La querella
El camión recolector de basura
viene una vez a la semana:
recoge de casa los residuos
que, a su vez, recogimos nosotros
de aquellos basureros iluminados,
día y noche.
El conductor demuestra orden
al separarlos según el alfabeto:
almohadas, bocas, cobertores,
todos cargados de hambre y sueño.
La campana que tañe breve
nos convoca a salir del invernadero
y entre brumas le entregamos,
otra vez, nuevas derrotas, cansancio.
Un día, lo sabemos, ya no vendrá
ni atenderemos al llamado:
habremos mudado de domicilio,
irremediablemente.
Preguntaremos por él sin que nadie
atienda a su tañido ni a nuestra congoja.
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