Barcelona (Redacción).- La representación de la obra Gang Bang en la Sala Tallers del Teatro Nacional de Catalunya (TNC) ha vivido este jueves un desagradable suceso al irrumpir a escena dos espontáneos que han tratado de asustar e increpar a los actores a gritos de "viva Cristo Rey, viva Franco, vivan los sacerdotes de Cristo".
Según han podido recoger la cámaras de BTV, dos hombres han saltado en el escenario en plena representación para agredir al reparto tirándoles un taburete e insultándolos. Tras la irrupción, ambos han salido por su propio pie y acabado el mal trago, el público asitente ha aplaudido en señal de ánimo a los artistas.
La obra, dirigida por Josep Maria Miró, se ambienta en un local gay durante la visita del Papa en Barcelona y ya se había estrenado en medio de una gran polémica al ser considerada por muchos sectores como un ataque a la religión católica.
El propio TNC tuvo que salir en su defensa ante las críticas del PP y el conseller de Cultura, Ferran Mascarell, llamó al director del teatro, Sergi Belbel, para informarse del contenido de la obra. El sindicato de extrema derecha Manos Limpias ha denunciado la obra al considerarla anticatólica.
La obra estará en la Sala Tallers hasta el 17 de abril
(La farsa del dramaturgo mexicano Óscar Liera (1946-1990), "Cúcara y Mácara", corrió una suerte parecida en su temporada de estreno en Xalapa, Veracruz, en la década de los años noventa, sólo que los que irrumpieron en el escenario eran varios que golpearon a los actores, mismos que requirieron de hospitalización por costillas y otros huesos rotos. La obra trata del mito de la aparición de la virgen de Guadalupe. Se diría que la intolerancia ahí sigue, agazapada, independientemente del país de que se trate. Nota tomada del diario español La Vanguardia.)
jueves, 31 de marzo de 2011
CUERNAVACA CONTRA LA VIOLENCIA
CUERNAVACA, Morelos, 30 de marzo (apro).- Decenas de personas se manifestaron hoy frente al palacio de gobierno para exigir que se aclare el asesinato de Juan Francisco Sicilia Ortega –y otras seis personas—, mientras la Procuraduría local centra sus investigaciones en uno de los siete ejecutados, Álvaro Jaimes Avelar, al parecer un exmilitar retirado que se desempeñaba como agente de seguridad privada.
Presionados por las protestas que distintos sectores de la sociedad morelense han hecho por la ejecución del hijo del poeta y colaborador de Proceso Javier Sicilia, las autoridades de justicia estatal señalaron de manera extraoficial que se indagan las actividades de Álvaro Jaimes, quien trabajaba como guardaespaldas de un empresario.
De acuerdo con las primeras pesquisas, sólo Juan Francisco Sicilia y su amigo Jesús Chávez Vázquez no “concuerdan” con el perfil de las otras cinco personas que murieron asfixiadas y cuyos cuerpos se encontraron en el interior de un automóvil el lunes por la mañana.
Aunque faltan por conocer el registro y contenido de los celulares de cada uno, en una primera instancia no se detectó ninguna relación entre los dos jóvenes y el resto del grupo.
Las autoridades estatales señalaron a apro que la Procuraduría General de la República únicamente “coadyuvará” con las indagaciones y que por el momento, y con base en algunas declaraciones, se investigan las relaciones que tenían Álvaro Jaimes, sus sobrinos Julio César y Luis Antonio Romero Jaimes, así como María del Socorro Estrada y Jaime Gabriel Alejo Cadena.
Según una línea de investigación, estos últimos cinco se reunían en distintos lugares para ingerir bebidas alcohólicas, y coincidieron en el mismo bar al que asistieron el sábado Juan Francisco Sicilia y su amigo Jesús Chávez Vázquez; ahí, al parecer, se conocieron y tuvieron una discusión con otro grupo de personas, quienes podrían ser los responsables de haberlos secuestrado y asesinado, después de torturarlos.
Mientras tanto, hoy continuaron las expresiones de protestas en el zócalo de Cuernavaca por la ola de violencia que se ha levantado en el estado desde el año pasado.
Un grupo de personas vestidas de blanco nuevamente pusieron velas en el altar que instalaron frente al Palacio de Gobierno, con pancartas donde piden que se aclare el homicidio del hijo del escritor Javier Sicilia y que renuncie el gobernador Marco Antonio Adame, quien hasta el momento no ha dado declaraciones al respecto.
Mientras, el Cártel del Golfo --al que inicialmente se había adjudicado la ejecución tumultuaria-- continúa el intercambio de mensajes con el Cártel del Pacífico Sur, al que el primero acusó, en un segundo mensaje, de ser el verdadero responsable de los asesinatos.
En este nuevo mensaje, el tercero en tres días, puesto en la madrugada en dos sitios distintos de la ciudad, el Cártel del Pacífico Sur reta a pelear al Cártel del Golfo; les dice que “se quieren lavar las manos” y los acusa de haber cometido “errores”, pero sólo mencionan el caso del exlíder de la CTM, Tito Barrera, ejecutado el pasado 21 de marzo por un individuo a bordo de una motocicleta.
(La muerte de Sicilia Ortega ha llevado a la sociedad civil de Cuernavaca a exigir un alto a la guerra sucia de Calderón contra ciudadanos de a pie inermes y pacíficos. Ayer fueron sepultados los restos de Juan Francisco y su amigo Jesús Chávez Vázquez, antes de efectuar la ciudadanía un acto afuera del palacio de gobierno donde habita un gobernador que ni los ve ni los oye. Nota de Proceso on line.)
Presionados por las protestas que distintos sectores de la sociedad morelense han hecho por la ejecución del hijo del poeta y colaborador de Proceso Javier Sicilia, las autoridades de justicia estatal señalaron de manera extraoficial que se indagan las actividades de Álvaro Jaimes, quien trabajaba como guardaespaldas de un empresario.
De acuerdo con las primeras pesquisas, sólo Juan Francisco Sicilia y su amigo Jesús Chávez Vázquez no “concuerdan” con el perfil de las otras cinco personas que murieron asfixiadas y cuyos cuerpos se encontraron en el interior de un automóvil el lunes por la mañana.
Aunque faltan por conocer el registro y contenido de los celulares de cada uno, en una primera instancia no se detectó ninguna relación entre los dos jóvenes y el resto del grupo.
Las autoridades estatales señalaron a apro que la Procuraduría General de la República únicamente “coadyuvará” con las indagaciones y que por el momento, y con base en algunas declaraciones, se investigan las relaciones que tenían Álvaro Jaimes, sus sobrinos Julio César y Luis Antonio Romero Jaimes, así como María del Socorro Estrada y Jaime Gabriel Alejo Cadena.
Según una línea de investigación, estos últimos cinco se reunían en distintos lugares para ingerir bebidas alcohólicas, y coincidieron en el mismo bar al que asistieron el sábado Juan Francisco Sicilia y su amigo Jesús Chávez Vázquez; ahí, al parecer, se conocieron y tuvieron una discusión con otro grupo de personas, quienes podrían ser los responsables de haberlos secuestrado y asesinado, después de torturarlos.
Mientras tanto, hoy continuaron las expresiones de protestas en el zócalo de Cuernavaca por la ola de violencia que se ha levantado en el estado desde el año pasado.
Un grupo de personas vestidas de blanco nuevamente pusieron velas en el altar que instalaron frente al Palacio de Gobierno, con pancartas donde piden que se aclare el homicidio del hijo del escritor Javier Sicilia y que renuncie el gobernador Marco Antonio Adame, quien hasta el momento no ha dado declaraciones al respecto.
Mientras, el Cártel del Golfo --al que inicialmente se había adjudicado la ejecución tumultuaria-- continúa el intercambio de mensajes con el Cártel del Pacífico Sur, al que el primero acusó, en un segundo mensaje, de ser el verdadero responsable de los asesinatos.
En este nuevo mensaje, el tercero en tres días, puesto en la madrugada en dos sitios distintos de la ciudad, el Cártel del Pacífico Sur reta a pelear al Cártel del Golfo; les dice que “se quieren lavar las manos” y los acusa de haber cometido “errores”, pero sólo mencionan el caso del exlíder de la CTM, Tito Barrera, ejecutado el pasado 21 de marzo por un individuo a bordo de una motocicleta.
(La muerte de Sicilia Ortega ha llevado a la sociedad civil de Cuernavaca a exigir un alto a la guerra sucia de Calderón contra ciudadanos de a pie inermes y pacíficos. Ayer fueron sepultados los restos de Juan Francisco y su amigo Jesús Chávez Vázquez, antes de efectuar la ciudadanía un acto afuera del palacio de gobierno donde habita un gobernador que ni los ve ni los oye. Nota de Proceso on line.)
MENORES POLLEROS
Sunland Park— Aún no cumplía la mayoría de edad, pero Iván –como dijo llamarse–, ya trabajaba en el negocio del contrabando humano.
“Soy uno de los buenos polleros de por aquí”, aseguró cuando tenía 16 años a El Diario de El Paso. Pese a la vigilancia de dos vehículos de la Patrulla Fronteriza, “Iván” logró internar a una mujer y un hombre a través de una ranura de la malla ciclónica que hasta hace un par de años dividía la frontera, durante un evento binacional en los límites internacionales por el rumbo de Anapra.
Aprovechó la presencia de decenas de fronterizos para deslizarse en segundos por una abertura de metro y medio de longitud, enseñando a sus clientes cómo “pasar”.
Tres años, un “muro” de metal, más patrulleros y tecnología de punta después, otros menores como “Iván” siguen cruzando contrabando humano.
Incluso, su número se ha incrementado hasta en un 25 por ciento, tan sólo entre los años fiscales 2009 y 2010, de acuerdo con informes de la Patrulla Fronteriza en el sector de El Paso.
La jurisdicción de ese capítulo de la Patrulla cubre los condados de El Paso y Hudspeth en Texas, y todo el estado de Nuevo México.
Y aunque en la mayoría de los casos, las edades de estos menores “polleros” oscilan entre los 16 y los 17 años, los patrulleros fronterizos han detectado a niños de hasta 12 años, agregan los datos.
La dependencia federal manifestó que las organizaciones trasnacionales del crimen organizado han sido las responsables de reclutar y explotar a los menores de edad con el objetivo de utilizarlos para introducir de manera ilegal al país, no sólo a migrantes, sino también drogas.
El supervisor de operaciones especiales de la Patrulla Fronteriza, Ramiro Cordero, agregó que la mayoría de los menores “polleros” detenidos, incluidas también niñas, son oriundos de Ciudad Juárez.
No precisó de qué colonias son los juarenses arrestados.
Pero, el coordinador del Centro de Atención Integral de la Familia en Ciudad Juárez, Alfredo Hernández, dijo recientemente que la mayoría de los niños y adolescentes que se ven involucrados en esa actividad ilícita residen en Anapra, en el norponiente de la vecina ciudad.
Aseguró que la problemática de los menores “polleros” se empezó a vislumbrar hacer más o menos un año debido a la marginación, pobreza y, sobre todo, falta de oportunidades para estudiar.
La dependencia tiene registradas por lo menos 16 quejas sobre familias que presuntamente emplean a sus hijos como “polleros”, indicó Hernández.
El ingreso que esos menores puedan traer a su casa es sustancioso, pese a ser apenas una fracción de lo que cobran las organizaciones delictivas de traficantes de humanos que los reclutan “con el sólo propósito de
incrementar sus esquemas criminales”, dijo Cordero.
Informó que los niños “polleros” llegan a ganar entre 50 y 100 dólares por cada indocumentado que cruzan al país.
En contraste, las bandas de “coyotes” cobran una tarifa promedio que va desde 250 dólares por ingresar ilegalmente a Estados Unidos a un mexicano, hasta 15 mil dólares por hacerlo con un oriundo de otro país, agregó.
Los menores que son sorprendidos cruzando contrabando humano no se salvan de ser detenidos y procesados judicialmente.
El funcionario federal recordó que, como parte de estrategias binacionales que tiene la dependencia federa
con agencias estadounidenses y mexicanas, los menores pueden enfrentar cargos criminales al igual que las organizaciones que los contratan.
Entre esas agencias están incluidas la Procuraduría General de la República, el Consulado General de Estados Unidos en Ciudad Juárez, las oficinas de los procuradores del Condado y Distrito de El Paso, y del Alguacil paseño, dijo.
El Sector de El Paso, no obstante, “seguirá buscado toda aquella medida alternativa para reformar y no perseguir criminalmente a estos menores que han sido detenidos en Estados Unidos e identificados como infractores”, agregó Cordero.
Pese a las consecuencias judiciales que enfrentan y lo riesgoso que puede ser, los menores siguen involucrándose en el ilícito.
“Iván” dijo haber empezado a trabajar en el “negocio” cuando tenía unos 13 años.
“Sólo paso a los que pueden correr”, aseguró el joven, quien reveló que cobra hasta 100 dólares por cada indocumentado que le presentan sus “contactos”.
El adolescente mencionó durante la entrevista con El Diario de El Paso que tenía unos meses de haber reclutado a “Daniel”, de 12 años, para auxiliarlo a contrabandear a indocumentados, ya que “se había puesto difícil”.
“Se la rifa uno”, expresó a su vez “Daniel”, quien comentó que “Iván” había sido detenido por la Patrulla Fronteriza, repatriado a México y llevado al Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en la vecina ciudad en 2007.
Además, “Iván” fue asaltado en un cerro cuando guiaba a un grupo de indocumentados el año anterior, agregó el adolescente.
Aunque no precisó cuánto dinero llegó a ganar, “Daniel” dijo que parte de la “comisión” que recibía hasta entonces la gastaba en sus artículos escolares y colegiatura en una secundaria en Juárez.
Y a pesar de tener menos tiempo que su amigo, “Daniel” aseguró que ya había aprendido a cómo movilizarse en El Paso.
“Usted dígame dónde vive y le apuesto lo que quiera a que llegamos”, expresó.
(Entre los puntos del país con mayor exportación de mano de obra a EEUU se encuentra Zacatecas, por lo que no te sorprende que la edad de los traficantes de los sin papeles sea cada vez más tierna pues las necesidades familiares no esperan. Y las acciones aquí descritas por la reportera provienen de ciudadanos de ambos lados del río Bravo; y antes que el delito están las necesidades de miles de familias. Nota tomada de El Diario de Juárez.)
“Soy uno de los buenos polleros de por aquí”, aseguró cuando tenía 16 años a El Diario de El Paso. Pese a la vigilancia de dos vehículos de la Patrulla Fronteriza, “Iván” logró internar a una mujer y un hombre a través de una ranura de la malla ciclónica que hasta hace un par de años dividía la frontera, durante un evento binacional en los límites internacionales por el rumbo de Anapra.
Aprovechó la presencia de decenas de fronterizos para deslizarse en segundos por una abertura de metro y medio de longitud, enseñando a sus clientes cómo “pasar”.
Tres años, un “muro” de metal, más patrulleros y tecnología de punta después, otros menores como “Iván” siguen cruzando contrabando humano.
Incluso, su número se ha incrementado hasta en un 25 por ciento, tan sólo entre los años fiscales 2009 y 2010, de acuerdo con informes de la Patrulla Fronteriza en el sector de El Paso.
La jurisdicción de ese capítulo de la Patrulla cubre los condados de El Paso y Hudspeth en Texas, y todo el estado de Nuevo México.
Y aunque en la mayoría de los casos, las edades de estos menores “polleros” oscilan entre los 16 y los 17 años, los patrulleros fronterizos han detectado a niños de hasta 12 años, agregan los datos.
