Un artista
Me fascina imaginar su cólera.
Su obstinación ante la roca, su contención
de la sustancia de las manzanas verdes.
El modo en que supo ser perro ladrando
frente a su imagen ladrando.
Y su odio por la propia actitud
ante el único trabajo que merecía la pena,
la vulgaridad de esperar si acaso
gratitud o admiración, significado
al fin de un robo de sí mismo.
Y el modo en que su fortaleza se erguía,
segura de estar haciendo lo que sabía hacer.
Su frente como una boule arrojada,
surcando el incoloro espacio
tras la manzana y la montaña.
(texto tomado del muro de Catarina Sangrienta, trad. Pura López Colomé.)
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