El viaje interior
Fuera de ti no esperes encontrar
lo que dentro de ti nunca has buscado.
No es más hermoso el sol de otros lugares,
por lejanos que estén:
lo que importa es la luz que da vida a tus ojos.
No fatigues tus días
en recorrer países en busca de otros mundos.
No tardes en emprender el viaje a tu interior,
no vaya a ser que pronto sea tarde:
no estás de ti tan cerca como crees,
ni es tanto el tiempo de que aún dispones
para descubrirte y conquistarte.
(fuente: "rua das petras")
lunes, 30 de junio de 2014
domingo, 29 de junio de 2014
Uriel Martínez (1950 )
Certezas
Tengo una prueba indudable
de que viniste: ya no abres
mis heridas.
Tengo otra: dormiré como nunca
y sin el presentimiento
de que volcarás la cama.
Una más: al irte hice
a un lado, de modo casi
imperceptible, el pasado.
Una certeza: caerán estrellas
aerolitos y basura cósmica
lejos de casa.
Otra más: hojearé el cuaderno
de notas y veré tu cara
pero olvidaré tu nombre.
Y la última, innegable,
envejeceremos lejos uno
del otro.
Tengo una prueba indudable
de que viniste: ya no abres
mis heridas.
Tengo otra: dormiré como nunca
y sin el presentimiento
de que volcarás la cama.
Una más: al irte hice
a un lado, de modo casi
imperceptible, el pasado.
Una certeza: caerán estrellas
aerolitos y basura cósmica
lejos de casa.
Otra más: hojearé el cuaderno
de notas y veré tu cara
pero olvidaré tu nombre.
Y la última, innegable,
envejeceremos lejos uno
del otro.
sábado, 28 de junio de 2014
Javier Acosta (1967 )
Mar de los Fríos
Los monjes duermen,
hoy cala tanto el frío
que te puso la noche
su erizada bufanda de neblina
-luna.
(fuente: Manual del extravío, Mantis Editores-IZC Zacatecas, México, 2014)
Los monjes duermen,
hoy cala tanto el frío
que te puso la noche
su erizada bufanda de neblina
-luna.
(fuente: Manual del extravío, Mantis Editores-IZC Zacatecas, México, 2014)
viernes, 27 de junio de 2014
Pat Mora (1942 )
El desierto es mi madre
Le digo, dame de comer.
Me sirve rojas tunas en nopal espinoso.
Le digo, juguetea conmigo.
Me salpica la cara con gotitas de lluvia en día asoleado.
Le digo, asústame.
Me grita con truenos y me tira relámpagos.
Le digo, abrázame.
Me susurra, “Acuéstate aquí”.
Le digo, cúrame.
Me da manzanilla, orégano y yerbabuena.
Le digo, acaríciame.
Me roza la cara con su cálido aliento.
Le digo, hazme bella.
Me ofrece turquesa para mis dedos,
una flor rosada para mi cabello.
Le digo, cántame.
Me arrulla con sus canciones de viento.
Le digo, enséñame.
Y florece en el brillo del sol,
en el silencio de la nieve,
en las arenas más secas.
El desierto es mi madre.
El desierto es mi madre.
El desierto es mi madre poderosa.
(fuente: "emma gunst.blogspot")
jueves, 26 de junio de 2014
Rodrigo D. Sancho Ferrer (1982 )
Paisaje epílogo
Así lo cuentan:
en las antiguas casas holandesas
se cubrían con crespones
de seda de luto
los cuadros donde aparecían representados
paisajes,
para que el alma del muerto,
dispuesta a abandonar el cuerpo,
no se distrajera en su ultimo viaje
añorando todo lo que iba a dejar atrás.
Me pregunto de qué modo
habría que amputar la memoria
o esos ojos que silenciosos
han mirado desde siempre
para adentro,
vueltos, como calcetines,
hacia la inmensa geografía
del alma,
para no retenerla.
Qué sedas serían necesarias,
pienso,
qué kilométrica cantidad de tela,
qué paciencia
cuando todos tienen prisa.
Cómo borrar lo que se imprime
cuando cerramos los ojos,
después de haber mirado.
(fuente: "rima interna", El Cultural)
Así lo cuentan:
en las antiguas casas holandesas
se cubrían con crespones
de seda de luto
los cuadros donde aparecían representados
paisajes,
para que el alma del muerto,
dispuesta a abandonar el cuerpo,
no se distrajera en su ultimo viaje
añorando todo lo que iba a dejar atrás.
Me pregunto de qué modo
habría que amputar la memoria
o esos ojos que silenciosos
han mirado desde siempre
para adentro,
vueltos, como calcetines,
hacia la inmensa geografía
del alma,
para no retenerla.
Qué sedas serían necesarias,
pienso,
qué kilométrica cantidad de tela,
qué paciencia
cuando todos tienen prisa.
Cómo borrar lo que se imprime
cuando cerramos los ojos,
después de haber mirado.
(fuente: "rima interna", El Cultural)
miércoles, 25 de junio de 2014
Efraín Huerta, poeta
Los hombres del alba
Y después, aquí, en el oscuro seno del río mas oscuro,
en lo más hondo y verde de la vieja ciudad,
estos hombres tatuados: ojos como diamantes,
bruscas bocas de odio más insomnio,
algunas rosas o azucenas en las manos
y una desesperante ráfaga de sudor.
Son los que tienen en vez de corazón
un perro enloquecido
o una simple manzana luminosa
o un frasco con saliva y alcohol
o el murmullo de la una de la mañana
o un corazón como cualquiera otro.
Son los hombres del alba.
Los bandidos con la barba crecida
y el bendito cinismo endurecido,
los asesinos cautelosos
con la ferocidad sobre los hombros,
los maricas con fiebre en las orejas
y en los blandos riñones,
los violadores,
los profesionales del desprecio,
los del aguardiente en las arterias,
los que gritan, aúllan como lobos
con las patas heladas.
Los hombres más abandonados,
más locos, más valientes:
los más puros.
Ellos están caídos de sueño y esperanzas,
con los ojos en alto, la piel gris
y un eterno sollozo en la garganta.
