La luna
Soy la luna bruñida que un día
vislumbró el fin temprano
de James Dean.
Soy la puerta por donde ya no salió
repetida el aura de Marilyn.
Soy la carne duplicada de Frida
bajo nubes borrascosas.
El alma gemela que siguió
inútilmente el último aliento de Sylvia.
Soy la salida desesperada
de los que perdieron la sombra.
Soy el cielo, el viento, el fuego,
el agua de los sin brújula.
Un día presidí los salones
del cine Bella Época.
Fui el invitado especial
en alcobas de raso, en funerales
donde reinó el silencio.
Al paso del tiempo, como ellos,
los otros, presencié el fin.
domingo, 31 de agosto de 2014
sábado, 30 de agosto de 2014
Raúl Gómez Jattin, poeta
Casi obsceno
Si quisieras oír lo que me digo en la almohada
el rubor de tu rostro sería la recompensa
Son palabras tan íntimas como mi propia carne
que padece el dolor de tu implacable recuerdo
el rubor de tu rostro sería la recompensa
Son palabras tan íntimas como mi propia carne
que padece el dolor de tu implacable recuerdo
Te cuento ¿Sí? ¿No te vengarás un día? Me digo:
Besaría esa boca lentamente hasta volverla roja
Y en tu sexo el milagro de una mano que baja
en el momento más inesperado y como por azar
lo toca con ese fervor que inspira lo sagrado
Besaría esa boca lentamente hasta volverla roja
Y en tu sexo el milagro de una mano que baja
en el momento más inesperado y como por azar
lo toca con ese fervor que inspira lo sagrado
No soy malvado Trato de enamorarte
Intento ser sincero con lo enfermo que estoy
y entrar en el maleficio de tu cuerpo
como un río que teme al mar pero siempre muere en él.
Intento ser sincero con lo enfermo que estoy
y entrar en el maleficio de tu cuerpo
como un río que teme al mar pero siempre muere en él.
(fuente: "el hombre aproximativo")
viernes, 29 de agosto de 2014
Ana Clavel (1961 )
Corrección
Por fin habían recapturado a la pequeña Alicia. La Reina de Corazones se frotaba las manos con delectación. A su lado, el rey, buscando complacerla, ordenó:
―¡Que le corten la cabeza!
―No ―objetó la reina―. Esta vez haré honor a mi nombre: ¡Que me traigan su corazón!
(fuente: "palabras mal dichas")
Por fin habían recapturado a la pequeña Alicia. La Reina de Corazones se frotaba las manos con delectación. A su lado, el rey, buscando complacerla, ordenó:
―¡Que le corten la cabeza!
―No ―objetó la reina―. Esta vez haré honor a mi nombre: ¡Que me traigan su corazón!
(fuente: "palabras mal dichas")
jueves, 28 de agosto de 2014
David González (1964 )
Que tengas una buena noche
Suelo salir a despedirla al descansillo. Cada
noche.
Cuando sale a ganarse nuestro pan con el
sudor de su frente.
En una mano lleva la bolsa, o bolsas, de la
basura.
En la otra, o bajo el brazo, los dos periódicos
del bar.
Suelo salir a despedirla al descansillo. Cada
noche.
Cuando sale a ganarse nuestro pan con el
sudor de su frente.
Le arreglo el pelo. Le coloco bien el cuello del
abrigo.
La beso en los labios. Que tengas una buena
noche, le digo.
Mientras baja por la escalera, aún le recuerdo:
Si necesitas algo,
me llamas. No importa qué hora sea. Me llamas.
Aguardo, todavía, a que desaparezca su
espalda
y desaparezca, también, de la pared, la sombra
de su espalda...
A que se apague la luz
y abajo, en el zaguán, se escuche un portazo.
Solo entonces
entro en casa
y cierro la puerta.
(fuente: "emmagunst.blogspot")
Suelo salir a despedirla al descansillo. Cada
noche.
Cuando sale a ganarse nuestro pan con el
sudor de su frente.
En una mano lleva la bolsa, o bolsas, de la
basura.
En la otra, o bajo el brazo, los dos periódicos
del bar.
Suelo salir a despedirla al descansillo. Cada
noche.
Cuando sale a ganarse nuestro pan con el
sudor de su frente.
Le arreglo el pelo. Le coloco bien el cuello del
abrigo.
La beso en los labios. Que tengas una buena
noche, le digo.
Mientras baja por la escalera, aún le recuerdo:
Si necesitas algo,
me llamas. No importa qué hora sea. Me llamas.
Aguardo, todavía, a que desaparezca su
espalda
y desaparezca, también, de la pared, la sombra
de su espalda...
A que se apague la luz
y abajo, en el zaguán, se escuche un portazo.
Solo entonces
entro en casa
y cierro la puerta.
(fuente: "emmagunst.blogspot")
miércoles, 27 de agosto de 2014
Francisco Álvarez Velasco (1940 )
Los aires, el cabello
Para venir a ti:
llegar hasta la loma
y olerte los cabellos,
donde el sol ya se puso
y cruzaron los aires.
Yaces ahora en penumbra
quieta,
negando el tiempo
y los pasos suaves de la muerte.
¿Y el sol?
Más allá de los cerros.
¿Y el viento?
Susurrando en el valle.
(fuente: "la mirada del lobo")
Para venir a ti:
llegar hasta la loma
y olerte los cabellos,
donde el sol ya se puso
y cruzaron los aires.
Yaces ahora en penumbra
quieta,
negando el tiempo
y los pasos suaves de la muerte.
¿Y el sol?
Más allá de los cerros.
¿Y el viento?
Susurrando en el valle.
(fuente: "la mirada del lobo")
martes, 26 de agosto de 2014
Raúl Gómez Jattin (1945/1997 )
Los poetas amor mío
Los poetas —Amor mío— son
unos hombres horribles unos
monstruos de soledad —evítalos
siempre— comenzando por mí.
Los poetas —Amor mío— son
para leerlos. Mas no hagas caso
a lo que hagan en sus vidas.
(fuente: "el hombre aproximativo")
Los poetas —Amor mío— son
unos hombres horribles unos
monstruos de soledad —evítalos
siempre— comenzando por mí.
