Como un balde de agua fría para el gobierno federal resultaron las preocupantes imágenes del triste espectáculo que se pudo ver la tarde del sábado pasado en las pantallas de la televisión mexicana. Mientras se desarrollaba un partido de futbol de la liga mexicana, a las afueras del estadio Territorio Santos Modelo (TSM) en la Comarca Lagunera se produjo una muy ruidosa balacera, y lo que era euforia y pasión futbolera súbitamente se transformó en pánico e histeria.
Obviamente el fuerte sonido que inundó tanto la cancha como las gradas del estadio, generó un miedo que se apoderó de miles de espectadores, jugadores y del personal técnico. El público estaba conformado por niños, jóvenes y familias enteras a quienes aquellos minutos les parecieron eternos. Un publico que empezó a dar muestras de un alto nivel de pánico cuando comenzaron a tirarse al piso o a correr por en medio de la cancha.
Lo que la angustiada afición ignoraba era que a las afueras del estadio TSM agentes y unidades de la policía municipal estaban siendo atacados por un grupo de criminales en una balacera que dio como resultado un oficial lesionado, un estadio en pánico y un serio deterioro para la imagen del país. Una vez suspendido el partido, se controlaron los accesos para impedir una salida masiva que sin un control adecuado hubiera provocado una estampida y una tragedia mayor, como se ha visto en otras partes del mundo.
Las imágenes previas mostraban por momentos aficionados tirados en las gradas o despavoridos intentando salir a toda prisa del lugar donde se llevaba a cabo el partido entre el equipo Santos de Torreón contra los Monarcas de Morelia. Imágenes que le dieron la vuelta al mundo en unos cuantos segundos, mismos que bastaron para echar por la borda todo el esfuerzo que hacen desde la Presidencia de la República por minimizar los efectos y los costos de esta guerra que se da entre grupos de criminales por el control de las diferentes plazas del país.
Todo se viene abajo en un instante cuando se observan padres de familia con niños en brazos correr invadidos de miedo mientras los infantes confundidos solo atinan a llorar. Lo ocurrido en este estadio –donde hace meses se registró una masiva rechifla presidencial– significa un severo impacto mediático para México y que viene aparejado de la amplia cobertura que también se le ha dado al informe difundido por el gobierno británico donde califica a este país como zona de riesgo y se evidencia un estado situacional crítico en por lo menos 15 estados mexicanos y por ende no es recomendado para visitar. Esta recomendación británica para sus ciudadanos se dio horas antes de que ocurriera el incidente en la Comarca Lagunera y estos hechos sin duda vienen a ratificar la postura de las autoridades inglesas, así como también vienen a contradecir de nuevo el discurso de cuentas alegres del gobierno federal. Lo dicho por el secretario técnico de seguridad nacional en un foro fronterizo en UTEP la semana pasada, se cae estrepitosamente. Se insistió que la guerra entre los cárteles y la respuesta de las autoridades no aumentan el nivel de violencia en México, ni la migración en las ciudades. Habrá que explicarles dichas palabras a los espantados aficionados que acudieron a este histórico partido que no tuvo final.
Este no fue un incidente aislado ni excesiva fue la reacción del público asistente. Tampoco fue sobredimensionado el comportamiento de la gente ante el temor a una bala perdida, todos sintieron un gran pánico porque ese sangriento sonido no es ajeno para ellos, ya otras veces han escuchado esas balaceras a todas horas en aquella ciudad, como también se escuchan en Juárez y en muchas ciudades del país.
Lo que no esperaban era escuchar tan cerca las ráfagas en un lugar tan concurrido y que debería estar sumamente resguardado. Se ignora el nivel del impacto en el animo de los millones de turistas que México recibe año con año después de ver estas perturbadoras imágenes, igualmente se desconoce la futura reacción en los estadios por parte de los millones de aficionados para lo que resta de la temporada.
Tampoco se sabe de qué manera modificarán el discurso presidencial respecto de lo que a todas luces resulta indefendible. Esta guerra sigue impactando a la población y los daños colaterales están presentes por más esfuerzos que se hagan por ocultarlos.
Escenas como la vivida en este estadio derrumban toda posibilidad de recuperar en un futuro próximo la paz, la tranquilidad, y la estabilidad que se han perdido, y ponen a México como un país no recomendable para visitar.
Golpes bajos para una nación que se quiere levantar. El balón tiene que seguir rodando en el césped, algo hay qué hacer.
(nota de José Ignacio Gallardo tomada del Diario de Juárez.)
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