La dependencia federal manifestó que las organizaciones trasnacionales del crimen organizado han sido las responsables de reclutar y explotar a los menores de edad con el objetivo de utilizarlos para introducir de manera ilegal al país, no sólo a migrantes, sino también drogas.
El supervisor de operaciones especiales de la Patrulla Fronteriza, Ramiro Cordero, agregó que la mayoría de los menores “polleros” detenidos, incluidas también niñas, son oriundos de Ciudad Juárez.
No precisó de qué colonias son los juarenses arrestados.
Pero, el coordinador del Centro de Atención Integral de la Familia en Ciudad Juárez, Alfredo Hernández, dijo recientemente que la mayoría de los niños y adolescentes que se ven involucrados en esa actividad ilícita residen en Anapra, en el norponiente de la vecina ciudad.
Aseguró que la problemática de los menores “polleros” se empezó a vislumbrar hacer más o menos un año debido a la marginación, pobreza y, sobre todo, falta de oportunidades para estudiar.
La dependencia tiene registradas por lo menos 16 quejas sobre familias que presuntamente emplean a sus hijos como “polleros”, indicó Hernández.
El ingreso que esos menores puedan traer a su casa es sustancioso, pese a ser apenas una fracción de lo que cobran las organizaciones delictivas de traficantes de humanos que los reclutan “con el sólo propósito de
incrementar sus esquemas criminales”, dijo Cordero.
Informó que los niños “polleros” llegan a ganar entre 50 y 100 dólares por cada indocumentado que cruzan al país.
En contraste, las bandas de “coyotes” cobran una tarifa promedio que va desde 250 dólares por ingresar ilegalmente a Estados Unidos a un mexicano, hasta 15 mil dólares por hacerlo con un oriundo de otro país, agregó.
Los menores que son sorprendidos cruzando contrabando humano no se salvan de ser detenidos y procesados judicialmente.
El funcionario federal recordó que, como parte de estrategias binacionales que tiene la dependencia federa
con agencias estadounidenses y mexicanas, los menores pueden enfrentar cargos criminales al igual que las organizaciones que los contratan.
Entre esas agencias están incluidas la Procuraduría General de la República, el Consulado General de Estados Unidos en Ciudad Juárez, las oficinas de los procuradores del Condado y Distrito de El Paso, y del Alguacil paseño, dijo.
El Sector de El Paso, no obstante, “seguirá buscado toda aquella medida alternativa para reformar y no perseguir criminalmente a estos menores que han sido detenidos en Estados Unidos e identificados como infractores”, agregó Cordero.
Pese a las consecuencias judiciales que enfrentan y lo riesgoso que puede ser, los menores siguen involucrándose en el ilícito.
“Iván” dijo haber empezado a trabajar en el “negocio” cuando tenía unos 13 años.
“Sólo paso a los que pueden correr”, aseguró el joven, quien reveló que cobra hasta 100 dólares por cada indocumentado que le presentan sus “contactos”.
El adolescente mencionó durante la entrevista con El Diario de El Paso que tenía unos meses de haber reclutado a “Daniel”, de 12 años, para auxiliarlo a contrabandear a indocumentados, ya que “se había puesto difícil”.
“Se la rifa uno”, expresó a su vez “Daniel”, quien comentó que “Iván” había sido detenido por la Patrulla Fronteriza, repatriado a México y llevado al Desarrollo Integral de la Familia (DIF) en la vecina ciudad en 2007.
Además, “Iván” fue asaltado en un cerro cuando guiaba a un grupo de indocumentados el año anterior, agregó el adolescente.
Aunque no precisó cuánto dinero llegó a ganar, “Daniel” dijo que parte de la “comisión” que recibía hasta entonces la gastaba en sus artículos escolares y colegiatura en una secundaria en Juárez.
Y a pesar de tener menos tiempo que su amigo, “Daniel” aseguró que ya había aprendido a cómo movilizarse en El Paso.
“Usted dígame dónde vive y le apuesto lo que quiera a que llegamos”, expresó.
(Entre los puntos del país con mayor exportación de mano de obra a EEUU se encuentra Zacatecas, por lo que no te sorprende que la edad de los traficantes de los sin papeles sea cada vez más tierna pues las necesidades familiares no esperan. Y las acciones aquí descritas por la reportera provienen de ciudadanos de ambos lados del río Bravo; y antes que el delito están las necesidades de miles de familias. Nota tomada de El Diario de Juárez.)
miércoles, 30 de marzo de 2011
ROGER WOLFE (1962)
Los ojos de Fassbinder
Tus ojos exhaustos, Rainer, de la vida
- cuyo color ignoro o no recuerdo -
ese mostacho,
la barba rala,
el rostro tierno, tumefacto,
por el tiempo malo y sus desmanes,
me contemplan desde esa foto en blanco y negro,
y debajo la leyenda
en un idioma
que habló mi bisabuelo:
"Dichter
Schauspieler
Filmemacher".
Poeta de la polla y de la mierda,
monstruo, vándalo, arcángel, niño
de mirada incrédula y pasmada,
fantasma encharcado de alcohol
y de heroína,
amado padre, hermano, ramera, maricona,
todos
nos llamamos
como tú.
(del poemario Arde Babilonia. Texto tomado de la página Fundación R.W. F.)
Tus ojos exhaustos, Rainer, de la vida
- cuyo color ignoro o no recuerdo -
ese mostacho,
la barba rala,
el rostro tierno, tumefacto,
por el tiempo malo y sus desmanes,
me contemplan desde esa foto en blanco y negro,
y debajo la leyenda
en un idioma
que habló mi bisabuelo:
"Dichter
Schauspieler
Filmemacher".
Poeta de la polla y de la mierda,
monstruo, vándalo, arcángel, niño
de mirada incrédula y pasmada,
fantasma encharcado de alcohol
y de heroína,
amado padre, hermano, ramera, maricona,
todos
nos llamamos
como tú.
(del poemario Arde Babilonia. Texto tomado de la página Fundación R.W. F.)
martes, 29 de marzo de 2011
CARTA ABIERTA
A quien corresponda:
El asesinato en Cuernavaca de siete civiles, entre ellos el hijo del escritor y periodista Javier Sicilia, reivindicado por el cártel del Golfo en una nota hallada en el lugar de los hechos, es una expresión más de la inoperante estrategia diseñada por el gobierno de México para combatir el narcotráfico, así como del consecuente fracaso de una guerra cuya verdadera naturaleza se quiere ocultar a través de diversas maniobras, como la de bautizarla con eufemismos destinados a velar la realidad: lucha, combate, ofensiva y varios más. Como se ha vuelto costumbre, de inmediato se ha intentado identificar a las personas asesinadas como miembros de algún grupo de delincuentes. Dado que hace apenas un par de días numerosos medios del país, presididos por Televisa en un acto que se montó y transmitió como uno más de sus programas de entretenimiento, firmaron un convenio entre cuyos acuerdos está el de no referir “detalles” que representen algún tipo de publicidad que le haga el juego al crimen organizado, es probable que estos hechos no se divulguen, o que al hacerlo se escondan los datos que delatan lo que en última instancia constituyen: un acto de terrorismo enderezado contra la población civil. Esta palabra, terrorismo, asusta al gobierno federal, que ha decidido vetarla a toda costa. A la luz del antedicho pacto, es muy posible que periodistas y locutores opten por sumarse al veto a nombre de una supuesta defensa del bien común. Esta es una medida que colinda con la autocensura y que no beneficia al ciudadano de a pie, cuyas posibilidades de defenderse y tomar previsiones dependen del cabal conocimiento de las formas de operar de los criminales, así como de las consecuencias de una táctica de guerra diseñada sobre las rodillas y por lo tanto ineficiente. Hoy más que nunca es preciso que los ciudadanos de todo el país nos unamos a distintos niveles (gremiales, laborales, vecinales, etecétera) para denunciar hechos como el que aquí se menciona, pero también para exigir que se les de la difusión que merecen y que sean atendidos, por parte de las instituciones responsables, como lo que son: actos de violencia que las distintas organizaciones del narcotráfico empiezan a cometer en contra de la sociedad civil. Quienes firmamos esta carta, miembros de la comunidad intelectual y artística del país, demandamos la investigación y el esclarecimiento de los acontecimientos que aquí se mencionan.
(Esta misiva me fue enviada por e-mail o correo electrónico, que en cuanto la leí, autoricé se incluya mi firma de manera incondicional, no porque seamos amigos Sicilia y yo, sino por elemental solidaridad con un padre herido por la pérdida de su hijo, ultimado ayer lunes 28 de marzo en Morelos, otro santuario de sangre como hay tantos en el norte: de San Luis Potosí para arriba. Por ese sentimiento de rabia, impotencia y dolor, se pone a disposición del interesado por si se desea obsequiar su firma.)
El asesinato en Cuernavaca de siete civiles, entre ellos el hijo del escritor y periodista Javier Sicilia, reivindicado por el cártel del Golfo en una nota hallada en el lugar de los hechos, es una expresión más de la inoperante estrategia diseñada por el gobierno de México para combatir el narcotráfico, así como del consecuente fracaso de una guerra cuya verdadera naturaleza se quiere ocultar a través de diversas maniobras, como la de bautizarla con eufemismos destinados a velar la realidad: lucha, combate, ofensiva y varios más. Como se ha vuelto costumbre, de inmediato se ha intentado identificar a las personas asesinadas como miembros de algún grupo de delincuentes. Dado que hace apenas un par de días numerosos medios del país, presididos por Televisa en un acto que se montó y transmitió como uno más de sus programas de entretenimiento, firmaron un convenio entre cuyos acuerdos está el de no referir “detalles” que representen algún tipo de publicidad que le haga el juego al crimen organizado, es probable que estos hechos no se divulguen, o que al hacerlo se escondan los datos que delatan lo que en última instancia constituyen: un acto de terrorismo enderezado contra la población civil. Esta palabra, terrorismo, asusta al gobierno federal, que ha decidido vetarla a toda costa. A la luz del antedicho pacto, es muy posible que periodistas y locutores opten por sumarse al veto a nombre de una supuesta defensa del bien común. Esta es una medida que colinda con la autocensura y que no beneficia al ciudadano de a pie, cuyas posibilidades de defenderse y tomar previsiones dependen del cabal conocimiento de las formas de operar de los criminales, así como de las consecuencias de una táctica de guerra diseñada sobre las rodillas y por lo tanto ineficiente. Hoy más que nunca es preciso que los ciudadanos de todo el país nos unamos a distintos niveles (gremiales, laborales, vecinales, etecétera) para denunciar hechos como el que aquí se menciona, pero también para exigir que se les de la difusión que merecen y que sean atendidos, por parte de las instituciones responsables, como lo que son: actos de violencia que las distintas organizaciones del narcotráfico empiezan a cometer en contra de la sociedad civil. Quienes firmamos esta carta, miembros de la comunidad intelectual y artística del país, demandamos la investigación y el esclarecimiento de los acontecimientos que aquí se mencionan.
(Esta misiva me fue enviada por e-mail o correo electrónico, que en cuanto la leí, autoricé se incluya mi firma de manera incondicional, no porque seamos amigos Sicilia y yo, sino por elemental solidaridad con un padre herido por la pérdida de su hijo, ultimado ayer lunes 28 de marzo en Morelos, otro santuario de sangre como hay tantos en el norte: de San Luis Potosí para arriba. Por ese sentimiento de rabia, impotencia y dolor, se pone a disposición del interesado por si se desea obsequiar su firma.)
LA SANGRE DE LOS DD HH
Un total de 50 defensores de derechos fueron asesinados en 2010 en América, según denunciaron hoy 23 ONGs ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La violencia contra los defensores de derechos humanos la ejercen el crimen organizado y las compañías con intereses económicos en la región, pero también agentes de los propios Estados o actores que actúan bajo su respaldo, como los paramilitares.
Así lo denunció hoy ante la CIDH Viviana Krsticevíc, del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, en la última jornada de audiencias públicas del 141 periodo de sesiones, que comenzó el 21 de marzo y se prolongará hasta el 1 de abril.
Colombia, México, Guatemala, Brasil y Perú lideran la lista de países donde los defensores sufren más agresiones, a tenor del número de denuncias presentadas.
Según las investigaciones de las ONGs, en Colombia unos 1.000 defensores fueron víctimas de amenazas, detenciones arbitrarias y torturas en 2010, y 32 de ellos fueron asesinados.
Los defensores que ven impedida su labor en mayor medida son aquellos que abogan por los derechos de las personas desplazadas, de las mujeres, así como los que trabajan por la restitución de tierras ancestrales y los sindicalistas.
Krsticevíc denunció la pasividad de los Gobiernos ante esta "alarmante situación", y recordó en este sentido que el 98 % de las 1072 agresiones registradas en Guatemala en los últimos tres años quedaron impunes.
En este contexto, las 23 ONGs solicitaron a la CIDH que cree una oficina específica que se ocupe de los defensores y que exija a los Estados que implementen medidas efectivas de protección e investigación en los casos que conciernen a este colectivo.
(Los derechos de mujeres desplazadas, como las prostitutas, las exiliadas políticas de Ciudad Juárez, Chihuahua, los de las encarceladas y sus hijos que ahí nacen, los de las sirvientas que son golpeadas y humilladas, ultrajadas y vejadas, ¿están contemplados en agrupaciones internacionales de Derechos Humanos? No se duda, sólo se plantea como una posibilidad en lugares remotos como la casa de mi vecino o la mía propia. Nota rescatada del diario El Espectador.)
La violencia contra los defensores de derechos humanos la ejercen el crimen organizado y las compañías con intereses económicos en la región, pero también agentes de los propios Estados o actores que actúan bajo su respaldo, como los paramilitares.
Así lo denunció hoy ante la CIDH Viviana Krsticevíc, del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, en la última jornada de audiencias públicas del 141 periodo de sesiones, que comenzó el 21 de marzo y se prolongará hasta el 1 de abril.
Colombia, México, Guatemala, Brasil y Perú lideran la lista de países donde los defensores sufren más agresiones, a tenor del número de denuncias presentadas.
Según las investigaciones de las ONGs, en Colombia unos 1.000 defensores fueron víctimas de amenazas, detenciones arbitrarias y torturas en 2010, y 32 de ellos fueron asesinados.
Los defensores que ven impedida su labor en mayor medida son aquellos que abogan por los derechos de las personas desplazadas, de las mujeres, así como los que trabajan por la restitución de tierras ancestrales y los sindicalistas.
Krsticevíc denunció la pasividad de los Gobiernos ante esta "alarmante situación", y recordó en este sentido que el 98 % de las 1072 agresiones registradas en Guatemala en los últimos tres años quedaron impunes.
En este contexto, las 23 ONGs solicitaron a la CIDH que cree una oficina específica que se ocupe de los defensores y que exija a los Estados que implementen medidas efectivas de protección e investigación en los casos que conciernen a este colectivo.
(Los derechos de mujeres desplazadas, como las prostitutas, las exiliadas políticas de Ciudad Juárez, Chihuahua, los de las encarceladas y sus hijos que ahí nacen, los de las sirvientas que son golpeadas y humilladas, ultrajadas y vejadas, ¿están contemplados en agrupaciones internacionales de Derechos Humanos? No se duda, sólo se plantea como una posibilidad en lugares remotos como la casa de mi vecino o la mía propia. Nota rescatada del diario El Espectador.)
lunes, 28 de marzo de 2011
DOLOR DE POETA
MÉXICO, DF., 28 de marzo (apro).- Entre las siete personas que aparecieron ejecutadas esta madrugada en la autopista Cuernavaca-Acapulco, se encuentra Juan Francisco Sicilia Ortega, hijo del escritor y colaborador de Proceso, Javier Sicilia, informó esta tarde la Procuraduría General de Justicia de Morelos (PGJ).