Los poetas —Amor mío— son
para leerlos. Mas no hagas caso
a lo que hagan en sus vidas.
(fuente: "el hombre aproximativo")
lunes, 25 de agosto de 2014
Miyó Vestrini (1938/1991 )
El día de la semana I
Cuando naciste,
en 1938,
César Vallejo moría.
Cuando tu cabecita,
tu ombligo,
tu cuquita virgen,
asomaban al mundo
entre las hermosas piernas de tu madre,
metían al poeta en un hueco.
Lo cubrían de tierra
y a ti,
te cubría la memoria.
No podías elegir.
Porque si eliges
vives.
Y si vives
gozas.
Pero el goce es el horror del sueño:
dormir va a ser para siempre.
Habrá un olor a pimientos fritos,
voces estruendosas en la barra.
Será un día de la semana,
cuando los muebles cambian de sitio durante la noche
y por las mañanas,
las mujeres hablan solas.
Tu nariz estará sellada y la cepa derecha
más caída que la izquierda.
Las caderas niveladas,
el cabello mal cortado y el cuerpo perdido
en alguna batola que disimule la grasa de tu cintura.
Si tuviste abuelos lunáticos y tristes,
constará en el reporte
de un funcionario responsable.
Te cruzarán los brazos sobre el pecho
y es fatal,
porque ya no podrás
usar el afrín
para respirar mejor.
Falso que tus abrazos fueran convulsivos
y tus furores impredecibles.
Falso el vidrio que aún empañas con tus eructos.
Falsos tus pezones, tus pecas rojizas.
La noche anterior estabas decidida:
si no puedo dormir,
escogeré la muerte.
Pero no esperabas que el pernil de cordero se derritiera,
suave,
lechoso,
sobre tu lengua.
Sólo dijiste:
dos partos,
diez abortos,
ningún orgasmo.
Y tomaste un largo trago de vino.
Vallejo también buscó un pernil de cordero
en el menú de La Coupole.
Todos miraban sus ojos cazurros,
mientras él sólo pensaba en los callados oídos de Beethoven.
Le había preguntado a su compañera:
¿Por qué ya no me quieres?
¿Qué hice?
¿En qué fallé?
El chorizo del cassoulet dejó manchas de grasa en su camisa.
Como tú,
sintió una compasión fatigada por su cuerpo.
Y trató de adivinar quién nacería esa noche,
mientras él trataba de conciliar el sueño.
Morir
requiere tiempo y paciencia.
(fuente: "la mirada del lobo")
Cuando naciste,
en 1938,
César Vallejo moría.
Cuando tu cabecita,
tu ombligo,
tu cuquita virgen,
asomaban al mundo
entre las hermosas piernas de tu madre,
metían al poeta en un hueco.
Lo cubrían de tierra
y a ti,
te cubría la memoria.
No podías elegir.
Porque si eliges
vives.
Y si vives
gozas.
Pero el goce es el horror del sueño:
dormir va a ser para siempre.
Habrá un olor a pimientos fritos,
voces estruendosas en la barra.
Será un día de la semana,
cuando los muebles cambian de sitio durante la noche
y por las mañanas,
las mujeres hablan solas.
Tu nariz estará sellada y la cepa derecha
más caída que la izquierda.
Las caderas niveladas,
el cabello mal cortado y el cuerpo perdido
en alguna batola que disimule la grasa de tu cintura.
Si tuviste abuelos lunáticos y tristes,
constará en el reporte
de un funcionario responsable.
Te cruzarán los brazos sobre el pecho
y es fatal,
porque ya no podrás
usar el afrín
para respirar mejor.
Falso que tus abrazos fueran convulsivos
y tus furores impredecibles.
Falso el vidrio que aún empañas con tus eructos.
Falsos tus pezones, tus pecas rojizas.
La noche anterior estabas decidida:
si no puedo dormir,
escogeré la muerte.
Pero no esperabas que el pernil de cordero se derritiera,
suave,
lechoso,
sobre tu lengua.
Sólo dijiste:
dos partos,
diez abortos,
ningún orgasmo.
Y tomaste un largo trago de vino.
Vallejo también buscó un pernil de cordero
en el menú de La Coupole.
Todos miraban sus ojos cazurros,
mientras él sólo pensaba en los callados oídos de Beethoven.
Le había preguntado a su compañera:
¿Por qué ya no me quieres?
¿Qué hice?
¿En qué fallé?
El chorizo del cassoulet dejó manchas de grasa en su camisa.
Como tú,
sintió una compasión fatigada por su cuerpo.
Y trató de adivinar quién nacería esa noche,
mientras él trataba de conciliar el sueño.
Morir
requiere tiempo y paciencia.
(fuente: "la mirada del lobo")
domingo, 24 de agosto de 2014
Efraín Huerta (1914/1982 )
Órdenes de amor
Amor mío, despiértame
a la hora bendita, alucinada,
en que un hombre solloza
víctima de sí mismo y ábreme
las puertas de la vida.
Yo entraré silencioso
hasta tu corazón, manzana de oro,
en busca de la paz
para mi duelo. Entonces
amor mío, joven mía,
en ráfagas la dicha placentera
será nuestro universo.
Despiértame y espérame,
amoroso amor mío.
1958
(fuente: Permiso para el amor, brevísima antología, sel. David Huerta, coedición SCGDF-Conaculta-ALDF-SEGDF, México, 2014.)
Amor mío, despiértame
a la hora bendita, alucinada,
en que un hombre solloza
víctima de sí mismo y ábreme
las puertas de la vida.
Yo entraré silencioso
hasta tu corazón, manzana de oro,
en busca de la paz
para mi duelo. Entonces
amor mío, joven mía,
en ráfagas la dicha placentera
será nuestro universo.
Despiértame y espérame,
amoroso amor mío.
1958
(fuente: Permiso para el amor, brevísima antología, sel. David Huerta, coedición SCGDF-Conaculta-ALDF-SEGDF, México, 2014.)
sábado, 23 de agosto de 2014
José Javier Villarreal (1959 )
Semana santa
xi
Descendía
en la yarda donde los niños improvisan batallas
de santos y de mártires colgados de las ramas
de los abedules tan flacos que alisaban la tarde,
le colocaban su cofia y la sacaban a pasear a la orilla del río;
tan peligrosamente en silencio como la nieve que caía
con sus caras pegadas sus miradas tan fijas,
como uñas muy negras en dedos tan blancos.
