerza el día de mi casamiento,
y mi noche de bodas, fue la noche del viento
de su desatada violencia;
el viento que golpeaba ruidosamente la puerta del establo,
y él tuvo que levantarse para ir a cerrarla,
dejándome, atontada, a la luz de las velas,
a solas con los sonidos de la lluvia,
observando mi rostro en el candelabro retorcido,
sin ver, a mi pesar, nada.
Cuando regresó al lecho comentó que los caballos
estaban inquietos, yo sentí tristeza al pensar
que en una noche como ésta a hombre o a bestia, cualquiera,
les faltara la felicidad que me poseía.
Ahora a plena luz
del día bajo el sol, todo se ve revuelto por el viento.
Él ha ido a recorrer las tierras inundadas
y yo llevo un balde abollado al gallinero,
apoyándolo en el suelo miro a mi alrededor.
Todo es viento que penetra los árboles, sacude las nubes
levanta mi delantal y agita la ropa tendida.
¿Puedo soportar este viento que encarna mi felicidad,
arrastra mis actos uno tras otros, como el hilo a las cuentas de un collar?
¿Me será permitido dormir ahora que la perpetua mañana
comparte mi lecho?
¿Podrá la muerte secar estos charcos recién formados
concluir nuestra adoración, al igual que la del ganado, arrodillándose,
para beber de las aguas todo-generosas?
("al pial de la palabra", versión esteban moore y p. ogan rivadavia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario