Un día soleado como hoy,
hace justo doce años,
dijiste que ibas a ordenar
tus maletas/ por orden alfabético.
Era un mediodía apacible
e hiciste una tormenta/ en un vaso
de cristal opaco,
cuando escribiste aquello.
Era un cuaderno al que rotulaste
como/ mi diario secreto/,
donde trazaste un garabato
encabalgado a otro y a otro.
Cuando diste por concluido
aquel esbozo de paisaje
del que se elevaba una parvada
de cuervos, te estremeciste.
Era un día soleado y ventoso/
como hoy/. Habías terminado
tu primer guión del fin de tus
días.
lunes, 30 de agosto de 2010
sábado, 28 de agosto de 2010
LEOPOLDO LUGONES (1874-1938 )
Los tahúres
a Mario Sáenz
I
Corrían los patacones
Y entre ellos más de una prenda,
Sobre la jerga tendida
De carpeta en la trastienda.
La trastienda en que apilaba
Surtido y frutos de acopio,
Guadalupe Barrionuevo
-Don Guado- sí, pues, el propio.
Cauteloso el hombre, armaba
La tertulia con reserva,
Como haciéndole lugar
Entre los tercios de yerba.
Pues noche a noche sin falta,
Por ser de afición segura,
Si no caía el comandante,
Entraba a tallar el cura;
Mas que al tendero le diesen
El mismo diablo por socio,
Al ver que en todos los ramos
Atravesaba el negocio.
Y que para él nunca había
Quiebra, trampas ni epidemia,
Porque sólo Satanás
Así su servicio premia.
La casa prestaba al doce,
Claro está que sobre empeño,
Y algún pagaré aceptaba
Llevando la banca el dueño.
Allá rodaba de todo:
Chirolas, cóndores, soles...
Desprendidos de las rastras,
Viejos duros españoles.
Y hasta alguna pelucona,
Siempre noble en su ley fija,
De aquéllas que los antiguos
Enterraban en botija.
Y que diré de las prendas
Con que más de un gaucho rico
Podía, en plata labrada,
Llegar a la arroba y pico.
Había también reñidero
En una ramada fresca.
La entrada era con desarme
Para evitar cualquier gresca.
Y para formalizar
Las carreras con depósito,
La tienda facilitaba
Papel sellado, a propósito.
Esa ocasión que les digo,
Andaba el cura en la mala.
De ahí dimanó la trifulca
En que de guapo hizo gala.
Gauchazo en los menesteres
Del lazo y hasta la doma,
Decían por allá que no era
De ocasionarlo ni en broma.
Pues ya en algunos percances
Famosos en la comarca,
Más de un terne entró orejano
Para salir de su marca.
Y a tres que una vez, dormido
Lo asaltaron, los corrió,
Sin más arma que una pata
Que de la cuja arrancó.
La suerte, en aquella timba,
Se le había, pues, dado vuelta;
Pero él llapaba la banca
Con tenacidad resuelta.
Diciendo, como es sabido,
Que en el amor y el juego,
La mujer y la fortuna
Por cisma toman apego.
Era sábado a la noche;
Y al ir a poner la banca
No faltó quien le advirtiera
Que es noche de salamanca.
Y habiendo allá maleficio,
Según rodaba la bola,
El mandinga en la baraja
Podía meterle la cola.
Mas qué caso había de hacer,
Cuando él sabría, por supuesto,
Contra el malo y sus argucias
Tanto latín bien compuesto.
Era audaz en el relance,
Hasta ofrecer mamarán;
Pero tenía una costumbre
Que ustedes apreciarán.
Y es que cuando le iba yendo
Mal del todo en la jugada,
Solía apagarles la vela
Y alzarse con la parada.
Y como que comprendían
Su sagrado privilegio,
Nadie a tocarlo se osaba
Por temor al sacrilegio.
Pero esa noche, en la mesa
Jugaba gente distinta:
Unos cuatro forasteros
De armas llevar por la pinta.
Por la pinta y los cuchillos
Que eran de esos cachivaches
Con hojas de media vara
Y cabos de tres remaches.
Amigos del juez de paz,
Pronto supo una vecina
Que diz que iban de elementos
A votar en Salavina.
Muchos lances y pendencias
De los mismos se contaba,
Desde las mesas de juego
Hasta las canchas de taba.
Uno de ellos a un tramposo
A quien descubrió el manejo,
Le hizo tragar a riendazos
El anillo con espejo.
Y a otro que empalmaba el naipe
Al dar corte, él, por sorpresa,
Mano y carta con la daga
Le clavó sobre la mesa.
Ese era un tal Pancho Aldaba,
Gaucho de reputación,
Que gritaba todavía
¡Viva la Federación!
Al segundo lo apodaban
El Manchao de las Higueras.
Santos Gauna era el tercero,
Y el cuarto Fermín Contreras.
Se los nombro, porque fueron
De aquellos últimos criollos
Que al más listo le volcaban
Un pial con todos los rollos.
Varones que no tuvieron,
Como se solía decir,
Ni el cuero para negocio
Ni el pecho para gemir.
El cura les conocía,
Por cierto, más de una hazaña;
Pero esa vez, azarado,
No pudo, al fin, con su maña.
Así es que a una voz de "copo",
Sin andarse en arrumacos,
Le dio un zurdazo al candil
Y echó mano a los morlacos.
¡Hubieran visto el barullo
Con que atronando el garito,
Aquellos hombres, furiosos,
Se enderezaron al grito!
Si no hubo allá una desgracia,
Fue porque ducho el tendero,
Les rodeó una cuarterola
Y al medio les metió un cuero.
Con lo que escaparse pudo
El cura en la confusión,
Hasta que de la cocina
Vinieron con un tizón.
Pues aquí, señores míos,
Que sepan es menester,
Que no había en aquellos tiempos
Otro modo de encender.
Y mientras soplan la brasa,
Y remontan el pabilo,
Llega el juez, que los reduce
Conciliador y tranquilo.
Diciéndoles que él de todo
Sale garante en persona,
Y ante la ley, si es preciso,
Con los mostrencos lo abona.
Mas, aunque así la trifulca
Por el momento cesara,
Fácil era colegir
Que armada, no más, quedara.
Porque hombres de tanta empresa
Y agallas tales, dejuro
No se iban a conformar
Con esa burla en lo oscuro.
El clérigo se explicaba,
Sosteniendo con vehemencia
Que más bien había hecho aquello
Por descargo de conciencia.
Pues siendo ya medianoche,
Si en la carpeta seguía,
No iba a poder celebrar
En pecado, al otro día.
Que era por demás la usura
Con que en lance desigual,
Abusando de la liga
Lo dejaban sin un real.
Y que cuando llega a haber
Demasía en el provecho,
Sabido es que lo condenan
La religión y el derecho.
Así quedaron las cosas
Y concluyó la partida.
Lo que ahora viene es mejor
Como se verá enseguida.
II
El domingo de mañana
Ya la iglesia estaba llena,
Cuando al segundo repique
Llegó el cura en hora buena.
Nadie a misa le faltaba,
Porque esa gente sencilla
Sólo alcanzaba dispensa
Para el tiempo de la trilla.
De suerte que el paisanaje
Era mucho aquel domingo,
Aseado, y cual más cual menos,
Jineteando su buen pingo.
Detrás de la sacristía,
La caballada en la reata
Era un solo refucilo
Con el brillo de la plata.
Y daba gusto escuchar,
Al soplo del viento blando,
Tantas coscojas crujiendo,
Tantas espuelas cantando.
Allí estaban mis cuatro hombres
Aparentando pachorra.
El cura les pescó al punto
La intención de armar camorra.
Así es que cuanto los vio,
Ya los echó por delante,
Mandando que de su vista
Se apartaran al instante.
Y afirmando que, de no,
Suspendía los oficios,
Para que no los profanen
Herejes llenos de vicios.
Pero allá ese Santos Gauna
Se le alzó con malos modos,
Contestando que ellos eran
Hijos de Dios como todos.
Que no los iba a privar
Porque sí del sacramento,
Y que el arreglo de cuentas
Será para otro momento.
Alterado, el cura, entonces,
Casi hasta perder el tino,
Le gritó, haciéndole cruces,
"¡Te excomulgo y abomino!"
Pero el otro, sin turbarse,
Aunque era un hombre del vulgo,
Le voceó con igual tono:
"¡También yo a usted lo excomulgo!"
El caso fue que los dos
Se mandaron al infierno,
Retrucándose las cruces
En nombre del Padre Eterno.
Y quién sabe adónde llegan,
Si son palabras juiciosas,
El juez no logra de nuevo
Que se apacigûen las cosas.
Así, apurándose un poco
Por tapar el mal ejemplo,
Se dio el último repique
Y entraron todos al templo.
A esa hora, ante la mozada
Que les rinde su homenaje,
Pasaban las feligresas
De mejor porte y linaje.
Era de verlas llegar
A sentarse en los escaños,
Como echando espuma aquellas
Enaguas de cuatro paños.
Puro gro barriendo el piso,
Puro aderezo de ley
Puro abanico de nácar
Y peineta de carey.
Y en la esquina del rebozo
Con arrogancia terciado,
La onda de pelo fragante
Sobre el ojo apasionado.
III
Acabó la misa en paz,
Y habiéndola oído también,
Casi a la cola venían
los forasteros, recién.
Ya montaban recelosos
Como quien algo calcula,
Cuando por tras de la iglesia
Les salió el padre en su mula.
Era una parda ligera
Como el caballo mejor,
Que así suele haber algunas
Cuando y que es negro el hechor.
Iba el cura sin sotana,
De chambergo y nazarenas,
Y en la mano un arreador
De aquellos que quitan penas.
"¡Y ahora -gritó- caballeros,
Doy doble contra sencillo
Y sabrán qué gusto tiene
La cáscara de novillo!"
"Si derramar sangre humana
No pueden los sacerdotes,
Nos dio facultad Jesús
Para echar pillos a azotes."
Y ahí, no más, les cayó encima,
Cruzándolos con la trenza
Que al rigor de su castigo
Salpicaba la vergûenza.
Con que así, más enconados
Que ante los peores rivales,
Olvidando la ventaja
Desnudaron los puñales.
Entonces él, arrollando
La azotera a la muñeca,
Revoleó el de kentitacu
Y les entró a leña seca.
¡Cura viejo que eras guapo!
En el primer molinete,
Se vio volar un cuchillo
Y disparar solo un flete.
Pero el Fermín con presteza
Se levantó, aunque aturdido,
Buscando al tanteo el Fierro
Que ya otro le había escondido.
Y emperrado en el ataque,
Como hombre que no se arredra,
De a pie se le enfrentó al cura
Y empezó a menearle la piedra.
Mas el párroco, advertido,
Le metió la mula al fondo,
Y esa vez, con el encuentro,
Lo tiró al suelo, redondo.
Y a tiempo que de pasada
Vuelca la rienda al través,
Contra otro, en el mismo cruce,
tumbó el palo de revés.
Trastabilló el del apodo,
Yéndose hasta la paleta,
Y aun cuando pudo afianzarse,
Quedó, al golpe, hecho maleta.
Entonces los otros dos
Atropellaron en yunta,
Para no dar tregua ya,
Tirando de hacha y de punta.
La polvareda cegaba,
Aquello fue un frenesí;
Pero de repente al cura
Le falló su santo allí.
Pues al quite de un hachazo
Que tal vez le acertó en la hebra,
No va el arreador, en eso,
Y por mitad se le quiebra.
Desarmado en aquel trance,
Sin arbitrio ni socorro,
No quedaba más salida
Que la de apretarse el gorro.
Con lo que, al toparlo aquéllos,
Se les tendió al costillar,
Y aflojándole a la parda,
Le clavó las de domar.
Mas, por pronto que anduviera
No pudo evitar el riesgo,
Pues Pancho Aldaba, de un tajo,
Le cruzó la cara al sesgo.