(fuente: La santa, FCE, México, 2007)
xi
Descendía
en la yarda donde los niños improvisan batallas
de santos y de mártires colgados de las ramas
de los abedules tan flacos que alisaban la tarde,
le colocaban su cofia y la sacaban a pasear a la orilla del río;
tan peligrosamente en silencio como la nieve que caía
con sus caras pegadas sus miradas tan fijas,
como uñas muy negras en dedos tan blancos.
(fuente: La santa, FCE, México, 2007)
viernes, 22 de agosto de 2014
Piedad Bonnett (1951 )
Precisamente
Mientras escribo este verso
millones y millones de seres respiran todavía en mi viejo planeta.
Prueba aquél una manzana y descubre un gusano entre su pulpa.
Una mujer escribe una carta y solloza.
Abre la tierra este otro con sus manos, y transpira y no piensa.
Y en una esquina una muchacha espera a un hombre que no llega.
Miles de hombres y mujeres abren sus ojos y recuerdan su cuerpo y sus tareas.
Cientos de esófagos, de glándulas, de hígados, hacen su inocente trabajo
y el amor resucita caricias a un millón por segundo
y alguien se juzga feliz
y un hombre compra una cuerda y la cuelga
del árbol que en su patio florece.
Tosen, cantan, defecan, multiplican, parten su pan, aceitan su paciencia,
bufan, escupen, besan, timan a su vecino,
mienten, mienten y ríen, mienten sinceramente y apuñalan
o leen un poema,
y éste se hace un bistec y aquél cae de bruces y ya no se levanta,
y Rosa estrena su vestido verde,
y Allan le ha pegado a su joven mujer y se emborracha
y Gore cría peces en su bidet y apesta
y Lina se masturba
y Pedro se masturba
y Amarilis se pinta las uñas y camina desnuda por su cuarto en penumbra.
Millones de hombres y mujeres respiran mientras que yo te busco en la memoria
y te maldigo a ti
imposible y único
precisamente a ti
precisamente.
(fuente: "la mirada del lobo")
Mientras escribo este verso
millones y millones de seres respiran todavía en mi viejo planeta.
Prueba aquél una manzana y descubre un gusano entre su pulpa.
Una mujer escribe una carta y solloza.
Abre la tierra este otro con sus manos, y transpira y no piensa.
Y en una esquina una muchacha espera a un hombre que no llega.
Miles de hombres y mujeres abren sus ojos y recuerdan su cuerpo y sus tareas.
Cientos de esófagos, de glándulas, de hígados, hacen su inocente trabajo
y el amor resucita caricias a un millón por segundo
y alguien se juzga feliz
y un hombre compra una cuerda y la cuelga
del árbol que en su patio florece.
Tosen, cantan, defecan, multiplican, parten su pan, aceitan su paciencia,
bufan, escupen, besan, timan a su vecino,
mienten, mienten y ríen, mienten sinceramente y apuñalan
o leen un poema,
y éste se hace un bistec y aquél cae de bruces y ya no se levanta,
y Rosa estrena su vestido verde,
y Allan le ha pegado a su joven mujer y se emborracha
y Gore cría peces en su bidet y apesta
y Lina se masturba
y Pedro se masturba
y Amarilis se pinta las uñas y camina desnuda por su cuarto en penumbra.
Millones de hombres y mujeres respiran mientras que yo te busco en la memoria
y te maldigo a ti
imposible y único
precisamente a ti
precisamente.
(fuente: "la mirada del lobo")
jueves, 21 de agosto de 2014
John Better (1978 )
Fuego
Fuego: piñas de encendidas coronas
playas y mareas de lava
una cabeza de leopardo emergiendo en tu pecho
altas palmeras en llamas
fuego hecho labios de ceniza: tu marca ardiendo.
(fuente: "revista arquitrave" en línea)
miércoles, 20 de agosto de 2014
Derek Walcott (1930 )
Garcetas blancas
Qué elegantes, con picos naranjas, las garcetas
blancas, cada una como un aguamanil de airado
paso, los gruesos olivos, cedros que consuelan
el rugir de un arroyo torrencial en el tiempo
de las lluvias; en esa paz, más allá de penas
y anhelos, la que acaso un día pueda alcanzar,
cuyas palmeras se encorvan como un palanquín
al sol con sombras tigresas a sus pies. Allí
estarán, después de que a mi sombra la releguen
a un denso matorral verde de olvido, cargada
de pecados, al salir y ponerse cien soles
en el valle de Santa Cruz, cuando en vano amé
(fuente: "la silla prestada", traducción: Luis Ingelmo)
Qué elegantes, con picos naranjas, las garcetas
blancas, cada una como un aguamanil de airado
paso, los gruesos olivos, cedros que consuelan
el rugir de un arroyo torrencial en el tiempo
de las lluvias; en esa paz, más allá de penas
y anhelos, la que acaso un día pueda alcanzar,
cuyas palmeras se encorvan como un palanquín
al sol con sombras tigresas a sus pies. Allí
estarán, después de que a mi sombra la releguen
a un denso matorral verde de olvido, cargada
de pecados, al salir y ponerse cien soles
en el valle de Santa Cruz, cuando en vano amé
(fuente: "la silla prestada", traducción: Luis Ingelmo)
martes, 19 de agosto de 2014
Charles Simic (1938 )
En la biblioteca
Hay un libro llamado
"Diccionario de Ángeles".
Nadie lo ha abierto en cincuenta años,
lo sé, porque cuando lo abrí
sus tapas crujieron, las páginas
se derrumbaron. Allí descubrí
que los ángeles habían sido una vez tan numerosos
como especies de moscas.
El cielo al ocaso
Solía estar espeso de ellos.
Había que agitar las manos
para mantenerlos apartados.
Ahora el sol brilla
a través de las altas ventanas.
La biblioteca es un lugar apacible.
Ángeles y dioses se apilaban
en libros oscuros no abiertos.
El gran secreto está
en algún estante junto
al cual la Srta. Jones
pasa todos los días en sus rondas.
