lunes, 26 de julio de 2010

ALÍ CHUMACERO (1918)

Epitafio a una virgen

(de Palabras en reposo)

Ni sombra hacía sobre el mal su cuerpo,
acaso porque, yerta en esplendor
de súbito desastre, del sonido
pasaba a la evidencia de la espuma.
El aire deshacía su cabello
en leve tempestad y la apariencia
entre su rostro el mundo prolongaba.

No hubo en ella nacimiento, el salmo
al abatir no descendió y la cólera
jamás opuso duda a su desvelo:
era el silencio mismo, la ignorancia
de invocación amenazante, el pez
y la serpiente que de pronto brillan
como el salto mortal de algún relámpago.

Perdida entre sus ojos, deslumbrante
bajo el líquido horror de la quietud,
cantaba la promesa de sí misma
dejando en el deseo la esperanza.
Lecho ni asilo, fiebre ni verdad
su aliento conocieron, ni exigía
respuesta a lo que nunca preguntó.

Iba al café, asistía a los teatros
con premura y en la distancia era
la tentación suicida del arsénico.
Su alma ahora sigue en la gloria
hablando todavía en la morada
ayuna de terror, mas su recuerdo
deja caer el mal sobre la arcilla.


(texto tomado de Poesía completa,
Premiá editora, col. Libros del Bicho, no.10,
México, 1984.)

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