viernes, 30 de julio de 2010

ROBERTO BOLAÑO (1953- 2003)

EL CONTORNO DEL OJO

Diario del oficial chino Chen Huo Deng, 1980.

Por Roberto Bolaño

Jueves. Una curiosa criatura parecida a una vaca gigante pero que posee un pico de pato. Las palabras del periódico se ordenaron como un acertijo infantil dentro de mi cabeza. Me levanté a las cinco de la mañana. Después de lavarme descorrí la cortina: al fondo, en las escarpadas, muy lejos de la aldea, unas fogatas me recordaron los campamentos militares de mi adolescencia. Eran los carboneros. Más allá, hacia el oeste, entre bosques y campos de cultivo, el tendido ferroviario y un tren iluminado a medias que se perdía en la noche. Martes. El comisario político de la aldea vino a visitarme. Eran las siete de la mañana y la puerta estaba abierta. Debió deducir que me hallaba despierto y entró. El hombre quedó sorprendido de encontrarme sentado en el suelo, de cara a la pared, sin ninguna prenda de vestir encima. Al volverme hacia él se puso a parpadear y musitó que lo sentía. Le dije que no importaba. Mi rostro recién afeitado contrastaba con su cara soñolienta. Luego dijo: buenos días camarada Chen, y se marchó. Me quedé un instante escuchando sus apresurados pasos sobre el camino.

Jueves. Por la mañana estuvo conmigo el médico. Me preguntó cómo me sentía. Le dije que escribía un diario. Dijo que hacía años que había leído mis diarios de juventud. Le dije que el diario que ahora llevaba no era para la imprenta. He escrito muchos diarios, le dije, la mayoría fruto del cansancio, muletas para mi creación literaria. Dijo que comprendía que los poetas escribiéramos mil palabras para librar una. Le dije que en mi diario actual se libraba algo más y se rió sin comprender.

Viernes. Hoy ha habido ajetreo en la aldea. Por la tarde un grupo de hombres y mujeres salió hacia el bosque que colinda con la Granja; el resto del pueblo se reunió en la biblioteca y partieron después en dirección a las escarpadas. Temí que fuera el único habitante que quedara en la aldea. Me vi a mí mismo, solo en la casa y luego vi la casa confundida entre las otras casas vacías. En la perspectiva había algo que iba mal. Salí al jardín a fumarme un cigarrillo y a pensar; en la casa de enfrente se abrió una ventana y una anciana a quien nunca antes había visto me sonrió. Permanecí allí bastante rato; observé que las plantas crecían con inusitado vigor; al final del camino un perro jugaba solo. Entrada la noche comenzaron a regresar los aldeanos. Casi nadie hablaba, a excepción de los niños que parecían alegres y excitados.

Jueves. Por el camino principal de la aldea vi venir al comisario político acompañado de tres niños. Los niños conversaban entre ellos y de vez en cuando le dirigían la palabra al comisario. Pensé que iban a la Granja. Camarada Chen, sonrió el comisario al llegar a la casa, pero sin entrar, estos alumnos tienen que escribir una composición sobre tus libros, explicó: sé amable con ellos.
Camarada, dijo uno de los niños, nuestro trabajo de literatura de este mes versará sobre ti. Les dije que me halagaban, cuidándome mucho de preguntarles si había sido idea de ellos o de la maestra. Parecían unos niños muy serios. El comisario se marchó enseguida. Mientras mis huéspedes se acomodaban en el cuarto me asomé a la ventana y lo vi alejarse por el camino del pantano, la cabeza inclinada como si tuviera sobre si un gran problema. El gris del cielo parecía enfermizo, veteado de blanco, con fosforescencias apagadas en la línea del horizonte.

Martes. Una curiosa criatura parecida a una vaca gigante pero que posee un pico de pato ha sido vista repetidas veces desde el mes de agosto en un lago volcánico cerca de la frontera con Corea. Algunos trabajadores temporeros la han podido observar a 40 metros de donde se hallaba, aunque no se sabe si es una especie acuática o anfibia, cómo vive ni por qué este raro ser no ha sido visto antes del citado mes. Miércoles. Vino a visitarme la maestra. Es una muchacha de unos 20 años. Parece frágil, pero sus ojos son fuertes y mira de una manera decidida. Hablamos poco. Los niños, la escuela, la biblioteca. Dijo que era un honor para ellos que yo viviera una temporada aquí. Le dije que estaba en la aldea por prescripción médica y luego añadí que había sufrido un trastorno nervioso considerable, que había estado internado un mes en el Hospital Militar de Nanning y que finalmente los médicos y mis superiores habían llegado a la conclusión que lo mejor para mi salud era pasar un par de meses en el campo, sin hacer nada. Dijo que ya lo sabía y que confiaba que me recuperara pronto. Luego propuso dar un paseo. Al levantarnos tuve la sensación imperceptible pero clara que estaba angustiada. Caminamos hasta una loma desde la que se divisaba la Granja. De pronto sentí deseos de volver, de estar solo. Le dije que prefería volver, que estaba cansado. Es normal, dijo ella. De vuelta a casa permanecí hasta tarde recortando noticias de diferentes periódicos.

Jueves. Wan. Un niño de 11 años de edad puede ver con sus ojos, como si fueran rayos X, el corazón, los pulmones y cualquier órgano interno del ser humano. Su nombre es Shie Zo Hue, vive en la ciudad de Wan, en la provincia de Guizho, y su caso ha sido examinado por la Academia de Medicina de la provincia de Hubel. El niño puede ver, por ejemplo, en qué posición se encuentra el feto de una madre embarazada y en una ocasión adelantó que había visto mellizos en el seno de una mujer y el resultado se pudo comprobar poco después. Un grupo de investigadores científicos se ha servido del niño para hacer radiografías que serían difíciles o peligrosas por otros métodos. Shie Zo ya ha examinado en los últimos meses a 105 pacientes.

Martes. La maestra me invitó a cenar. Al llegar a su casa encontré a cinco personas de las que sólo conocía al comisario político y al muchacho que baja a la ciudad tres veces a la semana en la camioneta del pueblo. Fui recibido con efusivas muestras de alegría. Durante la comida hablaron de cuestiones agrícolas. Uno de los comensales, una campesina de la Granja, dijo repetidas veces “se inunda el valle“. No supe, pese a la atención que presté a su conversación, a qué se refería. Después de la comida la maestra me llevó aparte; salimos al jardín y me preguntó qué pensaba de la guerra. Permanecí callado, estudiándola; sus ojos estaban llenos de lágrimas. Detrás de ella las colinas eran una mancha negra debajo de la luna creciente, pero al mismo tiempo era una mancha móvil, inestable. De improviso sentí que no estábamos solos: los otros se habían asomado a la ventana y desde allí nos miraban con sonrisas heladas que se aproximaban demasiado a la piedad.

Martes. Me desperté a las cuatro de la mañana, sudando y con fiebre. Salí a caminar, la aldea estaba dormida y sólo se escuchaba el ladrido de un perro por el camino de la Granja. Me dirigí a la biblioteca; ésta tenía la puerta cerrada pero sin llave, como parecía ser costumbre. Encendí una pequeña lámpara, busqué papel y lápiz y me puse a escribir. Al cabo de una hora tenía sueño, pero permanecí un rato más hasta terminar el bosquejo de mi informe. Después apagué la luz, dejé todo tal como lo había encontrado y regresé a casa. Dormí hasta las nueve de la mañana. Me despertó el muchacho que regresaba de la ciudad para entregarme los periódicos.

Domingo. Pekín. Tres personas murieron pisoteadas por la multitud y otras diez resultaron heridas al final de un festival de música moderna celebrado en Pekín hace dos días con motivo de la “Fiesta de la Luna“. Hoy se reveló que la empresa encargada del parque de Beihai, donde se celebró el festival, cometió graves irregularidades que propiciaron el accidente. El recinto estaba preparado para recibir 25.000 personas, pero la administración del parque vendió exactamente hasta 50.240 entradas e invitó a otras personas, hasta completar la cifra de 60.000. Domingo. Hoy me encontré con la maestra. Era mediodía y yo estaba desde muy temprano leyendo en un claro del bosque cuando ella apareció precedida por unos cuarenta niños. Se sentó conmigo -en el claro hay bancos de madera construidos por los aldeanos- mientras sus alumnos se dedicaban a buscar hojas y musgo. Parecía cansada. Me preguntó qué leía. Se lo dije; luego permanecimos en silencio, ella evitaba mirarme. De pronto, sin levantar la vista, me preguntó cómo era la guerra. Es muy dura, le dije. Muere gente. Cuando me miró comprendí que estaba agradecida por lo que había dicho. Volvimos juntos, entre la algarabía de los niños, yo sin comprender nada. Al llegar a la puerta de mi casa nos despedimos. Sonreía, algunos pelos se le habían pegado en la frente. Me quedé inmóvil hasta que la vi desaparecer, primero las piernas, luego la cintura, los hombros, la cabeza.

Sábado. Es de noche. Desde mi ventana veo los fuegos en las escarpadas. Me pregunto quiénes son los carboneros, de qué aldea, y a manera de respuesta imagino una planicie blanca. La maestra tuvo un comportamiento extraño esta tarde. Yo daba un paseo en bicicleta y ella venía con un grupo de gente por el camino del pantano. Al llegar junto a ellos algunos campesinos me advirtieron que no siguiera, que el camino era peligroso para andar en bicicleta. Les pregunté de dónde venían. Contestaron que del maizal que hay junto al pantano. Les pregunté si eso era posible, cultivar maíz junto a un pantano y dijeron que sí. Mientras hablábamos la maestra rehuyó mi mirada y al decidirme a volver con ellos se retrasó intencionadamente del grupo junto con otras dos muchachas. Al cabo de un rato de caminar volví la cabeza y en el otro extremo sólo vi dos siluetas. Iba a preguntar a los otros dónde estaba la maestra cuando observé que uno de los campesinos llevaba guantes. Este descubrimiento me trastornó hasta el punto de impedirme decir nada más durante el resto del trayecto. Ahora es de noche y tal vez un día de estos me decida a visitar las escarpadas. Los fuegos son minúsculos. En ocasiones, sin embargo, su brillo es cegador.

