Te guste o no, esta minifalda no tiene que ver contigo. Es uno de los lemas que se han coreado en las diferentes manifestaciones que esta semana han tenido lugar en diferentes capitales de Centroamérica y que forman parte de un movimiento mundial que se inició este mismo año en Canadá, como consecuencia de las declaraciones de un policía. Este buen señor vino a decir que si las mujeres quieren evitar ser agredidas sexualmente, más les vale no vestirse como putas.
Lamentablemente no es un pensamiento novedoso. Que la violencia ejercida sobre las mujeres, especialmente la violencia sexual, responde a una suerte de provocación del comportamiento y la forma de vestir femenina, cuenta con inefables citas, incluso en un rosario de sentencias a lo largo de todo el mundo. Cómo viste una víctima de agresión sexual ha servido para atenuar la responsabilidad de un agresor. Desde por la minifalda y el escote provocador, hasta por los vaqueros ajustados que han contribuido a la conclusión de una colaboración por parte de la víctima en la perpetración de lo que no es sino un delito. Y si está en las sentencias, es porque está, aún, aunque parezca mentira, en el pensamiento colectivo.
La marcha de las putas dice que NO es NO, sea cual sea mi indumentaria, mi escote o mi baile. No tiene que ver contigo, sino conmigo. Mi forma de vestir y de comportarme no quiere decir SÍ. Las mujeres somos dueñas de nuestro cuerpo y los prejuicios que se hacen sobre lo que queremos, lo que pensamos, lo que valemos, de acuerdo con los estándares tradicionales sobre el comportamiento femenino, no son aceptables.
Confieso que me han sorprendido las declaraciones de algunas de las participantes en las marchas. No somos feministas, dicen, en algunos de sus mensajes que los medios de comunicación se han apresurado a difundir. Yo que sí lo soy, no puedo pensar en una reivindicación más básica del feminismo que la reclamación de la autonomía de las mujeres sobre el propio cuerpo y la propia palabra. Se ve que no corren buenos tiempos para reivindicarse desde el feminismo y seguro que estas mujeres han pensado en hacer más creíble sus palabras desde otras latitudes ideológicas. No es una excepción.
Acabo de saber gracias a las redes sociales que la forma de vestir y una imagen que algunas personas relacionan con la disponibilidad sexual, no sólo afecta a las posibilidades de ser víctima de una agresión. Hay quienes piensan que si quiero hacer una entrevista a Iker Casillas, más me vale no parecer un putón. Imagino que en clara referencia al aspecto de la presunta entrevistadora. Habrá quien opine que la propia afectada ha contribuido a hacer crecer un escándalo que, además, tiene el morbo de una pelea de gatas. Sin comentarios.
Qué cansancio. Esta semana se han conmemorado los primeros 20 años del Curso sobre Teoría Feminista del Seminario de Investigaciones Feministas de la Universidad Complutense de Madrid. Un espacio que siempre ha servido para aprender sobre política, democracia e historia de la reivindicación de los derechos de las mujeres. Lástima tener que seguir hablando de lo básico.
(La nota "La marcha de las putas" se reprodujo del blog 'ellas', del diario El Mundo, autora María Soleto.)
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