Le digo, dame de comer.
Me sirve rojas tunas en nopal espinoso.
Le digo, juguetea conmigo.
Me salpica la cara con gotitas de lluvia en día asoleado.
Le digo, asústame.
Me grita con truenos y me tira relámpagos.
Le digo, abrázame.
Me susurra, “Acuéstate aquí”.
Le digo, cúrame.
Me da manzanilla, orégano y yerbabuena.
Le digo, acaríciame.
Me roza la cara con su cálido aliento.
Le digo, hazme bella.
Me ofrece turquesa para mis dedos,
una flor rosada para mi cabello.
Le digo, cántame.
Me arrulla con sus canciones de viento.
Le digo, enséñame.
Y florece en el brillo del sol,
en el silencio de la nieve,
en las arenas más secas.
El desierto es mi madre.
El desierto es mi madre.
El desierto es mi madre poderosa.
(fuente: "emma gunst.blogspot")
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