Ella es muy alta,
de modo que mantiene
su cabeza inclinada como si escuchara.
Los libros están susurrando.
Yo no oigo nada, pero ella sí.
(fuente: "emmagunst.blogspot", traducción: José Luis Justes Amador)
lunes, 18 de agosto de 2014
Eduardo Chirinos (1960 )
Dedicar un libro...
Dedicar un libro es afirmar su condición manuscrita. Un vestigio medieval que nos recuerda que antes de ser impreso el libro fue parte vital de una persona. Para el lector la dedicatoria es un gesto que borra las huellas del intercambio comercial. La prueba que garantiza el libro como suyo porque ha sido tocado por la mano del autor. Para el autor dedicar un libro es continuar escribiéndolo. No terminarlo nunca.
(fuente: Anuario mínimo [1960-2010], ed. Conaculta, col. Práctica Mortal, México, 2014.)
Dedicar un libro es afirmar su condición manuscrita. Un vestigio medieval que nos recuerda que antes de ser impreso el libro fue parte vital de una persona. Para el lector la dedicatoria es un gesto que borra las huellas del intercambio comercial. La prueba que garantiza el libro como suyo porque ha sido tocado por la mano del autor. Para el autor dedicar un libro es continuar escribiéndolo. No terminarlo nunca.
(fuente: Anuario mínimo [1960-2010], ed. Conaculta, col. Práctica Mortal, México, 2014.)
domingo, 17 de agosto de 2014
Uriel Martínez (1950 )
La calle
Es falso que c/cigarro que te fumas
te reste un día de vida; como
también es mentira que cada
vez que ríes ríe un infante;
como igual es sofisma
la afirmación de que tu mascota
es pararrayos de la desgracia.
Nadie en su insano juicio
espere de las lluvias abundantes
un ciclo de cosechas gemelas.
Ninguno alegue fue tocado
por un rayo de linterna,
un brazo de sol metafísico:
la fotosíntesis es anterior al poema.
Que nadie espere nada de nadie:
la calle está ahí y sobre el asfalto
que la cubre va un ángel
ebrio sin que nadie le auxilie.
Es falso que c/cigarro que te fumas
te reste un día de vida; como
también es mentira que cada
vez que ríes ríe un infante;
como igual es sofisma
la afirmación de que tu mascota
es pararrayos de la desgracia.
Nadie en su insano juicio
espere de las lluvias abundantes
un ciclo de cosechas gemelas.
Ninguno alegue fue tocado
por un rayo de linterna,
un brazo de sol metafísico:
la fotosíntesis es anterior al poema.
Que nadie espere nada de nadie:
la calle está ahí y sobre el asfalto
que la cubre va un ángel
ebrio sin que nadie le auxilie.
sábado, 16 de agosto de 2014
Javier Sologuren (1921/2004 )
Fuego absorto
Noche que fuiste día, pecho por donde entrara
como una mano de cristal, como un navío blanco
el sol que canta de claridad y canta a oscuras.
En ti está el día, noche, por tu cuerpo ha bajado
en una ardorosa marea de labios dispersos,
en un peso espacioso que a tus pies descansa.
El día eres, noche, resplandeciendo a tus plantas
sin el uso del trajín y los afanes, cerrado como un cofre
donde el sueño y los astros, hogueras intangibles,
tocan entre la sombra, entre sus hojas respiran
algo del aire y del rostro del día ya lejano.
(fuente: "urbanotopia")
Noche que fuiste día, pecho por donde entrara
como una mano de cristal, como un navío blanco
el sol que canta de claridad y canta a oscuras.
En ti está el día, noche, por tu cuerpo ha bajado
en una ardorosa marea de labios dispersos,
en un peso espacioso que a tus pies descansa.
El día eres, noche, resplandeciendo a tus plantas
sin el uso del trajín y los afanes, cerrado como un cofre
donde el sueño y los astros, hogueras intangibles,
tocan entre la sombra, entre sus hojas respiran
algo del aire y del rostro del día ya lejano.
(fuente: "urbanotopia")
viernes, 15 de agosto de 2014
Blanca Varela (1926/2009 )
Casa de cuervos
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
no es tuya la culpa
ni mía
pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel
y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces
la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen
sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho
de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra
para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo
encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento
casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie
aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa
de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme -nada infinita-
sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya
que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende
y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves
colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris
que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos
y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo
con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras
marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas
y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver
(fuente: "urbanotopia")
jueves, 14 de agosto de 2014
Efraín Huerta (1914/1982 )
El retorno
Las paredes tienen oídos,
vientre y sangre.
Pero que no lo sepa el aire,
que lo ignoren el invierno
y el vendedor de esponjas;
que no se enteren mis fotografías que hablan;
que mi amor, oh montañas, oh cielos,
no levante su voz como raíz dulcísima.
Las paredes tienen oídos,
dientes, venas.
Pero yo nunca, fumando,
diga su breve nombre de madera.
Que yo nunca sonriendo, pronuncie
su verdad: la cálida verdad.
Porque las paredes, como los sótanos,
tienen grandes oídos de herrumbre y frío,
desesperanza y pavor,
desconsuelo y locura.
Que yo nunca, en voz baja,
diga que he vuelto a amar.
(fuente: Permiso para el amor, brevísima antología, selección de David Huerta, coed. Secretaría de Cultura del Gobierno del DF, Conaculta, Asamblea Legislativa DF y Secretaría de Educación del GDF, México, 2014.)
Las paredes tienen oídos,
vientre y sangre.
Pero que no lo sepa el aire,
que lo ignoren el invierno
y el vendedor de esponjas;
que no se enteren mis fotografías que hablan;
que mi amor, oh montañas, oh cielos,
no levante su voz como raíz dulcísima.
Las paredes tienen oídos,
dientes, venas.
Pero yo nunca, fumando,
diga su breve nombre de madera.
Que yo nunca sonriendo, pronuncie
su verdad: la cálida verdad.
Porque las paredes, como los sótanos,
tienen grandes oídos de herrumbre y frío,
desesperanza y pavor,
desconsuelo y locura.
Que yo nunca, en voz baja,
diga que he vuelto a amar.
