jueves, 26 de febrero de 2015

DOS AYOTZINAPA

Uriel Martínez (1950 )


Luna de Ayotzinapa


Pregunté si te percataste de
la luna de sangre en horas previas
a la noche de los desaparecidos.

Luego me preguntaste si había
visto lunas anteriores, lunas
teñidas de un rojo cobalto.

Te dije que sí, hace veinte años
observé eclipses sucesivos;
e intuí los presagios.

No quise ver ni adivinar desenlaces,
para qué si éstos iban más
allá de mi voluntad.

Era, me dijiste, como si quisieras
impedir baladas bestiales
a la noche, a la luna, a la sangre.

Era como un anillo acuñado
al anular; era como un aro
de serpientes avenido al aliento.

Cuernavaca, Morelos


VíctorToledo (1957 )

Te llamas Julio César Mondragón

Yo soy el descarnado, el desollado
Vivo. El sin rostro, al que arrancaron los ojos
Y arrebataron de los brazos de su amada, joven madre
Yo soy el muerto vivo, ni vivo ni muero
Soy tu padre, soy tu hijo, soy tu patria, tu país ensangrentado
Yo soy aquel que pena para siempre por ti y por sus padres
Yo soy aquel que duerme en una fosa helada inencontrable
Soy las cenizas ardientes en el río, las cenizas gritando, el río llorando
Soy tu conciencia pura hasta los huesos, tu lucidez más alta
Como pira que no es pira que no expira
El hijo predilecto del señor de la muerte, del Mictlán
El niño consentido de la vida para darle vida a tu futuro
Pues ya nunca me olvidarás, jamás dejarás de recordarme
He venido de lo más lejos hasta ti, he regresado
Pues he abierto el inframundo
Soy tu memoria verdadera, la del glorioso pasado,
Soy tu memoria recuperada para siempre
Soy tu viaje más profundo, soy tu horrendo y trágico presente
Pero soy tu futuro luminoso y tu esperanza
Soy el hijo consentido del Mictlán que ha querido renacer
Para alumbrarte en tu camino más oscuro
Soy el sacrificio luminoso de la estrella
La que arde en una hoguera para ti
Soy el retorno, el retoño de la vida más hermosa, más brillante
Soy el Señor de Xibalbá, soy brujito, soy los gemelos triunfadores
Que superaron el infierno de esta vida
El señor Quetzal, el espíritu inmortal de la serpiente
Y de tu patria, el que retorna siempre de la muerte
Soy el rayo y su serpiente, soy su águila y su Ser
El puente del cielo y de la tierra
Soy el señor verdadero de la vida y de la eternidad
El símbolo encontrado de una extraña grandeza perdida
Que no obstante está por renacer con plenitud
Con mi voz más profunda, con mi canción más hermosa
Con mi silencio estentóreo, con mi sueño completo
Con mis ojos más hondos, mas llenos de Vacío
Más plenos del Todo, que por siempre muy abiertos
Más allá del tiempo y del espacio, te verán
Y velarán por ti y te guiarán

Con la sublime luz del más allá.


(en "andén de poemas")

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