Sólo salvó de la muerte
Gracias a que, por el vaso,
La mula en las serranías
Más quebradas halla paso.
Nunca a usted se le despea,
No la aplastan sol ni escarcha.
Pero es hija del rigor
Y sin espuela no marcha.
Así la parda del cura
Les echó el hilo a los dos,
Chicoteando a rabo limpio
Por esos cerros de Dios.
Y como no eran del pago
Para rastrear sin aprontes,
A poco andar el herido
Se les perdió entre los montes.
Una vieja comedida
Lo curó con eficacia;
Pero aquella cicatriz
Fue causa de su desgracia.
Porque al dejarlo lisiado,
Y en esa forma patente,
La misa tuvo el obispo
Que quitarle justamente.
Entonces, atribulado,
Se ausentó del pago el hombre,
Al verse incapaz, sin duda,
De volver por su buen nombre.
Ocultando hasta su rumbo,
Llegó a no quedar más d'él
Que su cría de guairabos
Famosa en el redondel.
Y muchos años corrieron
Y caminantes pasaron,
Pero todos los vecinos
Siempre a bien lo recordaron.
Sólo se supo, aunque en duda,
Que el capataz de un arreo
Lo halló de maestro de escuela
En Tarija, según creo.
Dicen que al fin de sus días
Volvió del Alto Perú,
Y para que en paz muriera
Lo perdonó el padre Esquiú.
(texto tomado de Romances del río seco,
ed. Losada, col. Poetas Hispanoamericanos
de Ayer y de Hoy, Buenos Aires, Dirección
y Selección Ernesto Sábato, 1998)
a Mario Sáenz
I
Corrían los patacones
Y entre ellos más de una prenda,
Sobre la jerga tendida
De carpeta en la trastienda.
La trastienda en que apilaba
Surtido y frutos de acopio,
Guadalupe Barrionuevo
-Don Guado- sí, pues, el propio.
Cauteloso el hombre, armaba
La tertulia con reserva,
Como haciéndole lugar
Entre los tercios de yerba.
Pues noche a noche sin falta,
Por ser de afición segura,
Si no caía el comandante,
Entraba a tallar el cura;
Mas que al tendero le diesen
El mismo diablo por socio,
Al ver que en todos los ramos
Atravesaba el negocio.
Y que para él nunca había
Quiebra, trampas ni epidemia,
Porque sólo Satanás
Así su servicio premia.
La casa prestaba al doce,
Claro está que sobre empeño,
Y algún pagaré aceptaba
Llevando la banca el dueño.
Allá rodaba de todo:
Chirolas, cóndores, soles...
Desprendidos de las rastras,
Viejos duros españoles.
Y hasta alguna pelucona,
Siempre noble en su ley fija,
De aquéllas que los antiguos
Enterraban en botija.
Y que diré de las prendas
Con que más de un gaucho rico
Podía, en plata labrada,
Llegar a la arroba y pico.
Había también reñidero
En una ramada fresca.
La entrada era con desarme
Para evitar cualquier gresca.
Y para formalizar
Las carreras con depósito,
La tienda facilitaba
Papel sellado, a propósito.
Esa ocasión que les digo,
Andaba el cura en la mala.
De ahí dimanó la trifulca
En que de guapo hizo gala.
Gauchazo en los menesteres
Del lazo y hasta la doma,
Decían por allá que no era
De ocasionarlo ni en broma.
Pues ya en algunos percances
Famosos en la comarca,
Más de un terne entró orejano
Para salir de su marca.
Y a tres que una vez, dormido
Lo asaltaron, los corrió,
Sin más arma que una pata
Que de la cuja arrancó.
La suerte, en aquella timba,
Se le había, pues, dado vuelta;
Pero él llapaba la banca
Con tenacidad resuelta.
Diciendo, como es sabido,
Que en el amor y el juego,
La mujer y la fortuna
Por cisma toman apego.
Era sábado a la noche;
Y al ir a poner la banca
No faltó quien le advirtiera
Que es noche de salamanca.
Y habiendo allá maleficio,
Según rodaba la bola,
El mandinga en la baraja
Podía meterle la cola.
Mas qué caso había de hacer,
Cuando él sabría, por supuesto,
Contra el malo y sus argucias
Tanto latín bien compuesto.
Era audaz en el relance,
Hasta ofrecer mamarán;
Pero tenía una costumbre
Que ustedes apreciarán.
Y es que cuando le iba yendo
Mal del todo en la jugada,
Solía apagarles la vela
Y alzarse con la parada.
Y como que comprendían
Su sagrado privilegio,
Nadie a tocarlo se osaba
Por temor al sacrilegio.
Pero esa noche, en la mesa
Jugaba gente distinta:
Unos cuatro forasteros
De armas llevar por la pinta.
Por la pinta y los cuchillos
Que eran de esos cachivaches
Con hojas de media vara
Y cabos de tres remaches.
Amigos del juez de paz,
Pronto supo una vecina
Que diz que iban de elementos
A votar en Salavina.
Muchos lances y pendencias
De los mismos se contaba,
Desde las mesas de juego
Hasta las canchas de taba.
Uno de ellos a un tramposo
A quien descubrió el manejo,
Le hizo tragar a riendazos
El anillo con espejo.
Y a otro que empalmaba el naipe
Al dar corte, él, por sorpresa,
Mano y carta con la daga
Le clavó sobre la mesa.
Ese era un tal Pancho Aldaba,
Gaucho de reputación,
Que gritaba todavía
¡Viva la Federación!
Al segundo lo apodaban
El Manchao de las Higueras.
Santos Gauna era el tercero,
Y el cuarto Fermín Contreras.
Se los nombro, porque fueron
De aquellos últimos criollos
Que al más listo le volcaban
Un pial con todos los rollos.
Varones que no tuvieron,
Como se solía decir,
Ni el cuero para negocio
Ni el pecho para gemir.
El cura les conocía,
Por cierto, más de una hazaña;
Pero esa vez, azarado,
No pudo, al fin, con su maña.
Así es que a una voz de "copo",
Sin andarse en arrumacos,
Le dio un zurdazo al candil
Y echó mano a los morlacos.
¡Hubieran visto el barullo
Con que atronando el garito,
Aquellos hombres, furiosos,
Se enderezaron al grito!
Si no hubo allá una desgracia,
Fue porque ducho el tendero,
Les rodeó una cuarterola
Y al medio les metió un cuero.
Con lo que escaparse pudo
El cura en la confusión,
Hasta que de la cocina
Vinieron con un tizón.
Pues aquí, señores míos,
Que sepan es menester,
Que no había en aquellos tiempos
Otro modo de encender.
Y mientras soplan la brasa,
Y remontan el pabilo,
Llega el juez, que los reduce
Conciliador y tranquilo.
Diciéndoles que él de todo
Sale garante en persona,
Y ante la ley, si es preciso,
Con los mostrencos lo abona.
Mas, aunque así la trifulca
Por el momento cesara,
Fácil era colegir
Que armada, no más, quedara.
Porque hombres de tanta empresa
Y agallas tales, dejuro
No se iban a conformar
Con esa burla en lo oscuro.
El clérigo se explicaba,
Sosteniendo con vehemencia
Que más bien había hecho aquello
Por descargo de conciencia.
Pues siendo ya medianoche,
Si en la carpeta seguía,
No iba a poder celebrar
En pecado, al otro día.
Que era por demás la usura
Con que en lance desigual,
Abusando de la liga
Lo dejaban sin un real.
Y que cuando llega a haber
Demasía en el provecho,
Sabido es que lo condenan
La religión y el derecho.
Así quedaron las cosas
Y concluyó la partida.
Lo que ahora viene es mejor
Como se verá enseguida.
II
El domingo de mañana
Ya la iglesia estaba llena,
Cuando al segundo repique
Llegó el cura en hora buena.
Nadie a misa le faltaba,
Porque esa gente sencilla
Sólo alcanzaba dispensa
Para el tiempo de la trilla.
De suerte que el paisanaje
Era mucho aquel domingo,
Aseado, y cual más cual menos,
Jineteando su buen pingo.
Detrás de la sacristía,
La caballada en la reata
Era un solo refucilo
Con el brillo de la plata.
Y daba gusto escuchar,
Al soplo del viento blando,
Tantas coscojas crujiendo,
Tantas espuelas cantando.
Allí estaban mis cuatro hombres
Aparentando pachorra.
El cura les pescó al punto
La intención de armar camorra.
Así es que cuanto los vio,
Ya los echó por delante,
Mandando que de su vista
Se apartaran al instante.
Y afirmando que, de no,
Suspendía los oficios,
Para que no los profanen
Herejes llenos de vicios.
Pero allá ese Santos Gauna
Se le alzó con malos modos,
Contestando que ellos eran
Hijos de Dios como todos.
Que no los iba a privar
Porque sí del sacramento,
Y que el arreglo de cuentas
Será para otro momento.
Alterado, el cura, entonces,
Casi hasta perder el tino,
Le gritó, haciéndole cruces,
"¡Te excomulgo y abomino!"
Pero el otro, sin turbarse,
Aunque era un hombre del vulgo,
Le voceó con igual tono:
"¡También yo a usted lo excomulgo!"
El caso fue que los dos
Se mandaron al infierno,
Retrucándose las cruces
En nombre del Padre Eterno.
Y quién sabe adónde llegan,
Si son palabras juiciosas,
El juez no logra de nuevo
Que se apacigûen las cosas.
Así, apurándose un poco
Por tapar el mal ejemplo,
Se dio el último repique
Y entraron todos al templo.
A esa hora, ante la mozada
Que les rinde su homenaje,
Pasaban las feligresas
De mejor porte y linaje.
Era de verlas llegar
A sentarse en los escaños,
Como echando espuma aquellas
Enaguas de cuatro paños.
Puro gro barriendo el piso,
Puro aderezo de ley
Puro abanico de nácar
Y peineta de carey.
Y en la esquina del rebozo
Con arrogancia terciado,
La onda de pelo fragante
Sobre el ojo apasionado.
III
Acabó la misa en paz,
Y habiéndola oído también,
Casi a la cola venían
los forasteros, recién.
Ya montaban recelosos
Como quien algo calcula,
Cuando por tras de la iglesia
Les salió el padre en su mula.
Era una parda ligera
Como el caballo mejor,
Que así suele haber algunas
Cuando y que es negro el hechor.
Iba el cura sin sotana,
De chambergo y nazarenas,
Y en la mano un arreador
De aquellos que quitan penas.
"¡Y ahora -gritó- caballeros,
Doy doble contra sencillo
Y sabrán qué gusto tiene
La cáscara de novillo!"
"Si derramar sangre humana
No pueden los sacerdotes,
Nos dio facultad Jesús
Para echar pillos a azotes."
Y ahí, no más, les cayó encima,
Cruzándolos con la trenza
Que al rigor de su castigo
Salpicaba la vergûenza.
Con que así, más enconados
Que ante los peores rivales,
Olvidando la ventaja
Desnudaron los puñales.
Entonces él, arrollando
La azotera a la muñeca,
Revoleó el de kentitacu
Y les entró a leña seca.
¡Cura viejo que eras guapo!
En el primer molinete,
Se vio volar un cuchillo
Y disparar solo un flete.
Pero el Fermín con presteza
Se levantó, aunque aturdido,
Buscando al tanteo el Fierro
Que ya otro le había escondido.
Y emperrado en el ataque,
Como hombre que no se arredra,
De a pie se le enfrentó al cura
Y empezó a menearle la piedra.
Mas el párroco, advertido,
Le metió la mula al fondo,
Y esa vez, con el encuentro,
Lo tiró al suelo, redondo.
Y a tiempo que de pasada
Vuelca la rienda al través,
Contra otro, en el mismo cruce,
tumbó el palo de revés.
Trastabilló el del apodo,
Yéndose hasta la paleta,
Y aun cuando pudo afianzarse,
Quedó, al golpe, hecho maleta.
