I
Oigo tu canto, sirena,
lo escucho quedo y con calma,
lo siento apoyarse en mi alma
con apariencia terrena.
Tu voz se me enrosca y llena
de paraíso mi oído.
Tras el disfraz del gemido
oigo tu voz que me canta,
y, sirena, en tu garganta
quedo en zozobra y herido.
("círculo de poesía")
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