De acuerdo con la información oficial, Juan Francisco apareció muerto junto con otras seis personas en el interior de una camioneta Honda CRV con placas del estado de Guerrero, entre ellos una mujer de 44 años vecina del municipio de Temixco.
El reporte policiaco detalla que las siete víctimas fueron asfixiadas y estaban atadas de pies y manos.
En un principio se reportó sólo el acribillamiento de seis personas, pero cuando el vehículo era trasladado a la Procurarduría del Estado se descubrió que en la cajuela estaba una persona más junto a un narcomensaje en que se amenaza a oficiales del Ejército y que está firmado con las siglas CDG.
(El poeta Javier Sicilia se hizo acreedor al Premio Nacional de Poesía de Aguascalientes en 2009. El Fondo de Cultura Económica le publicó el volumen "Concepción Cabrera de Armida, la amante de Cristo. Es colaborador desde tiempo atrás del semanario Proceso y se le cataloga como poeta católico al lado de Carlos Pellicer, Ramón López Velarde y el Padre Plascencia. Un abrazo solidario en estos momentos de dolor. Nota recogida de la agencia Apro.)
El despeñadero
Javier, hermano, admirado poeta, pacifista radical, ¿ya qué es demasiado? Hoy vinieron por tu querido hijo Juan Francisco. Han venido ya por tantos. Cómo oponer la rabia cuando tú has dado ejemplo de sabiduría y un cristiano amor, mientras éstos del poder, que se fingen cristianos, llevan al despeñadero a nuestro país, a nuestros jóvenes. Se han puesto a la bajísima altura de los criminales que dicen combatir. Unos y otros merecen nuestro repudio, no el silencio. Ninguna indignación es suficiente. Para tu familia un abrazo tal vez. Un abrazo solamente. Hermann Bellinghausen. Mensaje tomado de La Jornada.
De acuerdo con la información oficial, Juan Francisco apareció muerto junto con otras seis personas en el interior de una camioneta Honda CRV con placas del estado de Guerrero, entre ellos una mujer de 44 años vecina del municipio de Temixco.
El reporte policiaco detalla que las siete víctimas fueron asfixiadas y estaban atadas de pies y manos.
En un principio se reportó sólo el acribillamiento de seis personas, pero cuando el vehículo era trasladado a la Procurarduría del Estado se descubrió que en la cajuela estaba una persona más junto a un narcomensaje en que se amenaza a oficiales del Ejército y que está firmado con las siglas CDG.
(El poeta Javier Sicilia se hizo acreedor al Premio Nacional de Poesía de Aguascalientes en 2009. El Fondo de Cultura Económica le publicó el volumen "Concepción Cabrera de Armida, la amante de Cristo. Es colaborador desde tiempo atrás del semanario Proceso y se le cataloga como poeta católico al lado de Carlos Pellicer, Ramón López Velarde y el Padre Plascencia. Un abrazo solidario en estos momentos de dolor. Nota recogida de la agencia Apro.)
El despeñadero
Javier, hermano, admirado poeta, pacifista radical, ¿ya qué es demasiado? Hoy vinieron por tu querido hijo Juan Francisco. Han venido ya por tantos. Cómo oponer la rabia cuando tú has dado ejemplo de sabiduría y un cristiano amor, mientras éstos del poder, que se fingen cristianos, llevan al despeñadero a nuestro país, a nuestros jóvenes. Se han puesto a la bajísima altura de los criminales que dicen combatir. Unos y otros merecen nuestro repudio, no el silencio. Ninguna indignación es suficiente. Para tu familia un abrazo tal vez. Un abrazo solamente. Hermann Bellinghausen. Mensaje tomado de La Jornada.
NEUROSIS APOCALÍPTICA
En el último número de la revista Newsweek se lee Apocalypse Now en la portada. El tsunami, los problemas con el reactor nuclear, las convulsiones políticas en el Medio Oriente y la crisis económica global son las razones que se esgrimen para concluir que vivimos en tiempos apocalípticos. Los críticos culturales buscan y encuentran: la última novela de Murakami, 1Q84, por ejemplo, ya ha sido leída en clave apocalíptica. Se rastrean escritores del Medio Oriente para ver si alguno se anticipó al caos, y los editores desempolvan de su catálogo novelas y crónicas sobre terremotos, volcanes en erupción, cataclismos nucleares.
Es suficiente, sin embargo, un poco de perspectiva para darnos cuenta de que hace mucho que convivimos con el apocalipsis, y que en realidad, a la hora de narrarlo, lo más interesante es lo que ocurre después. No Apocalipsis Ahora, sino Apocalipsis Después. Como dice James Berger en After the end (1999), su libro sobre la representación del fin de los tiempos en el cine y la literatura, "las representaciones apocalípticas suelen responder a catástrofes históricas", y narran "la ruptura de un orden social"; lo paradójico es que siempre queda algo después de esa ruptura: el fin nunca suele ser del todo el fin. Lo que queda es "la tierra baldía o el paraíso del post-apocalipsis". De hecho, los narradores apocalípticos están sobre todo interesados en explorar la nueva, traumatizada sociedad que irá naciendo de las cenizas de la anterior. Entre el antes y el después, las representaciones postapocalípticas -¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, El Eternauta, Mad Max, Terminator, La guerra del fin del mundo, 2666- son a la vez el "síntoma del trauma histórico y el intento de enfrentarlo y superarlo".
Las narrativas apocalípticas suelen hallarse a medio camino entre la historia y un discurso que trasciende lo histórico y lo temporal. Esto tiene que ver con el apocalipsis original, el del Libro de la Revelación del Nuevo Testamento. Ese fin del mundo imaginado influirá en la forma en que se narren catástrofes históricas que produzcan la sensación ineludible del fin de algo, sean estas la expulsión de los judíos de España en el siglo XV, el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial o la bomba atómica durante la Guerra Fría. Berger nos recuerda que apocalipsis es, en su sentido etimológico, revelación: el final permite clarificar o descubrir algo trascendente sobre la condición humana.
Es por eso que, en la búsqueda de los responsables del feminicidio en 2666, Roberto Bolaño no sólo está interesado en las posibilidades literarias de la novela policial o de la crónica de investigación periodística, sino, como sugiere Peter Elmore en su aguda lectura de la novela, en el "registro visionario". La novela dialoga con la historia (hay incluso un texto de investigación periodística que sirve como punto de partida: Huesos en el desierto, de Sergio González Rodríguez), pero luego la trasciende: cuando los caminos de la razón no son suficientes para entender el horror, el mal, aparece el delirio, que también puede ser profecía (Florita Almada es la médium que en la televisión habla de sus visiones y sugiere que las muertes son parte de un ritual satánico); Klaus Haas, el principal sospechoso de los crímenes, también se ve a sí mismo como si fuera parte de una revelación apocalíptica.
2666 es un texto fundamental para entender la sensibilidad apocalíptica contemporánea. Pensando sólo en un corpus latinoamericano, habría que incluir también, además de los ya mencionados Oesterheld (El Eternauta) y Vargas Llosa (La guerra del fin del mundo), a Rafael Pinedo (Plop), Evelio Rosero (Los ejércitos), Horacio Castellanos Moya (Insensatez), Leila Guerriero (Los suicidas del fin del mundo), Alvaro Bisama (Música marciana), Yuri Herrera (Señales que precederán al fin del mundo) y Mike Wilson (Zombie). Habría que ponerlos a dialogar, ver qué formas específicas toma esta sensibilidad en nuestra cultura.
(La cuestión acerca del tema "para entender la sensibilidad apocalíptica contemporánea" es que quien escribe se remite a lecturas recientes o a autores cercanos a su generación, cuando cada generación tiene sus obsesiones y sus propias drogas, lecturas, gustos, autores, hábitos, etc. No tenemos por qué pensar que se escribe sobre el Apocalipsis a partir de Murakami, Bolaño y Mendoza o Yuri Herrera. Tampoco podemos escribir del cine y sus "criaturas" a partir de "El bebé de Rosemary" (Polansky), las momias de Juan Orol o El Santo, el enmascarado de plata. Nota de Edmundo Paz Soldán aparecida en Muro de Cultura, diario La Tercera, Santiago de Chile, "Apocalipsis después".)
Es suficiente, sin embargo, un poco de perspectiva para darnos cuenta de que hace mucho que convivimos con el apocalipsis, y que en realidad, a la hora de narrarlo, lo más interesante es lo que ocurre después. No Apocalipsis Ahora, sino Apocalipsis Después. Como dice James Berger en After the end (1999), su libro sobre la representación del fin de los tiempos en el cine y la literatura, "las representaciones apocalípticas suelen responder a catástrofes históricas", y narran "la ruptura de un orden social"; lo paradójico es que siempre queda algo después de esa ruptura: el fin nunca suele ser del todo el fin. Lo que queda es "la tierra baldía o el paraíso del post-apocalipsis". De hecho, los narradores apocalípticos están sobre todo interesados en explorar la nueva, traumatizada sociedad que irá naciendo de las cenizas de la anterior. Entre el antes y el después, las representaciones postapocalípticas -¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, El Eternauta, Mad Max, Terminator, La guerra del fin del mundo, 2666- son a la vez el "síntoma del trauma histórico y el intento de enfrentarlo y superarlo".
Las narrativas apocalípticas suelen hallarse a medio camino entre la historia y un discurso que trasciende lo histórico y lo temporal. Esto tiene que ver con el apocalipsis original, el del Libro de la Revelación del Nuevo Testamento. Ese fin del mundo imaginado influirá en la forma en que se narren catástrofes históricas que produzcan la sensación ineludible del fin de algo, sean estas la expulsión de los judíos de España en el siglo XV, el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial o la bomba atómica durante la Guerra Fría. Berger nos recuerda que apocalipsis es, en su sentido etimológico, revelación: el final permite clarificar o descubrir algo trascendente sobre la condición humana.
Es por eso que, en la búsqueda de los responsables del feminicidio en 2666, Roberto Bolaño no sólo está interesado en las posibilidades literarias de la novela policial o de la crónica de investigación periodística, sino, como sugiere Peter Elmore en su aguda lectura de la novela, en el "registro visionario". La novela dialoga con la historia (hay incluso un texto de investigación periodística que sirve como punto de partida: Huesos en el desierto, de Sergio González Rodríguez), pero luego la trasciende: cuando los caminos de la razón no son suficientes para entender el horror, el mal, aparece el delirio, que también puede ser profecía (Florita Almada es la médium que en la televisión habla de sus visiones y sugiere que las muertes son parte de un ritual satánico); Klaus Haas, el principal sospechoso de los crímenes, también se ve a sí mismo como si fuera parte de una revelación apocalíptica.
2666 es un texto fundamental para entender la sensibilidad apocalíptica contemporánea. Pensando sólo en un corpus latinoamericano, habría que incluir también, además de los ya mencionados Oesterheld (El Eternauta) y Vargas Llosa (La guerra del fin del mundo), a Rafael Pinedo (Plop), Evelio Rosero (Los ejércitos), Horacio Castellanos Moya (Insensatez), Leila Guerriero (Los suicidas del fin del mundo), Alvaro Bisama (Música marciana), Yuri Herrera (Señales que precederán al fin del mundo) y Mike Wilson (Zombie). Habría que ponerlos a dialogar, ver qué formas específicas toma esta sensibilidad en nuestra cultura.
(La cuestión acerca del tema "para entender la sensibilidad apocalíptica contemporánea" es que quien escribe se remite a lecturas recientes o a autores cercanos a su generación, cuando cada generación tiene sus obsesiones y sus propias drogas, lecturas, gustos, autores, hábitos, etc. No tenemos por qué pensar que se escribe sobre el Apocalipsis a partir de Murakami, Bolaño y Mendoza o Yuri Herrera. Tampoco podemos escribir del cine y sus "criaturas" a partir de "El bebé de Rosemary" (Polansky), las momias de Juan Orol o El Santo, el enmascarado de plata. Nota de Edmundo Paz Soldán aparecida en Muro de Cultura, diario La Tercera, Santiago de Chile, "Apocalipsis después".)
ONETTI NO ESTÁ
uno.
El universo narrativo de Juan Carlos Onetti está contenido en esa admirable maqueta de Santa María que alguien dibuja y traza con la paciencia de un artista que lo conoce, lo ha leído y, sobre todo, lo intuye. Pero se encuentra a su vez en esa mujer que llega a tomarse una cerveza, acompañada de la grabación de aquella charla que sostuvo con el autor de "La novia robada" hace decenas de años; está también en aquella acotación que define a JC como un erizo por donde se le vea, en el silencio sepulcral entre Rulfo y Onetti en España, pese a la urgencia de hablar de literatura mientras lo permite el destino; se halla también en el llanto del uruguayo cuando alguien le lee el alborozo de José María Arguedas al estrecharle la mano (mano con la que acaso el autor de "Los ríos profundos" se quitó la vida por voluntad propia); está también en el instante en que Juan persuade a su paisano Eduardo Galeano -cuando éste tenía 17 años- del placer de escribir a mano y hacer a un lado la máquina Smith-Corona de aquel entonces. En fin, son territorios de la melancolía que sólo se entienden en una tarde lluviosa.
dos.
Los instantes previos al último suspiro están descritos también en "El año de la muerte de Ricardo Reis", cuando alguien abanica los dedos frente a la mirada perdida del poeta lusitano.
tres.
Se pone a disposición del interesado un documental sobre JC Onetti y sus fantasmas.
http://www.rtve.es/television/20110325/imprescindibles-juan-carlos-onetti/419268.shtml
El universo narrativo de Juan Carlos Onetti está contenido en esa admirable maqueta de Santa María que alguien dibuja y traza con la paciencia de un artista que lo conoce, lo ha leído y, sobre todo, lo intuye. Pero se encuentra a su vez en esa mujer que llega a tomarse una cerveza, acompañada de la grabación de aquella charla que sostuvo con el autor de "La novia robada" hace decenas de años; está también en aquella acotación que define a JC como un erizo por donde se le vea, en el silencio sepulcral entre Rulfo y Onetti en España, pese a la urgencia de hablar de literatura mientras lo permite el destino; se halla también en el llanto del uruguayo cuando alguien le lee el alborozo de José María Arguedas al estrecharle la mano (mano con la que acaso el autor de "Los ríos profundos" se quitó la vida por voluntad propia); está también en el instante en que Juan persuade a su paisano Eduardo Galeano -cuando éste tenía 17 años- del placer de escribir a mano y hacer a un lado la máquina Smith-Corona de aquel entonces. En fin, son territorios de la melancolía que sólo se entienden en una tarde lluviosa.
dos.
Los instantes previos al último suspiro están descritos también en "El año de la muerte de Ricardo Reis", cuando alguien abanica los dedos frente a la mirada perdida del poeta lusitano.
tres.
Se pone a disposición del interesado un documental sobre JC Onetti y sus fantasmas.
http://www.rtve.es/television/20110325/imprescindibles-juan-carlos-onetti/419268.shtml
domingo, 27 de marzo de 2011
OFENSIVA CONTRA LA INFORMACIÓN
Hoy el diario Clarín no pudo llegar a la gran mayoría de sus lectores. Fue debido a un bloqueo en su planta impresora por parte de un grupo de manifestantes, algunos de los cuales se identificaron como afines al sindicalista Hugo Moyano.
Se trata de un hecho gravísimo que atenta contra la libertad de expresión, derecho consagrado en nuestra Constitución Nacional. Algo que no registra antecedentes de esta magnitud desde la recuperación de la democracia en la Argentina.