Pero hablan. al fin la noche es una misma
siempre, y siempre fugitiva:
es un dulce tormento, un consuelo sencillo,
una negra sonrisa de alegría,
un modo diferente de conspirar,
una corriente tibia temerosa
de conocer la vida un poco envenenada.
Ellos hablan del día. Del día,
que no les pertenece, en que no se pertenecen,
en que son más esclavos; del día,
en que no hay más camino
que un prolongado silencio
o una definitiva rebelión.
Pero yo sé que tienen miedo del alba.
Sé que aman a la noche y sus lecciones escalofriantes.
Sé de la lluvia nocturna cayendo
como sobre cadáveres.
Sé que ellos construyen con sus huesos
un sereno monumento a la angustia.
Ellos y yo sabemos estas cosas:
que la gemidora metralla nocturna,
después de alborotar brazos y muertes,
después de oficiar apasionadamente
como madre del miedo,
se resuelve en rumor,
en penetrante ruido,
en cosa helada y acariciante,
en poderoso árbol con espinas plateadas,
en reseca alambrada:
en alba. En alba
con eficacia de pecho desafiante.
Entonces un dolor desnudo y terso
aparece en el mundo.
Y los hombres son pedazos de alba,
son tigres en guardia,
son pájaros entre hebras de plata,
son escombros de voces.
Y el alba negrera se mete en todas partes:
en las raíces torturadas,
en las botellas estallantes de rabia,
en las orejas amoratadas,
en el húmedo desconsuelo de los asesinos,
en la boca de los niños dormidos.
Pero los hombres del alba se repiten
en forma clamorosa,
y ríen y mueren como guitarras pisoteadas,
con la cabeza limpia
y el corazón blindado.
(fuente: Poesía 1935-1968, ed. Joaquín Mortiz-SEP, México, 1986, col. Lecturas Mexicanas, no. 54, segunda serie.)
Y después, aquí, en el oscuro seno del río mas oscuro,
en lo más hondo y verde de la vieja ciudad,
estos hombres tatuados: ojos como diamantes,
bruscas bocas de odio más insomnio,
algunas rosas o azucenas en las manos
y una desesperante ráfaga de sudor.
Son los que tienen en vez de corazón
un perro enloquecido
o una simple manzana luminosa
o un frasco con saliva y alcohol
o el murmullo de la una de la mañana
o un corazón como cualquiera otro.
Son los hombres del alba.
Los bandidos con la barba crecida
y el bendito cinismo endurecido,
los asesinos cautelosos
con la ferocidad sobre los hombros,
los maricas con fiebre en las orejas
y en los blandos riñones,
los violadores,
los profesionales del desprecio,
los del aguardiente en las arterias,
los que gritan, aúllan como lobos
con las patas heladas.
Los hombres más abandonados,
más locos, más valientes:
los más puros.
Ellos están caídos de sueño y esperanzas,
con los ojos en alto, la piel gris
y un eterno sollozo en la garganta.
Pero hablan. al fin la noche es una misma
siempre, y siempre fugitiva:
es un dulce tormento, un consuelo sencillo,
una negra sonrisa de alegría,
un modo diferente de conspirar,
una corriente tibia temerosa
de conocer la vida un poco envenenada.
Ellos hablan del día. Del día,
que no les pertenece, en que no se pertenecen,
en que son más esclavos; del día,
en que no hay más camino
que un prolongado silencio
o una definitiva rebelión.
Pero yo sé que tienen miedo del alba.
Sé que aman a la noche y sus lecciones escalofriantes.
Sé de la lluvia nocturna cayendo
como sobre cadáveres.
Sé que ellos construyen con sus huesos
un sereno monumento a la angustia.
Ellos y yo sabemos estas cosas:
que la gemidora metralla nocturna,
después de alborotar brazos y muertes,
después de oficiar apasionadamente
como madre del miedo,
se resuelve en rumor,
en penetrante ruido,
en cosa helada y acariciante,
en poderoso árbol con espinas plateadas,
en reseca alambrada:
en alba. En alba
con eficacia de pecho desafiante.
Entonces un dolor desnudo y terso
aparece en el mundo.
Y los hombres son pedazos de alba,
son tigres en guardia,
son pájaros entre hebras de plata,
son escombros de voces.
Y el alba negrera se mete en todas partes:
en las raíces torturadas,
en las botellas estallantes de rabia,
en las orejas amoratadas,
en el húmedo desconsuelo de los asesinos,
en la boca de los niños dormidos.
Pero los hombres del alba se repiten
en forma clamorosa,
y ríen y mueren como guitarras pisoteadas,
con la cabeza limpia
y el corazón blindado.
(fuente: Poesía 1935-1968, ed. Joaquín Mortiz-SEP, México, 1986, col. Lecturas Mexicanas, no. 54, segunda serie.)
martes, 24 de junio de 2014
Denise Levertov (1923/1997 )
La mente que parpadea
Señor, no vos,
soy yo la que está ausente.
Al principio
la fe era una alegría que guardaba en secreto,
para mí sola
en lugares sagrados:
una ojeada rápida y ya- y luego de nuevo,
en círculos.
Desde hace mucho que te nombro
pero ahora
eludo tu presencia.
Me detengo
a pensar en vos y mi mente
al instante,
como un pez mínimo, sale disparada,
se escapa
hacia las sombras, hacia resplandores que destellan
incesantes sobre
los giros y revueltas del río.
Ni por un segundo
se queda quieto mi ser sino que revolotea
por cualquier parte,
en cada lugar donde pueda girar. No vos,
yo estoy ausente.
Vos sos la corriente, el pez, la luz,
la sombra que late,
vos sos la presencia sin cambios donde todo
se mueve y cambia.
¿Cómo puedo concentrar mi parpadeo, percibir
en el corazón de la fuente
el zafiro que sé que está ahí?