Lunes. En la Granja todo el mundo estaba trabajando menos el muchacho de la camioneta. Me senté junto a él en el galpón y le ofrecí cigarrillos. Al terminar de fumar dijo que esta tarde iría a la ciudad, por si tenía algún encargo que hacerle aparte de los periódicos que me envían de Nanning. Le dije que no necesitaba nada. De acuerdo, dijo, un verdadero revolucionario es aquel que puede abastecerse en la cooperativa de su propio pueblo. Lo dijo sonriente, con algo de burla. Le respondí que este no era mi pueblo. Eso tiene mayor mérito, dijo. Me hubiera gustado sonreír pero no lo hice. Después de un rato me preguntó si sabía qué árboles eran los que crecían junto a la cerca. Le dije que eran almendros. Me miró con una sonrisa radiante y después me dijo que sí, en efecto eran almendros. Por un instante quedé desconcertado, luego sostuve con calma su mirada hasta que desvió los ojos. Alguien hizo sonar una taza de latón y escuché una voz detrás de mí que decía son las diez de la mañana.

Jueves. Algunos científicos se han instalado en la zona atraídos por el fenómeno y un campesino llamado Lai Jui Hua la describió en los siguientes términos: “Tiene la boca como la de un pato y la cabeza como la de una vaca, pero mucho más grande. El cuerpo también es enorme y se mueve dentro del agua provocando unas olas similares a las que producen las barcas”. He despertado con fiebre. Durante mucho rato he permanecido sentado en la cama, los ojos fijos en un punto de la pared, intentando no pensar en nada. Por el tórax me corrían hilos de sudor y sentía las tetillas frías como si me hubieran aplicado hielo.

Martes. Tengo fiebre, sin embargo procuro quitarle importancia. Mientras escribía, el comisario ha venido a invitarme a una reunión de carácter político que se celebrará después de una comida campestre. Le he preguntado, un tanto molesto por haber sido interrumpido, si en esta aldea solían celebrar las reuniones después de comer en el campo. Ha titubeado y después me ha dicho que sí. Una curiosa costumbre, murmuré, y él me ha confesado que desde antes de la Revolución Cultural lo hacían así. No me he comprometido a nada y al irse el comisario he seguido escribiendo.

Jueves. Han venido a visitarme dos mandos militares de la ciudad. Eran jóvenes y estaban nerviosos. Les rogué que se sentaran y me excusé de no tener nada que ofrecerles. Ellos sacaron una botella de vino y una de aguardiente que traían de regalo. Abrimos la botella de aguardiente; me trataron con deferencia y demostraron haber leído mis poemas. Uno de ellos también escribía y parecía tener talento a juzgar por los versos que recitó. De pronto me di cuenta que había olvidado quitar los recortes de periódico de la mesa e inevitablemente éstos atrajeron su atención. ¿Qué significado tiene esto?, preguntaron sonriendo. No lo sé, dije, son noticias que recorto. No insistieron y al cabo de un rato hablábamos de otras cosas. Jueves. Por la noche, antes de dormirme, saco por unos instantes los recortes y los alineo sobre la mesa. Luego me siento delante de ellos y los contemplo. Escucho apenas el vehículo de los militares que vuelven a Nanning. “El Youjiang va crecido este año”, dijo uno de ellos al despedirse. ¿Qué significado tiene esto, en realidad? El monstruo tiene pico de pato, leo. Esto no puede asombrarme ni maravillarme, sin embargo intuyo que detrás de estas palabras hay algo que puede provocarme una emoción aún mayor. Por momentos tengo la certeza de encontrarme sobre la pista, por momentos creo que sólo estoy enfermo.

Martes. Wu Yunquing, de 142 años de edad, residente en Quinghuabian, provincia de Shaanxi, pasea en bicicleta por las calles de su ciudad natal. Para Wu, el secreto de su longevidad radica en su optimismo, el ejercicio físico y una forma de vida moderada. Según él, esta moderación incluye cuatro o cinco horas diarias de sueño y, a ser posible, sentado. Recorto también la foto: en ella aparece un anciano de barba blanca, montado sobre una bicicleta, observando la cámara fotográfica. Miércoles. He asistido a la comida campestre y luego a la reunión. La comida fue abundante, hubo vino y muchos brindis. Después hubo dos oradores, el comisario político y una campesina que trabaja en la Granja. La charla de esta última fue curiosa, la traía escrita y tenía por título “¿Qué hacer cuando la lluvia nos sorprende en el camino?” A medio discurso, plagado de lugares comunes, de reiteraciones y descripciones minuciosas de herramientas y ropas de trabajo, me dormí apoyado sobre el tronco caído de un árbol. En determinado momento, a mi sueño llega su voz que dice que la persona que se viera asaltada por la lluvia debía cavar un hoyo, meterse dentro y luego cubrirse de tierra. Desperté sobresaltado. Nadie me observaba salvo el comisario político; su rostro era una extraña mezcla de ironía y miedo. Cuando la campesina finalizó su discurso esperó a que yo aplaudiera para hacerlo él. Jueves. Sobre los incidentes del parque Beihai: El jefe de seguridad de la zona había advertido a los responsables del parque que vender más entradas de las autorizadas podría provocar desórdenes…Algunas canciones de la última moda interpretadas en inglés provocaron fuerte emoción en el público juvenil… Los espectadores salieron del recinto atropelladamente y alrededor de 60 personas fueron pisoteadas…Entre los diez heridos, cuatro se encuentran graves.

Jueves. El militar más joven, el poeta, dijo que la realidad era la cultura. Yo miraba por la ventana el movimiento apenas perceptible de la aldea. Por la calle principal se alejaban dos niños llevando algo entre los brazos; por el otro extremo venían dos mujeres arrastrando una carretilla; hablaban en voz alta, se reían. El otro oficial dijo algo acerca de armas bacteriológicas. No le presté atención, sólo recuerdo haber asentido mientras un ligero corrimiento, allá lejos, en las escarpadas, cautivaba mi interés. Fue algo así como si empujaran hacia un lado el paisaje y metieran en el hueco otro exactamente igual, pero nuevo. Por la noche fui a la casa del comisario. Vive con su mujer y cinco hijos, todos menores de diez años. Le pregunté qué clase de asamblea había sido la de ayer. Su mujer me miró como si los hubiera amenazado de muerte. El comisario dijo que no había sido una asamblea sino una fiesta. Al recordarle que por la tarde todos habían trabajado, añadió que se trataba de una fiesta menor. La tradición, dijo, es celebrarla durante media jornada, con una comida colectiva.

Viernes. A las doce de la noche, cuando terminaba de leer un libro de divulgación científica y me disponía a revisar mis recortes de periódico, llamaron a la puerta. Permanecí sentado, quieto, no quise responder. Volvieron a llamar, muy débil, como si no quisieran molestar. Recuerdo haber cerrado los ojos, haber deseado que quienquiera que fuese creyera que no estaba, aunque la luz encendida me delataba. Después la puerta hizo un sonido de alambre al abrirse y unos pasitos menudos se deslizaron hasta detenerse a pocos metros de donde yo me hallaba. Abrí los ojos: la maestra apagó la luz y se desnudó sin decir una palabra. A tientas, guardé los recortes, dejé la carpeta sobre la mesa, descorrí la cortina, me dirigí con cuidado hacia el lecho. Sus senos eran pequeños y anchos y sollozó mientras la penetraba. Después estuvimos abrazados en la oscuridad hablando de cosas sencillas, los problemas de la escuela, la biblioteca -insistió en saber mi opinión sobre ésta-, los niños, la Granja, los carboneros que trabajaban de noche. Al llegar a este punto le pregunté por qué trabajaban de noche y no supo responderme.

Viernes. El muchacho de la camioneta llega a las ocho de la noche de Wuming. Me acerco a él para que me entregue los periódicos. Su semblante está pálido y demacrado. Con una sonrisa me dice que está enfermo. Le pregunto si ha ido al médico y dice que sí. Tiene diarrea y fiebre. Le digo que no debería conducir en ese estado. Responde que ahora se irá a la cama, apenas deje de conversar conmigo. Por la noche trabajo en la biblioteca hasta la una de la mañana. Al salir tengo la sensación de que el pueblo está vacío. A medida que camino la sensación se hace más intensa, así como el deseo de entrar en algunas casas y comprobarlo. Sin embargo, soy capaz de controlarme, de llegar hasta mi casa, de desnudarme, de pensar.

Sábado. Durante la mañana revisé los recortes. El niño de Wan, el monstruo del lago, el anciano que pasea en bicicleta, los incidentes del parque de Beihai. ¿Qué tienen en común estas noticias? He recortado otras, pero las recurrentes, las que vuelven a mi memoria como señales rojas, sólo son estas cuatro. Jueves. El oficial habló de armas bacteriológicas. Le pregunté a qué clase de armas se refería. Al mirarme, su rostro se desdibujó como si una niebla azul lo envolviera. Pensé: camarada, estás desapareciendo.
Viernes. Debo mantenerme firme. Por la mañana vino a visitarme el médico. Su marcha coincidió con la llegada de la maestra. Escuché cómo se saludaban en la puerta y luego un largo silencio donde acomodé ambos rostros, inexpresivos, débiles. Al llegar a la habitación la maestra dijo que me encontraba bien. Le pregunté por qué creía eso. Respondió que el medico había dicho que mi salud era buena; además, ella sabía que escribía a diario, un excelente síntoma.