El bloqueo constituye un delito no sólo porque está previsto en el Código Penal (arts. 161 y 194) sino porque existen dos fallos judiciales recientes que expresamente prohíben impedir la circulación de diarios y revistas. Así es que, tras haber sufrido cuatro bloqueos de diferente magnitud en los últimos meses, la Justicia ordenó a las fuerzas de seguridad y a su titular, la ministra de Seguridad Nilda Garré, tomar las medidas necesarias para evitar nuevos bloqueos.
No puede pasar desapercibido que, recientemente, la Presidenta de la Nación afirmó que "tenemos que terminar de promover la organización para impedir el ejercicio de los derechos de los otros. Impedir que el otro circule, trabaje o estudie, porque hace a la libertad y yo soy una acérrima defensora de los derechos de los demás".
Es evidente que el bloqueo contó con la sugestiva inacción de las fuerzas de seguridad, traducida en la falta de una orden política de las autoridades del Gobierno Nacional para resolver la situación. Nos hallamos ante un caso de doble omisión: por un lado la "desobediencia judicial" al incumplirse dos fallos, delito que será oportunamente denunciado. Y por el otro, el desconocimiento de instrucciones expresas de una fiscal, que había ordenado hacer cesar las trabas a la circulación.
Resulta falso lo expresado por quienes buscaron enmascarar el hecho con un pretendido reclamo laboral, por cuanto no existen conflictos colectivos en ninguna de las empresas de Clarín; las plantas operan con absoluta normalidad e imprimieron tanto el diario como sus revistas y suplementos; y el sindicato no decidió ni avaló semejantes medidas. Por el contrario, existen elementos para radicar una denuncia por extorsión y así lo hemos hecho.
Todo esto no hace más que demostrar que la verdadera intención de los ideólogos del bloqueo era impedir la salida del diario, como un eslabón más de la cadena de persecución y hostigamiento que –con diferentes modalidades y en distintos ámbitos- se está perpetrando sobre Clarín y otros medios de comunicación independientes.
Un ataque doblemente grave porque se da a pocos días de la flagrante amenaza del Sindicato de Camioneros contra los medios y periodistas que publiquen información sobre sus dirigentes.
Son rasgos inquietantes en un año electoral, en el que debería asegurarse más que nunca a la sociedad argentina el libre acceso a la información, la posibilidad de debatir ideas y el control sobre los actos de gobierno, en un marco de absoluto respeto por los derechos establecidos en la Constitución Nacional.
A PESAR DE LOS ATAQUES SEGUIMOS TRABAJANDO, COMO HACE MAS DE 60 AÑOS, PARA ESTAR CON NUESTROS LECTORES, TODOS LOS DIAS, LAS 24 HORAS.
(¿Vísperas de elecciones? Víspera contra la prensa escrita. Esto se ve en México en estos momentos: en 2012 saldrá de Los Pinos FCH con la cola entre las patas por su fracaso en la guerra contra el narcotráfico y ya han empezado a hostigar a los que no se alinearon ante la iniciativa oficial, vía televisoras, de un 'acuerdo para la cobertura informativa de la violencia'. Aunque anteriormente la revista Proceso ha resentido una 'guerra sucia' contra aquellos que han denunciado la complicidad desde el gobierno con uno de los cárteles que se disputan las vías de traslado de drogas a EEUU. Al parecer en Argentina no cantan mal las rancheras... Se reproduce el comunicado de prensa del diario Clarín.)
Se trata de un hecho gravísimo que atenta contra la libertad de expresión, derecho consagrado en nuestra Constitución Nacional. Algo que no registra antecedentes de esta magnitud desde la recuperación de la democracia en la Argentina.
El bloqueo constituye un delito no sólo porque está previsto en el Código Penal (arts. 161 y 194) sino porque existen dos fallos judiciales recientes que expresamente prohíben impedir la circulación de diarios y revistas. Así es que, tras haber sufrido cuatro bloqueos de diferente magnitud en los últimos meses, la Justicia ordenó a las fuerzas de seguridad y a su titular, la ministra de Seguridad Nilda Garré, tomar las medidas necesarias para evitar nuevos bloqueos.
No puede pasar desapercibido que, recientemente, la Presidenta de la Nación afirmó que "tenemos que terminar de promover la organización para impedir el ejercicio de los derechos de los otros. Impedir que el otro circule, trabaje o estudie, porque hace a la libertad y yo soy una acérrima defensora de los derechos de los demás".
Es evidente que el bloqueo contó con la sugestiva inacción de las fuerzas de seguridad, traducida en la falta de una orden política de las autoridades del Gobierno Nacional para resolver la situación. Nos hallamos ante un caso de doble omisión: por un lado la "desobediencia judicial" al incumplirse dos fallos, delito que será oportunamente denunciado. Y por el otro, el desconocimiento de instrucciones expresas de una fiscal, que había ordenado hacer cesar las trabas a la circulación.
Resulta falso lo expresado por quienes buscaron enmascarar el hecho con un pretendido reclamo laboral, por cuanto no existen conflictos colectivos en ninguna de las empresas de Clarín; las plantas operan con absoluta normalidad e imprimieron tanto el diario como sus revistas y suplementos; y el sindicato no decidió ni avaló semejantes medidas. Por el contrario, existen elementos para radicar una denuncia por extorsión y así lo hemos hecho.
Todo esto no hace más que demostrar que la verdadera intención de los ideólogos del bloqueo era impedir la salida del diario, como un eslabón más de la cadena de persecución y hostigamiento que –con diferentes modalidades y en distintos ámbitos- se está perpetrando sobre Clarín y otros medios de comunicación independientes.
Un ataque doblemente grave porque se da a pocos días de la flagrante amenaza del Sindicato de Camioneros contra los medios y periodistas que publiquen información sobre sus dirigentes.
Son rasgos inquietantes en un año electoral, en el que debería asegurarse más que nunca a la sociedad argentina el libre acceso a la información, la posibilidad de debatir ideas y el control sobre los actos de gobierno, en un marco de absoluto respeto por los derechos establecidos en la Constitución Nacional.
A PESAR DE LOS ATAQUES SEGUIMOS TRABAJANDO, COMO HACE MAS DE 60 AÑOS, PARA ESTAR CON NUESTROS LECTORES, TODOS LOS DIAS, LAS 24 HORAS.
(¿Vísperas de elecciones? Víspera contra la prensa escrita. Esto se ve en México en estos momentos: en 2012 saldrá de Los Pinos FCH con la cola entre las patas por su fracaso en la guerra contra el narcotráfico y ya han empezado a hostigar a los que no se alinearon ante la iniciativa oficial, vía televisoras, de un 'acuerdo para la cobertura informativa de la violencia'. Aunque anteriormente la revista Proceso ha resentido una 'guerra sucia' contra aquellos que han denunciado la complicidad desde el gobierno con uno de los cárteles que se disputan las vías de traslado de drogas a EEUU. Al parecer en Argentina no cantan mal las rancheras... Se reproduce el comunicado de prensa del diario Clarín.)
GINSBERG Y LA GENERACIÓN BEAT
“He visto a los más grandes espíritus de mi generación destruidos por la locura, hambrientos histéricos desnudos,/ arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en búsqueda de la droga urgente imperiosa…” Es el comienzo, bien conocido, de uno de los más famosos poemas de Allen Ginsberg, “Aullido”, que da título a un libro que se publicó en 1956, y que junto a la novela de Jack Kerouac, “En el camino”, son como las biblias de lo que en Norteamérica se llamó “la generación Beat”. Un estilo y una disidencia que han marcado, desde entonces, y avanzando, los modos de vida y la mentalidad de buena parte de la juventud occidental que se ha tenido (y tiene) por más libre y abierta.
Fue, aproximadamente, en los finales años 40, cuando en torno a una vida más o menos universitaria, pero muy inconforme, se fueron conociendo y entablando amistad entre sí, los que formarían la mítica “beat generation”: Jack Kerouac, Ginsberg, William Burroughs (este siempre algo más por libre, más frío), Neal Cassady, Lucien Carr, Gary Snyder o Peter Orlovsky… A la mayoría les gustaba la literatura distinta –con altas dosis de vitalidad- les gustaba el jazz y la música negra (ritmos que casi todos dejaron entrar en lo que escribieron) y también la bebida y el probar sustancias psicotrópicas, que al principio no fueron mucho más allá de la marihuana –sólo al principio- buscando estados de conciencia distintos y, por supuesto, experiencias nuevas. Vivir era una aventura y había que disfrutarla (o padecerla) a tope. Claro es que el ideal erótico de todos ellos, como de buena parte de la izquierda más natural y clásica, era el amor libre. El sexo sin etiquetas ni distingos.
Con la excepción de Ginsberg y de Burroughs –ciertamente homosexuales- los demás fueron en gran medida heterosexuales, pero más o menos abiertos a cualquier otro tipo de relación. Ginsberg cantó y contó que prácticamente se había acostado con todos, y con Kerouac y Cassady bastante más de una vez. Lo dice en alguno de sus poemas amorosos: “Mi primer amor Neal Cassady/ huyó de mi./ Mi segundo amor Kerouac/ empezó a beber mucho/ Peter, el tercero/ tomó speed bastante tiempo…”. Pero todo eso y más está contado con palabras más directas y naturales en una larga entrevista que la revista pionera norteamericana “Gay Sunshine” le hizo a Ginsberg en su número 16 (enero de 1973) y que está traducida en uno de los tomos que Tusquets publicó en 1983 con el brillante título (debido a Gil de Biedma) de “Cónsules de Sodoma”. La entrevista se realizó en San Francisco, estando delante Peter Orlovsky, el compañero más habitual de Ginsberg. Cuando este duda de algún dato no deja de consultárselo a Orlovsky. Por ejemplo: “¿Crees que Jack era marica?” A lo que Peter responde: “¿Jack marica? No…, en el minúsculo sentido de la palabra”. A lo que Allen asiente, agregando: “Todos nos acostamos con Jack alguna vez”.
Muchos se han preguntado, con el paso del tiempo, y la consagración mundial de los “beats” en los años 60 y 70, entre los esplendorosos fuegos contraculturales, si ese mundo de promiscuidad, alcohol y bohemia al límite, era lo normal en la vida norteamericana. Es más, muchos europeos viajaron a los Estados Unidos, creyendo que se iban a encontrar con el país de los “beats”. Y aunque aquellos fueron tiempos más libres que los actuales (entonces libertad era una palabra viva y no sólo una fórmula) lo habitual nunca fue así. Los “beats” –aunque crearon marca- fueron más la excepción que la norma. Porque siempre es excepcional una vida pisando fronteras. Allen Ginsberg (1926-1997) hizo de su vida sexual un alarde público, nutrido por su fama de gurú de la protesta, de la radicalidad y de un budismo un tanto “sui generis”. En la onda de Catulo y también de Walt Whitman, llegó a titular un explícito poema erótico (traducido al español en la antología “Muchos amores”) “Dulce chico, dame tu culo”. Como “Muchos amores” es, a su vez, el título de otro biográfico poema de Ginsberg, no resultará ilógico que nos preguntemos como es posible que su gran amor fuera Peter Orlovsky, que nació en 1933, y que afortunadamente todavía vive.
Lo que Ginsberg llamó su “matrimonio” duró desde 1954 hasta el mismo día de su muerte en brazos de su amado. Y el poeta trató de explicarlo más de una vez (más tradicional en esto que en los cánticos “beats”, pero el secreto estaba en combinar ambas cosas) declarando que la fórmula de su larga relación con Orlovsky no estaba en el sexo –que existía cuando tenía que existir- sino en el compañerismo y en el afecto mutuos. Ginsberg necesitaba a Orlovsky y este (aunque tuvo otras relaciones y varias femeninas) nunca le abandonó. Allen llegó a declarar “no quisiera irme al cielo dejando a Peter en la tierra solo, porque él nunca me dejó solo si estaba enfermo en cama, si me moría, si envejecía o si tenía un calentón o simplemente reuma…” Para sus comunes amigos (sobre todo en los años últimos) Orlovsky era para Ginsberg, dijeron, algo así como una ambulancia para todo, un psiquiatra y hasta un poeta. Por eso no hemos invocado a Whitman en vano. Dos hombres se quieren, uno dice ser homosexual y el otro heterosexual básicamente. Cuando empiezan a acostarse y a vivir juntos, el mayor tiene 28 años y el más joven 22. No hay duda de que en los primeros años la relación es fuerte, apasionada y tierna, y cuando se separan se escriben bellas cartas de amor, encendidas, en las que Allen llama a Peter, “Petey”. Todo se lo dan y todo lo comparten, todo lo discuten y todo lo hablan, y así por encima del sexo y de la ternura afectuosa, va surgiendo la comprensión, la estima, el vínculo de la mutua necesidad, en una relación inusualmente abierta y franca. Casi íbamos a decir que en lo que tuvo de gran amor (de amor de una vida toda) el enamoramiento de Ginsberg y Orlovsky parecía, a la postre, quedar lejos de ese mundo “beat” de pasiones rápidas, drogas, viajes y omnímoda libertad. Y, sin embargo, estamos diciendo lo contrario, el gran amor de Orlovsky y Ginsberg lo fue precisamente porque no dejó de ser promiscuo y compartido o peleando cada cual su frente. Todo lo echaron a volar, todo jugueteó en el viento de la vida y aún así (o precisamente así) comprendieron que se querían, que se necesitaban y que por las razones que fuera –el amor es misterioso siempre- no podían estar el uno sin el otro. Les salió bien ese arriesgado invento que, en los felices 70, querían intentar todas las parejas verdaderamente “progres”, fuesen del sexo que fueran: la pareja abierta. Sabemos cuantos fracasaron, pero no fue quimera, pues en Ginsberg y en Orlovsky –un más difícil todavía- triunfó en dicho y hecho.
(Conociste a Ginsberg en el Primer Festival Internacional de Poesía, en Morelia, Michoacán, en la década de 1970, entre una docena de poetas llegados de distintos países; escuchaste su lectura y apreciaste su vibra y su presencia de un místico, envió un saludo, desde el escenario del teatro a reventar, a un grupo de indígenas que en ese entonces mantenían un movimiento social. Nota de Luis Antonio de Villena, publicada en el blog 'dos manzanas', diciembre 21, 2009.)
Fue, aproximadamente, en los finales años 40, cuando en torno a una vida más o menos universitaria, pero muy inconforme, se fueron conociendo y entablando amistad entre sí, los que formarían la mítica “beat generation”: Jack Kerouac, Ginsberg, William Burroughs (este siempre algo más por libre, más frío), Neal Cassady, Lucien Carr, Gary Snyder o Peter Orlovsky… A la mayoría les gustaba la literatura distinta –con altas dosis de vitalidad- les gustaba el jazz y la música negra (ritmos que casi todos dejaron entrar en lo que escribieron) y también la bebida y el probar sustancias psicotrópicas, que al principio no fueron mucho más allá de la marihuana –sólo al principio- buscando estados de conciencia distintos y, por supuesto, experiencias nuevas. Vivir era una aventura y había que disfrutarla (o padecerla) a tope. Claro es que el ideal erótico de todos ellos, como de buena parte de la izquierda más natural y clásica, era el amor libre. El sexo sin etiquetas ni distingos.