(fuente: "hasta donde llega la voz", versión: Tom Maver)
lunes, 23 de junio de 2014
Evodio Escalante (1946 )
Crápula
He visitado los más turbios hoteles
Y he ido a la cama con hombres, con mujeres,
Con perros, con gallinas
Y hasta quizá con niños
En la ardorosa claridad, en la noche aturdida,
Soliviantado por las penas, el tiempo apresurado,
El no saber qué cosa,
El alcohol, el dinero,
Por la estéril estrella
Y por la vida, en fin, soliviantado
por la lumbre,
Por el deseo marchito de la rosa vencida,
He penetrado en turbias, oscuras cavidades,
He cavado sin fin,
He dividido en dos las porquerizas,
He cerrado los ojos entre perdido y ciego,
He avanzado sin tacto y sin remedio
En la ciudad estercolada,
Y he salido del círculo fangoso, sin esperanza,
Más bien llevado por el cuerpo
Y contra el propio cuerpo si era necesario
Todo por obtener un respiro
Y escribir el poema.
(fuente: Crápula, ed. La Otra-ICED Durango, México, 2013)
He visitado los más turbios hoteles
Y he ido a la cama con hombres, con mujeres,
Con perros, con gallinas
Y hasta quizá con niños
En la ardorosa claridad, en la noche aturdida,
Soliviantado por las penas, el tiempo apresurado,
El no saber qué cosa,
El alcohol, el dinero,
Por la estéril estrella
Y por la vida, en fin, soliviantado
por la lumbre,
Por el deseo marchito de la rosa vencida,
He penetrado en turbias, oscuras cavidades,
He cavado sin fin,
He dividido en dos las porquerizas,
He cerrado los ojos entre perdido y ciego,
He avanzado sin tacto y sin remedio
En la ciudad estercolada,
Y he salido del círculo fangoso, sin esperanza,
Más bien llevado por el cuerpo
Y contra el propio cuerpo si era necesario
Todo por obtener un respiro
Y escribir el poema.
(fuente: Crápula, ed. La Otra-ICED Durango, México, 2013)
domingo, 22 de junio de 2014
Alex Fleites (1954 )
Bernarda
No quiero morir en mayo,
pues los hijos están tan ocupados
con la primavera...
Bodhan Drozdowski
Había perdido la pasión del pan,
la llama que en las tardes
le lamía los huesos
Había entregado puntual el nombre y los retratos
Pedía agüita, así, pedía agüita
sin el más mínimo pudor,
la lengua explorando las fronteras de la boca,
los ojos expuestos, gozosos, a la luz
que no volvería a ser desdeñosa e hiriente
Como en un rito antiguo le humedecí los labios
La gente muere, dije, la gente se termina
Ella había robado para mí
-el hijo que no tuvo-
una naranja, un lápiz, el carro,
juraba, que el niño abandonó bajo el almendro
Después de tantas idas y venidas
estaba ahí, inmune al desamor,
lista para cruzar al otro lado del relente,
en ese estado de idiotez
que se confunde con la felicidad
Cuando todo acabó salimos a la calle
Había llovido y la primavera se hacía alrededor
Los transeúntes cantaban y reñían
como si nunca tuvieran que morir
(fuente: Alguien enciende las luces del planeta, editorial Universidad Veracruzana, col. Ficción, Xalapa, México, 2014.)
No quiero morir en mayo,
pues los hijos están tan ocupados
con la primavera...
Bodhan Drozdowski
Había perdido la pasión del pan,
la llama que en las tardes
le lamía los huesos
Había entregado puntual el nombre y los retratos
Pedía agüita, así, pedía agüita
sin el más mínimo pudor,
la lengua explorando las fronteras de la boca,
los ojos expuestos, gozosos, a la luz
que no volvería a ser desdeñosa e hiriente
Como en un rito antiguo le humedecí los labios
La gente muere, dije, la gente se termina
Ella había robado para mí
-el hijo que no tuvo-
una naranja, un lápiz, el carro,
juraba, que el niño abandonó bajo el almendro
Después de tantas idas y venidas
estaba ahí, inmune al desamor,
lista para cruzar al otro lado del relente,
en ese estado de idiotez
que se confunde con la felicidad
Cuando todo acabó salimos a la calle
Había llovido y la primavera se hacía alrededor
Los transeúntes cantaban y reñían
como si nunca tuvieran que morir
(fuente: Alguien enciende las luces del planeta, editorial Universidad Veracruzana, col. Ficción, Xalapa, México, 2014.)
sábado, 21 de junio de 2014
Ana Pérez Cañamares (1968 )
Los platos que me regaló mi madre...
Los platos que me regaló mi madre
están ya deslucidos y pasados de moda.
Cuando hacemos limpieza
nos miran como enfermos agonizantes
que no entienden qué queremos de ellos.
Pero son los platos que me regaló mi madre
que ya nunca volverá a regalarme
nada.
Si un día nos decidiéramos a tirarlos
intentaré escuchar su voz en mi cabeza:
"las cosas, hija, son sólo cosas".
Mi madre no está en un plato.
Mi madre está en el pan que como.
(fuente: "cómo cantaba mayo en la noche")
Los platos que me regaló mi madre
están ya deslucidos y pasados de moda.
Cuando hacemos limpieza
nos miran como enfermos agonizantes
que no entienden qué queremos de ellos.
Pero son los platos que me regaló mi madre
que ya nunca volverá a regalarme
nada.
Si un día nos decidiéramos a tirarlos
intentaré escuchar su voz en mi cabeza:
"las cosas, hija, son sólo cosas".
Mi madre no está en un plato.
Mi madre está en el pan que como.
(fuente: "cómo cantaba mayo en la noche")
viernes, 20 de junio de 2014
Teresa Calderón (1955 )
Mandala
Cumplí 40.
Vi el universo desplomarse anoche a mis espaldas
y abrirse absoluto hacia adelante un agujero negro.
Después tuve que cumplir 41.
La mitad de mi vida que ya no existe le hizo señas
a la otra mitad que todavía tampoco existe
y juntas mis mitades se burlaron de mí.
De manera que no tuve más remedio que cumplir 42.
Puesta entonces en medio del camino me derrumbo
pedazo de tierra voy tierra en la tierra girando.
Nadie sabe qué espera en qué futuro si hay futuro
cenizas sombra y sólo sombra sobre figuras de barro
grano de arena polvo en el polvo derramándose
desde hace cuatro mil millones de años.
