sábado, 7 de diciembre de 2019

Iván Oñate (1948 )

El ángel ajeno




Ángel, cuando di con tu vida

yo era un hombre que venía de alguna mujer y de dos libros

que encontré en alguna cama y sin asombro

los perdí en alguna otra. Ahora soy una disculpa.

Confío que eso quiera decir algo, este momento

que no quisiera decir nada.



De cuando en cuando y de vez en revés

suelo caer a este cuaderno abierto

para escapar de la duración de una lluvia,

de un dolor

o de la duración de mi vida. ¡Pero basta!



Es demasiado mío y demasiado cursi

lamentarse a estas alturas de la noche y

en un puerto del mediterráneo

donde sin buscar nada

encuentro que he perdido un diente.



Si estuvieras a mi lado, correría a desnudarte el pecho

seguro que lo perdí el domingo

mientras te mordía el corazón en un sueño.



Sabes, hoy volví a cruzarme con el hombre

que amenaza hacer un libro con su vida. Agobiado

por tanto ejemplo, terminaré por hacer el mío

embarcado en una borrachera que aún no encuentro.

Seguramente

tendrá la duración de una línea en la palma de tu mano,

o la petrificada juventud

de una estatua

cayendo eterna

a la noche,

a mi vejez,

a la ascendente espuma de la niebla.

O mejor,

te contaría la historia de un muchacho

que se soñó James Dean

y de todo ese juego, lo único que ocurrió

fue que lo encontraran una mañana

crucificado al madero horizontal

de una Winchester treinta treinta.



Debería recordar la historia de aquel muchacho


si me tomara en serio, un poco.


("crearen salamanca")

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