Con la excepción de Ginsberg y de Burroughs –ciertamente homosexuales- los demás fueron en gran medida heterosexuales, pero más o menos abiertos a cualquier otro tipo de relación. Ginsberg cantó y contó que prácticamente se había acostado con todos, y con Kerouac y Cassady bastante más de una vez. Lo dice en alguno de sus poemas amorosos: “Mi primer amor Neal Cassady/ huyó de mi./ Mi segundo amor Kerouac/ empezó a beber mucho/ Peter, el tercero/ tomó speed bastante tiempo…”. Pero todo eso y más está contado con palabras más directas y naturales en una larga entrevista que la revista pionera norteamericana “Gay Sunshine” le hizo a Ginsberg en su número 16 (enero de 1973) y que está traducida en uno de los tomos que Tusquets publicó en 1983 con el brillante título (debido a Gil de Biedma) de “Cónsules de Sodoma”. La entrevista se realizó en San Francisco, estando delante Peter Orlovsky, el compañero más habitual de Ginsberg. Cuando este duda de algún dato no deja de consultárselo a Orlovsky. Por ejemplo: “¿Crees que Jack era marica?” A lo que Peter responde: “¿Jack marica? No…, en el minúsculo sentido de la palabra”. A lo que Allen asiente, agregando: “Todos nos acostamos con Jack alguna vez”.
Muchos se han preguntado, con el paso del tiempo, y la consagración mundial de los “beats” en los años 60 y 70, entre los esplendorosos fuegos contraculturales, si ese mundo de promiscuidad, alcohol y bohemia al límite, era lo normal en la vida norteamericana. Es más, muchos europeos viajaron a los Estados Unidos, creyendo que se iban a encontrar con el país de los “beats”. Y aunque aquellos fueron tiempos más libres que los actuales (entonces libertad era una palabra viva y no sólo una fórmula) lo habitual nunca fue así. Los “beats” –aunque crearon marca- fueron más la excepción que la norma. Porque siempre es excepcional una vida pisando fronteras. Allen Ginsberg (1926-1997) hizo de su vida sexual un alarde público, nutrido por su fama de gurú de la protesta, de la radicalidad y de un budismo un tanto “sui generis”. En la onda de Catulo y también de Walt Whitman, llegó a titular un explícito poema erótico (traducido al español en la antología “Muchos amores”) “Dulce chico, dame tu culo”. Como “Muchos amores” es, a su vez, el título de otro biográfico poema de Ginsberg, no resultará ilógico que nos preguntemos como es posible que su gran amor fuera Peter Orlovsky, que nació en 1933, y que afortunadamente todavía vive.
Lo que Ginsberg llamó su “matrimonio” duró desde 1954 hasta el mismo día de su muerte en brazos de su amado. Y el poeta trató de explicarlo más de una vez (más tradicional en esto que en los cánticos “beats”, pero el secreto estaba en combinar ambas cosas) declarando que la fórmula de su larga relación con Orlovsky no estaba en el sexo –que existía cuando tenía que existir- sino en el compañerismo y en el afecto mutuos. Ginsberg necesitaba a Orlovsky y este (aunque tuvo otras relaciones y varias femeninas) nunca le abandonó. Allen llegó a declarar “no quisiera irme al cielo dejando a Peter en la tierra solo, porque él nunca me dejó solo si estaba enfermo en cama, si me moría, si envejecía o si tenía un calentón o simplemente reuma…” Para sus comunes amigos (sobre todo en los años últimos) Orlovsky era para Ginsberg, dijeron, algo así como una ambulancia para todo, un psiquiatra y hasta un poeta. Por eso no hemos invocado a Whitman en vano. Dos hombres se quieren, uno dice ser homosexual y el otro heterosexual básicamente. Cuando empiezan a acostarse y a vivir juntos, el mayor tiene 28 años y el más joven 22. No hay duda de que en los primeros años la relación es fuerte, apasionada y tierna, y cuando se separan se escriben bellas cartas de amor, encendidas, en las que Allen llama a Peter, “Petey”. Todo se lo dan y todo lo comparten, todo lo discuten y todo lo hablan, y así por encima del sexo y de la ternura afectuosa, va surgiendo la comprensión, la estima, el vínculo de la mutua necesidad, en una relación inusualmente abierta y franca. Casi íbamos a decir que en lo que tuvo de gran amor (de amor de una vida toda) el enamoramiento de Ginsberg y Orlovsky parecía, a la postre, quedar lejos de ese mundo “beat” de pasiones rápidas, drogas, viajes y omnímoda libertad. Y, sin embargo, estamos diciendo lo contrario, el gran amor de Orlovsky y Ginsberg lo fue precisamente porque no dejó de ser promiscuo y compartido o peleando cada cual su frente. Todo lo echaron a volar, todo jugueteó en el viento de la vida y aún así (o precisamente así) comprendieron que se querían, que se necesitaban y que por las razones que fuera –el amor es misterioso siempre- no podían estar el uno sin el otro. Les salió bien ese arriesgado invento que, en los felices 70, querían intentar todas las parejas verdaderamente “progres”, fuesen del sexo que fueran: la pareja abierta. Sabemos cuantos fracasaron, pero no fue quimera, pues en Ginsberg y en Orlovsky –un más difícil todavía- triunfó en dicho y hecho.
(Conociste a Ginsberg en el Primer Festival Internacional de Poesía, en Morelia, Michoacán, en la década de 1970, entre una docena de poetas llegados de distintos países; escuchaste su lectura y apreciaste su vibra y su presencia de un místico, envió un saludo, desde el escenario del teatro a reventar, a un grupo de indígenas que en ese entonces mantenían un movimiento social. Nota de Luis Antonio de Villena, publicada en el blog 'dos manzanas', diciembre 21, 2009.)
sábado, 26 de marzo de 2011
UNA CRÓNICA DE GABO
El lunes 12 de julio, un poco antes de las siete de la mañana, los niños Jorge Alirio y Licirio Caro, de once y ocho años, salieron a cortar leña. Era un trabajo que realizaban tres veces por semana, con un pequeño machete de cachas de cuero, gastado por el uso, después de tomar el desayuno en compañía de su padre, el arenero Guillermo Caro Gallego, de 45 años. Vivían, con su madre y cuatro hermanos más, en una casa situada junto a la quebrada de “El Espadero”, que despeña a siete kilómetros de Medellín por la carretera de Río Negro. Aquel día, sin embargo, Jorge Alirio y Licirio no desayunaron con su padre, pues este salió más temprano de ordinario hacia “La Iguana”, una quebrada al otro lado de la ciudad (10 kilómetros aproximadamente), donde Caro extraía arena para la venta en terrenos de Luis Enrique Burgos, a quien pagaba, $10 semanales por derecho de explotación.
Los niños se dirigieron por la carretera hacia la tienda de Media Luna, que da su nombre a todo el sector, porque suponían que por aquellos lados no había llovido la noche anterior y podía encontrar madera seca. Pero no se habían alejado un kilómetro de su casa (la tienda de Media Luna está a cinco), cuando Jorge Alirio sintió un ruido, “como unos caballos”, y vio que por la falta de la montaña rodaba un pequeño alud en dirección a la casa de sus padres.
“Corrimos para avisar – dice Jorge Alirio, el mayor y más locuaz de los niños-, pero entonces vimos que venía otro volcán, más grande que el de antes, y nos caían piedras y los palos en la carretera”. Los niños se echaron a tierra hasta cuando cesó la avalancha. Un minuto después no encontraron un solo rastro de la casa.
Primer saldo: cinco
Sepultados por el alud quedaron: María Caro, la madre, que cuando sus hijos mayores la vieron por última vez, “iba a lavar”; Amparo, de 9, que estaba barriendo; Solange, de 5; Cielo, de 2, que acababa de levantarse, y Argemiro, de 8 meses, que aún no había despertado. Un poco más abajo de ese lugar, el agricultor Alberto Rincón trabajaba su tierra sin haberse enterado de lo ocurrido, cuando los dos niños, todavía ofuscados por la primera impresión, fueron a pedirle “que nos ayudara a desenterrar la casa”. Rincón, ignorante de la magnitud de la tragedia, le respondió, según dicen los niños: “ahora estoy ocupado y no puedo sacar el rato”.
Un teatro: el de los acontecimientos
Cuando en la estación de bomberos se recibió, a las 9, un telefonoma de la Secretaría de Gobierno solicitando envío de personal para el rescate, la noticia se extendía por la ciudad. Los habitantes del pintoresco y tortuoso barrio de Las Estancias, que parece un pesebre de navidad, con sus casas, empotradas en la montaña, se dirigían en masa al lugar de la catástrofe, saltando cercados para abreviar la distancia. Por la carretera llegaban familias del barrio Echavarría (para empleados de Coltejer, según dice la gigantesca valla de cemento armado), a tres kilómetros del lugar del derrumbe. Allí iba la familia del ciclista Ramón Hoyos. En ese momento ocurría un nuevo deslizamiento, de menores proporciones, que era el tercero en el mismo sitio: ingenieros y geólogos aseguran que hace 50 ó 60 años, antes que se construyera la carretera a Ríonegro, debió registrarse allí un primer deslizamiento de grandes proporciones. Desde entonces estaba agrietado el terreno, enteramente desarborizado, y por las grietas se infiltraban las aguas acequia sin revestir que hay desde hace mucho tiempo en el sitio de los derrumbes. Prácticamente hace 60 años comenzó a generarse la tragedia.
Una compañía de 24 bomberos inició, a las 9:15, las labores de salvamento, luchando no solo contra los naturales inconvenientes, sino con la imprudente generosidad de la multitud, cada vez más numerosa y desorganizada, que trataba de intervenir en la azarosa tarea. Una cuadrilla de trabajadores agrícolas removía la tierra, sin atender al peligro de nuevos deslizamientos originados por la violenta remoción, o al destrozar con las cuchillas de acero los cadáveres sepultados. Se trataba de rescatar los cuerpos, aún contra la amenaza de nuevos deslizamientos, y para conseguirlo estaban allí una compañía de bomberos, la casi totalidad de los habitantes de Las Estancias y el barrio Echavarría; viajeros de Medellín con destino a Ríonegro y viajeros de Rionegro con destino a Medellín, que se detenían a cooperar con el rescate, o simplemente a mirar, a pesar de que el tránsito no estaba interrumpido.
El último que lo supo
Desde las 11, las emisoras de Medellín confirmaron lo que ya circulaba por toda la ciudad como un insistente rumor. A las 12 se cerraron las oficinas y multitud de empleados, en lugar de dirigirse a sus casas, se orientaron hacia la carretera de Ríonegro en toda clase de vehículos. Si en ese momento hubiera ocurrido un nuevo deslizamiento, sobre una apretada y desprevenida muchedumbre de empleados, estudiantes, obreros, campesinos, comerciantes y curiosos, sin profesión conocida, las víctimas habrían pasado de un millar. Un poco después de las 12, al otro extremo de la ciudad, alguien que los areneros no pudieron identificar, llegó a la quebrada donde trabajaba Guillermo Caro Gallego y le dijo “que se fuera urgentemente, porque el radio había dicho que su casa se estaba cayendo”.
Diez kilómetros buscando la muerte
A los 45 años de edad Guillermo Caro Gallego llevaba 12 de ser arenero, ganaba $60 semanales vendiendo a $7 el metro cúbico de arena. Con $120 mensuales sostenía su mujer y a seis hijos, y había logrado construir una casa en terreno alquilado, con la esperanza de adquirirlo más tarde. Jorge Alirio y Licirio, los dos mayores y únicos sobrevivientes, fueron matriculados el año pasado en la escuela pública de Las Estancias, a cuatro kilómetros de su casa, pero se retiraron antes de terminar el curso “porque mi papá no podía sostenernos”, según dice Licirio.
En esas circunstancias Guillermo Caro era el arenero típico, entre los 60 areneros de la playa de Burgos que a las 2 de la tarde del 12 de julio consiguieron que no se les cobrara derecho de playa durante el tiempo que emplearan en el rescate de los cadáveres. Caro había estado en el lugar de la tragedia, había pensado que los 300 voluntarios que trataban de remover la tierra eran insuficientes, y regresó a la Iguana a solicitar el auxilio de sus compañeros. Todos accedieron, menos uno, “porque el sábado me había tomado un purgante”. 18 no regresaron jamás, entre ellos una mujer: Isabel Salazar, arenera que vivía en Las Nieves con su madre y tres hijos.
Libertad de imprudencia
A las 4 de la tarde, los bomberos habían logrado detener los derrumbes. Una apreciable cantidad de tierra había sido removida, pero no se había localizado una teja, ni un solo objeto doméstico ni un solo rastro de la casa de Guillermo Caro. Fastidiados con la monotonía y la esterilidad del espectáculo, la mayoría de los curiosos regresaban a Medellín. Pero otros, que aún no habían estado allí se dirigían a la Media Luna. Cuatro estudiantes que conversaban en Junín, oyeron hablar de la tragedia y se fueron a verla en el automóvil de uno de ellos. Los estudiantes eran: Juan Ignacio Ángel, de 22 años, estudiante de economía; Hernando Calle, de odontología; Carlos Gabriel Obregón y Jaime Uribe. Cuando llegaron a la quebrada de El Espadero, no eran ellos los únicos estudiantes: estaban también los niños de Las Estancias, que salían de la escuela y se dirigían directamente al lugar del derrumbe.
Cuando el cura párroco de Las Estancias, Octavio Giraldo, vio pasar a los niños por la puerta de la casa cural, les previno del peligro que afrontaban. “No hacían caso”, dice el padre Giraldo, un antioqueño joven, inteligente y cordial, que durante toda la tarde estuvo tratando de persuadir a sus feligreses. Sin embargo, hasta la propia sobrina del párroco, apremiada por la curiosidad, consiguió la licencia de su tío para presenciar el rescate de las víctimas.
El último segundo
La única prevención que recibieron los habitantes de Medellín fue la del padre Giraldo. No hubo ninguna medida oficial, y si el número de víctimas no fue mayor, se debió a que, con la caída del sol, los curiosos perdieron el interés. Empezó a trabajarse con pesimismo: en ocho horas de heroicos esfuerzos no se había logrado rescatar el par de zapatos nuevos que Jorge Alirio Caro recibió dos meses antes como regalo de cumpleaños, y que la mañana anterior había dejado junto a la cama, cuando regresó de la iglesia.
En vista de que estaba oscureciendo, de que no pasaba nada y de que todo el mundo se iba, Yolanda Moreno decidió regresar a su casa de Las Estancias con sus hermanos menores: Orlando, de 10 años, Luz Stella, de 12. En ese momento vio llegar a Francisco Antonio Hernández, el lechero de su barrio, que acababa de encerrar las vacas en la haciendo de Jaime Arango, y se disponía a participar en el rescate. Eran las seis y diez minutos de la tarde y amenazaba lluvia.
Yolanda Moreno tomó de la mano a sus hermanos, se abrió paso a través de una multitud disminuida ya a 200 personas y se dirigió a su casa por entre el barrizal formado en la carretera por el agua de los bomberos y la tierra removida. Salía del centro de los derrumbes cuando “pasó un terremoto” que le arrebató de las manos a los niños, los arrastró, los devoró en una fracción de segundo mientras ella, misteriosamente paralizada e intacta, se sentía azotada por una tremenda explosión de lodo.
… Hasta un conejo
“Se oía con un montón de radios mal sintonizados”, dice el director de los bomberos de Medellín, Efraín Betancourt. Un grupo de 50 personas que se había colocado en una cornisa rocosa de la montaña, vio descender sobre sus cabezas un gigantesco alud que arrasaba la vegetación y estremecía el ámbito con su fuerza desbocada. En medio de la confusión y el pánico muchos vieron caer la primera víctima: el bombero Leonardo Urrego, con la columna vertebral destrozada por una roca. Sus 23 compañeros se tendieron en tierra, instintivamente, y sólo cinco sufrieron lesiones leves. Impulsados por la confusión y el desconcierto, el medio centenar de curiosos de la cornisa rocosa se dividió en dos grupos: uno corrió hacia la izquierda, otro hacia la derecha. Si en vez de hacer eso hubieran permanecido inmóviles, muy probablemente se habrían salvado, porque un poco antes de llegar a la cornisa el alud se bifurcó. Una sola de sus vertientes sepultó, en una grieta situada al borde de la carretera, un nidal de 27 personas apelotonadas. Las cosas ocurrieron con tal rapidez, que dos días más tarde el secretario de Obras Públicas del municipio, doctor Javier Mora, rescató de entre los escombros el cadáver de un conejo.