(fuente: Permiso para el amor, brevísima antología, selección de David Huerta, coed. Secretaría de Cultura del Gobierno del DF, Conaculta, Asamblea Legislativa DF y Secretaría de Educación del GDF, México, 2014.)
miércoles, 13 de agosto de 2014
Dezsó Kosztolányi (1885/1936 )
Treinta y dos años
Tengo ahora treinta y dos años.
Es verano.
Quizás
el verano que esperaba.
El sol, con su luz dorada, golpea
mi rostro bronceado de salud
y, lentamente,
con mi traje blanco, camino.
El humo del tabaco amarillo de mi pipa
es azul y pálido.
En un banco del jardín, bajo los árboles,
mi mujer duerme dulcemente.
A la entrada, mi hijo. Los ojos una llama azul,
gran cabeza rubia.
Suave boca de sueño, que acaricia
un hilo de leche tibia.
Tarde salvaje, la tierra abrasa.
Flores ebrias y zumbido de avispas.
Esto murmuraré en la agonía:
era verano. Y la felicidad se fue
a otra parte. El sol golpeó con su luz dorada
mi rostro bronceado de salud y,
lentamente, con mi traje blanco, caminé.
El humo del tabaco amarillo de mi pipa
era azul y pálido.
En un banco del jardín, bajo los árboles,
mi mujer dormía dulcemente.
A la entrada, mi hijo, los ojos una llama azul,
gran cabeza rubia.
Suave boca de sueño que acariciaba
un hilo de leche tibia.
Era una tarde salvaje y abrasadora.
Flores ebrias y zumbido de avispas.
(fuente: "rima interna", versión de Martín López-Vega)
martes, 12 de agosto de 2014
Eduardo Chirinos (1960 )
Se llamaba María Fe
Se llamaba María Fe, pero ese no era su verdadero nombre. El hábito apenas dejaba ver su cara, la serena blancura de sus manos. El resto estaba consagrado a Dios, quien sabía su verdadero nombre y podía acompañarla en la soledad de su cuarto, mientras se escarmenaba el pelo o se ponía morosamente la pijama (¿las madres duermen en pijama?) Cada año cruzaba los dedos para que me tocara su clase, pero nunca tuve esa suerte. En los recreos la contemplaba a escondidas y me ponía rojo si por casualidad me miraban sus ojos, tan negros y tan tristes. Dicen que fue reina de belleza en un pueblo de España y que un día renunció a todo por Jesús. Y se vino a educar niños en un colegio de Lima.
(fuente: Anuario mínimo [1960-2010], ed. Conaculta, col. Práctica Mortal, 2014.)
Se llamaba María Fe, pero ese no era su verdadero nombre. El hábito apenas dejaba ver su cara, la serena blancura de sus manos. El resto estaba consagrado a Dios, quien sabía su verdadero nombre y podía acompañarla en la soledad de su cuarto, mientras se escarmenaba el pelo o se ponía morosamente la pijama (¿las madres duermen en pijama?) Cada año cruzaba los dedos para que me tocara su clase, pero nunca tuve esa suerte. En los recreos la contemplaba a escondidas y me ponía rojo si por casualidad me miraban sus ojos, tan negros y tan tristes. Dicen que fue reina de belleza en un pueblo de España y que un día renunció a todo por Jesús. Y se vino a educar niños en un colegio de Lima.
(fuente: Anuario mínimo [1960-2010], ed. Conaculta, col. Práctica Mortal, 2014.)
lunes, 11 de agosto de 2014
Victoria Guerrero (1971 )
contemplación
el ojo de una rata me observa
su único ojo rojo me mira
y yo miro la oquedad de su ojo izquierdo
por ese hoyo tal vez se pudiesen entrever
otros mares de arena otras orillas
como la primera orilla de la que partí:
en el ojo de fuego de mi madre
entonces todo volvería a arder
el agua ........el ojo .........el fuego
y mi cuerpo se diluiría en arroyuelos y ríos sin fin
pero esa oquedad no existe
sólo mi miedo y el ojo solitario de la rata
que ejerce su dominio sobre mis ojos
que son dos ojos pequeños y miopes
por los cuales ella me observa:
ahogar los abrazos en una parada de autobús
reposar la cabeza sobre el ombligo de mi esposo
tenderme en un rincón y lamer una herida
ahora el viento es suave
y las hojas suben al cielo
desde donde una pequeña ave de rapiña
desafía al sol
y nos contempla
(fuente: "urbanotopía")
el ojo de una rata me observa
su único ojo rojo me mira
y yo miro la oquedad de su ojo izquierdo
por ese hoyo tal vez se pudiesen entrever
otros mares de arena otras orillas
como la primera orilla de la que partí:
en el ojo de fuego de mi madre
entonces todo volvería a arder
el agua ........el ojo .........el fuego
y mi cuerpo se diluiría en arroyuelos y ríos sin fin
pero esa oquedad no existe
sólo mi miedo y el ojo solitario de la rata
que ejerce su dominio sobre mis ojos
que son dos ojos pequeños y miopes
por los cuales ella me observa:
ahogar los abrazos en una parada de autobús
reposar la cabeza sobre el ombligo de mi esposo
tenderme en un rincón y lamer una herida
ahora el viento es suave
y las hojas suben al cielo
desde donde una pequeña ave de rapiña
desafía al sol
y nos contempla
(fuente: "urbanotopía")
domingo, 10 de agosto de 2014
Martín Zúñiga Chávez (1983 )
Pequeño estudio sobre la muerte
Aprendimos muy tarde a decir ternura
o al menos a decir lo más exactamente
"ternura", es decir:
fuego cuchilla sangre barro silencio porvenir
monosilábica mirada de bandada asustada
como una jauría en celo...
y las semanas habían pasado en mis ojeras
y me sentí torpe de poder tocarte.
Aprendimos muy tarde a decir ternura
o al menos a decir lo más exactamente
"ternura", es decir:
fuego cuchilla sangre barro silencio porvenir
monosilábica mirada de bandada asustada
como una jauría en celo...
y las semanas habían pasado en mis ojeras
y me sentí torpe de poder tocarte.
(fuente: "urbanotopía")
sábado, 9 de agosto de 2014
Adam Zagajewski (1945 )
Autorretrato
Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir
se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio
siglo.