(fuente: "rua das petras")
Cumplí 40.
Vi el universo desplomarse anoche a mis espaldas
y abrirse absoluto hacia adelante un agujero negro.
Después tuve que cumplir 41.
La mitad de mi vida que ya no existe le hizo señas
a la otra mitad que todavía tampoco existe
y juntas mis mitades se burlaron de mí.
De manera que no tuve más remedio que cumplir 42.
Puesta entonces en medio del camino me derrumbo
pedazo de tierra voy tierra en la tierra girando.
Nadie sabe qué espera en qué futuro si hay futuro
cenizas sombra y sólo sombra sobre figuras de barro
grano de arena polvo en el polvo derramándose
desde hace cuatro mil millones de años.
(fuente: "rua das petras")
jueves, 19 de junio de 2014
Wislawa Szymborska, poeta
La cortesía de los ciegos
Un poeta lee poemas a unos ciegos.
No se imaginaba que fuera tan difícil.
Le tiembla la voz.
Le tiemblan las manos.
Siente que cada frase
debe superar la prueba de la oscuridad.
Tendrá que arreglárselas sola,
sin luces ni colores.
peligrosa aventura
para las estrellas de sus poemas,
para la aurora, el arco iris, las nubes, los neones, la luna,
para los peces hasta ahora tan plateados bajo el agua
y los azores tan callados, altos en el cielo.
Lee -porque es ya demasiado tarde para no leer-
sobre el niño de la cazadora amarilla en el verde prado,
sobre los rojos tejados que se pueden contar en los valles,
sobre los vivaces números en las camisetas de los jugadores
y sobre una mujer desnuda tras una puerta entreabierta.
Quisiera omitir -aunque eso no es posible-
a todos aquellos santos en la bóveda de la catedral,
aquel gesto de despedida desde la ventana del vagón,
la lente del microscopio y el destello en el anillo,
y las pantallas y los espejos y el álbum con rostros.
Pero grande es la cortesía de los ciegos,
grandes su comprensión y su magnanimidad.
Escuchan, sonríen, aplauden.
Alguno de ellos incluso se acerca
con un libro abierto al revés
pidiendo un autógrafo invisible para él.
(fuente: "apología de la luz", sin crédito al traductor)
Un poeta lee poemas a unos ciegos.
No se imaginaba que fuera tan difícil.
Le tiembla la voz.
Le tiemblan las manos.
Siente que cada frase
debe superar la prueba de la oscuridad.
Tendrá que arreglárselas sola,
sin luces ni colores.
peligrosa aventura
para las estrellas de sus poemas,
para la aurora, el arco iris, las nubes, los neones, la luna,
para los peces hasta ahora tan plateados bajo el agua
y los azores tan callados, altos en el cielo.
Lee -porque es ya demasiado tarde para no leer-
sobre el niño de la cazadora amarilla en el verde prado,
sobre los rojos tejados que se pueden contar en los valles,
sobre los vivaces números en las camisetas de los jugadores
y sobre una mujer desnuda tras una puerta entreabierta.
Quisiera omitir -aunque eso no es posible-
a todos aquellos santos en la bóveda de la catedral,
aquel gesto de despedida desde la ventana del vagón,
la lente del microscopio y el destello en el anillo,
y las pantallas y los espejos y el álbum con rostros.
Pero grande es la cortesía de los ciegos,
grandes su comprensión y su magnanimidad.
Escuchan, sonríen, aplauden.
Alguno de ellos incluso se acerca
con un libro abierto al revés
pidiendo un autógrafo invisible para él.
(fuente: "apología de la luz", sin crédito al traductor)
miércoles, 18 de junio de 2014
Alda Merini (1931/2009 )
Padre
Padre, si escribir es una culpa,
¿por qué Dios me dio la palabra
para hablar con trémulo lenguaje del amor
a quien me escucha?
Llena ya de años, con la vejez encima,
¿dónde hallaré una brizna de buena hierba?
¿Qué sabes de mis conventos, de la madura
gracia de las santas, de las grandes
almas locas? ¿Qué puedo yo encontrar
entre los hosannas de un hombre culto?
En otro sitio está el canto, en otro la palabra,
y Dios no la pronuncia.
(fuente: "apología de la luz", sin crédito al traductor)
Padre, si escribir es una culpa,
¿por qué Dios me dio la palabra
para hablar con trémulo lenguaje del amor
a quien me escucha?
Llena ya de años, con la vejez encima,
¿dónde hallaré una brizna de buena hierba?
¿Qué sabes de mis conventos, de la madura
gracia de las santas, de las grandes
almas locas? ¿Qué puedo yo encontrar
entre los hosannas de un hombre culto?
En otro sitio está el canto, en otro la palabra,
y Dios no la pronuncia.
(fuente: "apología de la luz", sin crédito al traductor)
martes, 17 de junio de 2014
Efraín Huerta (1914/1982 )
Breve canto
Vendrás como un silencio
nacido de mi cuerpo,
hijo mío de suspiros
y lágrimas corriendo.
Vendrás como sollozos,
temblando, deletreando
el rumor de la sangre
fugitiva de rosas.
Vendrás,
estoy queriéndolo,
rodando suavemente
como ruedan los astros
sobre la seda o cielo.
(fuente: Poesía 1935-1968, ed. J. Mortiz-SEP, México, Lecturas Mexicana, 2a. serie, 1986.)
Vendrás como un silencio
nacido de mi cuerpo,
hijo mío de suspiros
y lágrimas corriendo.
Vendrás como sollozos,
temblando, deletreando
el rumor de la sangre
fugitiva de rosas.
Vendrás,
estoy queriéndolo,
rodando suavemente
como ruedan los astros
sobre la seda o cielo.
(fuente: Poesía 1935-1968, ed. J. Mortiz-SEP, México, Lecturas Mexicana, 2a. serie, 1986.)
lunes, 16 de junio de 2014
Estefanía González (1970 )
Raíz encendida
Han subido los bosques de espuma.
Han subido las aguas del embalse.