Pánico
600.000 metros cúbicos de tierra descendieron violentamente sobre la multitud, lo que, en peso aproximado, era como si dos Capitolios nacionales se hubieran precipitado montaña abajo. El tremendo vendaval ocasionado por la conmoción impidió que muchos pudieran ponerse a salvo. A varias cuadras del lugar de los hechos, los postes y cables del telégrafo quedaron cubiertos de lodo, hierba y desperdicios de la catástrofe. El puentecillo de la quebrada de El Espadero, sobre la carretera, fue bloqueado por el alud, y atascadas siete personas debajo de él. Juan Ignacio Ángel, el estudiante de economía que se encontraba en la cornisa, corrió hacia abajo, precedido de una muchacha, aproximadamente de 14 años, y un niño de 10. Sus compañeros, Carlos Gabriel Obregón y Fernando Calle, corrieron en sentido contrario. El primero, sepultado a medias, murió por asfixia. El segundo, que era asmático, se detuvo jadeante, y dijo: “No puedo más”. Nunca volvió a saberse de él.
Dos minutos después del fin
“Cuando corría hacia abajo, con la muchacha y el niño –ha contado Luis Ignacio Ángel- encontré un barranco grande. Los tres nos tiramos al suelo”. El niño no volvió a levantarse jamás, la muchacha, que Ángel no identificó entre los cadáveres rescatados, se incorporó un momento, pero volvió a tenderse dando gritos desesperados, cuando vio que saltaba tierra por encima del barranco. Una avalancha de lodo se destrozó sobre ellos, Ángel trató de correr nuevamente, pero sus piernas estaban paralizadas. El lodo subió de nivel en un segundo hasta el pecho del estudiante, que logró librar su brazo derecho. En esa posición permaneció hasta que cesaron los ruidos atronadores, y sintió en sus piernas en el fondo de aquel denso e impenetrable mar de lodo la mano de la muchacha que al principio se aferraba a él con fuerza desesperada, que luego lo arañaba, y que finalmente, en contracciones cada vez más débiles, se desasió de sus tobillos.
Cuando el padre Giraldo conoció la noticia estaba oscureciendo. Eran las seis y veinte. Cinco minutos antes su sobrina había regresado a casa.
(Un día, en el café de las once de la mañana, le dije a El Grande: hay personas que se saben de memoria "Pedro Páramo" y empiezan a contarla, ¿conoces a alguien así? Entonces, sin aclararme la duda, empezó a citarme de memoria la escena de Aureliano Buendía cuando, en el paredón, recordó la vez que su papá lo llevó a conocer el hielo en Macondo. No me quedó otra que guardar un silencio sagrado. El diario El Espectador, de Bogotá, celebra 124 años de edad con la reedición de algunas crónicas de Gabo, en este caso "Hace sesenta años comenzó la tragedia", publicada en 1954.)
Los niños se dirigieron por la carretera hacia la tienda de Media Luna, que da su nombre a todo el sector, porque suponían que por aquellos lados no había llovido la noche anterior y podía encontrar madera seca. Pero no se habían alejado un kilómetro de su casa (la tienda de Media Luna está a cinco), cuando Jorge Alirio sintió un ruido, “como unos caballos”, y vio que por la falta de la montaña rodaba un pequeño alud en dirección a la casa de sus padres.
“Corrimos para avisar – dice Jorge Alirio, el mayor y más locuaz de los niños-, pero entonces vimos que venía otro volcán, más grande que el de antes, y nos caían piedras y los palos en la carretera”. Los niños se echaron a tierra hasta cuando cesó la avalancha. Un minuto después no encontraron un solo rastro de la casa.
Primer saldo: cinco
Sepultados por el alud quedaron: María Caro, la madre, que cuando sus hijos mayores la vieron por última vez, “iba a lavar”; Amparo, de 9, que estaba barriendo; Solange, de 5; Cielo, de 2, que acababa de levantarse, y Argemiro, de 8 meses, que aún no había despertado. Un poco más abajo de ese lugar, el agricultor Alberto Rincón trabajaba su tierra sin haberse enterado de lo ocurrido, cuando los dos niños, todavía ofuscados por la primera impresión, fueron a pedirle “que nos ayudara a desenterrar la casa”. Rincón, ignorante de la magnitud de la tragedia, le respondió, según dicen los niños: “ahora estoy ocupado y no puedo sacar el rato”.
Un teatro: el de los acontecimientos
Cuando en la estación de bomberos se recibió, a las 9, un telefonoma de la Secretaría de Gobierno solicitando envío de personal para el rescate, la noticia se extendía por la ciudad. Los habitantes del pintoresco y tortuoso barrio de Las Estancias, que parece un pesebre de navidad, con sus casas, empotradas en la montaña, se dirigían en masa al lugar de la catástrofe, saltando cercados para abreviar la distancia. Por la carretera llegaban familias del barrio Echavarría (para empleados de Coltejer, según dice la gigantesca valla de cemento armado), a tres kilómetros del lugar del derrumbe. Allí iba la familia del ciclista Ramón Hoyos. En ese momento ocurría un nuevo deslizamiento, de menores proporciones, que era el tercero en el mismo sitio: ingenieros y geólogos aseguran que hace 50 ó 60 años, antes que se construyera la carretera a Ríonegro, debió registrarse allí un primer deslizamiento de grandes proporciones. Desde entonces estaba agrietado el terreno, enteramente desarborizado, y por las grietas se infiltraban las aguas acequia sin revestir que hay desde hace mucho tiempo en el sitio de los derrumbes. Prácticamente hace 60 años comenzó a generarse la tragedia.
Una compañía de 24 bomberos inició, a las 9:15, las labores de salvamento, luchando no solo contra los naturales inconvenientes, sino con la imprudente generosidad de la multitud, cada vez más numerosa y desorganizada, que trataba de intervenir en la azarosa tarea. Una cuadrilla de trabajadores agrícolas removía la tierra, sin atender al peligro de nuevos deslizamientos originados por la violenta remoción, o al destrozar con las cuchillas de acero los cadáveres sepultados. Se trataba de rescatar los cuerpos, aún contra la amenaza de nuevos deslizamientos, y para conseguirlo estaban allí una compañía de bomberos, la casi totalidad de los habitantes de Las Estancias y el barrio Echavarría; viajeros de Medellín con destino a Ríonegro y viajeros de Rionegro con destino a Medellín, que se detenían a cooperar con el rescate, o simplemente a mirar, a pesar de que el tránsito no estaba interrumpido.
El último que lo supo
Desde las 11, las emisoras de Medellín confirmaron lo que ya circulaba por toda la ciudad como un insistente rumor. A las 12 se cerraron las oficinas y multitud de empleados, en lugar de dirigirse a sus casas, se orientaron hacia la carretera de Ríonegro en toda clase de vehículos. Si en ese momento hubiera ocurrido un nuevo deslizamiento, sobre una apretada y desprevenida muchedumbre de empleados, estudiantes, obreros, campesinos, comerciantes y curiosos, sin profesión conocida, las víctimas habrían pasado de un millar. Un poco después de las 12, al otro extremo de la ciudad, alguien que los areneros no pudieron identificar, llegó a la quebrada donde trabajaba Guillermo Caro Gallego y le dijo “que se fuera urgentemente, porque el radio había dicho que su casa se estaba cayendo”.
Diez kilómetros buscando la muerte
A los 45 años de edad Guillermo Caro Gallego llevaba 12 de ser arenero, ganaba $60 semanales vendiendo a $7 el metro cúbico de arena. Con $120 mensuales sostenía su mujer y a seis hijos, y había logrado construir una casa en terreno alquilado, con la esperanza de adquirirlo más tarde. Jorge Alirio y Licirio, los dos mayores y únicos sobrevivientes, fueron matriculados el año pasado en la escuela pública de Las Estancias, a cuatro kilómetros de su casa, pero se retiraron antes de terminar el curso “porque mi papá no podía sostenernos”, según dice Licirio.
En esas circunstancias Guillermo Caro era el arenero típico, entre los 60 areneros de la playa de Burgos que a las 2 de la tarde del 12 de julio consiguieron que no se les cobrara derecho de playa durante el tiempo que emplearan en el rescate de los cadáveres. Caro había estado en el lugar de la tragedia, había pensado que los 300 voluntarios que trataban de remover la tierra eran insuficientes, y regresó a la Iguana a solicitar el auxilio de sus compañeros. Todos accedieron, menos uno, “porque el sábado me había tomado un purgante”. 18 no regresaron jamás, entre ellos una mujer: Isabel Salazar, arenera que vivía en Las Nieves con su madre y tres hijos.
Libertad de imprudencia
A las 4 de la tarde, los bomberos habían logrado detener los derrumbes. Una apreciable cantidad de tierra había sido removida, pero no se había localizado una teja, ni un solo objeto doméstico ni un solo rastro de la casa de Guillermo Caro. Fastidiados con la monotonía y la esterilidad del espectáculo, la mayoría de los curiosos regresaban a Medellín. Pero otros, que aún no habían estado allí se dirigían a la Media Luna. Cuatro estudiantes que conversaban en Junín, oyeron hablar de la tragedia y se fueron a verla en el automóvil de uno de ellos. Los estudiantes eran: Juan Ignacio Ángel, de 22 años, estudiante de economía; Hernando Calle, de odontología; Carlos Gabriel Obregón y Jaime Uribe. Cuando llegaron a la quebrada de El Espadero, no eran ellos los únicos estudiantes: estaban también los niños de Las Estancias, que salían de la escuela y se dirigían directamente al lugar del derrumbe.
Cuando el cura párroco de Las Estancias, Octavio Giraldo, vio pasar a los niños por la puerta de la casa cural, les previno del peligro que afrontaban. “No hacían caso”, dice el padre Giraldo, un antioqueño joven, inteligente y cordial, que durante toda la tarde estuvo tratando de persuadir a sus feligreses. Sin embargo, hasta la propia sobrina del párroco, apremiada por la curiosidad, consiguió la licencia de su tío para presenciar el rescate de las víctimas.
El último segundo
La única prevención que recibieron los habitantes de Medellín fue la del padre Giraldo. No hubo ninguna medida oficial, y si el número de víctimas no fue mayor, se debió a que, con la caída del sol, los curiosos perdieron el interés. Empezó a trabajarse con pesimismo: en ocho horas de heroicos esfuerzos no se había logrado rescatar el par de zapatos nuevos que Jorge Alirio Caro recibió dos meses antes como regalo de cumpleaños, y que la mañana anterior había dejado junto a la cama, cuando regresó de la iglesia.
En vista de que estaba oscureciendo, de que no pasaba nada y de que todo el mundo se iba, Yolanda Moreno decidió regresar a su casa de Las Estancias con sus hermanos menores: Orlando, de 10 años, Luz Stella, de 12. En ese momento vio llegar a Francisco Antonio Hernández, el lechero de su barrio, que acababa de encerrar las vacas en la haciendo de Jaime Arango, y se disponía a participar en el rescate. Eran las seis y diez minutos de la tarde y amenazaba lluvia.
Yolanda Moreno tomó de la mano a sus hermanos, se abrió paso a través de una multitud disminuida ya a 200 personas y se dirigió a su casa por entre el barrizal formado en la carretera por el agua de los bomberos y la tierra removida. Salía del centro de los derrumbes cuando “pasó un terremoto” que le arrebató de las manos a los niños, los arrastró, los devoró en una fracción de segundo mientras ella, misteriosamente paralizada e intacta, se sentía azotada por una tremenda explosión de lodo.
… Hasta un conejo
“Se oía con un montón de radios mal sintonizados”, dice el director de los bomberos de Medellín, Efraín Betancourt. Un grupo de 50 personas que se había colocado en una cornisa rocosa de la montaña, vio descender sobre sus cabezas un gigantesco alud que arrasaba la vegetación y estremecía el ámbito con su fuerza desbocada. En medio de la confusión y el pánico muchos vieron caer la primera víctima: el bombero Leonardo Urrego, con la columna vertebral destrozada por una roca. Sus 23 compañeros se tendieron en tierra, instintivamente, y sólo cinco sufrieron lesiones leves. Impulsados por la confusión y el desconcierto, el medio centenar de curiosos de la cornisa rocosa se dividió en dos grupos: uno corrió hacia la izquierda, otro hacia la derecha. Si en vez de hacer eso hubieran permanecido inmóviles, muy probablemente se habrían salvado, porque un poco antes de llegar a la cornisa el alud se bifurcó. Una sola de sus vertientes sepultó, en una grieta situada al borde de la carretera, un nidal de 27 personas apelotonadas. Las cosas ocurrieron con tal rapidez, que dos días más tarde el secretario de Obras Públicas del municipio, doctor Javier Mora, rescató de entre los escombros el cadáver de un conejo.
Pánico
600.000 metros cúbicos de tierra descendieron violentamente sobre la multitud, lo que, en peso aproximado, era como si dos Capitolios nacionales se hubieran precipitado montaña abajo. El tremendo vendaval ocasionado por la conmoción impidió que muchos pudieran ponerse a salvo. A varias cuadras del lugar de los hechos, los postes y cables del telégrafo quedaron cubiertos de lodo, hierba y desperdicios de la catástrofe. El puentecillo de la quebrada de El Espadero, sobre la carretera, fue bloqueado por el alud, y atascadas siete personas debajo de él. Juan Ignacio Ángel, el estudiante de economía que se encontraba en la cornisa, corrió hacia abajo, precedido de una muchacha, aproximadamente de 14 años, y un niño de 10. Sus compañeros, Carlos Gabriel Obregón y Fernando Calle, corrieron en sentido contrario. El primero, sepultado a medias, murió por asfixia. El segundo, que era asmático, se detuvo jadeante, y dijo: “No puedo más”. Nunca volvió a saberse de él.
Dos minutos después del fin
“Cuando corría hacia abajo, con la muchacha y el niño –ha contado Luis Ignacio Ángel- encontré un barranco grande. Los tres nos tiramos al suelo”. El niño no volvió a levantarse jamás, la muchacha, que Ángel no identificó entre los cadáveres rescatados, se incorporó un momento, pero volvió a tenderse dando gritos desesperados, cuando vio que saltaba tierra por encima del barranco. Una avalancha de lodo se destrozó sobre ellos, Ángel trató de correr nuevamente, pero sus piernas estaban paralizadas. El lodo subió de nivel en un segundo hasta el pecho del estudiante, que logró librar su brazo derecho. En esa posición permaneció hasta que cesaron los ruidos atronadores, y sintió en sus piernas en el fondo de aquel denso e impenetrable mar de lodo la mano de la muchacha que al principio se aferraba a él con fuerza desesperada, que luego lo arañaba, y que finalmente, en contracciones cada vez más débiles, se desasió de sus tobillos.
Cuando el padre Giraldo conoció la noticia estaba oscureciendo. Eran las seis y veinte. Cinco minutos antes su sobrina había regresado a casa.
(Un día, en el café de las once de la mañana, le dije a El Grande: hay personas que se saben de memoria "Pedro Páramo" y empiezan a contarla, ¿conoces a alguien así? Entonces, sin aclararme la duda, empezó a citarme de memoria la escena de Aureliano Buendía cuando, en el paredón, recordó la vez que su papá lo llevó a conocer el hielo en Macondo. No me quedó otra que guardar un silencio sagrado. El diario El Espectador, de Bogotá, celebra 124 años de edad con la reedición de algunas crónicas de Gabo, en este caso "Hace sesenta años comenzó la tragedia", publicada en 1954.)
viernes, 25 de marzo de 2011
EN CADA HIJO UN NINI TE DIO
CIUDAD JUÁREZ, Chih.- El gobernador César Duarte Jáquez propondrá ante el Congreso de la Unión una iniciativa para que todas aquellas personas mayores de 18 años que no estudien ni trabajen sean enroladas, obligatoriamente, en el Ejército Mexicano.
