Un día soleado como hoy,
hace justo doce años,
dijiste que ibas a ordenar
tus maletas/ por orden alfabético.
Era un mediodía apacible
e hiciste una tormenta/ en un vaso
de cristal opaco,
cuando escribiste aquello.
Era un cuaderno al que rotulaste
como/ mi diario secreto/,
donde trazaste un garabato
encabalgado a otro y a otro.
Cuando diste por concluido
aquel esbozo de paisaje
del que se elevaba una parvada
de cuervos, te estremeciste.
Era un día soleado y ventoso/
como hoy/. Habías terminado
tu primer guión del fin de tus
días.
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