Aves extrañas vienen a descansar aquí
y un cielo de madejas grises las aplasta.
Pleno clamor de primavera.
Salto en las olas de los bosques
tiernos de abril.
La lluvia murmuraba en otro tiempo.
Caía a los caminos en torrentes.
Las niñas se tumbaban a lo largo
en estrechos regueros y dejaban
que sus melenas fueran arrastradas.
Bosques de espuma.
Aguas de abril.
Ejércitos de árboles se levantan.
Las yemas de mis dedos
cada día más verdes
a punto de brotar.
(fuente: "apología de la luz")
Han subido los bosques de espuma.
Han subido las aguas del embalse.
Aves extrañas vienen a descansar aquí
y un cielo de madejas grises las aplasta.
Pleno clamor de primavera.
Salto en las olas de los bosques
tiernos de abril.
La lluvia murmuraba en otro tiempo.
Caía a los caminos en torrentes.
Las niñas se tumbaban a lo largo
en estrechos regueros y dejaban
que sus melenas fueran arrastradas.
Bosques de espuma.
Aguas de abril.
Ejércitos de árboles se levantan.
Las yemas de mis dedos
cada día más verdes
a punto de brotar.
(fuente: "apología de la luz")
domingo, 15 de junio de 2014
Uriel Martínez (1950 )
Lo de menos...
Lo de menos sería prenderle
fuego al pasado y con ese
acto supremo arrojar a las llamas
mis cuadernos.
Como una decisión mayúscula
tiraría en un envoltorio
tu retrato, tus mensajes
y cada despedida huera.
Pero en vano sería todo
si en esa acción fallida
no me desprendiera
de agendas pergeñadas con tu nombre.
Cae la noche y con su caída
se levanta una nube cierta
de seres alados que llegan
a estrellarse en los cristales.
Si temprano se precipita
una tormenta, la primera
de la temporada, arrebujado
conjuraré tu nombre.
Lo de menos sería incendiar
el escenario del crimen.
Lo de menos sería prenderle
fuego al pasado y con ese
acto supremo arrojar a las llamas
mis cuadernos.
Como una decisión mayúscula
tiraría en un envoltorio
tu retrato, tus mensajes
y cada despedida huera.
Pero en vano sería todo
si en esa acción fallida
no me desprendiera
de agendas pergeñadas con tu nombre.
Cae la noche y con su caída
se levanta una nube cierta
de seres alados que llegan
a estrellarse en los cristales.
Si temprano se precipita
una tormenta, la primera
de la temporada, arrebujado
conjuraré tu nombre.
Lo de menos sería incendiar
el escenario del crimen.
sábado, 14 de junio de 2014
Dulce María González (1958 )
La eternidad
Sucedió en la casa de la selva
junto a los arcos del corredor donde se bebe horchata
frente al abierto zaguán
el zorro ocultó sus ojos tras el oleaje de tules
y ahí la niña se detuvo
el aire corría entre sus piernas
azotaba las gasas de su vestido
la llamaron a gritos desde la cocina
y el viento elevó una sábana
al fondo del patio.
Sucedió en la casa de la selva
junto a los arcos del corredor donde se bebe horchata
frente al abierto zaguán
el zorro ocultó sus ojos tras el oleaje de tules
y ahí la niña se detuvo
el aire corría entre sus piernas
azotaba las gasas de su vestido
la llamaron a gritos desde la cocina
y el viento elevó una sábana
al fondo del patio.
(fuente: "la mirada del lobo")
viernes, 13 de junio de 2014
Joan Margarit (1938 )
La partida
Definitivamente se trata de mi otoño,
un tiempo de alianzas imposibles,
la edad roja de todos los peligros
para hombres maduros y chicas solitarias.
La edad del adulterio y el olvido
sin ninguna esperanza, la edad fría,
la partida final contra uno mismo.
Permanezco en la mesa, sin esperar la suerte,
ya no cabe el azar en este juego.
Es el tiempo de hacer un solitario
con las cartas marcadas de la vida.
Definitivamente se trata de mi otoño,
un tiempo de alianzas imposibles,
la edad roja de todos los peligros
para hombres maduros y chicas solitarias.
La edad del adulterio y el olvido
sin ninguna esperanza, la edad fría,
la partida final contra uno mismo.
Permanezco en la mesa, sin esperar la suerte,
ya no cabe el azar en este juego.
Es el tiempo de hacer un solitario
con las cartas marcadas de la vida.
(fuente: rua das petras)
jueves, 12 de junio de 2014
Constantino Cavafis (1863/1933 )
Media hora
Ni te he poseído ni te poseeré
nunca, creo. Unas pocas palabras, un acercamiento
como en el bar anteayer, y nada más.
Es triste, no lo niego. Pero nosotros los artistas,
a veces, con el poder de la mente, y, claro está, sólo
por pocos minutos, creamos un placer
que casi parece real.
Así, en el bar anteayer –ayudado, además,
tan misericordiosamente por el alcohol-
pasé media hora totalmente erótica.
Y me parece que lo comprendiste
y te quedaste un rato más a propósito.
Y eso era muy necesario. Porque,
a pesar de toda mi imaginación y de la magia del vino,
me era preciso ver tus labios,
me era preciso tener tu cuerpo junto a mí.
(fuente: "otra iglesia es imposible", versión de Francisco Rivera.)
Ni te he poseído ni te poseeré
nunca, creo. Unas pocas palabras, un acercamiento
como en el bar anteayer, y nada más.
Es triste, no lo niego. Pero nosotros los artistas,
a veces, con el poder de la mente, y, claro está, sólo
por pocos minutos, creamos un placer
que casi parece real.
Así, en el bar anteayer –ayudado, además,
tan misericordiosamente por el alcohol-
pasé media hora totalmente erótica.
Y me parece que lo comprendiste
y te quedaste un rato más a propósito.
Y eso era muy necesario. Porque,
a pesar de toda mi imaginación y de la magia del vino,
me era preciso ver tus labios,
me era preciso tener tu cuerpo junto a mí.