Entonces los otros dos
Atropellaron en yunta,
Para no dar tregua ya,
Tirando de hacha y de punta.
La polvareda cegaba,
Aquello fue un frenesí;
Pero de repente al cura
Le falló su santo allí.
Pues al quite de un hachazo
Que tal vez le acertó en la hebra,
No va el arreador, en eso,
Y por mitad se le quiebra.
Desarmado en aquel trance,
Sin arbitrio ni socorro,
No quedaba más salida
Que la de apretarse el gorro.
Con lo que, al toparlo aquéllos,
Se les tendió al costillar,
Y aflojándole a la parda,
Le clavó las de domar.
Mas, por pronto que anduviera
No pudo evitar el riesgo,
Pues Pancho Aldaba, de un tajo,
Le cruzó la cara al sesgo.
Sólo salvó de la muerte
Gracias a que, por el vaso,
La mula en las serranías
Más quebradas halla paso.
Nunca a usted se le despea,
No la aplastan sol ni escarcha.
Pero es hija del rigor
Y sin espuela no marcha.
Así la parda del cura
Les echó el hilo a los dos,
Chicoteando a rabo limpio
Por esos cerros de Dios.
Y como no eran del pago
Para rastrear sin aprontes,
A poco andar el herido
Se les perdió entre los montes.
Una vieja comedida
Lo curó con eficacia;
Pero aquella cicatriz
Fue causa de su desgracia.
Porque al dejarlo lisiado,
Y en esa forma patente,
La misa tuvo el obispo
Que quitarle justamente.
Entonces, atribulado,
Se ausentó del pago el hombre,
Al verse incapaz, sin duda,
De volver por su buen nombre.
Ocultando hasta su rumbo,
Llegó a no quedar más d'él
Que su cría de guairabos
Famosa en el redondel.
Y muchos años corrieron
Y caminantes pasaron,
Pero todos los vecinos
Siempre a bien lo recordaron.
Sólo se supo, aunque en duda,
Que el capataz de un arreo
Lo halló de maestro de escuela
En Tarija, según creo.
Dicen que al fin de sus días
Volvió del Alto Perú,
Y para que en paz muriera
Lo perdonó el padre Esquiú.
(texto tomado de Romances del río seco,
ed. Losada, col. Poetas Hispanoamericanos
de Ayer y de Hoy, Buenos Aires, Dirección
y Selección Ernesto Sábato, 1998)
viernes, 27 de agosto de 2010
PARAMILITARES COMO ESTRATEGIA
uno.
El homicidio de 72 inmigrantes sin documentación, ingresados al país por el río Suchiate, frontera lacustre entre Guatemala y México, asesinados a mansalva en el rancho San Fernando, Tamaulipas, punto cercano a la frontera con Estados Unidos, en la semana, no es "ni con mucho" un crimen aislado ni desvinculado de los grupos paramilitares, parte de la estrategia del gobierno federal de combate al crimen organizado.
dos.
Por el contrario, ese hecho violento que ha movilizado a diplomáticos de los países de origen de ecuatorianos, guatemaltecos y brasileños, entre otros, evidencia una carta "blanca" obsequiada a las fuerzas de seguridad -militares, marinos y policías- para liquidar a presuntos integrantes de la delincuencia organizada.
tres.
Con esta medida se busca evitar la extradición a Estados Unidos de los grandes capos reclamados que delatarían los nexos de funcionarios federales y políticos de toda laya con el propio crimen organizado, quienes ya están en la mira de los vecinos del norte y esperan concretar denuncias y pruebas para la integración de expedientes.
cuatro.
Y es que es dentro de los mismos cuerpos de seguridad castrense donde los uniformados consumen droga, aprenden a extorsionar, a secuestrar y a violar las leyes; es ahí donde se les adoctrina contra la población civil, contra los luchadores sociales y las organizaciones no gubernamentales (ONG) que defienden los intereses de aquellos que no tienen voz ni se les atiende en sus demandas.
cinco.
Este extracto, aparecido en el diario en línea, Eje Central, es parte de un comunicado del grupo guerrillero Ejército Popular Revolucionario (EPR), redactado luego de la conmoción mundial que despertó la masacre revelada por medios nacionales y extranjeros en la semana, al tiempo que el gobierno federal adelantó que el vértice de la violencia todavía no comienza. Se ofrece el nexo de la nota completa a continuación.
http://www.ejecentral.com.mx/noticias/articulo/25709
El homicidio de 72 inmigrantes sin documentación, ingresados al país por el río Suchiate, frontera lacustre entre Guatemala y México, asesinados a mansalva en el rancho San Fernando, Tamaulipas, punto cercano a la frontera con Estados Unidos, en la semana, no es "ni con mucho" un crimen aislado ni desvinculado de los grupos paramilitares, parte de la estrategia del gobierno federal de combate al crimen organizado.
dos.
Por el contrario, ese hecho violento que ha movilizado a diplomáticos de los países de origen de ecuatorianos, guatemaltecos y brasileños, entre otros, evidencia una carta "blanca" obsequiada a las fuerzas de seguridad -militares, marinos y policías- para liquidar a presuntos integrantes de la delincuencia organizada.
tres.
Con esta medida se busca evitar la extradición a Estados Unidos de los grandes capos reclamados que delatarían los nexos de funcionarios federales y políticos de toda laya con el propio crimen organizado, quienes ya están en la mira de los vecinos del norte y esperan concretar denuncias y pruebas para la integración de expedientes.
cuatro.
Y es que es dentro de los mismos cuerpos de seguridad castrense donde los uniformados consumen droga, aprenden a extorsionar, a secuestrar y a violar las leyes; es ahí donde se les adoctrina contra la población civil, contra los luchadores sociales y las organizaciones no gubernamentales (ONG) que defienden los intereses de aquellos que no tienen voz ni se les atiende en sus demandas.
cinco.
Este extracto, aparecido en el diario en línea, Eje Central, es parte de un comunicado del grupo guerrillero Ejército Popular Revolucionario (EPR), redactado luego de la conmoción mundial que despertó la masacre revelada por medios nacionales y extranjeros en la semana, al tiempo que el gobierno federal adelantó que el vértice de la violencia todavía no comienza. Se ofrece el nexo de la nota completa a continuación.
http://www.ejecentral.com.mx/noticias/articulo/25709
jueves, 26 de agosto de 2010
ESPALDAS MOJADAS DE SANGRE
ARTÍCULO DEL VICEDIRECTOR
Víctimas invisibles en México
Alfredo Abián 27/08/2010 Actualizada a las 00:01h Internacional
La violencia que desata el narcotráfico puede hacer palidecer la capacidad destructora del integrismo religioso. El asesinato de 72 inmigrantes latinoamericanos en un rancho de México es una prueba más de la crueldad de los cárteles, otro espacio idóneo para que los humanos se conviertan en primates con sed de sangre y de dinero. La amoralidad no conoce límites entre el bien y el mal. Su única frontera allí es la de Estados Unidos, por donde entra el 90% de la cocaína que consume la primera potencia mundial. Y por donde pasa toda la inmigración del subcontinente, siempre y cuando no haya sido previamente esclavizada o asesinada por los narcos mexicanos. Amnistía Internacional les llama víctimas invisibles.
A un lado de la línea, los esperan los chacales de la droga. Al otro, les aguardan las patrullas fronterizas que emplean para vigilarlos aviones sin tripulación Predator. Los mismos que se usan para cazar al talibán. Los campesinos de Honduras, Brasil, El Salvador, Ecuador o Perú, que engrosan las filas de la inmigración, siempre han sido víctimas de todos. Carne de cañón. El caso más paradigmático lo protagonizó el extinto Sendero Luminoso, una guerrilla peruana de delirio maoísta. Asesinaron a miles de campesinos a golpes de machete y pedradas. Pero, eso sí, eran socios de los narcos locales. Su coartada era desternillante: como los principales consumidores de narcóticos eran los imperialistas, había que apoyar a los cárteles para que siguieran envenenando al enemigo. Las colombianas FARC también saben perfectamente cómo son los dólares impregnados de coca. En México la única insurgencia es de quienes quieren convertirlo en un narcoestado. Y por si fuera poco, el gran país hispano del norte desarrollado padece el rotundo fracaso de las políticas antidroga y antiinmigración de Washington
Por la conmoción mundial que ha provocado la muerte de 72 inmigrantes en un rancho de Tamaulipas, cuyo único delito fue huir del hambre y la miseria de sus países de origen, se reproduce un trabajo publicado hoy jueves, mañana de viernes 27 de agosto en España, en el diario La Vanguardia. Una disculpa anticipada a su autor Alfredo Abián y a la dirección del diario. UM
Víctimas invisibles en México
Alfredo Abián 27/08/2010 Actualizada a las 00:01h Internacional
La violencia que desata el narcotráfico puede hacer palidecer la capacidad destructora del integrismo religioso. El asesinato de 72 inmigrantes latinoamericanos en un rancho de México es una prueba más de la crueldad de los cárteles, otro espacio idóneo para que los humanos se conviertan en primates con sed de sangre y de dinero. La amoralidad no conoce límites entre el bien y el mal. Su única frontera allí es la de Estados Unidos, por donde entra el 90% de la cocaína que consume la primera potencia mundial. Y por donde pasa toda la inmigración del subcontinente, siempre y cuando no haya sido previamente esclavizada o asesinada por los narcos mexicanos. Amnistía Internacional les llama víctimas invisibles.
A un lado de la línea, los esperan los chacales de la droga. Al otro, les aguardan las patrullas fronterizas que emplean para vigilarlos aviones sin tripulación Predator. Los mismos que se usan para cazar al talibán. Los campesinos de Honduras, Brasil, El Salvador, Ecuador o Perú, que engrosan las filas de la inmigración, siempre han sido víctimas de todos. Carne de cañón. El caso más paradigmático lo protagonizó el extinto Sendero Luminoso, una guerrilla peruana de delirio maoísta. Asesinaron a miles de campesinos a golpes de machete y pedradas. Pero, eso sí, eran socios de los narcos locales. Su coartada era desternillante: como los principales consumidores de narcóticos eran los imperialistas, había que apoyar a los cárteles para que siguieran envenenando al enemigo. Las colombianas FARC también saben perfectamente cómo son los dólares impregnados de coca. En México la única insurgencia es de quienes quieren convertirlo en un narcoestado. Y por si fuera poco, el gran país hispano del norte desarrollado padece el rotundo fracaso de las políticas antidroga y antiinmigración de Washington
Por la conmoción mundial que ha provocado la muerte de 72 inmigrantes en un rancho de Tamaulipas, cuyo único delito fue huir del hambre y la miseria de sus países de origen, se reproduce un trabajo publicado hoy jueves, mañana de viernes 27 de agosto en España, en el diario La Vanguardia. Una disculpa anticipada a su autor Alfredo Abián y a la dirección del diario. UM
JOSÉ LEZAMA LIMA (1910-1976 )
Sonetos infieles
Sonetos a la virgen
III
Cautivo enredo ronda tu costado,
pluma nevad hiriendo la garganta.
Breve trono y su instante destronado
tiemblan al silbo si suave se levanta.
Más que sombra, que infante desvelado,
la armadura del cielo que nos canta
su aria sin sonido, su son deslavazado
maraña ilusa contra el viento anda.
Lento se cae el paredón del sueño;
dulce costumbre de este incierto paso;
grita y se destruyen sus escalas.
Ya el viento navega a nuevo vaso
y sombras buscan deseado dueño.
¿Y si al morir no nos acuden alas?
(texto tomado de Poesía completa,
Barral editores, col. Insulae Poetarum,
Barcelona, 1975)
Sonetos a la virgen
III
Cautivo enredo ronda tu costado,
pluma nevad hiriendo la garganta.
Breve trono y su instante destronado
tiemblan al silbo si suave se levanta.
Más que sombra, que infante desvelado,
la armadura del cielo que nos canta
su aria sin sonido, su son deslavazado
maraña ilusa contra el viento anda.
