Tres piedras blanquecinas sobre la arena
Tres piedras blanquecinas sobre la arena.
Un hombre vino y se sentó en una de ellas, cansado.
Miró a las otras dos sin intención, sólo posó sus ojos
en su superficie como en al aire.
Su mente estaba flotando en una hora antigua.
No escogidas para contemplar, miradas
sin ideas, las piedras
no iban a ser recordadas nunca por ese hombre.
Cuando se fue,
las tres siguieron inmaculadas sobre la arena.
("otra iglesia es imposible")
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