(fuente: "otra iglesia es imposible", versión de Francisco Rivera.)
miércoles, 11 de junio de 2014
José Saramago (1922/2010 )
Sangre
Se acostaron. Blimunda era virgen. Cuántos años tienes, preguntó Baltasar, y Blimunda respondió, Diecinueve años, pero entonces Blimunda ya se había vuelto más vieja. Corrió algo de sangre por la estera. Con las puntas de los dedos índice y corazón humedecidos en ella, Blimunda se persignó e hizo una cruz en el pecho de Baltasar, sobre el corazón. Estaban los dos desnudos. En una calle cercana se oyeron voces de desafío, batir de espadas, carreras. Luego, silencio. No corrió más sangre.
(fuente: Memorial del convento, ed. Seix Barral, México, 1990, trad. Basilio Losada.)
Se acostaron. Blimunda era virgen. Cuántos años tienes, preguntó Baltasar, y Blimunda respondió, Diecinueve años, pero entonces Blimunda ya se había vuelto más vieja. Corrió algo de sangre por la estera. Con las puntas de los dedos índice y corazón humedecidos en ella, Blimunda se persignó e hizo una cruz en el pecho de Baltasar, sobre el corazón. Estaban los dos desnudos. En una calle cercana se oyeron voces de desafío, batir de espadas, carreras. Luego, silencio. No corrió más sangre.
(fuente: Memorial del convento, ed. Seix Barral, México, 1990, trad. Basilio Losada.)
martes, 10 de junio de 2014
Ángela Vallvey (1964 )
Llanto infantil
Siéntate, Érika. Mira cómo el fondo del cielo
parece misterioso con el amanecer.
Este es el rito, la suavidad con que la luz
del Sol cruza la línea curva de la Tierra.
La luz, que es una peregrina, inevitable calor
en todo este vacío. La luz no reflexiona,
se enreda en los zarzales y en tu pelo,
se enfrenta con orgullo a los objetos.
Importa, sobre todo, que mires a los astros y a las nubes
aunque ninguno de ellos pueda explicarte el firmamento.
No digas que en su forma
se intuyen el desprecio o la tristeza:
si no fuese así, el cielo no sabría
otra manera de ser cielo. Fíjate,
la Luna empieza a confundirse
con el color de la mañana,
los pájaros la miran
planeando en secreto volar hasta sus mares
de polvo negro que no conocen el verano.
Levántate, Érika, y no llores,
echa a correr de nuevo. No volverás a tropezar
el cielo limpio de junio será tu único muro.
(fuente: "rua das petras")
Siéntate, Érika. Mira cómo el fondo del cielo
parece misterioso con el amanecer.
Este es el rito, la suavidad con que la luz
del Sol cruza la línea curva de la Tierra.
La luz, que es una peregrina, inevitable calor
en todo este vacío. La luz no reflexiona,
se enreda en los zarzales y en tu pelo,
se enfrenta con orgullo a los objetos.
Importa, sobre todo, que mires a los astros y a las nubes
aunque ninguno de ellos pueda explicarte el firmamento.
No digas que en su forma
se intuyen el desprecio o la tristeza:
si no fuese así, el cielo no sabría
otra manera de ser cielo. Fíjate,
la Luna empieza a confundirse
con el color de la mañana,
los pájaros la miran
planeando en secreto volar hasta sus mares
de polvo negro que no conocen el verano.
Levántate, Érika, y no llores,
echa a correr de nuevo. No volverás a tropezar
el cielo limpio de junio será tu único muro.
(fuente: "rua das petras")
lunes, 9 de junio de 2014
Sonia San Román (1976 )
La sonrisa de las hienas
Desde este promontorio embarrado
siento vértigo
y el aliento cálido y carroño
de unas hienas encorvadas
que me sonríen
mientras me rodean.
Me reflejo en sus pupilas hondas,
cada vez más próximas,
que intentan ganarse mi confianza.
Yo también les sonrío
bajando la cerviz
y me hacen un hueco
entre su áspero pelaje.
Se fingen amistosas
pero sé que esperan la noche
para hacer de mí
una cena temprana.
Se frotan conmigo
para borrar mis olores
e impregnarme de los suyos.
Me harán creer que soy una de ellas.
Que estoy a salvo
entre sus carcajadas histéricas.
Y río.
Y ellas creen que yo creo
que soy una de las suyas.
Se les olvida
que aunque retoce con ellas
en el barro
o hieda a su perfume
duermo con un ojo abierto
y pertenezco a otra especie
aún más peligrosa:
la de las zorras.
(fuente: blog de la autora)
Desde este promontorio embarrado
siento vértigo
y el aliento cálido y carroño
de unas hienas encorvadas
que me sonríen
mientras me rodean.
Me reflejo en sus pupilas hondas,
cada vez más próximas,
que intentan ganarse mi confianza.
Yo también les sonrío
bajando la cerviz
y me hacen un hueco
entre su áspero pelaje.
Se fingen amistosas
pero sé que esperan la noche
para hacer de mí
una cena temprana.
Se frotan conmigo
para borrar mis olores
e impregnarme de los suyos.
Me harán creer que soy una de ellas.
Que estoy a salvo
entre sus carcajadas histéricas.
Y río.
Y ellas creen que yo creo
que soy una de las suyas.
Se les olvida
que aunque retoce con ellas
en el barro
o hieda a su perfume
duermo con un ojo abierto
y pertenezco a otra especie
aún más peligrosa:
la de las zorras.
(fuente: blog de la autora)
domingo, 8 de junio de 2014
Eduardo Errasti (1960 )
Rendición
He decidido
dejar de fumar,
suprimir
las pastillas,
no leer
ciertos libros,
mantenerme
en forma,
hacer
más deporte,
colgarme
de las telenovelas,
comprar
un móvil,
conectarme
a Internet,
besarte
con moderación,
acostarme temprano.
En fin,
hacer todo
lo que haría ese
perfecto imbécil
que a ti tanto te gusta
(y que la vida
pase cuanto antes).
(fuente: "rua das petras")
He decidido
dejar de fumar,
suprimir
las pastillas,
no leer
ciertos libros,
mantenerme
en forma,
hacer
más deporte,
colgarme
de las telenovelas,
comprar
un móvil,
conectarme
a Internet,
besarte
con moderación,
acostarme temprano.