Lento se cae el paredón del sueño;
dulce costumbre de este incierto paso;
grita y se destruyen sus escalas.
Ya el viento navega a nuevo vaso
y sombras buscan deseado dueño.
¿Y si al morir no nos acuden alas?
(texto tomado de Poesía completa,
Barral editores, col. Insulae Poetarum,
Barcelona, 1975)
lunes, 23 de agosto de 2010
NO MÁS LABIOS COSIDOS
La siguiente carta es la respuesta del doctor Antonio Marquet a un ciudadano que respondió a la ofensiva reacción del cardenal Juan Sandoval Ìñiguez a la SCJN y al jefe de gobierno del DF, Marcelo Ebrard a propósito del voto a favor del matrimonio entre ciudadanos del mismo sexo y su derecho a la adopoción. Por la importancia que implica el establecimiento de nexos entre aquellos que se han visto marginados y humillados desde la infancia, se reproduce tal cual en este espacio que pretende ser un respiradero de libertad.
Querido Enrique:
No te conozco personalmente pero sí conozco y admiro tu determinación para actuar y decir. Son nuestros actos y nuestros dichos lo que nos constituye.Tus acciones y palabras, en cierta medida, son producto de una experiencia que compartimos: consiste en haber estado sujetos en la niñez y adolescencia, y continuar estando sujetos como adultos a la violencia de la injuria; sometidos a una furia arbitraria y calculada que puede desatarse en cualquier momento. Cuando éramos niños, un paso en falso y estábamos fritos. Cualquier nadería podía traicionarnos a la mirada vigilante. Un gesto salido de nuestro true self nos entregaba atados de pies y manos a la risa; la descalificación, la censura o a la burla. Incluso a golpes verbales o físicos. Crecimos reprobados en un mundo satanizado en que casi todo era pecado.
En algún momento de nuestra vida, como homosexuales pasamos por esta experiencia.Como niños, nos quedamos callados, sin voz ni voto, sometiéndonos a la razón de la mayoría. Quizá la primera actitud salvadora consistió en idear una serie de artimañas y situaciones absurdas para ocultar nuestra forma de ser. Negamos incluso nuestra homosexualidad naciente. Es decir nos negamos a nosotros mismos y a pesar de ello vimos cómo persistía tenazmente "eso" que era tan difícil de aceptar . ¿Por qué nosotros?, nos preguntamos.
Primero combatimos esa afectividad con tenacidad y ansiedad. El sentimiento de soledad se hizo más agudo porque no teníamos a nadie a quién contárselo. Ciertamente no se lo diríamos a nuestros hermanos; mucho menos a nuestros padres. Era demasiado terrible, demasiado fuerte, demasiado a contracorriente. Cómo podríamos admitir semejante originalidad sin culpa. Con las escasas fuerzas de un niño enfrentamos solos cómo surgía, tomaba forma y finalmente se asentaba esa diferencia que nos aislaba de nuestra familia, del grupo.Silencio, soledad, angustia se difundieron en todo nuestro ser de labios cosidos.Cada una de nuestras reacciones era vigilada por nosotros y por los otros que querían descubrir más. Fingíamos, intentamos representar a otro personaje, quizá hayamos rezado para que una fuerza divina nos ayudara en ese trance y nos hiciera iguales a los otros.Sin embargo, a pesar de diferentes estrategias, nuestro deseo normalizador fue derrotado. Imposible dominar el gusto por nuestros compañeros, por nuestros mayores. imposible doblegar la constante ubicación en campos ajenos a los de los demás niños, considerados como normales, sanos, ejemplares.
Espontáneamente fue echando raíces la diferencia que nada tenía que ver con las normas establecidas, con las conductas ejemplares y con las vías trilladas.El proceso para colocarnos en la sociedad como homosexuales fue largo y costoso: la experiencia no estuvo exenta de dolor, angustia, ansiedad. mil y una vez quizá hayamos reprobado nuestra manera de reaccionar. quizá hayamos lamentado las palabras que pronunciamos con un tono poco convencional.Durante largo tiempo nuestras acciones fueron agridulces. cómo describir la enorme emoción y la severa condena ante lo que nos gustaba, ante la línea que iba tomando nuestra sensibilidad, nuestra afectividad e inclinación, nuestros gustos y ademanes, nuestros juegos y preferencias, nuestra apariencia y forma de ser.
Si fuéramos capaces de recordarlas, ahora nos reiríamos de todas las excusas que ideamos, de las explicaciones para desviar de la mente de quienes nos rodeaban la idea de condena y rechazo.Sin embargo llegó el momento de la epifanía: conocimos a otros seres como nosotros.
Sorprendentemente para nosotros, ellos se regocijaban de ser diferentes. Acentuaban los gestos y las poses reprobadas. Exageraban todo lo que era prohibido y censurado. Actuaban con libertad y cinismo, con provocación y humor. Se reían de nuestro azoro e ingenuidad. Fue entonces cuando el mundo dio un giro: surgieron amistades entrañables, lazos que nos salvaron de una profunda tristeza, angustia, miedo, depresión. hubo un momento en que descubrimos que había un mundo clandestino. Hubo un momento en que lo importante fueron los índices que develaban pasiones ocultas. Hubo un momento en que el mundo se volvió muy diferente de lo que habíamos visto hasta ese momento.
De la primera etapa quedan restos de inseguridad. En el segundo momento echó raíces la certidumbre de que todo es susceptible de cambiar y puede cambiar. Nuestro más hondo aprendizaje es que nuestros ojos no perciben sino un mundo de apariencias detrás del cual hay otra realidad donde se aloja la libertad, las posibilidades afectivas y goces que no se permite el común de la gente. Tenemos un sentido propio de la palabra libertad. Si de la primera etapa hay todavía residuos de vergüenza; de la segunda surge una firme voluntad de cambio. La convicción de que el mundo de las apariencias debe caer, en aras de autenticidad. Si la palabra independencia tiene sentido para nosotros, ésta está relacionada con el momento en que nos decidimos por tomar una vía ajena a todo lo que fue el mundo de nuestra infancia. Y nos echamos a andar para construir senderos que ahora son amplias avenidas. Tras cada una de las letras de la enorme palabra homosexualidad palpita un sentimiento de revolución; late un ansia de transformar el mundo de los simulacros, de preguntarse ¿y por qué no ha de ser posible tal?; ¿por qué ha de permanecer reprobada tal manera de ser o de sentir?; ¿por qué vivir bajo la lápida del tabú? ¿por qué hemos de vivir en un mundo de convencionalismos y de clichés, de frases hechas? ¿por qué hemos de resignarnos a lo esclerótico; a la repetición tradicionalista? ¿por qué hemos de renunciar a descubrir horizontes diferentes?
El mundo cambió cuando decidimos apartarnos de la norma.Decir y actuar tiene consecuencias.Me da mucho gusto decirte que un blog escrito por un amigo a quien admiro y respeto, recomendó la lectura de tu carta a Saldoval Íñiguez. Yo no te conozco. El no te conoce. Seguramente Sandoval no leerá tu carta: no es hombre de letras sino de injurias. Lo que cuenta es el gesto de arrojar nuestro mensaje en una botella a la red. Lo que importa son nuestras palabras; nuestra decisión de romper el silencio.
Querido Enrique:
No te conozco personalmente pero sí conozco y admiro tu determinación para actuar y decir. Son nuestros actos y nuestros dichos lo que nos constituye.Tus acciones y palabras, en cierta medida, son producto de una experiencia que compartimos: consiste en haber estado sujetos en la niñez y adolescencia, y continuar estando sujetos como adultos a la violencia de la injuria; sometidos a una furia arbitraria y calculada que puede desatarse en cualquier momento. Cuando éramos niños, un paso en falso y estábamos fritos. Cualquier nadería podía traicionarnos a la mirada vigilante. Un gesto salido de nuestro true self nos entregaba atados de pies y manos a la risa; la descalificación, la censura o a la burla. Incluso a golpes verbales o físicos. Crecimos reprobados en un mundo satanizado en que casi todo era pecado.
En algún momento de nuestra vida, como homosexuales pasamos por esta experiencia.Como niños, nos quedamos callados, sin voz ni voto, sometiéndonos a la razón de la mayoría. Quizá la primera actitud salvadora consistió en idear una serie de artimañas y situaciones absurdas para ocultar nuestra forma de ser. Negamos incluso nuestra homosexualidad naciente. Es decir nos negamos a nosotros mismos y a pesar de ello vimos cómo persistía tenazmente "eso" que era tan difícil de aceptar . ¿Por qué nosotros?, nos preguntamos.
Primero combatimos esa afectividad con tenacidad y ansiedad. El sentimiento de soledad se hizo más agudo porque no teníamos a nadie a quién contárselo. Ciertamente no se lo diríamos a nuestros hermanos; mucho menos a nuestros padres. Era demasiado terrible, demasiado fuerte, demasiado a contracorriente. Cómo podríamos admitir semejante originalidad sin culpa. Con las escasas fuerzas de un niño enfrentamos solos cómo surgía, tomaba forma y finalmente se asentaba esa diferencia que nos aislaba de nuestra familia, del grupo.Silencio, soledad, angustia se difundieron en todo nuestro ser de labios cosidos.Cada una de nuestras reacciones era vigilada por nosotros y por los otros que querían descubrir más. Fingíamos, intentamos representar a otro personaje, quizá hayamos rezado para que una fuerza divina nos ayudara en ese trance y nos hiciera iguales a los otros.Sin embargo, a pesar de diferentes estrategias, nuestro deseo normalizador fue derrotado. Imposible dominar el gusto por nuestros compañeros, por nuestros mayores. imposible doblegar la constante ubicación en campos ajenos a los de los demás niños, considerados como normales, sanos, ejemplares.
Espontáneamente fue echando raíces la diferencia que nada tenía que ver con las normas establecidas, con las conductas ejemplares y con las vías trilladas.El proceso para colocarnos en la sociedad como homosexuales fue largo y costoso: la experiencia no estuvo exenta de dolor, angustia, ansiedad. mil y una vez quizá hayamos reprobado nuestra manera de reaccionar. quizá hayamos lamentado las palabras que pronunciamos con un tono poco convencional.Durante largo tiempo nuestras acciones fueron agridulces. cómo describir la enorme emoción y la severa condena ante lo que nos gustaba, ante la línea que iba tomando nuestra sensibilidad, nuestra afectividad e inclinación, nuestros gustos y ademanes, nuestros juegos y preferencias, nuestra apariencia y forma de ser.
Si fuéramos capaces de recordarlas, ahora nos reiríamos de todas las excusas que ideamos, de las explicaciones para desviar de la mente de quienes nos rodeaban la idea de condena y rechazo.Sin embargo llegó el momento de la epifanía: conocimos a otros seres como nosotros.
Sorprendentemente para nosotros, ellos se regocijaban de ser diferentes. Acentuaban los gestos y las poses reprobadas. Exageraban todo lo que era prohibido y censurado. Actuaban con libertad y cinismo, con provocación y humor. Se reían de nuestro azoro e ingenuidad. Fue entonces cuando el mundo dio un giro: surgieron amistades entrañables, lazos que nos salvaron de una profunda tristeza, angustia, miedo, depresión. hubo un momento en que descubrimos que había un mundo clandestino. Hubo un momento en que lo importante fueron los índices que develaban pasiones ocultas. Hubo un momento en que el mundo se volvió muy diferente de lo que habíamos visto hasta ese momento.
