UNA MARCA
Siempre me desesperó tu mano encantadora por la cicatriz
desfigurando la palma
anulando al azar las líneas de herencia
con su señal.
Tú dirías, Pon tu mano
en la mía.
Pero yo la retiraría tímida, asombrada
de lo que incendiaría si
como la yegua que hiciste por sí misma respetable
como si en alas
la yegua con su rastro resbalara sobre el hielo
fuera de nuestra puerta
la yegua que tú herraste
con acero
extraído del fuego
con mano desnuda.
Hasta el día que dejé tu casa, mi mano
firme entre las tuyas
-el día que elegí para que me entregaras en matrimonio.
(texto tomado de internet, traducción: Uriel Martínez)