Sábado. Por la tarde un primer grupo de aldeanos salió por el camino de la Granja. Poco después salió otro grupo por el camino de las escarpadas y el pueblo quedó prácticamente vacío. Esta vez quise saber adónde iban y decidí seguir al segundo grupo, por lo que cogí una bicicleta que alguien había dejado junto a la cooperativa y pedaleé en dirección a las escarpadas. Al llegar al primer recodo comprendí que no les daría alcance: en algún momento habían abandonado el camino y ahora, para alcanzarlos, debía volver atrás y encontrar el punto por el que se habían desviado. Me pareció inútil y regresé a la aldea. Al pasar por mi casa la anciana que vive enfrente abrió la ventana y sacó la cabeza como si intentara atrapar algo con la boca. Supe, recién entonces, que era ciega. Dejé la bicicleta adonde la había tomado y volví andando.

Lunes. El volcán hizo erupción tres veces entre 1597 y 1702 y las repetidas lluvias y la nieve convirtieron su cráter en un lago de 10 kilómetros cuadrados y 373 metros de profundidad. Según han manifestado los trabajadores que conocen la zona, la abundancia de microorganismos en el lago puede muy bien ser la causa de que en él vivan animales acuáticos. Las plantas del jardín dan la impresión de una inmovilidad perfecta. Pensé en la bicicleta de Wu Yunquing, en su barba blanca, casi postiza. Nacido en 1838. El día está cargado de nubes oscuras, hace calor. Por un momento he creído que los recortes se proyectaban sobre las escarpadas. He cerrado los ojos; la imagen ha tardado en diluirse. Algunas personas afirman que Shie Zo habitualmente ve a todas las personas desnudas debido a la fuerza de sus ojos. De pronto comienza a llover y sé entonces que soy el único que presta atención a lo que está ocurriendo. Esto puede ser el fin, pienso. Entonces la lluvia cesa.

Lunes. Nunca podré establecer una relación entre los recortes; ¿de qué manera se prolonga la extraña criatura del lago con los disturbios del parque Beihai?¿En qué medida el portento visual del niño de Wan es el de la misma naturaleza que da la larga vida de WuYunquing? Sólo sé que suceden cosas extraordinarias. Mientras el militar más joven recitaba algo de Mao Dun observé que la vida en la aldea era idéntica a sí misma. La maestra salía de la escuela rodeada de niños y miraba en dirección a mi casa, sin verme. La camioneta de la aldea permanecía aparcada junto a la cooperativa. Más lejos jugaban dos cachorros de perro, y un niño, con una pala en la mano, los observaba. El color del cielo nuevamente era gris y por el lado de las escarpadas exhibía unas franjas fosforescentes, repugnantes, como si esa parte del cielo estuviera leprosa. Sin perder la sangre fría corrí hacia el patio trasero y vomité. Sentía una profunda piedad imprecisa. Los oficiales salieron en mi búsqueda e intentaron llevarme al baño, pero no lo permití. Me bastó mirarlos, con los labios aún manchados de bilis, para que no avanzaran un paso más. Después mentí: he perdido la costumbre de beber, dije. Lunes. No estoy enfermo. Mi nombre es conocido en las provincias de mi país. Tengo 45 años y desde los 15 sirvo en el ejército. He recibido múltiples condecoraciones. A los 25 años publiqué mi primer libro y desde entonces mi producción literaria ha sido ininterrumpida. Soy sano y fuerte, me he demostrado que puedo resistir el hambre y el dolor. Durante seis años residí en Vietnam donde fui consejero del ejército popular en la lucha contra los imperialistas y sus lacayos. Viví en Hoa Binh y Phat Diem; en 1971 fui herido en una aldea cercana a Phu Dien Chau y retorné a mi país. En 1979, durante el conflicto bélico chino-vietnamita, combatí contra mis antiguos aliados. Mi división estaba acuartelada en Jinxi y yo pertenecía al estado mayor. Al terminar la guerra fui destinado a Ningming, cerca de la frontera y, al poco tiempo enfermé. Estuve en el Hospital Militar de Nanning donde mi recuperación fue rápida; luego, por deseo de los médicos y con el beneplácito de mis superiores, fui enviado a esta aldea para descansar.

Viernes. Desde las cinco de la mañana hasta las doce he permanecido sentado en el suelo, desnudo, intentando pensar. Es difícil; a veces el cuerpo parece un agujero y todo lo demás, las ideas, las palabras, los descubrimientos, se asemejan a las joyas, hermosas pero innecesarias. Si tuviera tiempo, conjeturé, me gustaría trasladarme a Pekín e investigar a fondo los incidentes del parque Beihai. Una sola pregunta: ¿quiénes autorizaron la venta de entradas? ¿Y para qué? Esta segunda pregunta, por supuesto, podría contestarla si pudiera interpretar correctamente los recortes. Sábado. Salí por la mañana. Conseguí una bicicleta en el taller de la Granja y partí de inmediato. El muchacho de la camioneta me vio abandonar el pueblo y gritó algo inaudible. Me volví a mirarlo, no me detuve. Corrió un trecho detrás de mí pero al cabo de unos minutos abandonó; por el espejo retrovisor alcancé a ver que me decía adiós con los brazos. Pedaleé durante unas tres horas en dirección a las escarpadas y me detuve a descansar. Estaba empapado de transpiración pero me sentía bien. La bicicleta era vieja y tenía el cuadro oxidado, pero aguantaría; era pesada y resistente, de las construidas hace mucho. A mediodía llegué a una colina escasa de vegetación desde donde vislumbré una aldea. Saqué los prismáticos y enfoqué las calles durante un rato. Ni una sola persona, ni un solo movimiento. Un kilómetro más adelante el camino se bifurcaba. Una senda, casi techada por el bosque, llevaba a la aldea; la otra seguía hacia las escarpadas. Noté la ausencia de sonidos, la quietud que parecía colgar de las ramas más altas de los árboles. Pensé textualmente: la quietud cuelga de una rama, y tuve un acceso de desmayo. Me sostuve, perplejo, como si estuviera en un bosque de adivinanzas y no debiera perder el buen juicio. Al cabo volví a montar en la bicicleta y me alejé en dirección a las escarpadas.

Martes. La maestra vino a mediodía. Traía composiciones que sus alumnos habían realizado sobre mi literatura. Me las extendió, sonriendo, y esperó a que las leyera. ¿Qué te parecen? Camarada, le dije, me dan ganas de llorar. Pues llora, dijo ella. Nos desnudamos e hicimos el amor. Después ella dijo riendo que nunca lo había hecho a esa hora. Por el marco de la ventana vi un cielo gris, de un brillo opaco, y pensé que era extraño que no me estremeciera. Martes. Al caer la noche la maestra volvió a casa. Comimos juntos, lavamos los platos, nos sentamos a trabajar en la misma mesa; ella preparaba sus clases y yo escribía los últimos párrafos de mi informe. En el silencio de la medianoche escuché pasos de gente que iban a la casa vecina. Le pregunté qué ocurría. Dijo que la anciana ciega estaba enferma. A los pocos minutos el silencio se había restablecido. ¿Era el médico?, pregunté. No, dijo, el médico vive en Wuming, era gente del pueblo. Me acosté pensando en la vieja. Por el hueco de la cortina veía a la maestra inclinada sobre la mesa. Cerré los ojos y sonreí, los niños habían escrito “optimismo y confianza en el futuro”. Intenté recordar, ignoro por qué razón , el rostro del joven oficial y poeta, y en su lugar aparecieron las siluetas de los niños que rodeaban al comisario político al final del camino. Cuando la maestra vino a la cama me había dormido. Temblaba, me contó ella al día siguiente. Me sentía feliz.

Viernes. Me desperté a las seis de la mañana. Le dije a la maestra que no debería haber sido fácil para los aldeanos mi estancia aquí. Me miró sorprendida. No, dijo, los campesinos son generosos. Sólo temían que no te sintieras bien. Me siento bien, le dije. Antes de marcharse me acarició una mano. No me moví de la puerta hasta que la vi desaparecer por una calle lateral. Por todas partes se veía gente trabajando. Salí al patio trasero y me bañé con baldes de agua fría. Sentí deseos de cantar. Por supuesto, no lo hice.

Sábado. A las seis de la tarde avisté otra aldea. Desde un árbol estuve observando el pueblo con los mismos resultados que en el anterior. Era curioso, a mi derecha crecía un rumor de río, como si el Youjiang se hubiera salido de madre, aunque yo sabía que el Youjiang estaba por lo menos a 25 kilómetros a mi izquierda. El calor era insoportable y presagiaba tormenta. Esta vez resultaba inevitable pasar por el pueblo, a menos que lo rodeara, pero en este caso tenía que abandonar la bicicleta. Entré lentamente, a vuelta de rueda, temeroso de perturbar el silencio reinante. Cuando dejaba atrás la primera casa comenzó a llover. Casi al instante el agua formó una cortina tan densa que impedía cualquier atisbo de visibilidad. Dejé la bicicleta apoyada junto a un bebedero y entré corriendo en la vivienda más cercana. No fue necesario tocar, la puerta estaba abierta y un sólo vistazo me bastó para comprender que allí no vivía nadie. Cuando la lluvia amainó penetré en las otras casas: todas estaban vacías desde hacía mucho. Me senté en el suelo, bajo el alero de una de las chozas, y esperé. Había anochecido cuando decidí seguir adelante. Al ir a buscar la bicicleta observé que en las escarpadas ya estaban las primeras fogatas de los carboneros. ¿Carboneros en la provincia de Kuangsi?, ¿después de la lluvia? Saqué los prismáticos y enfoqué hacia arriba. Los fuegos apenas parpadeaban. Me sentía afiebrado, no obstante seguí.

Sábado. Dos kilómetros más adelante el camino terminaba junto a un pozo. Alrededor del pozo habían limpiado una especie de explanada y en ambos lados habían bancas de madera, enmohecidas, con respaldos labrados con motivos florales. Me senté en la de la izquierda. Sabía que a mis espaldas los fuegos crepitaban aunque no pudiera oírlos. El rumor sordo del río se imponía a cualquier otro sonido.