De la primera etapa quedan restos de inseguridad. En el segundo momento echó raíces la certidumbre de que todo es susceptible de cambiar y puede cambiar. Nuestro más hondo aprendizaje es que nuestros ojos no perciben sino un mundo de apariencias detrás del cual hay otra realidad donde se aloja la libertad, las posibilidades afectivas y goces que no se permite el común de la gente. Tenemos un sentido propio de la palabra libertad. Si de la primera etapa hay todavía residuos de vergüenza; de la segunda surge una firme voluntad de cambio. La convicción de que el mundo de las apariencias debe caer, en aras de autenticidad. Si la palabra independencia tiene sentido para nosotros, ésta está relacionada con el momento en que nos decidimos por tomar una vía ajena a todo lo que fue el mundo de nuestra infancia. Y nos echamos a andar para construir senderos que ahora son amplias avenidas. Tras cada una de las letras de la enorme palabra homosexualidad palpita un sentimiento de revolución; late un ansia de transformar el mundo de los simulacros, de preguntarse ¿y por qué no ha de ser posible tal?; ¿por qué ha de permanecer reprobada tal manera de ser o de sentir?; ¿por qué vivir bajo la lápida del tabú? ¿por qué hemos de vivir en un mundo de convencionalismos y de clichés, de frases hechas? ¿por qué hemos de resignarnos a lo esclerótico; a la repetición tradicionalista? ¿por qué hemos de renunciar a descubrir horizontes diferentes?
El mundo cambió cuando decidimos apartarnos de la norma.Decir y actuar tiene consecuencias.Me da mucho gusto decirte que un blog escrito por un amigo a quien admiro y respeto, recomendó la lectura de tu carta a Saldoval Íñiguez. Yo no te conozco. El no te conoce. Seguramente Sandoval no leerá tu carta: no es hombre de letras sino de injurias. Lo que cuenta es el gesto de arrojar nuestro mensaje en una botella a la red. Lo que importa son nuestras palabras; nuestra decisión de romper el silencio.
viernes, 20 de agosto de 2010
EL CARDENAL PAYO
¿Qué significa ser ministro de una iglesia, en este caso de la religión supuestamente mayoritaria de un país como se dice que es la religión católica; ostentar un cargo superior significa una patente de corso para denigrar públicamente a las minorías sexuales de México como lo hicieron recientemente el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera a través de su voz autorizada, Hugo Valdemar y el cardenal de Guadalajara Juan Sandoval Íñiguez, al referirse a los homosexuales como 'maricones' -sustantivo despectivo- con una fuerte carga racista y moral?
Pero no sólo arremetieron visceralmente contra aquellos disidentes de la norma sexual admitida, la heterosexual, sino que se abocaron, de nuevo ciegamente, contra los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por haber votado a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción de niños y contra el jefe de gobierno de la capital del país, al acusar a los primeros de haber aceptado ser "maiceados" (sobornados) por Marcelo Ebrard, quien ya entabló una demanda contra Rivera Carrera y Sandoval Íñiguez.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ha recibido infinidad de quejas por las mismas causas y enderezadas contra los prelados, han aparecido voces de organismos no gubernamentales (Ongs) que se niegan a admitir los términos denigrantes asestados contra las minorías de este país y contra los ministros de la SCJN. Ya quisiera el ciudadano sin voz ni voto observar esa reacción ciega, visceral y estúpida contra tanta violencia desatada desde y contra el crimen organizado, donde el pueblo ha puesto las bajas humanas, más de 28 mil en los últimos cuatro años de "gobierno" panista. He aquí la carta de un ciudadano dirigida al 'cardenal payo', tomada del blog Mester de Jotería.
http://mesterdejoteria.blogspot.com/2010/08/carta-de-enrique-zenteno-ssandoval.html
Pero no sólo arremetieron visceralmente contra aquellos disidentes de la norma sexual admitida, la heterosexual, sino que se abocaron, de nuevo ciegamente, contra los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) por haber votado a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción de niños y contra el jefe de gobierno de la capital del país, al acusar a los primeros de haber aceptado ser "maiceados" (sobornados) por Marcelo Ebrard, quien ya entabló una demanda contra Rivera Carrera y Sandoval Íñiguez.
El Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ha recibido infinidad de quejas por las mismas causas y enderezadas contra los prelados, han aparecido voces de organismos no gubernamentales (Ongs) que se niegan a admitir los términos denigrantes asestados contra las minorías de este país y contra los ministros de la SCJN. Ya quisiera el ciudadano sin voz ni voto observar esa reacción ciega, visceral y estúpida contra tanta violencia desatada desde y contra el crimen organizado, donde el pueblo ha puesto las bajas humanas, más de 28 mil en los últimos cuatro años de "gobierno" panista. He aquí la carta de un ciudadano dirigida al 'cardenal payo', tomada del blog Mester de Jotería.
http://mesterdejoteria.blogspot.com/2010/08/carta-de-enrique-zenteno-ssandoval.html
jueves, 19 de agosto de 2010
UMBERTO SABA (1883- 1957 )
Ulises
trad. Guillermo Fernández
Cuando aún era joven, navegué
todas las costas dálmatas. Islotes
surgían a flor de agua- donde un raro
y atento pájaro acechaba presas-,
cubiertos de babosas algas, bellos
como esmeraldas al sol. Y cuando
la marea y la noche los borraba, velas
a sotavento los rodeaban a lo lejos,
huyendo de la insidia. Hoy, mi reino
es el reino de nadie. El puerto
enciende para otros sus luces; en mí
empuja hacia altamar al no domado espíritu
y de la vida el doloroso amor.
De Mediterráneas
(texto tomado de Bajo llave, ed. Katún,
col. Poesía Contemporánea, no.4, México,
1983)
trad. Guillermo Fernández
Cuando aún era joven, navegué
todas las costas dálmatas. Islotes
surgían a flor de agua- donde un raro
y atento pájaro acechaba presas-,
cubiertos de babosas algas, bellos
como esmeraldas al sol. Y cuando
la marea y la noche los borraba, velas
a sotavento los rodeaban a lo lejos,
huyendo de la insidia. Hoy, mi reino
es el reino de nadie. El puerto
enciende para otros sus luces; en mí
empuja hacia altamar al no domado espíritu
y de la vida el doloroso amor.
De Mediterráneas
(texto tomado de Bajo llave, ed. Katún,
col. Poesía Contemporánea, no.4, México,
1983)
EL REFUGIO DE CANALLAS Y R.B.
escritura.
La única experiencia necesaria para escribir es la experiencia del fenómeno estético. Pero no me refiero a una cierta educación más o menos correcta, sino a un compromiso o, mejor dicho, a una apuesta, en donde el artista pone sobre la mesa su vida, sabiendo de antemano, además, que va a salir derrotado; y esto es importante: saber que vas a perder.
identidad.
De Roberto Bolaño se ha dicho tanto como se ha escrito: que cultiva el género negro, que es heredero del Boom, que es exitoso, que es el mejor exponente de la narrativa latinoamericana de su generación, que es polémico por su ácida crítica a los escritores chilenos, sobre todo respecto a Luis Sepúlveda y Hernán Rivera Letelier. ¿Quién es RB? No sé ni me preocupa. No sé quién soy, pero sé lo que hago y, sobre todo, sé lo que no hago ni haré jamás.
deber.
El único deber de los escritores es escribir bien y, si es posible, algo mejor que bien, intentar la excelencia. Después, como individuos, que hagan lo que quieran, a mí eso me importa poco: que sean coleccionistas de latas de cerveza, aficionados al fútbol, perritos falderos de la primera dama o heroinómanos.
lecturas.
Leo varias cosas a la vez, algunas por mi trabajo, otras sólo por placer. Entre las primeras: libros de criminología especiales para detectives de las compañías de seguros; y entre los segundos, leo a Flavio Josefo, siempre brillante, y releo la Historia de Roma, de Tito Livio, que es más que brillante.
agotamiento.
Los temas siempre son los mismos, desde la Biblia y Homero, según Borges no son más de cinco. Por el contrario, en las estructuras las variantes son infinitas. Podemos construir obras de mil maneras diferentes y aún así estaríamos sólo en el principio. Por descontado no creo que la literatura esté agotada. Eso no va a suceder jamás, al menos mientras los seres humanos puedan hablar. La literatura se alimenta de la oralidad, del habla de la tribu. Las voces entrecruzadas y superpuestas que se oyen en un autobús, por ejemplo, quizá contengan más energía que la mayor parte de los poemas que hoy se escriben en Santiago de Chile.
escritura II.
En mi caso la arrogancia no tiene nada que ver con mi trabajo; sería un redomado estúpido si así fuera. Por el contrario, el acto de escribir es un acto de humildad. Antes de mí hubo otros escritores que se sentaron en la misma mesa, que trabajaron con los mismos materiales, pluma, tinta, máquina de escribir, computadora. Escritores enormes a los que leo y releo. Imposible la arrogancia. Ahí sólo cabe sentir temor o humildad. Yo no siento temor.
el país.
¿su relación sentimental con Chile? Es razonablemente buena. Me gustan algunas cosas del país actual. Pero también me gusta un Chile más o menos fantasmal y un Chile inexistente y un Chile literario. Aunque creo que el que más me gusta es el Chile gastronómico.
inexistente.
¿Dejó el país de existir en 1973, como dijo Armando Uribe? Quizá éste tuvo razón. De alguna forma, todo país deja de existir en muchas ocasiones, cambia. La España actual no es la que yo conocí en 1978, sin ninguna duda, ni tampoco es la España de 1985. La Rusia de hoy ya no es más la de 1989, ni la de 1953. En este sentido los países son como las cebollas o las paredes que se descascaran y que luego llega alguien y las vuelve a pintar o las lija. Lo malo es cuando llega alguien y quiere echar abajo la pared. Eso también pasa. En cualquier caso, aunque la melancolía esté justificada, no sirve para nada, ni siquiera para constatar la desaparición de un país.
provincianos.
Los chilenos son tan provincianos como pueden serlo los argentinos o los españoles o los rusos. El provincianismo siempre enmascara otra cosa, el miedo o la inseguridad y, en este sentido, hay un tipo de chileno que suele ser bastante provinciano, apegado al terruño y a sus símbolos como si se tratara de Dios padre. En realidad, los países como entidades abstractas no tienen mucho atractivo. Las culturas sí. Tienen el atractivo de lo que envejece y cambia. Pero los países -aparte de ser, como decía el doctor Johnson, el último refugio de los canallas- son entidades más bien abstractas y pesadas. Y están destinados a desaparecer.
Hasta aquí parte de la charla sostenida entre el periodista Gabriel Agosin O. y el autor de Nocturno de Chile, publicada el 19.II.2002, un año antes del fallecimiento de RB.
http://www.letras.s5.com/bolano060502.htm
La única experiencia necesaria para escribir es la experiencia del fenómeno estético. Pero no me refiero a una cierta educación más o menos correcta, sino a un compromiso o, mejor dicho, a una apuesta, en donde el artista pone sobre la mesa su vida, sabiendo de antemano, además, que va a salir derrotado; y esto es importante: saber que vas a perder.
identidad.
De Roberto Bolaño se ha dicho tanto como se ha escrito: que cultiva el género negro, que es heredero del Boom, que es exitoso, que es el mejor exponente de la narrativa latinoamericana de su generación, que es polémico por su ácida crítica a los escritores chilenos, sobre todo respecto a Luis Sepúlveda y Hernán Rivera Letelier. ¿Quién es RB? No sé ni me preocupa. No sé quién soy, pero sé lo que hago y, sobre todo, sé lo que no hago ni haré jamás.
deber.
El único deber de los escritores es escribir bien y, si es posible, algo mejor que bien, intentar la excelencia. Después, como individuos, que hagan lo que quieran, a mí eso me importa poco: que sean coleccionistas de latas de cerveza, aficionados al fútbol, perritos falderos de la primera dama o heroinómanos.
lecturas.
Leo varias cosas a la vez, algunas por mi trabajo, otras sólo por placer. Entre las primeras: libros de criminología especiales para detectives de las compañías de seguros; y entre los segundos, leo a Flavio Josefo, siempre brillante, y releo la Historia de Roma, de Tito Livio, que es más que brillante.
agotamiento.