Vivo en ciudades ajenas y a veces converso
con gente ajena sobre cosas que me son ajenas.
Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor,
los tres elementos.
El cuarto no tiene nombre.
Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos
tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender
a los grandes filósofos -la mayoría de las veces consigo
captar tan sólo jirones de sus valiosos pensamientos.
Me gusta dar largos paseos por las calles de París
y mirar a mis prójimos, animados por la envidia,
la ira o el deseo; observar la moneda de plata
que pasa de mano en mano y lentamente pierde
su forma redonda (se borra el perfil del emperador).
A mi lado crecen árboles que no expresan nada,
salvo su verde perfección indiferente.
Aves negras caminan por los campos
siempre esperando algo, pacientes como viudas españolas.
Ya no soy joven, mas sigue habiendo gente mayor que yo.
Me gusta el sueño profundo, cuando no estoy,
y correr en bici por caminos rurales, cuando álamos
y casas
se difuminan como nubes con el buen tiempo.
A veces me dicen algo los cuadros de los museos
y la ironía se esfuma de repente.
Me encanta contemplar el rostro de mi mujer.
Cada semana, el domingo, llamo a mi padre.
Cada dos semanas me reúno con mis amigos,
de esta forma seguimos siendo fieles.
Mi país se liberó de un mal. Quisiera
que le siguiera aún otra liberación.
¿Puedo aportar algo para ello? No lo sé.
No soy hijo de la mar,
como escribió sobre sí mismo Antonio Machado,
sino del aire, la menta y el violonchelo,
y no todos los caminos del alto mundo
se cruzan con los senderos de la vida que, de momento,
a mí me pertenece.
(fuente: "la mirada del lobo", traducción de Elzbieta Bortkiewicz )
Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir
se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio
siglo.
Vivo en ciudades ajenas y a veces converso
con gente ajena sobre cosas que me son ajenas.
Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor,
los tres elementos.
El cuarto no tiene nombre.
Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos
tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender
a los grandes filósofos -la mayoría de las veces consigo
captar tan sólo jirones de sus valiosos pensamientos.
Me gusta dar largos paseos por las calles de París
y mirar a mis prójimos, animados por la envidia,
la ira o el deseo; observar la moneda de plata
que pasa de mano en mano y lentamente pierde
su forma redonda (se borra el perfil del emperador).
A mi lado crecen árboles que no expresan nada,
salvo su verde perfección indiferente.
Aves negras caminan por los campos
siempre esperando algo, pacientes como viudas españolas.
Ya no soy joven, mas sigue habiendo gente mayor que yo.
Me gusta el sueño profundo, cuando no estoy,
y correr en bici por caminos rurales, cuando álamos
y casas
se difuminan como nubes con el buen tiempo.
A veces me dicen algo los cuadros de los museos
y la ironía se esfuma de repente.
Me encanta contemplar el rostro de mi mujer.
Cada semana, el domingo, llamo a mi padre.
Cada dos semanas me reúno con mis amigos,
de esta forma seguimos siendo fieles.
Mi país se liberó de un mal. Quisiera
que le siguiera aún otra liberación.
¿Puedo aportar algo para ello? No lo sé.
No soy hijo de la mar,
como escribió sobre sí mismo Antonio Machado,
sino del aire, la menta y el violonchelo,
y no todos los caminos del alto mundo
se cruzan con los senderos de la vida que, de momento,
a mí me pertenece.
(fuente: "la mirada del lobo", traducción de Elzbieta Bortkiewicz )
viernes, 8 de agosto de 2014
Raúl Gómez Jattin (1945/1997 )
Conjuro
Los habitantes de mi aldea
dicen que soy un hombre
despreciable y peligroso
Y no andan muy equivocados
Despreciable y Peligroso
Eso ha hecho de mí la poesía y el amor
Señores habitantes
Tranquilos
que sólo a mí
suelo hacer daño
(fuente: "al pial de la palabra")
Los habitantes de mi aldea
dicen que soy un hombre
despreciable y peligroso
Y no andan muy equivocados
Despreciable y Peligroso
Eso ha hecho de mí la poesía y el amor
Señores habitantes
Tranquilos
que sólo a mí
suelo hacer daño
(fuente: "al pial de la palabra")
jueves, 7 de agosto de 2014
Joäo Camilo (1943 )
Abril provenzal
La noche de primavera inmovilizada en su quietud.
El aire cálido, el azul del cielo entre las ramas de los árboles
mientras las avenidas no dejan de llenarse de gente.
Un muchacho con el torso desnudo
se acuesta sobre cristales rotos,
un violín y una flauta cantan en la esquina de una calle.
Los brazos desnudos de las muchachas,
los ojos con que ellas miran, sombras azules
en la piel tan joven de los párpados.
Y bajo las blusas sus pechos desnudos, como fruta en el árbol,
iban surgiendo del invierno, nos invitaban a esperar el verano
como la edad de nuestra plenitud. La noche: horas que el sol
usa para colorear los frutos distantes de los otros continentes.
Y las muchachas aprovechan para sonreír
en las orillas de esos ríos, en los plazas de esas ciudades,
en las ventanas entreabiertas a la mañana.
Concentrado en la perfección en que quiso fijarse,
el color azul, como la ausencia de viento, se diría eterno,
destinada la noche a no vivir más que cierta edad joven,
a morir adolescente en los brazos trágicos de una luz brusca.
(fuente: "rima interna", versión de Martín López-Vega.)
La noche de primavera inmovilizada en su quietud.
El aire cálido, el azul del cielo entre las ramas de los árboles
mientras las avenidas no dejan de llenarse de gente.
Un muchacho con el torso desnudo
se acuesta sobre cristales rotos,
un violín y una flauta cantan en la esquina de una calle.
Los brazos desnudos de las muchachas,
los ojos con que ellas miran, sombras azules
en la piel tan joven de los párpados.
Y bajo las blusas sus pechos desnudos, como fruta en el árbol,
iban surgiendo del invierno, nos invitaban a esperar el verano
como la edad de nuestra plenitud. La noche: horas que el sol
usa para colorear los frutos distantes de los otros continentes.
Y las muchachas aprovechan para sonreír
en las orillas de esos ríos, en los plazas de esas ciudades,
en las ventanas entreabiertas a la mañana.
