La invención de Orfeo
Era un caballo todo hecho de lavas
cubierto de brasas y de espinas.
En las tardes amenas él venía
y leía el mismo libro que yo hojeaba.
Después lamía la página y borraba
la memoria de los versos más sufridos:
entonces la oscuridad cubría el libro,
y el caballo de fuego se encantaba.
Bien sabía que él aún ardía
en el salitre del libro subsistido
y transformado en olas levantadas.
Bien se sabía el libro que él leía:
la locura del hombre angustiado
en que el íncubo caballo se nutría.
("otra iglesia es imposible", trad. antonio cisneros)
No hay comentarios:
Publicar un comentario