Lo que hacen los vivos
Johnny, hace días que el fregadero está tapado, algo debe haberse caído por ahí
y el Drano no funciona, huele peligroso, y los platos sucios se apilan
a la espera del plomero que no he llamado. De esas cosas hablábamos.
Invierno: el cielo, azul, obstinado, la luz derramándose
por las ventanas abiertas: la calefacción está muy fuerte y no la puedo apagar.
Hace semanas, mientras manejo, o cuando se me cae la bolsa de compras en plena calle,
que pienso: Esto es lo que hacen los vivos. Y ayer, apurada por
las veredas rotas de Cambridge, mientras se me derramaba el café por la manga,
lo pensé otra vez. Y otra vez después, mientras compraba un cepillo: Esto es.
Estacionar. Cerrar la puerta del auto en medio del frío. Lo que llamabas ese anhelo.
Lo que abandonaste al fin. Queremos que llegue la primavera y que pase el invierno. Queremos
que alguien llame o que no llame, una carta, un beso —queremos más y más y aún mas de ello.
Pero hay momentos, al caminar, cuando me vislumbro fugazmente en la vidriera
de la tienda de la esquina, por ejemplo, que siento un amor tan profundo
por mi propio pelo en el viento, mi rostro cuarteado, mi abrigo, que me quedo sin palabras:
Estoy viva. Y te recuerdo.
("el poeta ocasional", trad. mori ponsowi)
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