Como quien busca encantar a la muerte,
desde el martes escondo mis rasgos
detrás de una burka blanca.
Como quien asume una personalidad
otra para evadir la peste del siglo,
desde el martes cambié de rostro.
Como quien va por la ciudad
con los rasgos adoloridos del profeta,
el martes me embocé el manto,
no del sano, de la mera apariencia.
Como el criminal que no atina
el veneno, la cicuta, la dosis justa
de heroína, el martes dejé de ser yo
mismo.
Esta semana abandoné la dudosa
felicidad de arrugas, canas y sueños
en balsa para embozarme de nada,
de nadie, de ninguno.
Hermoso, Hermoso, Hermoso, pero muy down como para cortarse las venas con galletas Marias.
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