En fin,
hacer todo
lo que haría ese
perfecto imbécil
que a ti tanto te gusta
(y que la vida
pase cuanto antes).
(fuente: "rua das petras")
sábado, 7 de junio de 2014
Mario Santiago, poeta
Encías negras
1 verso de Gorostiza
donde los grillos
son cajitas de música
enterradas en la hierba,
pero a mí me seduce más
el tórax ofreciéndose de las montañas
& las encías negras de los puentes.
(Port Vendres) 2/julio/1977
(fuente: "ámbar y spunk")
jueves, 5 de junio de 2014
A, B, C de la Infancia
1.
Qué bonito país, asolado por la delincuencia organizada que los utiliza como pequeños sicarios, "burreros", "halcones", víctimas del comercio sexual y del tráfico de órganos. Sólo faltan los "narcorridos alterados" que alaben las hazañas de epígonos de "El Ponchis", que confesó haber intervenidos en decapitaciones y ejecuciones de sicarios.
2.
Qué lindo país, que ha prohijado curas como Marcial Maciel -que en gloria esté- y sus seguidores, multiplicados como hongos y conejos, de vocación pederasta y con la bendición de la misma institución que representan. No hay día que no trascienda a la prensa una o más notas sobre el abuso que sufren los menores, ya en colegios, ya en seminarios, ya en sacristías.
3.
Qué país de ensueño con sus grandes ferreterías, tlapalerías y gasolineras donde cualquier menor consigue solventes industriales, combustibles y pegamentos para calzado que utilizan en un trozo de estopa -llamado "muñeca"- para ofrecer sus productos: chicles, kleenex, fruta o globos de fuego a cambio de unas cuantas monedas. Inhalantes que, otras veces, les quita el hambre y los estupidiza.
4.
Qué hermoso país que no protege a los pequeños migrantes que vienen de Sudamérica con la intención de llegar al norte en busca de sus padres, que en el trayecto son interceptados por personal del Instituto Nacional de Migración (INM), el narco o los tratantes de blancas para hacerlos desistir de su infancia y su inocencia.
5.
No vivimos en Disneylandia. Despertamos del idilio hace cinco años, con el incendio de la guardería ABC, subrogada, en donde fallecieron calcinados 49 infantes -entre los cinco meses y los cinco años- sin que desde entonces nadie, ni funcionarios del gobierno de Sonora, haya recibido castigo alguno. Tragedia que dejó un saldo, además de los muertos, de 76 heridos. Sin considerar las secuelas emocionales y físicas de sobrevivientes y familiares.
6
La tarde de este jueves 5 de junio, para conmemorar uno día más de Duelo Nacional, se efectuó un acto en Dogville, en el Jardín Independencia, donde se soltaron 49 globos blancos, que simbolizaban a aquellos infantes y su deceso prematuro.
Amelia Biagioni (1916/2000 )
Soplo
Algún mañana o nunca seré un hombre.
Diz que difícil que me dejen serlo.
En tanto soy un corto dios:
el que amansa los cuchillos del frío
y un algo ve lo que sucederá.
Sobre esta sal desparramada altura
de puna que perdió su poncho,
soplo en mi cuerpo-quena
para que sepa el sol que abrigo su camino.
Allá
detrás de la distancia
en suaves montes de amanecer
pinto con mis sonidos
los colores del primer sueño y sus vicuñas,
y en los atardeceres los despinto.
Cuando aparece noche regalada
no me devuelvo al mundo triste:
me soplo hasta perderme titilando.
Algún tal vez tendré una casa luna
que me cante navidad india y que me abrace,
de donde baje
a descubrir el río del pez de la vida.
Su galopar me ha de llevar al mar sin dueño.
Pero algún antes
conoceré lo que diz que es el árbol.
Caminando por el gran viento colorado
bajo los árboles del sol
a mis ojos vendrá:
torre de padre abierta en verde madre.
Me contará
que hace una larga procesión de tumbas mías
yo era copla razón y mando de esta tierra.
Me avisará –con soplo mío-
que mientras dure la filosa eternidad
en la sonrisa hay que pararse,
pues que en lugar que el olvido manda
la risa baila con la muerte.
Me hará crecer
el alma en ramas sin descanso
formando techo del grandor del territorio
para mi cantidad de mudas hambres.
Me enseñará las letras de los hombres
y a soplar sobre cumbres poderosa escritura
que nadie apague en el atardecer.
(fuente: "ignoria")
Algún mañana o nunca seré un hombre.
Diz que difícil que me dejen serlo.
En tanto soy un corto dios:
el que amansa los cuchillos del frío
y un algo ve lo que sucederá.
Sobre esta sal desparramada altura
de puna que perdió su poncho,
soplo en mi cuerpo-quena
para que sepa el sol que abrigo su camino.
Allá
detrás de la distancia
en suaves montes de amanecer
pinto con mis sonidos
los colores del primer sueño y sus vicuñas,
y en los atardeceres los despinto.
Cuando aparece noche regalada
no me devuelvo al mundo triste:
me soplo hasta perderme titilando.
Algún tal vez tendré una casa luna
que me cante navidad india y que me abrace,
de donde baje
a descubrir el río del pez de la vida.
Su galopar me ha de llevar al mar sin dueño.
Pero algún antes
conoceré lo que diz que es el árbol.
Caminando por el gran viento colorado
bajo los árboles del sol
a mis ojos vendrá:
torre de padre abierta en verde madre.
Me contará
que hace una larga procesión de tumbas mías
yo era copla razón y mando de esta tierra.
Me avisará –con soplo mío-
que mientras dure la filosa eternidad
en la sonrisa hay que pararse,
pues que en lugar que el olvido manda
la risa baila con la muerte.
Me hará crecer
el alma en ramas sin descanso
formando techo del grandor del territorio
para mi cantidad de mudas hambres.
Me enseñará las letras de los hombres
y a soplar sobre cumbres poderosa escritura
que nadie apague en el atardecer.