Concentrado en la perfección en que quiso fijarse,
el color azul, como la ausencia de viento, se diría eterno,
destinada la noche a no vivir más que cierta edad joven,
a morir adolescente en los brazos trágicos de una luz brusca.
(fuente: "rima interna", versión de Martín López-Vega.)
miércoles, 6 de agosto de 2014
José Lezama Lima (1910/1976 )
El pabellón del vacío
Voy con el tornillo
preguntando en la pared,
un sonido sin color
un color tapado con un manto.
Pero vacilo y momentáneamente
ciego, apenas puedo sentirme.
De pronto, recuerdo,
con las uñas voy abriendo
el tokonoma en la pared.
Necesito un pequeño vacío,
allí me voy reduciendo
para reaparecer de nuevo,
palparme y poner la frente en su lugar.
Un pequeño vacío en la pared.
Estoy en un café
multiplicador del hastío,
el insistente daiquirí
vuelve como una cara inservible
para morir, para la primavera.
Recorro con las manos
la solapa que me parece fría.
No espero a nadie
e insisto en que alguien tiene que llegar.
De pronto, con la uña
trazo un pequeño hueco en la mesa.
Ya tengo el tokonoma, el vacío,
la compañía insuperable,
la conversación en una esquina de Alejandría.
Estoy con él en una ronda
de patinadores por el Prado.
Era un niño que respiraba
todo el rocío tenaz del cielo,
ya con el vacío, como un gato
que nos rodea todo el cuerpo,
con un silencio lleno de luces.
Tener cerca de lo que nos rodea
y cerca de nuestro cuerpo,
la idea fija de que nuestra alma
y su envoltura caben
en un pequeño vacío en la pared
o en un papel de seda raspado con la uña.
Me voy reduciendo,
soy un punto que desaparece y vuelve
y quepo entero en el tokonoma.
Me hago invisible
y en el reverso recobro mi cuerpo
nadando en una playa,
rodeado de bachilleres con estandartes de nieve,
de matemáticos y de jugadores de pelota
describiendo un helado de mamey.
El vacío es más pequeño que un naipe
y puede ser grande como el cielo,
pero lo podemos hacer con nuestra uña
en el borde de una taza de café
o en el cielo que cae por nuestro hombro.
El principio se une con el tokonoma,
en el vacío se puede esconder un canguro
sin perder su saltante júbilo.
La aparición de una cueva
es misteriosa y va desenrollando su terrible.
Esconderse allí es temblar,
los cuernos de los cazadores resuenan
en el bosque congelado.
Pero el vacío es calmoso,
lo podemos atraer con un hilo
e inaugurarlo en la insignificancia.
Araño en la pared con la uña,
la cal va cayendo
como si fuese un pedazo de la concha
de la tortuga celeste.
¿La aridez en el vacío
es el primer y último camino?
Me duermo, en el tokonoma
evaporo el otro que sigue caminando.1° de abril y 1976.
preguntando en la pared,
un sonido sin color
un color tapado con un manto.
Pero vacilo y momentáneamente
ciego, apenas puedo sentirme.
De pronto, recuerdo,
con las uñas voy abriendo
el tokonoma en la pared.
Necesito un pequeño vacío,
allí me voy reduciendo
para reaparecer de nuevo,
palparme y poner la frente en su lugar.
Un pequeño vacío en la pared.
Estoy en un café
multiplicador del hastío,
el insistente daiquirí
vuelve como una cara inservible
para morir, para la primavera.
Recorro con las manos
la solapa que me parece fría.
No espero a nadie
e insisto en que alguien tiene que llegar.
De pronto, con la uña
trazo un pequeño hueco en la mesa.
Ya tengo el tokonoma, el vacío,
la compañía insuperable,
la conversación en una esquina de Alejandría.
Estoy con él en una ronda
de patinadores por el Prado.
Era un niño que respiraba
todo el rocío tenaz del cielo,
ya con el vacío, como un gato
que nos rodea todo el cuerpo,
con un silencio lleno de luces.
Tener cerca de lo que nos rodea
y cerca de nuestro cuerpo,
la idea fija de que nuestra alma
y su envoltura caben
en un pequeño vacío en la pared
o en un papel de seda raspado con la uña.
Me voy reduciendo,
soy un punto que desaparece y vuelve
y quepo entero en el tokonoma.
Me hago invisible
y en el reverso recobro mi cuerpo
nadando en una playa,
rodeado de bachilleres con estandartes de nieve,
de matemáticos y de jugadores de pelota
describiendo un helado de mamey.
El vacío es más pequeño que un naipe
y puede ser grande como el cielo,
pero lo podemos hacer con nuestra uña
en el borde de una taza de café
o en el cielo que cae por nuestro hombro.
El principio se une con el tokonoma,
en el vacío se puede esconder un canguro
sin perder su saltante júbilo.
La aparición de una cueva
es misteriosa y va desenrollando su terrible.
Esconderse allí es temblar,
los cuernos de los cazadores resuenan
en el bosque congelado.
Pero el vacío es calmoso,
lo podemos atraer con un hilo
e inaugurarlo en la insignificancia.
Araño en la pared con la uña,
la cal va cayendo
como si fuese un pedazo de la concha
de la tortuga celeste.
¿La aridez en el vacío
es el primer y último camino?
Me duermo, en el tokonoma
evaporo el otro que sigue caminando.1° de abril y 1976.
(fuente: "blog del amasijo")
martes, 5 de agosto de 2014
Eduardo Chirinos (1960 )
Moon of the falling leaves
Luna de las hojas que caen. O mejor,
luna entre las hojas muertas.
¿Con qué imagen puedo nombrar el otoño?
La luna cubre para siempre las hojas,
las baña con un frío resplandor. Y si caen
no es para morir, sino para brillar mejor.
Todo en la caída brilla mejor. Tu silencio
brilla conmigo esta noche y yo
no quiero hablar del otoño
ni de las hojas que caen, ni de la luna.
Me digo para consolarme
que toda muerte es regeneración, que la tierra
se tragará las hojas, que las volverá árboles
o pájaros, tal vez nubes o arroyos.
