Horas después de que entrara en vigor la ley antitabaco ya aparecen los primeros conflictos. El dueño de un bar de Montehermoso (Cáceres), Juan Francisco Valhondo, y varios clientes tuvieron una pelea cuando pidieron a un fumador que apagase su cigarro. La trifulca acabó con varias personas en un centro de salud, donde el propietario recibió entre 16 y 18 puntos de sutura.
El suceso ocurrió a después de las 20.00 horas del domingo, cuando Valhondo pidió "educadamente" a un cliente que apagara su cigarro. Según informa el diario extremeño Hoy.es, el asunto no se quedó en esas palabras, minutos después el fumador y su hermano estaban pegándose con varios clientes.
"Cuando me quise dar cuenta había una pelea", explica el dueño del establecimiento. El propietario intentó mediar en la trifulca y cuando sacó del local al fumador, éste volvió hacia él y le propinó el golpe en la frente, con "una botella o un vaso de cristal". Le causó una herida que le obligó a recibir atención médica en el Hospital de Plasencia, al que se desplazó.
Además, en el mismo centro hospitalario tuvieron que ser atendidas otras tres personas que se vieron involucradas en la trifulca, una de ellas con un ojo morado, otra con contusiones en un brazo y otra con la muñeca abierta. Nada más abandonar el hospital, ya de madrugada, Juan Francisco Valhondo presentó una denuncia en el Cuartel de la Guardia Civil correspondiente, al igual que los otros tres contusionados.
Preguntado por si esperaba que con la entrada en vigor de la nueva normativa contra el tabaco pudieran producirse sucesos de este tipo en su local, Juan Francisco sospecha que no será "la última" riña que tenga lugar por esta ley, la cual teme "va a traer muchos problemas" a los hosteleros. "Realmente la bronca no iba conmigo, yo iba a separar y me tocaron los platos rotos", ha concluido.
(Hablar de los cafés en la ciudad de México es hablar de historia. Además de sitios de reunión, en el siglo XIX fungieron como antecedentes de lo que serían luego los talleres de creación literaria pues desde siempre esos lugares fueron lugar de convergencia de pintores, escritores, músicos y bohemios. Ahí se llegaron a fraguar planes para futuras revistas de intelectuales venidos de distintos puntos del país y del extranjero. A diferencia de las cantinas, bares y cervecerías, los cafés eran sitios de reunión de damas de esta y aquella clase social. En la geografía sentimental del capitalino perduran sitios que han sobrevivido asonadas de políticos de viejo cuño, aun puede cualquiera ingresar al bar La Ópera o al café La Habana, testigos fieles del paso de un siglo a otro y a otro. Con la entrada en vigor de la ley antitabaco, se borró de un plumazo a toda una generación de ancianos que por las tardes chachareaban (conversaban) en el Sanborn's de los azulejos y en el de Balderas, o simplemente iban a guarecerse de la lluvia, a hojear las ediciones de mediodía de los diarios o a piropear a las meseras. ¿Alguien puede imaginarse a Ernesto el Che Guevara y a Fidel Castro Ruz ser desairados en el café en que planeaban la toma del cuartel Moncada a principios de los años 50; alguien puede visualizar al tenor Néstor Mesta Cháirez ser despedido con cajas destempladas del café-restaurante más cercano a su domicilio -cerca del reloj chino- por encender el primer cigarrillo de la mañana; habrá quién pudo ser testigo de que sacaran a los Infrarrealistas del café en que Roberto Bolaño fumaba de manera compulsiva sus Delicados sin filtro; José Lezama Lima habría apagado, humildemente, su puro por una hipotética ley antitabaco en la década de 1940 en Cuba? Pues esa maldita ley ya entró en vigor en España y ya aparecieron los primeros descalabros. Nota tomada del diario El Mundo.
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