Los temas siempre son los mismos, desde la Biblia y Homero, según Borges no son más de cinco. Por el contrario, en las estructuras las variantes son infinitas. Podemos construir obras de mil maneras diferentes y aún así estaríamos sólo en el principio. Por descontado no creo que la literatura esté agotada. Eso no va a suceder jamás, al menos mientras los seres humanos puedan hablar. La literatura se alimenta de la oralidad, del habla de la tribu. Las voces entrecruzadas y superpuestas que se oyen en un autobús, por ejemplo, quizá contengan más energía que la mayor parte de los poemas que hoy se escriben en Santiago de Chile.
escritura II.
En mi caso la arrogancia no tiene nada que ver con mi trabajo; sería un redomado estúpido si así fuera. Por el contrario, el acto de escribir es un acto de humildad. Antes de mí hubo otros escritores que se sentaron en la misma mesa, que trabajaron con los mismos materiales, pluma, tinta, máquina de escribir, computadora. Escritores enormes a los que leo y releo. Imposible la arrogancia. Ahí sólo cabe sentir temor o humildad. Yo no siento temor.
el país.
¿su relación sentimental con Chile? Es razonablemente buena. Me gustan algunas cosas del país actual. Pero también me gusta un Chile más o menos fantasmal y un Chile inexistente y un Chile literario. Aunque creo que el que más me gusta es el Chile gastronómico.
inexistente.
¿Dejó el país de existir en 1973, como dijo Armando Uribe? Quizá éste tuvo razón. De alguna forma, todo país deja de existir en muchas ocasiones, cambia. La España actual no es la que yo conocí en 1978, sin ninguna duda, ni tampoco es la España de 1985. La Rusia de hoy ya no es más la de 1989, ni la de 1953. En este sentido los países son como las cebollas o las paredes que se descascaran y que luego llega alguien y las vuelve a pintar o las lija. Lo malo es cuando llega alguien y quiere echar abajo la pared. Eso también pasa. En cualquier caso, aunque la melancolía esté justificada, no sirve para nada, ni siquiera para constatar la desaparición de un país.
provincianos.
Los chilenos son tan provincianos como pueden serlo los argentinos o los españoles o los rusos. El provincianismo siempre enmascara otra cosa, el miedo o la inseguridad y, en este sentido, hay un tipo de chileno que suele ser bastante provinciano, apegado al terruño y a sus símbolos como si se tratara de Dios padre. En realidad, los países como entidades abstractas no tienen mucho atractivo. Las culturas sí. Tienen el atractivo de lo que envejece y cambia. Pero los países -aparte de ser, como decía el doctor Johnson, el último refugio de los canallas- son entidades más bien abstractas y pesadas. Y están destinados a desaparecer.
Hasta aquí parte de la charla sostenida entre el periodista Gabriel Agosin O. y el autor de Nocturno de Chile, publicada el 19.II.2002, un año antes del fallecimiento de RB.
http://www.letras.s5.com/bolano060502.htm
miércoles, 18 de agosto de 2010
MIGUEL ÁNGEL ORTIZ (1984 )
El cuaderno de las resignaciones
(fragmento)
a veces somos un árbol
una casa con muchas ventanas
se nos van todos los miércoles de octubre de todos los
siglos posibles
se nos van los soles
la oreja de un Van Gogh atormentado
la tibieza de la tarde
las manzanas
la vida que es vida porque todavía no existe
los silencios prolongados
la partitura que más hemos querido
todos los muros de todas las calles
los cien mil ojos en el firmamento
uno debería empezar a jugar con las abejas y los trenes
hay tantas formas de vivir siendo lo mismo
siendos todos carne y huesos
siendo todos labios venas molinos polvo sombras
el arco iris se parece a un puente que cruzamos
más allá de las montañas
una parte del ojo infinito
uno camina mientras el viento no le ha podido decir un
montón de cosas
uno es una casa con ventanas
un arroyo con peces
una canción
que suaviza los oxidados músculos de los sueños
(texto tomado de El cuaderno de las resignaciones,
Fondo Editorial Tierra Adentro, Conaculta, Gobierno
de Jalisco, México, 2005)
(fragmento)
a veces somos un árbol
una casa con muchas ventanas
se nos van todos los miércoles de octubre de todos los
siglos posibles
se nos van los soles
la oreja de un Van Gogh atormentado
la tibieza de la tarde
las manzanas
la vida que es vida porque todavía no existe
los silencios prolongados
la partitura que más hemos querido
todos los muros de todas las calles
los cien mil ojos en el firmamento
uno debería empezar a jugar con las abejas y los trenes
hay tantas formas de vivir siendo lo mismo
siendos todos carne y huesos
siendo todos labios venas molinos polvo sombras
el arco iris se parece a un puente que cruzamos
más allá de las montañas
una parte del ojo infinito
uno camina mientras el viento no le ha podido decir un
montón de cosas
uno es una casa con ventanas
un arroyo con peces
una canción
que suaviza los oxidados músculos de los sueños
(texto tomado de El cuaderno de las resignaciones,
Fondo Editorial Tierra Adentro, Conaculta, Gobierno
de Jalisco, México, 2005)
martes, 17 de agosto de 2010
¿CON ESA BOQUITA COMES, PERRA?
El cardenal de la diócesis de Guadalajara, México, Juan Sandoval Íñiguez, como tantas figuras públicas de nuestra farsa política se sigue pasando de verga, como ya es costumbre en los bajos mundos del clero religioso mexicano.
No contentos los purpurados con acceder a escuchar los excesos de nuestros distintos tipos de càncer social, como paso previo al "perdón de los pecados" y el acceso a sus carteras y caudales, poppers y drogas duras, nuevamente arremeten contra las minorías sexuales de este país de agachados.
Ahora resulta que en vez de combatir la pobreza que asuela a vastos territorios del mismo México, de promover la educación en sus lenguas indígenas de las distintas etnias que van de Chihuahua, Sonora, Coahuila y Sinaloa hasta el sureste; en lugar de solicitar a su patrón -un patrón quizá más sanguinario que nuestras deidades prehispànicas- compasión por los deshauciados de enfermedades prevenibles; en vez de abogar por que se aclaren los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, que se destituyan y castiguen las omisiones de Juan Molinar Horcasitas y el Karam por los 49 niños muertos en la guardería ABC de Hermosillo. Ahora resulta, decía, que truena contra el fallo de la SCJN por autorizar los matrimonios entre personas del mismo sexo y el derecho de adopción.
Y lo hace con figuras de retórica que envidiarían nuestros poetas Ramón López Velarde, Renato Leduc y Efraín Huerta, lo hace con metáforas influenciadas por la vena de Góngora, Lope y Quevedo, pero todo tamizado por el habla de nuestros eximios lectores de noticias Ferriz de Con, López Dóriga y Javier Alatore: les llamó ministros "maiceados" y a las minorías de este país de agachones les dijo "maricones"; y al pronuniciar estos calificativos, alguien vio, le chorreaban diamantes de las comisuras con tufo a tequila.
Pues bien, a este bandido de siete suelas que a menudo se pasa de lanza pronto se lo cargará la rechingada pues fue demandado ante el CONAPRED por el uso de términos racistas en ofensa de las minorías sexuales. Todo por pasarse, como ya decía, de verga. Si no crees, guacha, carnal.
http://mesterdejoteria.blogspot.com/2010/08/sandoval-iniguez-demandado-ante.html
No contentos los purpurados con acceder a escuchar los excesos de nuestros distintos tipos de càncer social, como paso previo al "perdón de los pecados" y el acceso a sus carteras y caudales, poppers y drogas duras, nuevamente arremeten contra las minorías sexuales de este país de agachados.
Ahora resulta que en vez de combatir la pobreza que asuela a vastos territorios del mismo México, de promover la educación en sus lenguas indígenas de las distintas etnias que van de Chihuahua, Sonora, Coahuila y Sinaloa hasta el sureste; en lugar de solicitar a su patrón -un patrón quizá más sanguinario que nuestras deidades prehispànicas- compasión por los deshauciados de enfermedades prevenibles; en vez de abogar por que se aclaren los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, que se destituyan y castiguen las omisiones de Juan Molinar Horcasitas y el Karam por los 49 niños muertos en la guardería ABC de Hermosillo. Ahora resulta, decía, que truena contra el fallo de la SCJN por autorizar los matrimonios entre personas del mismo sexo y el derecho de adopción.
Y lo hace con figuras de retórica que envidiarían nuestros poetas Ramón López Velarde, Renato Leduc y Efraín Huerta, lo hace con metáforas influenciadas por la vena de Góngora, Lope y Quevedo, pero todo tamizado por el habla de nuestros eximios lectores de noticias Ferriz de Con, López Dóriga y Javier Alatore: les llamó ministros "maiceados" y a las minorías de este país de agachones les dijo "maricones"; y al pronuniciar estos calificativos, alguien vio, le chorreaban diamantes de las comisuras con tufo a tequila.
Pues bien, a este bandido de siete suelas que a menudo se pasa de lanza pronto se lo cargará la rechingada pues fue demandado ante el CONAPRED por el uso de términos racistas en ofensa de las minorías sexuales. Todo por pasarse, como ya decía, de verga. Si no crees, guacha, carnal.
http://mesterdejoteria.blogspot.com/2010/08/sandoval-iniguez-demandado-ante.html
lunes, 16 de agosto de 2010
ROBERTO BOLAÑO (1953- 2003)
Lluvia
Ahora paseas solitario por los muelles
de Barcelona
Fumas un cigarrillo negro y por
un momento crees que sería bueno
que lloviese
Dinero no te conceden los dioses
mas sí caprichos extraños
Mira hacia arriba:
está lloviendo
Ahora paseas solitario por los muelles
de Barcelona
Fumas un cigarrillo negro y por
un momento crees que sería bueno
que lloviese
Dinero no te conceden los dioses
mas sí caprichos extraños
Mira hacia arriba:
está lloviendo
domingo, 15 de agosto de 2010
LA BURKA
Como quien busca encantar a la muerte,
desde el martes escondo mis rasgos
detrás de una burka blanca.
Como quien asume una personalidad
otra para evadir la peste del siglo,
desde el martes cambié de rostro.
Como quien va por la ciudad
con los rasgos adoloridos del profeta,
el martes me embocé el manto,
no del sano, de la mera apariencia.
Como el criminal que no atina
el veneno, la cicuta, la dosis justa
de heroína, el martes dejé de ser yo
mismo.
Esta semana abandoné la dudosa
felicidad de arrugas, canas y sueños
en balsa para embozarme de nada,
de nadie, de ninguno.
desde el martes escondo mis rasgos
detrás de una burka blanca.
Como quien asume una personalidad
otra para evadir la peste del siglo,
desde el martes cambié de rostro.
Como quien va por la ciudad
con los rasgos adoloridos del profeta,
el martes me embocé el manto,
no del sano, de la mera apariencia.
Como el criminal que no atina
el veneno, la cicuta, la dosis justa
de heroína, el martes dejé de ser yo
mismo.
Esta semana abandoné la dudosa
felicidad de arrugas, canas y sueños
en balsa para embozarme de nada,
de nadie, de ninguno.
sábado, 14 de agosto de 2010
OLIVERIO GIRONDO (1891- 1967)
Espantapájaros (al alcance de todos)
(fragmento)
12
Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.
(texto tomado de Noche tótem, antología
poética, 1a. reimpresión, ed. Colihue, col.
Musarisca, Buenos Aires, 2005)
(fragmento)
12
Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enarcan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.
(texto tomado de Noche tótem, antología
poética, 1a. reimpresión, ed. Colihue, col.
Musarisca, Buenos Aires, 2005)
viernes, 13 de agosto de 2010
ENRIQUETA OCHOA (1928-2008)
Asaltos a la memoria
Amanece:
en las macetas de las ventanas arden los geranios.
Un vaho lechoso entra en el viento.
Corre el día hacia las dunas de la oscuridad.
Después de avanzada la noche
me desprendo;
abajo quedan mi piel, mis huesos...
