Esta semana, la ciudad suiza de Zúrich comienza a implementar
nuevas regulaciones que tienen como objetivo darles mayor seguridad a las
mujeres que trabajan en la industria de las relaciones sexuales y que pretenden
darle sosiego al centro de la ciudad.
Aunque la prostitución es legal en Suiza, los críticos indican que la nueva
legislación les ofrece muy poca protección a las trabajadoras sexuales.
Por muchos años, algunas áreas ubicadas en el corazón de la ciudad, como
Sihlquai -una calle adyacente a la principal estación de trenes- se han
transformado en núcleos del comercio sexual.
Los residentes del área se han quejado de la situación y las trabajadoras
sociales aseguran que la situación se ha vuelto muy peligrosa para las mujeres
que ofrecen los servicios.
"Se montan en los automóviles de hombres que no conocen y que las llevan a
lugares que también desconocen", señaló Ursula Kocher, quien dirige un centro de
apoyo para las trabajadoras sexuales. "Son sacadas de la ciudad, llevadas al
bosque, lejos de cualquier lugar".
Existen denuncias de mujeres que han sido agredidas y robadas.
Un estudio reciente llevado a cabo en Zúrich muestra que la mayoría de las
prostitutas que trabajan en las calles son de comunidades gitanas del centro y
el este de Europa y muchas de ellas tienen hijos.
Las autoridades han puesto en vigencia un sistema que busca proteger a estas
mujeres: prohibir que estén disponibles en las calles y obligarlas a que tanto
ellas como sus clientes utilicen una infraestructura construida en una zona
industrial en los suburbios de Zúrich.
La edificación que abre sus puertas esta semana consiste en un conjunto de
cabinas o garajes a los cuales los clientes pueden entrar con sus vehículos.
Previamente, habrán seleccionado a la mujer tras hacer un recorrido por una zona
en la se muestran las prostitutas.
Hay árboles, luces de colores y bancas para sentarse, todo está diseñado para
crear una atmósfera que Michael Herzig, de los Servicios Sociales de Zúrich,
describe como no muy "triste".
Todo el negocio se debe llevar a cabo dentro de esta edificación, que cuenta
con garajes o "cabinas de sexo", en las que las medidas de seguridad para
proteger a las mujeres están muy presentes.
Los garajes son muy estrechos, lo cual dificulta que el piloto salga del
automóvil. Del lado del pasajero, hay mucho espacio, el botón de una alarma y
una salida de emergencia.
También hay anuncios relacionados con salud sexual: "Frente al automóvil hay
un cartel sobre la prevención del VIH. El conductor verá un condón, lo cual le
recordará que debería usar uno", indican las autoridades.
Hay medidas muy estrictas: "Solo un hombre por vehículo, no (se permiten)
bicicletas ni motocicletas. Tampoco se permite la filmación ni que ensucien el
lugar".
A solo pocos pasos de los garajes, hay un conjunto de cabinas donde hay
consejeros disponibles. Están equipadas con una cocina, baños y una ducha.
De acuerdo con las nuevas regulaciones, las prostitutas deberán comprar una
licencia diaria por un valor nominal y un seguro de salud.
"La mayoría de las mujeres no se dedicarán a esto para siempre. Nosotros las
queremos saludables (para el futuro)", indicó Kocher.
La estrategia de Zúrich frente a una práctica que es ilegal en muchos países
tiene un precedente.
Hace 20 años, en la ciudad era común ver el uso de drogas. Los
narcotraficantes operaban casi sin obstáculos y los adictos a la heroína se
inyectaban en los parques y las calles.
Para combatir esa situación, las autoridades introdujeron programas de
intercambio de jeringas, cuartos para inyectarse e incluso prescripciones de
heroína para los adictos que se reportaban con puntualidad a las clínicas para
recibir sus dosis diarias.
Las medidas fueron exitosas para sacar las drogas de las calles, pero no todo
el mundo está convencido de que la misma receta funcione para el comercio
sexual.
"Zúrich tuvo un gran éxito al limpiar la escena de las drogas", indicó Regula
Rother, quien dirige un centro de acogida para trabajadoras sexuales. "Ahora
quieren hacerlo con la prostitución, pero no estoy realmente segura de si
funcionará".
En un referendo, los contribuyentes de Zúrich aprobaron un presupuesto de
US$2.7 millones para la construcción de la innovadora infraestructura. Para
Rother, el apoyo tiene que ver más con la molestia de ver a las prostitutas en
las calles que con mantener a las mujeres seguras.
"Zúrich es un destino para el comercio sexual, pero la gente de la ciudad no
quiere verlo. El gobierno tiene que hacer algo".
Sin embargo, Rother cree que la nueva edificación es "una buena solución si
las mujeres van allá".
Nadie está realmente seguro de si las mujeres o los clientes acudirán una vez
los garajes empiecen a funcionar.
Herzig, quien es muy sensible cuando se cuestiona al plan llamándolo un
"parque temático" para prostitutas, insiste en que la intención es muy
seria.
"Por supuesto que la gente se ríe de eso", dijo. "La gente ha dicho que la
ciudad se ha convertido en una proxeneta, que estamos creando un Disneylandia
para prostitutas".
"Pero queremos reducir la violencia y mejorar las condiciones de vida de las
trabajadoras sexuales. Para nosotros, no es nada divertido. La violencia no es
divertida. La causa de la prostitución es usualmente la pobreza y no creo que la
pobreza sea divertida. Lo que estamos haciendo es muy serio".
(Estas medidas de "higiene alemana", erradicarán acaso la posible existencia de algún Jack el Destripador venido del pasado remoto; este proyecto, quizá esconderá en algún recoveco la posible existencia de videos para su venta al mercado de la pornografía; o acaso buscan un mayor control de las prostitutas indocumentadas -gitanas, dice la nota- que, como en todas partes, buscan un mejor nivel de vida que en sus países de origen. Son preguntas que quizá inquieten a algún investigador/a del fenómeno social que se remonta a la edad de las cavernas. Nota copiada del sitio "BBC mundo".)