Un explorador blanco de África, ansioso por abreviar su travesía, pagó a sus porteadores para que realizaran una serie de marchas forzadas. Pero ellos, casi al llegar a su punto de destino, descargaron los bultos y se negaron a moverse. Aunque les ofreció pagas adicionales no consiguió que modificaran su comportamiento. Dijeron que debían esperar que los alcanzaran sus almas.
("los trazos de la canción", ed. península, barcelona, 2000, trad. eduardo goligorsky)
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