Me echo en picada a las profundidades,
atravieso el infierno,
toco la incandescencia de la luz
-todos los pájaros se desatan.
De lejos llega el olor a dátiles
que espesan en los cazos de cobre
y de polvorones recién horneados.
Aroma penetrante de mi infancia que nace.
La noche de la lluvia de estrellas
Con anticipación se había anunciado un fenómeno celeste.
Cuando llegó el día señalado, salimos corriendo a contemplar
la noche. Éramos como nerviosos saltamontes brincando de
un lado a otro, para observar cómo un navío infinito de
estrellas naufragaba en el mar del cielo.
(textos tomados de Asaltos a la memoria,
Universidad Autónoma del Estado de
México, 2004)
Amanece:
en las macetas de las ventanas arden los geranios.
Un vaho lechoso entra en el viento.
Corre el día hacia las dunas de la oscuridad.
Después de avanzada la noche
me desprendo;
abajo quedan mi piel, mis huesos...
Me echo en picada a las profundidades,
atravieso el infierno,
toco la incandescencia de la luz
-todos los pájaros se desatan.
De lejos llega el olor a dátiles
que espesan en los cazos de cobre
y de polvorones recién horneados.
Aroma penetrante de mi infancia que nace.
La noche de la lluvia de estrellas
Con anticipación se había anunciado un fenómeno celeste.
Cuando llegó el día señalado, salimos corriendo a contemplar
la noche. Éramos como nerviosos saltamontes brincando de
un lado a otro, para observar cómo un navío infinito de
estrellas naufragaba en el mar del cielo.
(textos tomados de Asaltos a la memoria,
Universidad Autónoma del Estado de
México, 2004)
martes, 10 de agosto de 2010
QUIZÁ PAVESE
Vendrá la noche y tendrá tus dedos
propicios para mis labios
desiertos de ti.
Queda, como una promesa a punto
de cumplirse, llegará
con ojos quietos como anestesia.
Se posará sobre los muebles
propios de las visitas
y se instalará indefinida.
Vendrá de noche y tendrá tus brazos,
tangibles como una promesa
que tarde o temprano veremos coronada.
Discreta como los grandes sucesos,
esquivará toda sospecha.
Pisará tus umbrales como un astro
sobrepuesto a otro y en el inter
intuirás una belleza insospechada.
De algún punto del universo,
cuyo epicentro aún no se adivina,
descenderá sobre tu ciudad
y por no aullar de alegría,
dirás: su cumplieron los vaticinios;
y agradecerás la profecía.
propicios para mis labios
desiertos de ti.
Queda, como una promesa a punto
de cumplirse, llegará
con ojos quietos como anestesia.
Se posará sobre los muebles
propios de las visitas
y se instalará indefinida.
Vendrá de noche y tendrá tus brazos,
tangibles como una promesa
que tarde o temprano veremos coronada.
Discreta como los grandes sucesos,
esquivará toda sospecha.
Pisará tus umbrales como un astro
sobrepuesto a otro y en el inter
intuirás una belleza insospechada.
De algún punto del universo,
cuyo epicentro aún no se adivina,
descenderá sobre tu ciudad
y por no aullar de alegría,
dirás: su cumplieron los vaticinios;
y agradecerás la profecía.
domingo, 8 de agosto de 2010
EQUINOCCIO
Pronto se cumplirán veinte años (2010) de la muerte de nuestro amigo Ricardo, que en una ocasión concibió el propósitio de enseñarte las leyes y la disciplina del ajedrez, pero no tuviste la paciencia necesaria para aprenderlo. Él fue de los contados amigos que te hablaron de la literatura de Witold Gombrowicz y su sentido del humor. En ese entonces Ricardo vivía en la colonia Juárez, creo que en un tercer piso y los terremotos recientes le habían dejado un saldo de muros fracturados. Recuerdas que corrió las puertas de los clósets para que apreciaras las grietas. Preguntaste si en la mañana o en la tarde pasaba el sol por las fisuras.
Por aquel entonces, 1985, andabas con el brete de abandonar la ciudad, por lo que no te tocó de cerca ser testigo de su enfermedad y deterioro físico, irreversible, que lo llevó a tomar medicinas "contra la muerte", que cuando no se conseguían en las farmacias privadas o del sector salud, se importaban de Cuba. Ni tampoco atestiguaste su pérdida gradual de la vista ni su vertiginosa disminución de salud y peso: me dice Fernando, mientras tomamos una infusión de yerbas en Merecumbé -para celebrar la llegada del primer frente frío de la temporada, incluso antes de la caída del otoño-, que Ricardo fue trasladado en la parte trasera de un VW de la ciudad de México al aeropuerto ("se fue haciendo chiquito", me describe), como se carga un santo de bulto ya bendecido: con respeto y cuidado pues fue su decisión esperar el desenlace en casa de sus padres, en el lejano Monterrey.
Al reflexionar ambos sobre la vida de Ricardo, antes de salir de casa al café, éste te mostró un álbum de fotos de amigos que ya felparon -te los señaló con el dedo, con vehemencia, algunos incluso desnudos-, coincidimos en que nuestro entrañable amigo nunca se privó de nada: esto es, se dio el lujo de tomar lo que la vida le puso al alcance de la vista y el placer. Fue un sibarita.
Fernando por su parte, te contó que llegó un momento en su vida que suspendió la elaboración de una lista de amigos que iban cayendo a raíz de la epidemia de sida, enfermedad que en aquel entonces era irreversible -ahora dicen los especialistas es "crónica". Así llegamos a evocar a Rolando, que se inició sexualmente en casa, con su hermano mayor, cuyo último contacto fue la noche previa a la boda de éste. Al correr del tiempo ambos murieron aún, como decía el sabio de mi pueblo, "en la flor de la edad." También de sida.
Un dato curricular: el sobrenombre con el que era conocido Ricardo, Lilia del Valle, surgió de una charla con Carlos Monsiváis, cuando los amigos le comentaron que aquel acababa de aterrizar del norte del país en la ciudad de México. El cronista, que de todo quería enterarse, preguntó sus datos generales. Le describen los rasgos físicos y el otro comenta: "Entonces es igualita a la actriz"; a partir de ahí se le queda el mote.
Esa tarde lluviosa, tarde en que cae sobre el país el primer frente frío de la temporada -previo incluso al equinoccio de otoño-, Fernando abre el álbum de sus amigos, algunos fotografiados con ropa y juntos, tú y él en la sala, después de preparar la comida, ven las fotos de Ricardo con el bigote tupido y negro, cruzado de brazos, con el trago, etcétera. Más adelante, ya en la calle y en dirección al Merecumbé, Fernando te confiesa haber hecho un pacto con su pareja sentimental: nunca utilizar el preservativo con sus compañeros ocasionales de alcoba.
Por aquel entonces, 1985, andabas con el brete de abandonar la ciudad, por lo que no te tocó de cerca ser testigo de su enfermedad y deterioro físico, irreversible, que lo llevó a tomar medicinas "contra la muerte", que cuando no se conseguían en las farmacias privadas o del sector salud, se importaban de Cuba. Ni tampoco atestiguaste su pérdida gradual de la vista ni su vertiginosa disminución de salud y peso: me dice Fernando, mientras tomamos una infusión de yerbas en Merecumbé -para celebrar la llegada del primer frente frío de la temporada, incluso antes de la caída del otoño-, que Ricardo fue trasladado en la parte trasera de un VW de la ciudad de México al aeropuerto ("se fue haciendo chiquito", me describe), como se carga un santo de bulto ya bendecido: con respeto y cuidado pues fue su decisión esperar el desenlace en casa de sus padres, en el lejano Monterrey.
Al reflexionar ambos sobre la vida de Ricardo, antes de salir de casa al café, éste te mostró un álbum de fotos de amigos que ya felparon -te los señaló con el dedo, con vehemencia, algunos incluso desnudos-, coincidimos en que nuestro entrañable amigo nunca se privó de nada: esto es, se dio el lujo de tomar lo que la vida le puso al alcance de la vista y el placer. Fue un sibarita.
Fernando por su parte, te contó que llegó un momento en su vida que suspendió la elaboración de una lista de amigos que iban cayendo a raíz de la epidemia de sida, enfermedad que en aquel entonces era irreversible -ahora dicen los especialistas es "crónica". Así llegamos a evocar a Rolando, que se inició sexualmente en casa, con su hermano mayor, cuyo último contacto fue la noche previa a la boda de éste. Al correr del tiempo ambos murieron aún, como decía el sabio de mi pueblo, "en la flor de la edad." También de sida.
Un dato curricular: el sobrenombre con el que era conocido Ricardo, Lilia del Valle, surgió de una charla con Carlos Monsiváis, cuando los amigos le comentaron que aquel acababa de aterrizar del norte del país en la ciudad de México. El cronista, que de todo quería enterarse, preguntó sus datos generales. Le describen los rasgos físicos y el otro comenta: "Entonces es igualita a la actriz"; a partir de ahí se le queda el mote.
Esa tarde lluviosa, tarde en que cae sobre el país el primer frente frío de la temporada -previo incluso al equinoccio de otoño-, Fernando abre el álbum de sus amigos, algunos fotografiados con ropa y juntos, tú y él en la sala, después de preparar la comida, ven las fotos de Ricardo con el bigote tupido y negro, cruzado de brazos, con el trago, etcétera. Más adelante, ya en la calle y en dirección al Merecumbé, Fernando te confiesa haber hecho un pacto con su pareja sentimental: nunca utilizar el preservativo con sus compañeros ocasionales de alcoba.
jueves, 5 de agosto de 2010
SE LLAMABA MARIO SANTIAGO
in memoriam R.B.
No llevaba yemas en los dedos,
en los dedos llevaba filos
simulados con guantes de aceite,
con terciopelo oscuro;
En la raya central del pelo
se empeñaban rulos en bajarle
al rostro y cubrirle a medias
la mirada;
En la mirada portaba un parche
para disimular la mirada de poeta,
la caída tangencial de piedras
preciosas como espejos;
Con las falanges de sus dedos
sin yemas, separaba rulos
como separar arena, hormigas
y pensamientos;
Se llamaba josé alfredo
pero se presentaba con testigos
que le gritaban mario santiago
y era un caballero que a veces
le ganaba el frío; la noche;
la calle; el trago;
No llevaba chamarra en diciembre,
ese diciembre portaba una copa de plata,
un cáliz de rabia, una sombra de incendios.
No llevaba yemas en los dedos,
en los dedos llevaba filos
simulados con guantes de aceite,
con terciopelo oscuro;
En la raya central del pelo
se empeñaban rulos en bajarle
al rostro y cubrirle a medias
la mirada;
En la mirada portaba un parche
para disimular la mirada de poeta,
la caída tangencial de piedras
preciosas como espejos;
Con las falanges de sus dedos
sin yemas, separaba rulos
como separar arena, hormigas
y pensamientos;
Se llamaba josé alfredo
pero se presentaba con testigos
que le gritaban mario santiago
y era un caballero que a veces
le ganaba el frío; la noche;
la calle; el trago;
No llevaba chamarra en diciembre,
ese diciembre portaba una copa de plata,
un cáliz de rabia, una sombra de incendios.
miércoles, 4 de agosto de 2010
PLEGARIA CON PLUSVALÍA
Señor, yo no soy digno que vengas a mí, pero una palabra tuya bastará para sanar mi alma. Respóndeme: me acuso de estar siete horas continuas bajando música sin descanso de los distintos blogs: te aviso que he llenado unos tres mil cedés de Thierry Titi Robin y luego los he almacenado en formato eme pe tres. Estoy consciente que me faltarán oídos, horas, días, meses y años para disfrutar las composiciones de Mozar, Bach y Beethoven, máxime si la música sacra la almaceno para cada semana mayor, cada pascua y cada Día de Acción de Gracias. Pero no concibo la vida ni el más allá sin una música adecuada a cada instante de mi desdichada existencia, así pase las navidades sin leña en mi chimenea, sin la visita de Santaclós y sin piñata en mis cumpleaños.
