El polen
se acabó el día como
se extingue el pabilo
del cerillo pelirrojo;
se agotó el último minuto
como el cabo
de sebo se extiende en el plato;
lavé el calzón amarillo
como girasoles del pintor
desorejado en el trópico;
lo colgué a secar en
el clavo una noche fría,
resfriada y con toses;
si la primavera trae
en las axilas polen, no
extrañes trastornos de nervios;
tampoco preguntes por movimientos
oscilatorios del tiempo, ni
por relojes de sol ni arena;
coge al mal tiempo por los cuernos
y hazle un crack. Termina
así el domingo.
[Inédito]
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