Pero la luna es insistente y brilla
y dice que volverá a mirarme,
como siempre, entre las hojas muertas.
Luna de las hojas que caen. O mejor,
luna entre las hojas muertas.
¿Con qué imagen puedo nombrar el otoño?
La luna cubre para siempre las hojas,
las baña con un frío resplandor. Y si caen
no es para morir, sino para brillar mejor.
Todo en la caída brilla mejor. Tu silencio
brilla conmigo esta noche y yo
no quiero hablar del otoño
ni de las hojas que caen, ni de la luna.
Me digo para consolarme
que toda muerte es regeneración, que la tierra
se tragará las hojas, que las volverá árboles
o pájaros, tal vez nubes o arroyos.
Pero la luna es insistente y brilla
y dice que volverá a mirarme,
como siempre, entre las hojas muertas.
(fuente: "otra iglesia es imposible")
lunes, 4 de agosto de 2014
Miguel Iriarte Díaz-Granados (1957 )
Oración de la sal
He venido a decirlo
con lo que puede haber de mar en mis palabras.
Este plato de sal, queridos míos,
estos granos de sal traídos desde el mar
esta mañana,
han sido cultivados en su extensa verdad
desde hace siglos.
Y se los he ganado a las tormentas de mi alma.
Y a los monstruos del miedo que persiguen mis delfines.
Y a los misterios del fondo que me llaman.
Están aquí, pequeños, para calmar
la pobreza de esta casa.
Y para iluminar la bruma de este muelle
en el que sólo atracan recuerdos y fantasmas.
Orín de tiempo y ahogados de otras aguas.
No la rieguen en la tabla de la mesa.
No dejen que su diamante más perfecto
se confunda en el desorden de la tierra.
No permitan que arda en la candela.
No se alimenten con ella en demasía.
Ni derramen su salmuera en la herida equivocada,
abierta
por la hoja de metal o por la pena.
Pero ante todo,
no dejen que sus sueños la corrompan.
Y así estarán salvados de la nada.
Este deseo de sal amada mía
tiene que ser navegado en tus rincones.
Para que se alimente el hambre de mi lengua.
Para salvar mi corazón con ese aliño.
Para llevarme un recuerdo de sabores.
Y no mirar atrás, estatua calcinada del olvido.
Señor.
Aparta la sal de mis pupilas.
Déjame ver el mar desde tu orilla.
Guarda la sal de aquellos que tienen mala suerte.
Ten para mí la cruda sal de cada día.
La de mi pan, la de mi amor y la poesía.
(fuente: Ajuste de cuentas. La poesía colombiana del siglo XX, con un prólogo de Antonio Caballero, Alvarado Tenorio, Harold, ed. Agatha, Palma de Mallorca, 2014.)
He venido a decirlo
con lo que puede haber de mar en mis palabras.
Este plato de sal, queridos míos,
estos granos de sal traídos desde el mar
esta mañana,
han sido cultivados en su extensa verdad
desde hace siglos.
Y se los he ganado a las tormentas de mi alma.
Y a los monstruos del miedo que persiguen mis delfines.
Y a los misterios del fondo que me llaman.
Están aquí, pequeños, para calmar
la pobreza de esta casa.
Y para iluminar la bruma de este muelle
en el que sólo atracan recuerdos y fantasmas.
Orín de tiempo y ahogados de otras aguas.
No la rieguen en la tabla de la mesa.
No dejen que su diamante más perfecto
se confunda en el desorden de la tierra.
No permitan que arda en la candela.
No se alimenten con ella en demasía.
Ni derramen su salmuera en la herida equivocada,
abierta
por la hoja de metal o por la pena.
Pero ante todo,
no dejen que sus sueños la corrompan.
Y así estarán salvados de la nada.
Este deseo de sal amada mía
tiene que ser navegado en tus rincones.
Para que se alimente el hambre de mi lengua.
Para salvar mi corazón con ese aliño.
Para llevarme un recuerdo de sabores.
Y no mirar atrás, estatua calcinada del olvido.
Señor.
Aparta la sal de mis pupilas.
Déjame ver el mar desde tu orilla.
Guarda la sal de aquellos que tienen mala suerte.
Ten para mí la cruda sal de cada día.
La de mi pan, la de mi amor y la poesía.
(fuente: Ajuste de cuentas. La poesía colombiana del siglo XX, con un prólogo de Antonio Caballero, Alvarado Tenorio, Harold, ed. Agatha, Palma de Mallorca, 2014.)
domingo, 3 de agosto de 2014
Uriel Martínez (1950 )
Cuando el sueño...
Cuando el sueño gotea
narcótico sobre la cama,
cuando la luz artificial
espera cerrar los ojos,
cuando oleajes lentos
calan en las sienes,
cuando nada esperas
del día sino la noche,
vuelco en pizarrones
de silencios el silencio.
Cuando el sueño gotea
narcótico sobre la cama,
cuando la luz artificial
espera cerrar los ojos,
cuando oleajes lentos
calan en las sienes,
cuando nada esperas
del día sino la noche,
vuelco en pizarrones
de silencios el silencio.
sábado, 2 de agosto de 2014
Eugénio de Andrade (1923/2005 )
El arte de los versos
Toda ciencia está aquí,
en el modo que tiene esa mujer
de los alrededores de Cantão,
o de los campos de Alpedrinha,
de regar cuatro o cinco bancales
de coles: mano certera
con el agua,
intimidad con la tierra,
empeño del corazón.
Así se hace el poema.
(fuente: "la mirada del lobo", traducción: Ángel Campos Pámpano)
viernes, 1 de agosto de 2014
Gloria Fuertes (1917/1998 )
Advertencia
Cuando estés recién muerto,
aún con la tibia tibia,
aún con las uñas cortas,
querrás hacer algo
-lo que podías hacer ahora-;
y ya habrán cerrado las tiendas y portales;
y ya será muy tarde para llegar a tiempo
a los que hoy te aman.
(fuente: "emma gunst")
Cuando estés recién muerto,
aún con la tibia tibia,
aún con las uñas cortas,
querrás hacer algo
-lo que podías hacer ahora-;
y ya habrán cerrado las tiendas y portales;
y ya será muy tarde para llegar a tiempo
a los que hoy te aman.
(fuente: "emma gunst")