Por la criatura que habita en mí y que cada noche pide tu gracia para los suyos, te ruego me digas si en unas semanas tendré que pagar por las descargas clandestinas que cada tarde y cada noche hago de música que de otro modo tendría que pagarla en Amazon con una tarjeta de crédito que no tengo, con unos ahorros que se desvanecen segundo a segundo en Banamex, Bancomer y HSBC. Señor mío y Dios mío ten piedad de los viudos, los huérfanos y los lobos que cada día aúllan de ti una respuesta y sólo escuchan el silencio dilatado de una tapia, la indiferencia de un viento que viene de lejos y la belleza de una tarde con pocas nubes y muchas dudas enquistadas quién sabe si en un fondo sin fondo.
Señor, si no tienes una respuesta por lo menos dime si el actor que hoy enviaste a mi negocio a contarme que era oriundo de Zamora y que a él y a su mujer los habían asaltado esta mañana, realmente no vino a contarme las muelas que ya no tengo; dime si hice mal en sólo extenderle una moneda de cinco pesos a cambio de una barra de chicles Canel's que me dijo tenían un valor de 25 y que se negó a entregarme. Confiesa si debí pedirle la devolución de mi donativo miserable y desinteresado, hazme saber si hice mal en maldecirlo por su propensión al melodrama.
Dime, mudo poderoso, si más tarde hiciste llegar a la librería empolvada que atiendo de lunes a sábado al señor Misael que se llevó en un pago al contado la filmografía del pachuco Tin-Tán, los dos cedés de música Tex-Mex y las cartas de Malcolm Lowry, aquél borrachín iluminado que vivió una temporada en Cuernavaca. Dime señor algo, no te concretes a mostarme tus llagas que cada semana mayor se vuelven parte de los atractivos turísticos de este pueblo olvidado de tu gracia, de esta tierra de bastardos con cara de yo no fuí.
Por la criatura que habita en mí y que cada noche pide tu gracia para los suyos, te ruego me digas si en unas semanas tendré que pagar por las descargas clandestinas que cada tarde y cada noche hago de música que de otro modo tendría que pagarla en Amazon con una tarjeta de crédito que no tengo, con unos ahorros que se desvanecen segundo a segundo en Banamex, Bancomer y HSBC. Señor mío y Dios mío ten piedad de los viudos, los huérfanos y los lobos que cada día aúllan de ti una respuesta y sólo escuchan el silencio dilatado de una tapia, la indiferencia de un viento que viene de lejos y la belleza de una tarde con pocas nubes y muchas dudas enquistadas quién sabe si en un fondo sin fondo.
Señor, si no tienes una respuesta por lo menos dime si el actor que hoy enviaste a mi negocio a contarme que era oriundo de Zamora y que a él y a su mujer los habían asaltado esta mañana, realmente no vino a contarme las muelas que ya no tengo; dime si hice mal en sólo extenderle una moneda de cinco pesos a cambio de una barra de chicles Canel's que me dijo tenían un valor de 25 y que se negó a entregarme. Confiesa si debí pedirle la devolución de mi donativo miserable y desinteresado, hazme saber si hice mal en maldecirlo por su propensión al melodrama.
Dime, mudo poderoso, si más tarde hiciste llegar a la librería empolvada que atiendo de lunes a sábado al señor Misael que se llevó en un pago al contado la filmografía del pachuco Tin-Tán, los dos cedés de música Tex-Mex y las cartas de Malcolm Lowry, aquél borrachín iluminado que vivió una temporada en Cuernavaca. Dime señor algo, no te concretes a mostarme tus llagas que cada semana mayor se vuelven parte de los atractivos turísticos de este pueblo olvidado de tu gracia, de esta tierra de bastardos con cara de yo no fuí.
martes, 3 de agosto de 2010
LA ENFERMEDAD
uno.
Hace cuatro meses me ausenté de la ciudad para ir al pueblo donde viven dos amigos, uno de ellos en tratamiento y al que le entregarían los enésimos análisis en que le diagnosticaron
una fibromialgia, trastorno de origen nervioso, según wikipedia; hasta ese entonces le habían tomado 280 radiografías y prescrito decenas de medicamentos que iba desechando conforme cada médico nuevo le daba un diagnóstico y un tratamiento distinto; cada vez que un profesional le proponía una intervención quirúrgica. El hecho que me obligó a viajar de nuevo a aquel lugar fue un mensaje que me envió la última semana de julio: su enfermedad se llama espondilitis anquilosante.
dos.
Luego de mes y medio de tratamiento de esta enfermedad autoinmune, he mejorado poco a poco; ya no necesito que me vistan o me sequen después de la regadera; ni que me ayuden a levantarme de la silla o el wc; y además ya puedo limpiarme el ano yo solo. Ahora son las manos las que me duelen, están agarrotadas, sobre todo en la mañana; no puedo doblar los dedos pero estoy un poco mejor. Llevo una dieta con la menor cantidad posible de almidones y he perdido doce kilos.
tres.
La tarde del sábado acompañé al paciente a una calle peatonal, a donde me invitó, antes de una tormenta probable. Ahí sentados, mientras iban o venían los paseantes, los conocidos que lo saludaban al pasar, le pregunté si seguía pintando, ahora que había disminuido la inflamación de la mano derecha y había cobrado más movimiento. "Para qué, me dijo, eso es ilusión; sobre todo la pintura." Había comercios que aún no abrían pese a que ya pasaba de las 20 horas aunque el cielo aún mostraba claridad diurna y los faroles seguían apagados. Cuando nos levantamos me propuso entrar a un café italiano, pero las mesas estaban ocupadas. Caminamos a la esquina de calle Negrete cuando empezó un viento fuerte y una ligera llovizna. "Ya no tarda la tormenta", le dije mientras las nubes cargadas de negrura avanzaban hacia nosotros. Luego me señaló la conveniencia de tomar un taxi, le dije que se fuera, que yo me guarecía del agua en Sanborn's, a una cuadra.
cuatro.
Ya había encontrado información sobre la enfermedad en general en internet. Incluso un amigo me remitió un escrito que, al día siguiente, encontré en una librería del centro del pueblo, un día antes de mi regreso. Ahí el autor habla de que el único deseo del que va a morir es coger, de los que están en hospitales y cárceles, los castrados, los heridos graves, los suicidas y los seguidores de Heidegger. "Follar cuando no se tienen fuerzas para follar puede ser hermoso y hasta épico," escribió el narrador chileno Roberto Bolaño, acaso cuando sabía que ya no había marcha atrás.
cinco.
Ya para concluir la narración "Literatura + enfermedad= enfermedad" (*), su autor describe cómo una doctora le pide que ponga las palmas de las manos al frente y en alto, que se vea el envés, las uñas y los nudillos. "Qué demonios significa el test", le pregunta el paciente a la especialista; si su enfermedad estuviera avanzada, usted doblaría los dedos hacia mí. A partir de entonces el escritor siguió haciendo el ritual para comprobar el avance del mal. Por su parte, mi amigo me contó que, al principio, con el dolor de las articulaciones de pies, ingles, rodillas y manos, no podía hacer este movimiento: se acerca las yemas de los dedos a la altura de las clavículas, pero no alcanza a tocarlas,como ahora.
(*) narración incluida en El gaucho insufrible, Anagrama, 2003.
Hace cuatro meses me ausenté de la ciudad para ir al pueblo donde viven dos amigos, uno de ellos en tratamiento y al que le entregarían los enésimos análisis en que le diagnosticaron
una fibromialgia, trastorno de origen nervioso, según wikipedia; hasta ese entonces le habían tomado 280 radiografías y prescrito decenas de medicamentos que iba desechando conforme cada médico nuevo le daba un diagnóstico y un tratamiento distinto; cada vez que un profesional le proponía una intervención quirúrgica. El hecho que me obligó a viajar de nuevo a aquel lugar fue un mensaje que me envió la última semana de julio: su enfermedad se llama espondilitis anquilosante.
dos.
Luego de mes y medio de tratamiento de esta enfermedad autoinmune, he mejorado poco a poco; ya no necesito que me vistan o me sequen después de la regadera; ni que me ayuden a levantarme de la silla o el wc; y además ya puedo limpiarme el ano yo solo. Ahora son las manos las que me duelen, están agarrotadas, sobre todo en la mañana; no puedo doblar los dedos pero estoy un poco mejor. Llevo una dieta con la menor cantidad posible de almidones y he perdido doce kilos.
tres.
La tarde del sábado acompañé al paciente a una calle peatonal, a donde me invitó, antes de una tormenta probable. Ahí sentados, mientras iban o venían los paseantes, los conocidos que lo saludaban al pasar, le pregunté si seguía pintando, ahora que había disminuido la inflamación de la mano derecha y había cobrado más movimiento. "Para qué, me dijo, eso es ilusión; sobre todo la pintura." Había comercios que aún no abrían pese a que ya pasaba de las 20 horas aunque el cielo aún mostraba claridad diurna y los faroles seguían apagados. Cuando nos levantamos me propuso entrar a un café italiano, pero las mesas estaban ocupadas. Caminamos a la esquina de calle Negrete cuando empezó un viento fuerte y una ligera llovizna. "Ya no tarda la tormenta", le dije mientras las nubes cargadas de negrura avanzaban hacia nosotros. Luego me señaló la conveniencia de tomar un taxi, le dije que se fuera, que yo me guarecía del agua en Sanborn's, a una cuadra.
cuatro.
Ya había encontrado información sobre la enfermedad en general en internet. Incluso un amigo me remitió un escrito que, al día siguiente, encontré en una librería del centro del pueblo, un día antes de mi regreso. Ahí el autor habla de que el único deseo del que va a morir es coger, de los que están en hospitales y cárceles, los castrados, los heridos graves, los suicidas y los seguidores de Heidegger. "Follar cuando no se tienen fuerzas para follar puede ser hermoso y hasta épico," escribió el narrador chileno Roberto Bolaño, acaso cuando sabía que ya no había marcha atrás.
cinco.
Ya para concluir la narración "Literatura + enfermedad= enfermedad" (*), su autor describe cómo una doctora le pide que ponga las palmas de las manos al frente y en alto, que se vea el envés, las uñas y los nudillos. "Qué demonios significa el test", le pregunta el paciente a la especialista; si su enfermedad estuviera avanzada, usted doblaría los dedos hacia mí. A partir de entonces el escritor siguió haciendo el ritual para comprobar el avance del mal. Por su parte, mi amigo me contó que, al principio, con el dolor de las articulaciones de pies, ingles, rodillas y manos, no podía hacer este movimiento: se acerca las yemas de los dedos a la altura de las clavículas, pero no alcanza a tocarlas,como ahora.
(*) narración incluida en El gaucho insufrible, Anagrama, 2003.
domingo, 1 de agosto de 2010
EL REGRESO
Regresas a casa como se llega
a ciudad Cementerio: despacio
callado, con los cirios elocuentes
desbordados.
Vuelves a tu feudo donde
nadie habita: los libros sellados,
las puertas empolvadas,
la tarde cargada de presagios.
Escuchas las campanadas inexorables
como plazos marcados hace siglos
por un dios obstinado, sordo
y ciego a todo.
Cuando cruzan las ambulancias
con el hombre decapitado
y sin entrañas: sabes que es otra
premonición que nadie advierte.
a ciudad Cementerio: despacio
callado, con los cirios elocuentes
desbordados.
Vuelves a tu feudo donde
nadie habita: los libros sellados,
las puertas empolvadas,
la tarde cargada de presagios.
Escuchas las campanadas inexorables
como plazos marcados hace siglos
por un dios obstinado, sordo
y ciego a todo.
Cuando cruzan las ambulancias
con el hombre decapitado
y sin entrañas: sabes que es otra
premonición que nadie advierte.