jueves, 29 de agosto de 2013

Radmila Lazic (1949 )



Dorothy Parker blues

Sin amor. Ni una caricia desde hace tiempo.
Olvidada como ropa tendida.
Ni loca ni trepa,
con mis sosos líos sexuales, mi roto loquesea.
Tú eres lo que quiero ahora,
tú con quien nunca he estado.
Me pongo mis medias negras
para cubrir mis piernas mal depiladas.
Me pinto los labios, me arreglo un poco el pelo,
me subo a un par de tacones.
Estoy preparada para ti.
Sólo me queda embutirme en un vestido ajustado
que te deje boquiabierto,
que haga que a tu corazón se le escape un latido
cuando me veas con esta pinta.
Nos conoceremos por casualidad –seguramente
en un lugar de esos en los que encuentras
a mujeres como yo,
a los que no suelen ir hombres como tú.
Esa es la clase de hombre que necesito,
un tío que me lleve a casa sin rodeos
y tenga muy claro lo que quiere hacerme.
No necesito ninguna clase de preliminares,
tipo: ¿has leído esto y lo otro?
¿Prefieres oír algo clásico
o te gusta más el blues?
Como el parte meteorológico
y los anuncios de buen tiempo-
todo lo he oído ya antes.
Vayamos al grano:
te doy el visado
para mi cuerpo –mi patria:
una vez tuve un buen culo,
y aún merece la pena.
Mi piel es terciopelo en el interior,
como un iris.
Huélela. Pruébala.
Cuando cierres la puerta
empújame contra ella
y empieza a besarme
y luego vete bajando y bajando.
Si no quieres hacerme eso, yo te lo haré a ti.
Mi cuerpo, invernal hace sólo un rato,
es ahora un arbusto lleno de abejas salvajes.
He derrochado un poco todo lo que tenía
pero ahora tengo muy claro lo que quiero.
Estoy en horas altas, suenan mis alarmas.
Mis años corren como un tren expreso
cargado con todos los tipos imaginables de equipaje,
un amor o dos, un lío ocasional,
y después cae en picado hacia la tienda
de ropa de segunda mano.
Eres justo lo que necesito, cariño.
Te estoy ofreciendo una oportunidad,
frótate, haz otra marca de tiza en la pizarra,
limpia mis días melancólicos, mis días vacíos.
Añade unas pocas palabras necesarias,
rescátame de donde estaba encerrada.
No necesito una copa.
Nada de música, ni de charla en voz baja.
Lo único que quiero es un buen polvo
a oscuras o con la luz encendida, eso es lo de menos.
Escribo mi vida hora por hora.
Me importan un bledo las historias de los demás.
Me gusta rasgar y arañar
como esa gata en el tejado de zinc caliente
abrasada de deseo.
Oh, no sé cómo taparme la boca.
Hablo demasiado, casi siempre
sobre cosas que sería mejor mantener en privado.


(texto tomado del blog "rima interna", versión de Martín López-Vega)

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