Domingo. La tonalidad del cielo es la misma de ayer y de los días pasados. Por la mañana estuve sentado en el jardín, con un libro en las rodillas, mientras los campesinos marchaban a trabajar a la Granja o al pantano y horas después volvían de la Granja y el pantano y se saludaban al encontrarse o se detenían a hablar. A las cinco de la tarde vino puntual el muchacho de la camioneta a entregarme el paquete de periódicos. Cuando ya se iba le pregunté si se había recuperado; me miró sonriendo, sin entender. ¿Estás sano, ahora?, le grité.¡Sí!, dijo, y la camioneta se alejó camino abajo. Domingo. No he abierto el paquete de periódicos. Sé que encontraría noticias que recortar y ya no importa. Alguien se encargará de quemar los recortes que he guardado y mi diario. Tal vez alguien se adelante y no permita que eso suceda. Sospecho que ambas posibilidades tienen más de algo en común.

Lunes. Me disponía a dar un paseo cuando llegó el comisario. Le dije que quería caminar, que si a él no le molestaba podíamos dar un paseo juntos. Aceptó encantado. Tomamos el camino de la Granja hasta llegar al bosque. Dígame, le pregunté, cómo se llama esta bosque. El comisario sonrió con timidez. No tiene nombre, dijo. Nos sentamos a hablar en el claro. La conversación fue parca. El comisario miraba beatíficamente las ramitas esparcidas en la tierra mientras yo buscaba las ramas más altas, los pedazos inseguros de cielo. Casi un símbolo, medité. Al anochecer volvimos a paso lento a la aldea.

Lunes. Me asomé a la ventana de la casa vecina. La oscuridad no era total y pude ver a la anciana sentada en una silla mientras un niño vigilaba la sartén sobre un hornillo de leña. Buenas noches, dije, me alegra verla repuesta. ¿Quién es?, dijo la anciana. El niño miró sonriendo y después siguió atento a lo que cocinaba. Mi nombre es Chen Huo Deng, dije. Ah, el soldado, suspiró ella. Soy una vieja asmática pero no puedo morirme todavía. Eso está bien, dije.

Lunes. Sobre la mesa he dejado en orden todo cuanto he escrito estos días. Aquí está mi informe atrasado y cinco poemas. Sobre la mesa quedará asimismo este diario. No oculto nada. (Además, sería inútil.) Junto a mis papeles he dejado una breve nota señalando que éstos deben ser entregados al estado mayor del ejército, en Nanning. La casa, que tan amablemente me fuera prestada por el comité del partido de esta aldea, la devuelvo en las mismas condiciones en que me fue cedida. Por lo demás, todo lo que tengo es del Ejército. Ahora saldré a caminar, ya ha pasado medianoche, hasta llegar al bosque. Espero tener la paciencia de buscar una rama alta y resistente, escondida en el follaje, y colgarme.

* * * * * * * * * * *

Tercer Accesit del I Premio Alfambra de Cuentos, Patrocinado por el Ayuntamiento de Valencia, 1983. Editorial Prometeo.

Este relato de Roberto Bolaño recuerda en gran medida las atmósferas oníricas del narrador Haruki Murakami, no sólo por los paisajes sino porque, por momentos, bordea las fronteras de la pesadilla capturada en distintos momentos en las narraciones entrecruzadas de Kakfa en la orilla; la presencia de criaturas con tendencias a la autodestrucción y los paisajes que cobran presencia como si fuesen personajes son otras de las características de este relato que, más adelante, desembocarían en obras como 2666. UM

jueves, 29 de julio de 2010

MÉXICO CALIENTE

uno.
Domingo 25 de julio/2010. Un comando de internos del penal de Gómez Palacio, Durango, sale y ejecuta a 17 asistentes a una fiesta en la ciudad de Torreón, Coahuila, colindante con la primera. Para cometer la masacre los reos utilizan armas de los propios custodios y autoridades carcelarias, con anuencia de la dirección del penal y con el conocimiento las autoridades estatales que nombraron a Margarita Rojas Rodríguez directora del reclusorio.

dos.
Lunes 26 de julio. Basadas en un video que subió a You Tube una banda del crimen organizado, las autoridades federales, PGR y Secretaría de Gobernación, procedieron a investigar los hechos y encontraron: a) que las armas utilizadas en la ejecución correspondían con las reglamentarias de los custodios de la cárcel de Gómez Palacio, que los comisionados para el crimen se trasladaron en vehículos del mismo lugar; b) que luego de verificados los videos instalados en el presidio y cotejadas las bitácoras del movimiento de las unidades automotrices, se encontró que, efectivamente, la confesión de un poli preventivo y grabada en el documento subido a Internet, antes de su ejecución en vivo, era cierta.

tres.
Misma fecha. En efecto, la directora del penal autorizaba la salida del comando de internos no sólo para la ejecución del día anterior a la conferencia de prensa aquí consignada, sino que había consentido dos salidas anteriores: una en febrero de este año para ultimar a diez personas en el bar Ferrie y otras ocho en mayo en el bar Juana's, ambos localizados en Torreón. Se presume que los atacantes, con domicilio temporal en el Centro de Rehabilitación Social de Gómez Palacio, pertenecen a un cártel rival al de los ejecutados, excluidos los inocentes.

cuatro.
Martes 27 de julio. Después de cubrir una movilización de familiares de los detenidos y arraigados -además de la directora, el subdirector, el jefe de seguridad y el de vigilancia-, "desaparecen" dos camarógrafos y dos reporteros que cubrieron la nota para medios locales y nacionales. Sus captores, relacionados con alguno de los dos cárteles, solicitaron a los jefe de los periodistas que difundieran tres videos, con una duración global de quince minutos, entre éstos el de la confesión y ejecución del policía que señaló la complicidad de autoridades estatales con una facción del crimen organizado.

cinco.
Miércoles 28 de julio. La madrugada de este día, en la cabecera municipal de Jerez, Zacatecas, es allanado el domicilio del director del semanario local La Opinión, Ulises González, al que un comando armado se llevó con destino desconocido luego de sacar de cuajo la puerta de entrada y hacer disparos en muebles y paredes. Según colegas del reportero desaparecido o secuestrado, recientemente solicitó, y en reiteradas ocasiones, a la dependencia federal correpondiente información acerca de las pensiones que perciben rectores jubilados de la universidad (UAZ).

seis.
Jueves 29 de julio. Entrevistados en corto, esto es fuera de grabadora, dos colegas del coordinador del semanario refirieron que no existe una agrupación de periodistas que reclame a las autoridades estatales ni federales por el ilícito, ni tampoco los familiares de González García han interpuesto querella alguna por su secuestro. Tampoco se han presentado quejas por las amenazas recibidas por reporteros de otros medios que han sido amedrentados, vigilados y perseguidos por integrantes del crimen organizado.

siete.
En 1985 apareció publicada la crónica novelada Asesinato, de Vicente Leñero, con una vasta trayectoria en el periodismo, sobre la muerte de dos ancianos, los Flores Alavez, abuelos de Gilberto, supuesto verdugo de la pareja por oponerse a la relación homoerótica que éste sostenía con un estudiante universitario. En el cuerpo de la investigación plasmada en un relato cargado de suspense se refiere que a Quile se le llegó a ver en la Zona Rosa mientras purgaba la condena en un reclusorio de la ciudad de México.

ocho.
Élmer Mendoza, Yuri Herrera y Martín Solares, narradores de asuntos sobre narcotráfico, abordaron, a mediados de mes, en el marco del Hay Festival, el tema "Literatura y violencia" en esta ciudad y donde coincidieron en que actualmente nuestro país es un horno sometido a altas temperaturas por la ceguera de las autoridades federales empeñadas en sostener una guerra a muerte contra el narco en que las víctimas son ciudadanos inocentes, policías sin entrenamiento y periodistas desprotegidos y a merced de fuerzas ciegas.

miércoles, 28 de julio de 2010

EFRAÍN HUERTA (1914/ 1982)

Vísperas del eclipse

Podría empezar sitiando tus cabellos
Y hacer la música en sordina que necesitamos
El oro en oro que cada tercer diario suple
La plata de que carecemos- pero tus hoyuelos
Son los abismos los precipicios
Las antiguas cuevas criollas para poner la mano
En los fuegos primarios y aguardar el paso
De la rueda recién inventada

Delito moderno es robarte la luz con sólo mirarte
Crimen es dejarte de ver diecisiete minutos
Asesinato es besar a destiempo con destemplados labios
La breve república morada de tu muslo derecho
Infamia inolvidable es obligarte a caminar
Con helénicos largos pasos hechiceros pasos
La avenida que no es Shakespeare ni Mariano Escobedo
Sino inmensamente doradamente Rubén Darío

Cogerte del brazo y desparramar la mirada
Para no morir bajo la pinche rueda recién perfeccionada
Y luego encenderte y ambos arrogantes
Darnos por satisfechos porque una antorcha
Que es antigua y feroz como la cueva amorosa
Nos abruma de dicha
Y te llamarías Berenice
Y yo no me llamo de ningún modo
Porque cuando me llamo
Nadie acude
Ni yo

marzo de 1970
(texto tomado de Los eróticos y otro poemas,
ed. Joaquín Mortiz, col. Las dos orillas, México,
1974)

martes, 27 de julio de 2010

SOTANAS VEMOS

La novela El crimen del padre Amaro (1875), del autor portugués Eca de Queiroz, narra la vida de un sacerdote católico que, al quedar huérfano de niño, es adoptado por una aristócrata que lo conduce a un seminario a que siga la carrera religiosa sin que el chico tenga vocación para el sacerdocio. Así el chico seguirá el modelo de su guía espiritual, que a su vez tenía una amante, la mujer que lo asistía en la diócesis donde estaba de comisionado.

