Noche tranquila
El delicado extremo de tus dedos, el finísimo
silencio de mis labios que sobre ellos
encuentra el brillo de las aguas, la luna
surgiendo en un estanque de anchas hojas;
por la altura va el viento, por los árboles
y en el cielo la noche.
Ahora contempla
cómo es dulce la vida, cómo se alejan
las órbitas etéreas abandonando
una luz sobre nuestra frente.
Yo te amo
y las horas ascienden; oye el rumor
desconocido de la noche e infinito.
Lentamente en mis brazos, sin turbar
la eternidad que el aire está formando
con sus círculos inmóviles, contempla
el pálido reflejo oscilando entre las hojas,
el instante que estamos en la tierra
detenido.
Allá arriba por los espacios azules
flotan sonidos suaves, y las estrellas.
("marcelo leites")
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