Me despierto con forma de cubito de hielo
Mi cabeza es una cúpula de cristal
en la que Mourinho decidió introducir
en el último minuto de partido
una trompeta de plástico.
En el descanso, soy llevada en un trineo
por una horda de perros.
Atravesamos Siberia.
Pierdo una sandalia por el camino.
Me quedo sin batería en el móvil.
Y en el momento preciso en que consigo,
por fin, sujetar las riendas
y encontrar un horóscopo
en el bolsillo del pijama,
deciden tocar la campanita y me quedo
minutos de un tirón intentando entender
cómo funciona la mierda del intercomunicador.
Paso el punto álgido del día agarrada a los botones
sin saber, al final, qué querían:
leer el contador del gas o la pista de la semana.
("el cultural", tr. martín lópez-vega)
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