Madejas
Todo es efímero, por desgracia las cosas no duran para siempre. Dice la abuela mientras va destejiendo por tercera vez un suéter, que alguna vez fue chaleco, luego bufanda y ahora será un tapete. Las madejas entre sus manos parecen ceder la hostilidad del enredo. Yo me desespero, no puedo encontrar las puntas, los nudos se me vuelven ciegos. Termino con las madejas enredadas entre las manos, en los pies, en los cabellos. Enredada, busco la forma de salir de esa maraña de hilos y colores. Cuando voy a la mesa por las tijeras, mi abuela me detiene. Búscale la forma, ¿a poco vas a rendirte? Acepto el desafío y con paciencia comienzo a buscar una punta para ir deshaciendo el capullo de estambres en el que me he envuelto. La abuela con sus manos sabias me va guiando para encontrar la salida. Entre las dos desenredamos los hilos, volvemos a hacerlos madejas. Ella comienza a tejer ahora su tapete. No todo es efímero, pienso, porque sé que para siempre me durará este recuerdo.
(inédito)
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