La obra, un clásico del siglo XIX, fue desempolvada y actualizada por el director de cine Carlos Carrera, quien le encargó la adaptación al dramaturgo Vicente Leñero, el reparto, otro acierto del realizador, lo encabezaron Gael García Bernal y Ana Claudia Talancón. La versión conserva una escena que es en homenaje a Ismael Rodríguez (Tizoc, 1956), aquella en que el joven cura le coloca a Amélia el manto azul tachonado de estrellas, que sugiere el amor sublimado del indio hacia la virgen María, encarnados uno y otro por Pedro Infante y María Félix.

Estas palabras preliminares vienen a colación por un reportaje aparecido en Italia, en una empresa -oooootra-, del primer ministro Silvio Berlusconi, donde se exhibe a un cura católico que de noche se escapa a los antros gays más conocidos y donde alterna con chaperos (mayates o chichifos en México) y al que se fotografía con dos de éstos semidesnudos. La nota refiere que el fotógrafo del medio informativo invitó al sacerdote a estar juntos; éste acepta sin saber que sería filmado mientras hacían el sexo.

La reacción obvia del Vaticano fue acusar a la revista en que aparece la investigación de "sensacionalista", cuando el año pasado los diarios de corte conservador publicaron fotografías de Berlusconi y sus amigos en una villa romana, donde departían desnudos con un grupo de amigas; esto antes que un perturbado atacara al primer ministro con una rèplica en miniatura de una catedral, en acero, al controvertido empresario y político, que perdió algunas piezas dentales en la agresión.

Entrevistado un lider de una organización de homosexuales, en el cuerpo del reportaje, observa que es común la presencia de gays en las distintas órdenes religiosas de Italia y recuerda que en el pasado él mantuvo relaciones con un monseñor, sin especificar el nombre. Aunque parezca singular, en la nota del diario El Mundo, español, no se coló el nombre de nuestro paradigmático Marcial Maciel y sus Legionarios de Cristo, cuya canonización está en veremos. Sotanas vemos, karatecas no sabemos, como reza el refrán. He aquí el link.


http://www.elmundo.es/elmundo/2010/07/23/internacional/1279878521.html

lunes, 26 de julio de 2010

ALÍ CHUMACERO (1918)

Epitafio a una virgen

(de Palabras en reposo)

Ni sombra hacía sobre el mal su cuerpo,
acaso porque, yerta en esplendor
de súbito desastre, del sonido
pasaba a la evidencia de la espuma.
El aire deshacía su cabello
en leve tempestad y la apariencia
entre su rostro el mundo prolongaba.

No hubo en ella nacimiento, el salmo
al abatir no descendió y la cólera
jamás opuso duda a su desvelo:
era el silencio mismo, la ignorancia
de invocación amenazante, el pez
y la serpiente que de pronto brillan
como el salto mortal de algún relámpago.

Perdida entre sus ojos, deslumbrante
bajo el líquido horror de la quietud,
cantaba la promesa de sí misma
dejando en el deseo la esperanza.
Lecho ni asilo, fiebre ni verdad
su aliento conocieron, ni exigía
respuesta a lo que nunca preguntó.

Iba al café, asistía a los teatros
con premura y en la distancia era
la tentación suicida del arsénico.
Su alma ahora sigue en la gloria
hablando todavía en la morada
ayuna de terror, mas su recuerdo
deja caer el mal sobre la arcilla.


(texto tomado de Poesía completa,
Premiá editora, col. Libros del Bicho, no.10,
México, 1984.)

sábado, 24 de julio de 2010

KYRA GALVÁN (1956)

Elegía futura

Cubren mis pies unos zuecos negros
y camino por este piso de barro rojo.
Así debió caminar una dama egipcia
con las babuchas que hoy sólo nos dicen
desde la vitrina de un museo
que alguna vez estuvieron
tan vivas como ahora mis piernas.
¿Llegará alguien
a mirar mis zuecos negros
en la vitrina de un museo?

Bellas artes

Mientras dormías escuchaba tu resuello,
profundo y lento.
Diríase que hasta joven.
Quien podría decir
que bajo tu corazón pesaban
tantos años de ser la maestra
en el arte de la sumisión
en la virtud de la mudez
en el vicio de no tocar.

(textos tomados de Un pequeño moretón
en la piel de nadie, ed. Verdehalago/Conaculta,
col. La Centena, México, 2005)

viernes, 23 de julio de 2010

EDGAR LEE MASTERS (1868- 1950)

En la tumba de Henry Layton

traducción y nota de
Severino Salazar (1947/2005)

Quien sea el que pase por aquí,
sepa que mi padre fue sosegado,
mientras que mi madre fue violenta.
Y yo soy el producto de esas dos partes hostiles,
pero sin mezclarse y sin fundirse,
cada una distinta y mal soldada.
Algunos de ustedes me vieron sosegado;
otros, violento;
varios, de las dos maneras.
Sin embargo, ninguna de mis dos partes causó mi ruina.
Fue la separación de las dos mitades,
nunca una parte de la otra
fue lo que me convirtió en una alma sin vida.


Edgar Lee Masters nació en Garnett, Kansas. Abogado de profesión, durante cincuenta años vivió en la ciudad, sin embargo, era un amante fiel de la vida tranquila del mundo rural. En 1915 apareció su libro Spoon River Anthology (de donde se tomó este poema), el cual se volvió un rotundo éxito editorial y un mito desde el primer momento de su aparición. Al libro le da forma una serie de poemas cortos -a manera de epitafios grabados en las tumbas-, que cuentan desde el camposanto la vida de una aldea. Cada muerto narra su vida, sus aventuras y desventuras. Es una de las cumbres de la poesía norteamericana del siglo XX. Su influencia ha permeado muchas literaturas.

jueves, 22 de julio de 2010

MERCADOTECNIA Y DOLOR

¿Todo es susceptible de traducción en el despiadado mundo de la mercadotecnia? Se diría que, por lo menos en el capitalista, sí, donde acaso mañana a algún genio se le ocurra comercializar los pañales para adulto y bebé de la marca ABC, en clara alusión a la muerte injusta -acaso la única muerte justa sea la de un enfermo terminal que solicitó la eutanasia- de 49 niños en una guardería de Hermosillo, Sonora.

Esta actitud ha asumido una empresa del sur de Estados Unidos al planear el lanzamiento al mercado de cosméticos, para mediados del próximo septiembre, mes otoñal, de accesorios de belleza que hacen alusión a las centenas de homicidios de jóvenes mujeres entre los 15 y 25 años en Ciudad Juárez, Chihuahua, que habrían sido violadas y torturadas antes de sacrificarlas.

El catálogo incluía el esmalte 'Juárez', la sombra para ojos 'Bordertown' y 'Sleepwalker' y el polvo 'Badlands' entre otros, plan suspendido a raíz de la polémica que desató el mal gusto y la falta de tino y tacto por parte de los fabricantes, que deslizaron a blog especializados en accesorios de belleza femenina el proyecto, ahora suspendido.

La poeta Kyra Galván (1956) en su poemario Un pequeño moretón en la piel de nadie, incluyó su texto "Contradicciones ideológicas al lavar un plato" en que recrea el momento en que una mujer se maquilla y el conjuro que significa hacerlo en determinado momento del día y en la intimidad:

Me pinto el ojo
no por automatismo imbécil
sino porque es el único instante en el día
en que regreso a tiempos ajenos y
mi mano se vuelve egipcia y
el rasgo del ojo, se me queda en la Historia.
La sombra en el párpado me embalsama eternamente
como mujer.

La nota apareció ayer miércoles en el diario on line Ejecentral y más tarde fue retomada por el blog Mester de Jotería, del doctor Antonio Marquet, con un breve prólogo para subrayar el carácter imbécil de Estèe Lauder al pretender comercializar con la desgracia de un pueblo atrasado como el nuestro, donde las autoridades pretenden "comprar" el silencio de los deudos de los 49 niños muertos en la guardería ABC de Sonora.

http://www.ejecentral.com.mx/ligas/externas/noticias/24446

http://mesterdejoteria.blogspot.com/2010/07/feminicidio-y-lucro-comercial.html

miércoles, 21 de julio de 2010

ROBERTO BOLAÑO (1953- 2003)

Los detectives helados

Soñé con detectives helados, detectives latinoamericanos
que intentaban mantener los ojos abiertos
en medio del sueño.
Soñé con crímenes horribles
y con tipos cuidadosos
que procuraban no pisar los charcos de sangre
y al mismo tiempo abarcar con una sola mirada
el escenario del crimen.
Soñé con detectives perdidos
en el espejo convexo de los Arnolfini:
nuestra época, nuestras perspectivas,
nuestros modelos del Espanto.

(texto tomado de Los perros románticos
poemas 1980-1988, ed. Lumen, Barcelona,
2000)

lunes, 19 de julio de 2010

AMPLIAR EL DICCIONARIO

Cuando María Elena tomó la determinación de comunicarles a sus familiares, la madre y sus hermanos, que era lesbiana, éstos se refugiaron, como ella hasta hacía poco, en el "clóset" pues en nuestra cultura están proscritos los términos gay y los derivados de éste para designar las variantes y matices del sustantivo homosexual.

Se necesitaba coraje y arrojo para poner las cartas sobre la mesa y apelar a la voluntad de autodefinirse como diferente a la norma, a las reglas sociales donde la madre, la abuela y los parientes colaterales imponen y se dejan llevar por la fuerza de la costumbre. Aunque en cada familia hay, por lo menos, un solterón (ona), de cuya conducta y gustos no se habla, o se hace en voz baja y con risitas. Esto en las familias de clase media y media acomodada.

Pero todavía hay pueblos del interior, de Zacatecas y otras provincias, donde a los gays los apedrean, los botan del núcleo familar y los señalan con el dedo, hasta que la situación se vuelve intolerante para el estigmatizado y huyen del pueblo. Casos hay muchos, basta recordar el personaje de la Manuela, del filme de Arturo Ripstein, basado en la novela homónima del chileno José Donoso, El lugar sin límites.