Esta medida, argumentó el mandatario, alejará a los jóvenes de las pandillas, de las drogas y servirá, en general, para sacarlos de las calles y de los peligros de vincularse con bandas delictivas.
Además, resaltó que, al conseguir un trabajo honesto, los llamados “ninis” obtendrían una remuneración, amén de que la disciplina militar coadyuvaría en gran medida para atender un problema que lacera a muchas familias mexicanas pues, según datos dados a conocer en 2010 por la Universidad Nacional Autónoma de México en el país existen 7.5 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan.
La intención de la iniciativa es romper con las estructuras que desde hace tiempo afectan no sólo a los jóvenes chihuahuenses, sino a los habitantes de otros estados en el país, dijo el gobernador.
Duarte Jáquez dijo que la petición se está preparando y es probable que la próxima semana se lleve a la Cámara de Diputados en la Ciudad de México.
(Saldria Peor, Ser Militar es Sinonimo de: Ratero, Marihuano, Violador, Secuestrador, Ladino, Traidor, Vendido, Asi que Mejor Se Cierre el Pico Cesar Duarte, Ademas como Militar es un Gran Fracazo SOLAMENTE LOS LOCOS LES GUSTAN LAS ARMAS Y LAS USAN. Mejor Deberian de Crear Mas Empleo, Tecnologicos, Cosas que sean Productivas pero Cuando un Soldado es Productivo???, Mejor que Terminen en lo que mas le Convenga pero SER MILITAR NO ES LA OPCION. Julio GV. Nota y comentario certero tomados de la agencia Apro, de la revista Proceso. Se respetó redacción)
Esta medida, argumentó el mandatario, alejará a los jóvenes de las pandillas, de las drogas y servirá, en general, para sacarlos de las calles y de los peligros de vincularse con bandas delictivas.
Además, resaltó que, al conseguir un trabajo honesto, los llamados “ninis” obtendrían una remuneración, amén de que la disciplina militar coadyuvaría en gran medida para atender un problema que lacera a muchas familias mexicanas pues, según datos dados a conocer en 2010 por la Universidad Nacional Autónoma de México en el país existen 7.5 millones de jóvenes que ni estudian ni trabajan.
La intención de la iniciativa es romper con las estructuras que desde hace tiempo afectan no sólo a los jóvenes chihuahuenses, sino a los habitantes de otros estados en el país, dijo el gobernador.
Duarte Jáquez dijo que la petición se está preparando y es probable que la próxima semana se lleve a la Cámara de Diputados en la Ciudad de México.
(Saldria Peor, Ser Militar es Sinonimo de: Ratero, Marihuano, Violador, Secuestrador, Ladino, Traidor, Vendido, Asi que Mejor Se Cierre el Pico Cesar Duarte, Ademas como Militar es un Gran Fracazo SOLAMENTE LOS LOCOS LES GUSTAN LAS ARMAS Y LAS USAN. Mejor Deberian de Crear Mas Empleo, Tecnologicos, Cosas que sean Productivas pero Cuando un Soldado es Productivo???, Mejor que Terminen en lo que mas le Convenga pero SER MILITAR NO ES LA OPCION. Julio GV. Nota y comentario certero tomados de la agencia Apro, de la revista Proceso. Se respetó redacción)
DISENTIMIENTO INFORMATIVO
Distrito Federal— La mayoría de los medios de México acordaron el jueves unificar criterios en la cobertura de la violencia del narcotráfico, para proteger a sus periodistas, evitar propagar el terror o convertirse en “voceros involuntarios” de la delincuencia, aunque el texto no generó consenso.
El “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia”, impulsado por las cadenas Televisa (la más grande de la televisión de habla hispana) y TV Azteca, fue firmado por 61 organizaciones de prensa, empresas, académicos y medios privados y estatales en una ceremonia pública.
El documento subraya como propósito el “proponer criterios editoriales comunes” para que la cobertura de la violencia evite “propagar el terror entre la población y establecer mecanismos para la protección de los periodistas”.
Entre otros compromisos los medios acuerdan: “no convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada”, “no interferir en el combate a la delincuencia” y “solidarizarse ante cualquier amenaza o acción contra reporteros y medios”.
También prevén medidas para proteger a los periodistas, como el no firmar artículos sobre narcotráfico, realizar coberturas conjuntas en temas delicados y evitar reportes en vivo desde las zonas más violentas.
Igualmente anuncian que conformarán en 30 días un “consejo ciudadano”, cuya composición no fue precisada, que presentará reportes periódicos sobre el respeto de los medios y periodistas a los criterios suscritos.
El texto no generó el consenso. Cinco de los periódicos de circulación nacional se adhirieron, pero no así Reforma y La Jornada, y tampoco la revista Proceso –semanario especializado en denuncias sobre narcotráfico–, ni la cadena radial MVS, entre otros.
El presidente Felipe Calderón calificó el acuerdo como un “paso significativo” que compagina la libertad de prensa de los medios con su “responsabilidad con el país y el interés nacional”.
Jenaro Villamil, periodista de Proceso, advirtió en una entrevista con la cadena W Radio que el convenio “abre las puertas para el ejercicio de la censura previa en los medios que firman”.
Pero Rogelio Cárdenas, director del diario especializado El Financiero, uno de los medios firmantes, rechazó que se trate de una forma de censura. “Para nosotros no es mordaza”, comentó.
“Algunos medios electrónicos sí tienen que cambiar la forma en la que presentan (la información relacionada con el narcotráfico) para que logren consignar sólo los hechos”, añadió.
Internet se ha convertido en un mecanismo difusor clave en medio de una escalada de violencia que deja más de 34 mil 600 muertos desde diciembre de 2006, cuando el Gobierno ordenó una ofensiva militar contra el narco.
Los cárteles usan estrategias para difundir mensajes, como colocarlos junto a los cadáveres o publicar en Internet videos de supuestas confesiones de rivales.
Balbina Flores, representante de Reporteros Sin Fronteras (RSF) en México, cuestionó que el convenio asuma que las amenazas a la prensa provienen sólo del crimen organizado.
“Es una visión parcial”, señaló subrayando que en México “más del 60 por ciento de las agresiones a periodistas provienen de las autoridades”.
El argentino Edgardo Buscaglia, especialista del Instituto Tecnológico Autónomo de México y asesor externo de la ONU en narco, calificó el acuerdo como un intento de los “oligopolios (que) se juntan para tratar de gerenciar el flujo de información hacia el público”.
“Si realmente creen en el libre mercado de información, deben dejar que sus periodistas primero estén mucho mejor entrenados”, y añadió que “México no posee un problema de tráfico de drogas nada más, México posee multinacionales del delito”, sin que los medios se preocupen por profundizar en ello.
Con 66 periodistas asesinados en una década, 12 de ellos en 2010 según RSF, México es considerado por varias organizaciones internacionales como el país latinoamericano más peligroso para el periodismo.
(¿Son las televisoras (cuasi) oficiales las indicadas para impulsar un acuerdo nacional de este tipo; cuentan con el respaldo moral de Los Pinos y el aval de la sociedad para estimular un decálogo -obsérvese el término y la conotación religiosa panista que encierra-, que habrán de observar diarios de posición tan diversa como los que no asisitieron, los que se negaron a avalarlo y los que, de antemano, sabemos que seguirán en su cauce informativo ya identificado por los lectores? Se adivina que el reality show que montaron este jueves 24 de marzo fue para "agradar" al minusválido que habita en San Miguel Chapultepec desde hace cuatro años y fracción. Nota de Jennifer González de AFP aparecida en el Diario de Juárez.)
El “Acuerdo para la Cobertura Informativa de la Violencia”, impulsado por las cadenas Televisa (la más grande de la televisión de habla hispana) y TV Azteca, fue firmado por 61 organizaciones de prensa, empresas, académicos y medios privados y estatales en una ceremonia pública.
El documento subraya como propósito el “proponer criterios editoriales comunes” para que la cobertura de la violencia evite “propagar el terror entre la población y establecer mecanismos para la protección de los periodistas”.
Entre otros compromisos los medios acuerdan: “no convertirse en vocero involuntario de la delincuencia organizada”, “no interferir en el combate a la delincuencia” y “solidarizarse ante cualquier amenaza o acción contra reporteros y medios”.
También prevén medidas para proteger a los periodistas, como el no firmar artículos sobre narcotráfico, realizar coberturas conjuntas en temas delicados y evitar reportes en vivo desde las zonas más violentas.
Igualmente anuncian que conformarán en 30 días un “consejo ciudadano”, cuya composición no fue precisada, que presentará reportes periódicos sobre el respeto de los medios y periodistas a los criterios suscritos.
El texto no generó el consenso. Cinco de los periódicos de circulación nacional se adhirieron, pero no así Reforma y La Jornada, y tampoco la revista Proceso –semanario especializado en denuncias sobre narcotráfico–, ni la cadena radial MVS, entre otros.
El presidente Felipe Calderón calificó el acuerdo como un “paso significativo” que compagina la libertad de prensa de los medios con su “responsabilidad con el país y el interés nacional”.
Jenaro Villamil, periodista de Proceso, advirtió en una entrevista con la cadena W Radio que el convenio “abre las puertas para el ejercicio de la censura previa en los medios que firman”.
Pero Rogelio Cárdenas, director del diario especializado El Financiero, uno de los medios firmantes, rechazó que se trate de una forma de censura. “Para nosotros no es mordaza”, comentó.
“Algunos medios electrónicos sí tienen que cambiar la forma en la que presentan (la información relacionada con el narcotráfico) para que logren consignar sólo los hechos”, añadió.
Internet se ha convertido en un mecanismo difusor clave en medio de una escalada de violencia que deja más de 34 mil 600 muertos desde diciembre de 2006, cuando el Gobierno ordenó una ofensiva militar contra el narco.
Los cárteles usan estrategias para difundir mensajes, como colocarlos junto a los cadáveres o publicar en Internet videos de supuestas confesiones de rivales.
Balbina Flores, representante de Reporteros Sin Fronteras (RSF) en México, cuestionó que el convenio asuma que las amenazas a la prensa provienen sólo del crimen organizado.
“Es una visión parcial”, señaló subrayando que en México “más del 60 por ciento de las agresiones a periodistas provienen de las autoridades”.
El argentino Edgardo Buscaglia, especialista del Instituto Tecnológico Autónomo de México y asesor externo de la ONU en narco, calificó el acuerdo como un intento de los “oligopolios (que) se juntan para tratar de gerenciar el flujo de información hacia el público”.
“Si realmente creen en el libre mercado de información, deben dejar que sus periodistas primero estén mucho mejor entrenados”, y añadió que “México no posee un problema de tráfico de drogas nada más, México posee multinacionales del delito”, sin que los medios se preocupen por profundizar en ello.
Con 66 periodistas asesinados en una década, 12 de ellos en 2010 según RSF, México es considerado por varias organizaciones internacionales como el país latinoamericano más peligroso para el periodismo.
(¿Son las televisoras (cuasi) oficiales las indicadas para impulsar un acuerdo nacional de este tipo; cuentan con el respaldo moral de Los Pinos y el aval de la sociedad para estimular un decálogo -obsérvese el término y la conotación religiosa panista que encierra-, que habrán de observar diarios de posición tan diversa como los que no asisitieron, los que se negaron a avalarlo y los que, de antemano, sabemos que seguirán en su cauce informativo ya identificado por los lectores? Se adivina que el reality show que montaron este jueves 24 de marzo fue para "agradar" al minusválido que habita en San Miguel Chapultepec desde hace cuatro años y fracción. Nota de Jennifer González de AFP aparecida en el Diario de Juárez.)
LA IGLESIA PERSEGUIDA (?)
Los opositores al matrimonio homosexual también son víctimas. Así lo asegura el Vaticano, cuyo representante en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en Génova, el arzobispo Silvano M. Tomasi, alertó de lo que, en su opinión, es una persecución a los contrarios a las uniones homosexuales, según informa Religious News Service.
"La gente está siendo atacada por no apoyar las relaciones entre personas del mismo sexo", dijo al Consejo este martes. "Cuando expresan sus creencias sobre la naturaleza humana, que también son expresión de sus convicciones religiosas u opiniones sentadas sobre hechos científicos, son estigmatizados, y peor aún, vilipendiados y perseguidos", añadió.
"La verdad es que esos ataques son violaciones de derechos fundamentales y no pueden ser justificadas bajo ninguna circunstancia", siguió Tomasi, quien aseguró que el Vaticano "condena toda violencia contra las personas por su condición sexual y sus creencias".
Sin embargo, según Tomasi, el Vaticano sí apoya el "consenso" internacional "entre sociedades" contra "ciertos comportamientos sexuales que deben ser prohibidos por ley", como la pedofilia y el incesto.
En 2008, la delegación vaticana votó en contra de todo tipo de conductas criminales contra los homosexuales, al tiempo que se oponía a una declaración de derechos de los homosexuales redactada por las Naciones Unidas, por considerar que iba demasiado lejos.
(No puedo imaginar a un religioso perseguido, con la sotana negra levantada hasta las rodillas, por un transexual con un cuchillo y tacones rojos por 'discriminador'. Nota tomada del diario Público, español.)
"La gente está siendo atacada por no apoyar las relaciones entre personas del mismo sexo", dijo al Consejo este martes. "Cuando expresan sus creencias sobre la naturaleza humana, que también son expresión de sus convicciones religiosas u opiniones sentadas sobre hechos científicos, son estigmatizados, y peor aún, vilipendiados y perseguidos", añadió.
"La verdad es que esos ataques son violaciones de derechos fundamentales y no pueden ser justificadas bajo ninguna circunstancia", siguió Tomasi, quien aseguró que el Vaticano "condena toda violencia contra las personas por su condición sexual y sus creencias".
Sin embargo, según Tomasi, el Vaticano sí apoya el "consenso" internacional "entre sociedades" contra "ciertos comportamientos sexuales que deben ser prohibidos por ley", como la pedofilia y el incesto.
En 2008, la delegación vaticana votó en contra de todo tipo de conductas criminales contra los homosexuales, al tiempo que se oponía a una declaración de derechos de los homosexuales redactada por las Naciones Unidas, por considerar que iba demasiado lejos.
(No puedo imaginar a un religioso perseguido, con la sotana negra levantada hasta las rodillas, por un transexual con un cuchillo y tacones rojos por 'discriminador'. Nota tomada del diario Público, español.)
jueves, 24 de marzo de 2011
HÉCTOR CARRETO (1953 )
Cementerio
Nadie acudirá con flores a este cementerio.
Víctimas de la vejez, del uso y de una belleza
pasada de moda,
los zapatos, finalmente, descansan.
Orgullosos, guardan el polvo de los caminos
y el humor de su señor, el pie.
Pero, ¿dónde están ahora sus dueños?
¿Recorren el mundo en otras barcas?
¿O acaso yacen también, desamparados,
en otros cementerios?
(texto tomado de Poesía portátil 1979-2006,
ed. UNAM, México, 2009)
Nadie acudirá con flores a este cementerio.
Víctimas de la vejez, del uso y de una belleza
pasada de moda,
los zapatos, finalmente, descansan.
Orgullosos, guardan el polvo de los caminos
y el humor de su señor, el pie.