(fuente: "ignoria")
miércoles, 4 de junio de 2014
Lêdo Ivo, poeta
Los peces también sueñan
en el lago pantanoso, entre pestilencias
que aspiran a la densa dignidad de la vida,
sueñan con los ojos abiertos siempre.
Los peces sueñan inmóviles, la bienaventuranza
del agua fétida. No son como los hombres, que se agitan
en sus lechos estropeados. En verdad,
los peces difieren de nosotros, que todavía no aprendemos a soñar.
Y nos debatimos como ahogados en el agua turbia
entre imágenes hediondas y espinas de peces muertos.
Junto al lago que yo mandé cavar,
volviendo la realidad a un incómodo sueño de infancia
pregunto al agua oscura. Las tilapias se ocultan
de mi sospechoso mirar de propietario
y se resisten a enseñarme cómo debo soñar.
(fuente: "ámbar y spunk", traducción de Carmen Gloria Rodríguez y Vania Torres)
martes, 3 de junio de 2014
José Lezama Lima (1910/1976 )
La escalera y la hormiga
En la medianoche
la hormiga desciende por la escalera del hotel.
Intenta seguir la prolongación de una línea recta.
Se detiene a veces ¿qué laberintos resolverá?
Pero cada escalón la detiene
de una manera que sorprende.
Recorre el peldaño como buscando
el bulto que su espalda necesita,
después se precipita como cantando.
Está desprovista de todo compromiso,
pero de pronto encuentra un pedazo de ala
y corre para llegar a la casilla que desconocemos.
Se regodea en cada escalón
y después desciende oronda al otro
y corre corno si estuviera en una playa.
Tiene la alegría
de ser la dominadora de la escalera.
Sabe que su finalidad será lograda.
El zapato que puede mancillar
pasa muy cerca, pero le deja
un pedazo de hoja de tabaco,
un pétalo aburrido,
la sal que le calienta los ojos dominantes.
Señorea la escalera
y ha paseado cada peldaño
con la elegancia de una dama inglesa
que lleva la basura hasta la esquina,
a un latón verde
con la corona inglesa
raspada por los dos leopardos.
(fuente: "otra iglesia es imposible")
En la medianoche
la hormiga desciende por la escalera del hotel.
Intenta seguir la prolongación de una línea recta.
Se detiene a veces ¿qué laberintos resolverá?
Pero cada escalón la detiene
de una manera que sorprende.
Recorre el peldaño como buscando
el bulto que su espalda necesita,
después se precipita como cantando.
Está desprovista de todo compromiso,
pero de pronto encuentra un pedazo de ala
y corre para llegar a la casilla que desconocemos.
Se regodea en cada escalón
y después desciende oronda al otro
y corre corno si estuviera en una playa.
Tiene la alegría
de ser la dominadora de la escalera.
Sabe que su finalidad será lograda.
El zapato que puede mancillar
pasa muy cerca, pero le deja
un pedazo de hoja de tabaco,
un pétalo aburrido,
la sal que le calienta los ojos dominantes.
Señorea la escalera
y ha paseado cada peldaño
con la elegancia de una dama inglesa
que lleva la basura hasta la esquina,
a un latón verde
con la corona inglesa
raspada por los dos leopardos.
(fuente: "otra iglesia es imposible")
lunes, 2 de junio de 2014
Eduardo Llanos Melussa (1956 )
Aviso clasificado
Centro de inteligencia y prisión preventiva
en vías de expansión a todo el territorio
necesita contratar personal de apoyo
en jornadas nocturnas, diurnas o vespertinas.
Se exige dinamismo, reserva, sangre fría,
olfato, patriotismo, buen oído y buen ojo.
Deseable posesión de vehículo propio,
estudios de karate y buena puntería.
Se ofrece buen sueldo, comisiones y viáticos.
Labor no rutinaria -con viajes de confianza
dentro y fuera del país-. Carrera funcionaria.
Postular solamente los más interesados.
Enviar nombre completo, sin datos ni currículo:
de eso ya tenemos un registro exhaustivo.
(fuente: El árbol de los libres, ediciones arlequín, col. "canto de sátiro", Guadalajara, 2008.)
Centro de inteligencia y prisión preventiva
en vías de expansión a todo el territorio
necesita contratar personal de apoyo
en jornadas nocturnas, diurnas o vespertinas.
Se exige dinamismo, reserva, sangre fría,
olfato, patriotismo, buen oído y buen ojo.
Deseable posesión de vehículo propio,
estudios de karate y buena puntería.
Se ofrece buen sueldo, comisiones y viáticos.
Labor no rutinaria -con viajes de confianza
dentro y fuera del país-. Carrera funcionaria.
Postular solamente los más interesados.
Enviar nombre completo, sin datos ni currículo:
de eso ya tenemos un registro exhaustivo.
(fuente: El árbol de los libres, ediciones arlequín, col. "canto de sátiro", Guadalajara, 2008.)
domingo, 1 de junio de 2014
Uriel Martínez (1950 )
Cuaderno de insomnios
Desnuda como una maja
de goya la noche madura
jugos de podredumbre.
Como una lagartija
que intuye su cuerpo de tajo
gime ciega como el tren que pasa,
humeante.
La primavera se desprende
y cae perdida de alfileres
luego que el primer huracán
invadió sus territorios.
Como puta vieja la ciudad
es azotada de noche por aguaceros
que la dejarán, si no nueva
y sin arrugas, macerada.
Detrás de las cortinas los cristales,
arriba, lejos, las estrellas,
más abajo la brasa de tabaco,
el insomnio ingobernable.
Desnuda como una maja
de goya la noche madura
jugos de podredumbre.
Como una lagartija
que intuye su cuerpo de tajo
gime ciega como el tren que pasa,
humeante.
La primavera se desprende
y cae perdida de alfileres
luego que el primer huracán
invadió sus territorios.
Como puta vieja la ciudad
es azotada de noche por aguaceros
que la dejarán, si no nueva
y sin arrugas, macerada.
Detrás de las cortinas los cristales,
arriba, lejos, las estrellas,
más abajo la brasa de tabaco,
el insomnio ingobernable.