Con la aprobación de la ley que permite la unión entre personas del mismo sexo, en Argentina y abierto el compás de espera para la votación de la Ley Razú en México, el mes entrante, se espera que, como dice un entrevistado por el corresponsal del diario El País en Buenos Aires, "la ley nos ponga en un lugar de respeto y dignidad que antes no se reconocía", se desea incluso que entre los beneficios se abra un paraguas de protección en materia educativa, de salud y derecho al trabajo.

En las últimas horas se votó y entró en vigor en el vecino país sudamericano, Argentina, la ley que da un rango más humano a homosexuales, transexuales, bisexuales y anexas, para el interesado se ofrece la liga de la nota aparecida este fin de semana en el diario español, con una cauda de reacciones solidarias de lectores del país ibérico.



http://www.elpais.com/articulo/sociedad/sabe/sos/homosexual/habla/elpepusoc/20100716elpepusoc_8/Tes

sábado, 17 de julio de 2010

CAMPOS MINADOS

¿Hasta qué grado la violencia que asuela al país se ha tornado en una olla express a punto de estallar por la presión que ejerce el crimen organizado sobre la sociedad civil y las instituciones; es México un campo minado en que cada día es más frecuente enterarnos de que la víctima más reciente fue un periodista de algún punto de la frontera norte, Michoacán, Guerrero, Veracruz o cualquier otro sur, este, oeste, centro o Oaxaca; es lícito imaginar la superficie del territorio nacional como una alfombra de fuego, como un puchero de cabezas decapitadas o una caverna que se tragó decenas, centenas o miles de cuerpos descuartizados?


Más aun: la cabeza de Circe que dibujó Julio Ruelas (1870-1907), ¿resultó una premonición de los tiempos que corren y nos corroen; ese grabado movió a Sergio González Rodríguez para escribir su crónica íntima, El hombre sin cabeza; es la Internet el espacio que nos permite alejarnos del hedor que provoca un cuerpo separado de una cabeza que alguna vez fue un todo; no leer los diarios ni ver el video del coche-bomba que ayer estalló en el norte del país, nos concederá un sueño más profundo y balsámico esta y las noches subsecuentes; no responder a las llamadas anónimas y de voces desconocidas que pretenden tomarnos por el cuello para una extorsión probable, nos vuelve más inmunes al terror que se ha propagado por nuestra dermis como el gas con el que se exterminaba a miles de judíos en el pasado, pleno de campos de concentración?

Acaso Caravaggio, quizá la Salomé de Óscar Wilde, puede ser que los bocetos de Francisco Goitia de los colgados de la Guerra Cristera y los quemados en vivo que todos vimos por Tv Azteca en Tláhuac, hayan alterado nuestra rutina, la fuerza de nuestras pisadas en el asfalto, los plantíos del medio rural, el tic tac de todos los relojes, incluidos los que agotaron las pilas y la luz fosforescente de minuteros y segunderos. Todo esto es parte de nuestros miedos más recónditos mientras los llamados "delitos de cuello blanco" permanecen impunes, mientras los candidatos en campaña de todas las franquicias pactan con el crimen organizado.

De todo esto y más hablaron los autores Élmer Mendoza, Yuri Herrera y Martín Solares con Francisco Goldman en una mesa, en el Hay Festival, que abordó el tema de la conocida como narcoliteratura, género literario que se ha empezado a explotar de unos años a la fecha, con aristas suficientes para su experimentación no sólo en los géneros de cuento, novela y drama, sino en reportajes que han trascendido los límites de idiomas y, esperemos, del momento histórico que se vive.

jueves, 15 de julio de 2010

LOS TATUAJES DEL PANISMO

Durante el trabajo de mesa que se realizó para el análisis de la pieza Las criadas, de Jean Genet, en Torreón, Coahuila, en la década de los años ochenta, con vistas a su montaje por parte del grupo Investigaciones Teatrales (ITTAC) de aquella ciudad, propusiste que los personajes de Solange y Claire portaran tatuajes en el cuerpo y el uso de zapatos ortopédicos para subrayar el carácter expresionista de la obra.

Casi de inmediato, el actor que ensayaba el papel de la Señora rechazó tu propuesta con los argumentos de que aquellos que lucen tatuajes "marcan" su alma como seres marginales y disidentes de la norma social; que este tipo de símbolos distorsionaban el espíritu del autor que estaba impreso en los personajes; rechazó también cualquier implemento artificial como el calzado por las mismas razones; señaló que, en todo caso, era responsabilidad de los actores y su trabajo de investigación para delinear el perfil sicológico de su papel, independientemente de la visión de la directora, Nora Manneck, sobre el texto del dramaturgo francés.

Han pasado los años y aquellos que tienen el pie plano pueden usar plantillas ortopédicas, los que han perdido piezas dentales las sustituyen por puentes fijos o removibles, habrá aquellas y aquellos que se perforen los lóbulos para lucir aretes, pendientes, etcétera, que no es moda reciente sino tan ancestral como la existencia del hombre sobre la tierra. Más aún, nadie desconoce que hay personas de la faràndula que utilizan implantes allá y aquí, bótox, silicones o lo que está de moda en ese medio.

Es admirable y sorprendente enterarse que en las culturales orientales a las mujeres entrenadas para llegar a geishas se les educa desde niñas con zapatos especiales para que no desarrollen un pie grande, mediante el uso de calzado con determinadas características (y que resulta doloroso para las mujeres tiernas y en desarrollo); alela también ver las fotografías de mujeres africanas con decenas de argollas en el cuello para modelar una noción de elegancia en su cultura; sorprende también el concepto de belleza entre éstas (os) con una argolla en la base de la nariz y el encanto de su maquillaje en torso, brazos y rostro.

Pero que una miserable "funcionaria" del instituto de la mujer en Guanajuato haga un llamado a empresarios y centros de educación a rechazar a jóvenes que luzcan perforaciones en el físico o exhiban tatuajes en la epidermis resulta absurdo y estúpido; es una forma primitiva de negarse a entender la dimensión artística del arte y del creador. En todo caso, sólo exhibe al hitlercito que los panistas llevan dentro.

Para documentar nuestro optimismo, como lo señalaba a menudo el cronista Carlos Monsiváis, recién fallecido, se pone a disposición del interesado la liga del diario La Jornada, cuyo corresponsal en Guanajuato, Carlos García, da cuenta de las miserias de una administración panista que exhibe sus anemias sin pudor alguno.



http://www.jornada.unam.mx/2010/07/15/index.php?section=estados

miércoles, 14 de julio de 2010

RICARDO NICOLAYEVSKY

DIEZ RAYAS EN EL AGUA

1. Las nalgas recuerdan vivencias que el cerebro niega.

2. El miedo se quita con la ropa interior.

3. Para encontrar la medida, tenga a la mano algo
más que su propio miembro.

4. Las proporciones de la belleza se distinguen
mejor a oscuras.

5. El plano inclinado se endereza a medida que la
verticalidad gana fuerza.

6. Reírse de uno mismo es bueno para la salud.
También es lenitivo para el luto propio.

7. La alegría de vivir conduce invariablemente
al desempleo, al hospital o a la tumba.

8. La soledad es un hábito cultivado desde
la infancia, a menos de que hayas nacido borrego.

9. Los grandes lavan los pies de los chicos
para que éstos les besen el culo.

10. Ante el protocolo y el proctólogo se pierde
algo más que la cola.

(textos tomados de 300 aforismos, ed. Quimera,
col. Quaderna no.2, México, 2010.)

martes, 13 de julio de 2010

UNA EVA Y DOS ADANES

Esta mañana hablé con Madame Croissant para recordar brevemente la atmósfera que reinaba en las salas de cine de la Gran Tenochtitlan, aquellas magníficas construcciones que databan del porfiriato, unas, con un estilo neoclásico, otras art decó y churrigueresco, otras moriscas y otras más rococó, espacios que se perdieron luego de los movimientos telúricos de 1985, que combinados con la aparición del video vinieron a liquidar esos lugares de solaz y esparcimiento (como se decía en aquel entonces).

- Mienten, me dice la vedettte retirada Croissant, los que afirman que los cines sólo eran sitios de ligue y promiscuidad. Eran también espacios de reencuentro de aquellas amigas que llegaban de lugares distantes como Toluca, Nezahualcóyotl y Azcapotzalco. Recuerda que el metro como medio de transporte popular era apenas una promesa; y había miles que seguían trasladándose en sucesivos transbordos para llegar al cine Colonial, al Teresa o al Ópera en Santa María la Ribera.

Yo sabía que era cuestión de tratarle el punto para que ella empezase la evocación: en el Colonial, en la planta alta, coincidían cuates que tenían meses y años de no verse, de navegar sin tener noticias unos de otros. Ahí los más desinhibidos organizaban concursos de pasarela y de belleza: ahí mismo se coronaban a Miss Neza, Coyotepec, Balbuena y San Ángel, todas procedentes de cuartos de azotea donde habían aterrizado de los puntos más insólitos del interior del país, me dice.

La existencia de sofás y sillones se prestaba para pasarse las horas hablando de los tópicos más disímiles como la aparición de los objetos voladores no identificados, de la telenovela de mayor auditorio en esa temporada, El pecado de Oyuki o Rosa salvaje, mientras los habladores comían palomitas de maíz y fanta de naranja. Claro que mientras unas estaban en la cháchara otras se hacían las perdedizas con este o aquel chacalón, pero todos conocidos, de confianza. Hablamos de una ciudad que, aunque inmensa, resultaba familiar a un tiempo.

Le recuerdo que en una ocasión programaron en el Ópera un ciclo de películas clásicas. El día que fuí a ver de nuevo Una Eva y dos Adanes, con Toni Curtis, Jack Lemmon y Marilyn Monroe parecía la estación del metro Pino Suárez en "hora pico". Eso sí, con una fauna que parecía salida del Bar el Nueve o cualquier antro de la Zona Rosa y sus alrededores, con chicas del corte de Madame Rochás, Susana de Antuñano y Lilia del Valle, esto es, clasemedieras, más o menos informadas en cultura general pero sobre todo cinematográfica y buenas para el toque y rol. Ahora todas muertas.

Me pregunta Madame Croissant si en ese ciclo se programó De repente en el verano, con Katharine Hepburn y Peter O'Tole pero no sé qué responderle pues a Elia Kazan nunca le gustó el trabajo actoral de él, que le parecía no propiamente un actor frío sino gélido. Además son cintas tan antiguas que no guardo en la memoria a todo el reparto y aunque a veces las programan en el canal 22 de tv, son proyecciones casi de madrugada pero tampoco tengo tele de paga, le digo, que cancelé el pasado 31 de diciembre.

lunes, 12 de julio de 2010

GILBERTO OWEN (1904- 1952)

Madrigal por Medusa

No me sueltes los ojos astillados,
Se me dispersarían sin la cárcel
De hallar tu mano al rehuír tu frente,
Dispersos en la prisa de salvarme.

Embelesado el pulso como noche
Feliz cuyos minutos no contamos,
Que es noche nada más, amor dormido,
Dolor bisiesto emparedado en años.

Cante el pez sitibundo, preso en redes
De algas en tus cabellos serpentinos,
Pero su voz se hiele en tu garganta
Y no rompa mi muerte con su grito.

Déjame así, de estatua de mí mismo,
La cabeza que no corté, en la mano,
La espada sin honor, perdido todo
Lo que gané, menos el gesto huraño.

(texto tomado de Perseo vencido, poemas,
edición facsimilar de la de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, Lima, Perú, 1948; Conaculta-
INBA. Col. Los facsimilares, México, 2004)

sábado, 10 de julio de 2010

RECETA DE LA EDAD DE BRONCE

La rata de agua (Arvicola sapidus) en España y la rata de campo (Neotoma mexicana), que se reproduce en el semidesierto de Zacatecas, de norte a sur, que comprende los municipios de Fresnillo, Villa de Cos, Pánuco, Pinos y Mazapil, entre otros puntos, aún se aprovechan como manjar para paladares del pueblo. Por su valor nutritivo se recomienda a personas convalecientes y a ancianos con alguna enfermedad crónica. A diferencia de la liebre, que se alimenta de carroña, de carne de sabor amargo, la carne de la rata de agua es sabrosa, suave y de mejor gusto que el conejo y más fina que la codorniz pues es un animal hervíboro; son roedores de arroyo con un peso cercano a los 300 gramos y miden cerca de veinte centímetros, poseen un rabo más breve que las ratas grises, la cabeza más chata, el cuerpo más ancho y poseen dos incisivos afilados.
El reportaje "Esos sabrosos roedores" (*), de Pablo de Llano, da cuenta de que la rata de agua es un manjar que lleva miles de años en los pucheros españoles, que ya se consumía en la "edad de bronce" pues en excavaciones de Cantabria han aparecido huesos en los restos de comida. Es una especie amenazada por la presencia de los visones americanos, importados para la elaboración de atuendos femeninos, abrigos, fauna que se ha infiltrado con la fauna autóctona, a la que devora.
El novelista español Miguel Delibes se ocupó del oficio de los cazadores de ratas, llamados "rateros" en la novela Las ratas, cuya acción transcurre en la Castilla paupérrima del periodo del dictador Francisco Franco.
Para aquellos interesados en enriquecer su espectro culinario, a continuación se ofrece la receta de un "Guisado de Apozol", tomado del volumen Cocina regional zacatecana de Enríquez Perales (2005) : Ingredientes: un kilo de rata de campo, 6 ajos picados, una taza de verdolagas, 10 chiles guajillos, verdes y asados, una taza de aceite, sal y pimienta a gusto, una cebolla chica rebanada, 10 tomatillos verdes asados, una taza de nopales cocidos, dos papas medianas cocidas y picadas, cinco chiles de árbol secos y asados y tres ramitas de cilantro.
Preparación: La carne en trozos se cuece con los ajos, cebolla, el jugo de dos limones, el cilantro, el laurel y la sal. Luego se saca la carne y se fríe en manteca de puerco o aceite de oliva, se cuece con las papas. Aparte se fríen la cebolla, ajo y papas, después los chiles, verdolagas y tomatillos previamente remojados en agua caliente y licuados con el ajo y la cebolla; después se añade la carne y se deja al fuego 10 minutos más. Puede servirse, el kilo alcanza para cuatro raciones, con frijoles de la olla, nopalitos y orégano a discreción.

(*) Diario El País, reportaje "Esos sabrosos roedores", sección El País semanal, 13 de junio 2010.

viernes, 9 de julio de 2010

MARIANA DE ALCOFORADO (1640- 1723)

Cartas de amor de la monja portuguesa
(IV, fragmento)

No me arrepiento de adorarte, hasta me lisonjea el que me sedujeras. Tu rigurosa ausencia, tal vez eterna, no disminuye en nada la violencia de mi amor. Quiero que toda la gente lo conozca; no hago misterio de nuestras relaciones; me precio de haber atropellado por ti toda especie de decoro. Sólo en amarte perdidamente toda la vida hago consistir mi honra y mi religión.
No te digo nada de esto para obligarte a que me escribas. No quiero nada a la fuerza. De ti sólo quiero lo que naturalmente te brote del corazón, y rechazo todas las simulaciones de amor y, singularmente, las excusas.
Siento gozo disculpándote el que no te decidas ni a garrapatear cuatro letras. Te perdono las faltas que puedas cometer, desde lo más profundo de mi corazón.
Un oficial francés tuvo esta mañana la gentilísima caridad de hablarme de ti, más de tres horas. Me dijo que la paz con Francia era ya un hecho. Siendo así, ¿no podrías venir a verme y llevarme contigo?
Puede que no lo merezca. Haz lo que te plazca. Mi amor ya no depende del modo como me trates. Desde que te fuiste, no he gozado de salud un solo día y sólo siento alivio repitiendo incesantemente tu nombre.
Algunas monjas, que saben de mi lastimoso estado, me hablan de ti con frecuencia.
Salgo del cuarto, en que tantas veces estuviste, lo menos posible y estoy siempre contemplando
tu retrato, mil veces más querido para mí que la vida. Esto me alivia y me entristece a la vez, pensando que nunca más volveré a verte. ¿Cómo es posible que no te vea más? ¿Me abandonarías para siempre? Esta idea me aniquila.
Tu infeliz Mariana no puede ya más. Al acabar esta carta me siento desfallecer. ¡Adiós, adiós! ¡Ten piedad de mí!
Mariana.

(texto tomado de Cartas de amor de la monja portuguesa,
Mariana de Alcoforado, ed. Grijalbo, Barcelona, 1975. Trad.
y prólogo de Pedro González-Blanco)

miércoles, 7 de julio de 2010

LA CONSPIRACIÓN CONSUMADA

Cuando Madame Verdurin subió al estrado para informarle a los asistentes que admitía su derrota en los pasados comicios, 4 de julio, ninguno imaginó que preguntas, opiniones y cuestionamientos estaban descartados en su agenda pues durante su administración (2004-2010) se preció de ser demócrata y de una pieza por su pasado de militancia en las filas comunistas. (Aplausos.)
Su monólogo, entonces, rodeada de los reflectores de las televisoras y los flashes de paparazzis, de las grabadoras en on de las más diversas marcas, aunque todas armadas en Taiwán y adquiridas en la fayuca -en la vereda que lleva a Bracho-, a precios de remate, transcurrió, una vez más, en una torre de marfil armada ex profeso.
Evocó, como en los mejores tiempos de Swann, la admirable respuesta ciudadana para acudir a las urnas el Día de la Independencia de los Estados Unidos: un día lluvioso y gris a primera hora de la mañana, cuando ella llegó al poder gracias a una participación del 51 por ciento; voz y voto que esta vez ascendió cerca de un diez por ciento, gracias a la decisión del hombre de a pie que decidió enviar al carajo al partido en el poder.
Con una voz ronca que delataba horas de insomnio, Madame Verdurin sacó un pañuelo albo para secarse las comisuras, la frente que delataba una lucha previa para controlar las emociones antes de llevarse a la boca el primer trago de agua Ciel embotellada y añadir que la democracia campea en estas lejanas tierras de la Corona imperial gracias a su partido que supo enfrentar con arrojo la amenaza de enemigos venidos de otros reinos. (No los mencionó pero en los presentes estaban idem el Nuevo Reyno de León, el de Antequera, Vizcaya y Galicia.)
Aunque ella omitió mencionar la amenaza siempre latente del abstencionismo, representado seguramente por aquellas lacras obsesionadas por emigrar a otras tierras y a otras patrias; a los que viven al día con una coca-cola y un kilo de tortillas y nopalitos; a aquellos desdichados que son felices con una tele destartalada que sintoniza el canal de las estrellas mediante un "diablito" y señal en blanco y negro, prosiguió la alabanza de su gestión con un sahumerio lleno de resinas importadas.
Como al desgaire mencionó por su nombre al del partido opositor que se llevó, de lejos, las cifras arrojadas en las urnas para en seguida alabar la paz beatífica que priva en estas tierras, la bendición de las aguas que nos trajo el huracán Alex, las obras concluidas entregadas al pueblo, los sueños realizados en el sexenio, etcétera, etcétera.
Ya de salida, luciendo el collar de perlas cultivadas que siempre la caracteriza, con un silencio significativo respondió a las preguntas que se quedaron atoradas en el gaznate, apenas alcanzadas a articular en los labios temblorosos del auditorio, en los periodistas que esta vez se quedaron, de nuevo, con las ganas y las maldiciones apenas esbozadas en su barroco vocabulario, propio del autor de Picardía mexicana (que en gloria esté.)

martes, 6 de julio de 2010

SALVADOR NOVO (1904-1974)

PALABRAS EXTRAÑAS

Por la calle había
en carteles rojos y en bocas ásperas
extrañas palabras
que se grababan en mi cerebro como enigmas
y había acciones y efectos
cuyo motivo me preocupaba indagar.

Muchos novelistas que estudian
una niñez que no han vivido
observan que los diccionarios
son siempre consultados por niños.

Por las noche el alfabeto estelar
combinaba sus veintisiete letras
en frases que me conturbaban
y que aún no encuentro en enciclopedias.

(texto tomado de Espejo, poemas antiguos,
edición conmemorativa del poemario del mismo
nombre, ed. INBA, México, 2004 (col. Facsimilares)
en el centenario del nacimiento del autor)

domingo, 4 de julio de 2010

QUERIDA MIRTILA

Para cuando recibas esta carta abierta, ya habrán cerrado las casillas y los que descreemos de nuestra democracia ya habremos expresado nuestra voluntad: que a este país no se lo lleve el carajo. El domingo amaneció lluvioso y bajo el temporal fuí a emitir el sufragio de alguien que paga puntualmente impuestos con la intención que a nuestra identidad no se la cargue, como dijo el poeta arrabalero, la rechingada.
Sabía que si a la salida algún joven me abordaba para expresarle mi opinión en las urnas, quizá le soltara la sopa (la verdad): que anulé mi voto por el nivel jodido del discurso de los candidatos:
- Cuauhtémoc es hijo de padre desconocido, ergo, es un hijo de la chingada (El laberinto de la soledad, 1950, no ha perdido vitalidad en el submundo de la política.) Sintetizó el que lleva delantera en esta, aquella y aquella otra encuestas.
- Al chico rato van a decir que yo soy un ratero y Miguel joto, declaró sonriente a la prensa el candidato a alcalde acusado no de ratero, de raterazo por el ex de Finanzas, que fue el que le abrió la cartera. Aspirante, a su vez, faltaba menos, a diputado. Y así sucesivamente, Mirtila.
Tomé la determinación de anular los tres votos, a diputado, alcalde y gobernador, porque nadie va a levantar por mí la voz para que se castigue a los autores de los 49 inocentes muertos hace un año en la guardería ABC de Sonora; porque ninguno va a exigir cuentas por los periodistas muertos y desaparecidos en lo que llevamos de esta administración panista; porque todos fingirán amnesia ante la falta de dirección en los destinos del país, ni habrá alguno que levante la voz para decir "Alto al festín de sangre", que ya acumula 26 mil vidas segadas en una "lucha" contra el crimen organizado que no tiene fecha de caducidad; porque ni unidas mil voces se escuchará la demanda de que nos revelen que el Jefe Diego, hace semanas que entró en franca descomposición.
La tarde morirá, el mes expirará, el año caducará y la sensación de atravesar un estado de sitio será gradualmente creciente. Cada día que pase alguien nos tendrá al tanto que a Fulano, Sutano y Mengano lo asaltaron tres desconocidos embozados, con armas largas, lo golpearon y le desvalijaron hasta el alma en su propia casa; que aquel estudiante con prospectos de una beca Conacyt para estudiar una especialidad en el extranjeron -en realidad buscaba el exilio político con la bandera de becario-, fue levantado cuando se dirigía a... Que los huelguistas de hambre del sindicato equis fueron desalojados de madrugada de la plancha del Zócalo porque iniciaba un maratón de Televisa por el Bicentenario de nuestra Independencia.
Querida Mirtila, sé que sobrarán tus argumentos y reproches por mi decisión que refleja un escepticismo de viejo, de caduco, de intelectual de espaldas al Mundial de Fútbol, a la comedia de las 21 horas, al Reality Show de estos días de verano, al éxito que alcanzó la última intimidad de Ricky Martin y el deceso de don Gabriel Vargas, pero no importa; sé que tienes un juicio justo cuando eres desapasionada y que un día me contestarás esta carta a un tiempo realista y amarga.
No olvides que en casa te queremos y que por tu bien esperamos que tu exilio, un día, decidas volverlo una solicitud de asilo político y encuentres una casa más limpia, más decente, menos precaria como la casa de cartón que dejaste deshabitada desde hace como un lustro, donde las aves de corral ya son parte de tus recuerdos.

JORGE CANTÚ DE LA GARZA (1937- 1998 )

HIMNO A UNA PAREJA A QUIEN

SEPARÓ LA MUERTE

Junto al despeñadero
relámpagos, estruendo.
De tumbo en tumbo
la moneda cae de canto.

Alba y ocaso se alternan
y el oro fulge en ambas caras.
Águila y sol se reconcilian.

Carrusel ebrio, la moneda rinde su costado;
una cara mira ya la tierra para siempre;
la otra a la intemperie aguarda
que el viento borre sus facciones,
que la lluvia y el torrente
entre su limo la sepulten

(texto tomado de Ajuste provisional,
UNAM, México, col. El ala del tigre,
1991)

sábado, 3 de julio de 2010

VIGENCIA DE PIER PAOLO PASOLINI

En la década de los años setenta, en Italia, causó furor el slogan de una marca de jeans nuevos, los jeans Jesús, que rezaba, al igual que uno de los diez mandamientos, "No tendrás otros jeans ante mí", que fue motivo para que el diario conservador Osservatore Romano, replicara
airadamente ante la desacralización de uno de sus iconos más preservados, la figura del Salvador. Pier Paolo Pasolini (1922-1975), poeta, cineasta y columnista del Corriere della sera, analiza en su momento el fenómeno mercadotécnico del slogan y el lenguaje de los negocios como un lenguaje deshumanizado, contrario al lenguaje popular que mantiene vivas y cambiantes las lenguas, idiomas y las distintas coloraturas del habla popular.
El autor del poema "Las cenizas de Gramsci" desmenuza (*) el papel desfasado de la Iglesia en el mundo industrial y moderno pues como institución pertenece al pasado monárquico y feudal de la vieja Europa; que sin embargo sobrevive a base de pactos y acuerdos con los distintos regímenes como el fascista y el nazista y los representantes de éstos en el momento actual: los viejos políticos, los viejos jueces y los viejos policías, en un momento en que el futuro será de los jóvenes, precisamente a quienes está dirigido el slogan de los jeans, producto, evidentemente, urdido por jóvenes sin los sentimientos de culpa propios de la vieja y aceda Italia.
La vigencia indudable del cine de Pasolini, autor de Teorema y su pensamiento plasmado en artículos periodísticos, cobra actualidad ante la noticia de la empresa italiana Fiat, que ha anunciado la aparición de cinco modelos exclusivos, en el marco de la Marcha del Orgullo Gay en aquél país del mediterráneo: Lesbo, Drag, Leather, Oso y Cool, aunque por el momento no se tiene contemplada su comercialización.
El preámbulo viene a colación porque tenemos un amigo pintor que siempre se ha negado a aprender a manejar y, en consecuencia, a poseer un auto pues sostiene que para llevarlo y traerlo lo hacen los conocidos, que él utiliza como choferes. Tampoco imaginamos al frente del volante al recién fallecido escritor Carlos Monsiváis, ni a poetas que, cuando mucho, abordan taxis, el metro, combis y peseras, aunque hay otros que en vida jamás pasaron del ya desaparecido vocho (VW), "el auto del pueblo" y aun así fueron víctimas de los ladrones, los desvalijadores, etcétera.
En fin, que para la empresa italiana ha sido atractivo planear la elaboración de una mercancía exclusiva dirigida a un vasto sector cautivo y etiquetado en cinco grandes rubros, no exentos de los anzuelos consumistas en una fase marcada por el crack financiero que marcó mundialmente al año 2009 y del que, según esto, ha salido poco a poco el sector automotriz.
En seguida se ofrece el link de la nota aparecida en el diario español El mundo, para aquellos que tengan la posibilidad de esperar ansiosamente el lanzamiento al mercado del modelo que se ajuste a su perfil sexual y de compra.

(Pasolini, Escritos corsarios, Monte Ávila editores,
Caracas, Venezuela, CA, 1978, Colección Estudios,
trad. Hugo García Robles)


http://www.elmundo.es/elmundomotor/2010/07/02/coches/1278071677.html

UN COCHE SIN LUCES

Un vehículo sin luces, silencioso
recorre de noche los bordes
callados de la ciudad mientras toco tu cuerpo.

Silencioso, un convoy sonámbulo
traslada cuerpos abiertos en canal
mientras me dilato contando tus poros.

Sin aliento, mudo va el cortejo
de noche sin que nadie se atreva
a decir esta boca es mía.

De bruces, siempre en escorzo,
los primeros destellos del día y los últimos de ayer,
en oleadas invaden mi cama mientras te vistes.

(texto tomado de la revista Tema y variaciones de
literatura, No.17, Literatura Gay, UAM-Azc.,
División CSyH, semestre 2, 2001, México)

viernes, 2 de julio de 2010

LUIS CERNUDA (1904- 1963)

LA SOMBRA

Al despertar de un sueño, buscas
Tu juventud como si fuera el cuerpo
Del camarada que durmiese
A tu lado y que al alba no encuentras.

Ausencia conocida, nueva siempre,
Con la cual no te hallas. Y aunque acaso
Hoy tú seas más de lo que era
El mozo ido, todavía

Sin voz le llamas, cuántas veces;
Olvidado que de su mocedad se alimentaba
Aquella pena aguda, la conciencia
De tu vivir de ayer. Ahora,

Ida también, es sólo
Un vago malestar, una inconsciencia
Acallando el pasado, dejando indiferente
Al otro que tú eres, sin pena, sin alivio.

(texto tomado de La realidad y el deseo
1924-1962, ed. FCE, Madrid, 1975, Col.
Tezontle)