Pero, ¿dónde están ahora sus dueños?
¿Recorren el mundo en otras barcas?
¿O acaso yacen también, desamparados,
en otros cementerios?
(texto tomado de Poesía portátil 1979-2006,
ed. UNAM, México, 2009)
miércoles, 23 de marzo de 2011
CRÓNICAS DE UN NÓBEL
Gabriel García Márquez, 1955
Un testigo presencial de la devastación de Hiroshima por la bomba atómica está desde ayer en Bogotá: el sacerdote jesuita Pedro Arrupe, quien el 6 de agosto de 1945 -primer día de la era atómica- desempeñaba el cargo de rector del noviciado de la compañía de Jesús en Hiroshima. Por ser español y ser España un país neutral, el padre Arrupe continuaba en territorio japonés después de que el gobierno del Mikado había dispuesto de todos los extranjeros originarios de países beligerantes. No había guerra en Hiroshima. Curiosamente, en una de las principales ciudades japonesas, con 400.000 habitantes, de los cuales 30.000 eran militares, no se habían conocido los estragos de una guerra internacional de seis años: una sola bomba había sido arrojada sobre la ciudad, y sus habitantes tenían motivos para pensar que se trató de un bombardeo accidental, sin ninguna consecuencia.
Escuelas de 2.000 niños
Sin embargo -cuenta el padre Arruple- la población civil estaba preparada para cualquier emergencia. La policía de Hiroshima tenía una organización perfecta, por medio de la cual se controlaba a una ciudad más grande y más poblada que cualquiera de las ciudades colombianas: una ciudad compuesta en general por la clase media japonesa, dedicada al comercio en pequeña escala y a la pesca fluvial. De los 100.000 habitantes 50.000 eran niños en edad escolar. Y es posible afirmar que el 6 de agosto de 1945, eso 50.000 niños estaban en la escuela, mientras sus padres se dirigían al trabajo. En el Japón la educación era obligatoria durante los 8 primeros años, y cada escuela de Hiroshima era un enorme local con capacidad para 2.000 niños.
El último minuto
Mientras Tokio, la capital, había sido devastada en gran parte por los constantes bombardeos, Hiroshima era una gigantesca ciudad intacta, con casas de madera construidas de madera liviana para disminuir el constante riesgo de los terremotos. Todos los habitantes, salvo los sacerdotes católicos y 500 japoneses, profesaban el culto Buda: había 750 templos, y apenas una pequeña parroquia católica en el centro mismo de la explosión, y una capilla en el noviciado, a 6 kilómetros de distancia.
A pesar de que nunca había padecido un bombardeo, la población de Hiroshima severamente disciplinada, se precipitaba a los refugios cada vez que sonaban las sirenas de alarma. Había numerosas sirenas distribuidas por toda la ciudad. El 6 de agosto de 1945, un poco antes de las ocho de la mañana, los ciudadanos que se dirigían a su labor, y los niños en la escuela (las clases comenzaban a las siete), oyeron sonar las sirenas y corrieron a los refugios antiaéreos. Poco después se anunció que había cesado el peligro y la ciudad reanudó su marcha normal.
¡El flash!
El padre Pedro Arrupe cuenta que en ese instante, después de la misa y el desayuno, se encontraba en su alcoba cuando sonaron las sirenas de alarma. Luego oyó la señal de que había cesado el peligro. El día comenzaba como siempre. En el noviciado, a pesar de la distancia, se advertía perfectamente el movimiento de la ciudad.
“De pronto vi un resplandor como el de la bombilla de un fotógrafo”, dice el padre Arrupe. Pero no recuerda haber escuchado la explosión. Hubo una vibración tremenda: las cosas saltaron de su escritorio y la alcoba fue invadida por una violenta tempestad de vidrios rotos, de pedazos de madera y ladrillos. Un sacerdote que avanzaba por el corredor fue arrastrado por un terrible huracán. Un segundo después surgió un silencio impenetrable, y el padre Arruple, incorporándose trabajosamente, pensó que había caído una bomba en el jardín.
¿Qué pasó?
El antiguo rector del noviciado de Hiroshima, que tiene la apariencia de ser un hombre sereno, recuerda aquel instante particularmente por el silencio. Transcurrieron más de 10 minutos después del relámpago, sin que se hubiera dado cuenta de que la ciudad estaba en llamas. Los habitantes del noviciado tuvieron tiempo de inspeccionar el jardín, antes de que el humo blanco y espeso se disipara por completo y se viera, a seis kilómetros de distancia, el gigantesco e incontenible incendio que devoraba la ciudad.
“Ahora cualquiera entiende esto”, explica el padre Arrupe. Pero aquel día nadie había oído hablar de una bomba atómica ni de la posibilidad de que alguien la fabricara y la lanzara sobre una ciudad de 400.000 habitantes. Pensaron que se trataba de un accidente local, y los funcionarios del noviciado se dirigieron a la ciudad a prestar los primeros auxilios. Fueron en bicicleta.
Recuerdo del Apocalipsis
“No hay modo de describir lo que encontramos”, cuenta el sacerdote. Y dice sencillamente que hay que imaginar el caos: donde antes había calles no había sino escombros; donde había casas solo se encontraban ruinas, y en la terrible crepitación del incendio y el humo y el polvo, era imposible ver o escuchar algo que recordara la presencia humana.
Gente humilde de las aldeas vecinas trataban de llegar al centro de la catástrofe. Pero era imposible. Las enormes llamaradas de más de un ciento de metros de altura impedían el acceso a la ciudad. Antes del medio día comenzaron a desarrollarse fantásticos fenómenos atmosféricos.
Un terremoto de laboratorio
Primero fue la lluvia. Un violento aguacero se desplomó sobre la ciudad y extinguió las llamas en menos de una hora. Después fue un tremendo huracán que condujo por el aire enorme troncos de árboles calcinados, rueda de vehículos, animales muertos y toda clase es escombros. Por encima de las cabezas de los sobrevivientes , pasaron a considerable altura, volando, impulsados por el huracán, los destrozos de la catástrofe.
En aquel instante fueron aterradores, pero en la actualidad aquellos fenómenos están perfectamente explicados: la condensación de vapor provocada por la inconcebible elevación de la temperatura -que se ha calculado en un millón de grados centígrados- fue el origen de la lluvia torrencial. El vacío, la descompensación producida por la violenta absorción, dio origen al huracán apocalíptico que contribuyó a agravar la confusión y el terror.
Las primeras víctimas
El primer contacto que tuvo el padre Arrupe con las víctimas de las catástrofe fue la visión de tres mujeres jóvenes , abrazadas, que con el cuerpo en carne viva surgieron de los escombros. Entonces comprendió que no s trataba de un incendio corriente: el cabello de las víctimas se desprendía con extrema facilidad y en pocas horas la ciudad había sido destruida por completo y sus habitantes reducidos a una confusa multitud de cadáveres y moribundos ambulantes.
Se ignoraba cuáles debían ser los primeros auxilios en aquel caso. No eran quemaduras corrientes. A un grupo de niños socorrido por el padre Arrupe, se le desprendía sin esfuerzo el cuero cabelludo. Entre piel y los huesos se encontraron pedazos de vidrios incrustados.
A salvo en el río
Hiroshima e una ciudad construida en las cinco islas formadas por el delta del río Otagawa. Cuatro brazos fluviales la atraviesan de lado a lado. Cuando estalló el caos, cuando las llamas gigantescas se levantaron en toda la ciudad, los sobrevivientes solo pensaron en correr hacia el agua. A las cinco de la tarde el padre Arrupe logró penetrar a la ciudad. Avanzó, con una multitud venida de las aldeas vecinas, por sobre escombros, y vio cuerpos destrozados, rostros de agonizantes desfigurados y los ríos densamente ocupados por una multitud caótica y delirante.
“Los niños de Hiroshima”
En la película “Los Niños de Hiroshima” -una película que el padre Arrupe no ha visto- se ha reconstruido la catástrofe, minuto a minuto. Por la descripción que hace el único testigo presencial que ha venido a Colombia, se advierte que la reconstrucción del filmes de una asombrosa fidelidad, de un milagroso realismo. La multitud se desplazó, como una gran masa flotante, hacia los diferentes brazos de los ríos. Y hubo una razón para que fueran mayores los estragos en la población infantil: a las 8:10 de la mañana, hora en que estalló la bomba, puede decirse que no había un niño en edad escolar cerca de sus padres. Todos estaban en la escuela. Cuando al atardecer empezaron a prestarse los primeros auxilios, los padres de familia estaban bajo los escombros de los hogares o los establecimientos comerciales. Y los niños, todos los de Hiroshima, confundidos, desfigurados y sin identificar; 50.000 niños estudiantes, estaban muertos, heridos o agonizando en masa, bajo los escombros de las escuelas.
20 kilos de ácido bórico
En Hiroshima había 260 médicos, 200 murieron instantáneamente a causa de la explosión. La mayoría de los restantes quedó herida. Los muy pocos sobrevivientes -entre ellos el padre Arrupe , graduado en medicina no disponía de ningún elemento para auxiliar a las víctimas. Las farmacias, los depósitos de drogas, habían desaparecido bajo los escombros. Y aun en el caso de que se hubiera dispuesto de elementos, se ignoraba por completo qué clase de tratamiento debía de aplicarse a las víctimas de aquella monstruosa explosión.
Los primeros heridos auxiliados por el padre Arrupe, sin embargo, fueron favorecidos por un acontecimiento todavía no explicado: en medio de la confusión un aldeano puso a disposición del sacerdote un saco con 20 kilos de ácido bórico. Fue el primer tratamiento que se les administró: cubrir todas las heridas con ácido bórico. En la actualidad, todos se encuentran en buen estado de salud, dice el padre Arrupe, quien todavía no puede entender qué hacía un campesino de Hiroshima con 20 kilos de ácido bórico en su casa.
Tres causas de muerte
El antiguo rector del noviciado de Hiroshima dice que en la ciudad no hubo pánico el 6 de agosto de 1945. La población recibió la catástrofe con su indolente fatalismo oriental. Los sobrevivientes se desplazaron hacia el agua no en busca de refrigeración -que es una creencia generalizada- sino en busca de un lugar donde estuvieran a salvo de las llamas.
Resulta imposible establecer por la experiencia de Hiroshima, los verdaderos efectos de la bomba atómica. El lugar donde estalló -a 600 metros de altura, pues fue lanzada en paracaídas- era el centro geográfico y al mismo tiempo el centro comercial de la ciudad. En torno a ese centro, en una área de dos kilómetros y medio, los habitantes fueron víctimas inmediatas de la radioactividad, el calor y la explosión. En el área de dos kilómetros y medio en torno al centro de radioactividad, fueron víctimas de las reacciones térmicas y de la explosión. De allí en adelante, en un área de seis kilómetros en la cual se encontraba el noviciado de la Compañía de Jesús, las víctimas fueron ocasionadas exclusivamente por la explosión.
La huella de un hombre
El padre Arrupe opina que ninguna de las personas penetraron el área de radioactividad después de la explosión, sufrieron trastornos físicos o mentales posteriores. Él mismo penetró esa área seis horas después de la catástrofe, sin sufrir ninguna perturbación, pues el cabello que ahora le falta -aclara sonriente- se ha desprendido de su cabeza por causas diferentes a la radioactividad.
En el área de explosión hubo considerable cantidad de víctimas, ocasionadas por los escombros y los cristales esparcidos. En cambio, en el centro mismo de la explosión, en el área radioactiva, seis sacerdotes que se encontraban en la sede de la parroquia -un edificio de concreto-resultaron ilesos. Solo uno de ellos presentó más tarde trastornos físicos ocasionados por la radioactividad. En el edificio del banco de Osaka quedó estampada en la pared la silueta de un obrero que en el instante de la explosión ascendía por la escalera.
Hoy
La recuperación moral de Hiroshima fue casi inmediata. Al día siguiente de la catástrofe empezaron a recibirse auxilios de las ciudades vecinas. Durante seis días cada sobreviviente recibió una escudilla con 150 gramos de arroz. La fortaleza moral del pueblo fue superior a la bárbara y despiadada experiencia atómica. En menos de una semana se cremaron los cadáveres, se organizó a los sobrevivientes, se improvisaron los hospitales y se identificó a los millares de niños que quedaron a la deriva.
A fines de ese año la ciudad estaba rudimentaria pero totalmente reconstruida. Los escombros había sido removidos y las casas fabricadas de nuevo con latas de conserva, papel periódico y desperdicios la catástrofe. Desde el trágico 6 de agosto hasta el momento actual, ha sido reconstruida tres veces. La segunda vez fue de madera. En la actualidad, y en virtud de una ley japonesa que ordena que sea construida en concreto toda casa con más de dos plantas, la ciudad está completamente modernizada, y tiene la calle más ancha del mundo: más de cien metros. Pero para transitar por esa calle hacen falta las 240.000 personas que murieron en la explosión.
(El Espectador, diario colombiano, celebra el 124 aniversario con la reedición de algunas crónicas periodísticas del mundialmente conocido Gabo, residente hoy en la ciudad de México, aquejado de demencia senil -confiesan sus allegados. Se diría que, al paso del tiempo, la fuerza de la prosa es más concentrada e indudablemente vigente por la situación que atraviesa Japón.)
Un testigo presencial de la devastación de Hiroshima por la bomba atómica está desde ayer en Bogotá: el sacerdote jesuita Pedro Arrupe, quien el 6 de agosto de 1945 -primer día de la era atómica- desempeñaba el cargo de rector del noviciado de la compañía de Jesús en Hiroshima. Por ser español y ser España un país neutral, el padre Arrupe continuaba en territorio japonés después de que el gobierno del Mikado había dispuesto de todos los extranjeros originarios de países beligerantes. No había guerra en Hiroshima. Curiosamente, en una de las principales ciudades japonesas, con 400.000 habitantes, de los cuales 30.000 eran militares, no se habían conocido los estragos de una guerra internacional de seis años: una sola bomba había sido arrojada sobre la ciudad, y sus habitantes tenían motivos para pensar que se trató de un bombardeo accidental, sin ninguna consecuencia.
Escuelas de 2.000 niños
Sin embargo -cuenta el padre Arruple- la población civil estaba preparada para cualquier emergencia. La policía de Hiroshima tenía una organización perfecta, por medio de la cual se controlaba a una ciudad más grande y más poblada que cualquiera de las ciudades colombianas: una ciudad compuesta en general por la clase media japonesa, dedicada al comercio en pequeña escala y a la pesca fluvial. De los 100.000 habitantes 50.000 eran niños en edad escolar. Y es posible afirmar que el 6 de agosto de 1945, eso 50.000 niños estaban en la escuela, mientras sus padres se dirigían al trabajo. En el Japón la educación era obligatoria durante los 8 primeros años, y cada escuela de Hiroshima era un enorme local con capacidad para 2.000 niños.
El último minuto
Mientras Tokio, la capital, había sido devastada en gran parte por los constantes bombardeos, Hiroshima era una gigantesca ciudad intacta, con casas de madera construidas de madera liviana para disminuir el constante riesgo de los terremotos. Todos los habitantes, salvo los sacerdotes católicos y 500 japoneses, profesaban el culto Buda: había 750 templos, y apenas una pequeña parroquia católica en el centro mismo de la explosión, y una capilla en el noviciado, a 6 kilómetros de distancia.
A pesar de que nunca había padecido un bombardeo, la población de Hiroshima severamente disciplinada, se precipitaba a los refugios cada vez que sonaban las sirenas de alarma. Había numerosas sirenas distribuidas por toda la ciudad. El 6 de agosto de 1945, un poco antes de las ocho de la mañana, los ciudadanos que se dirigían a su labor, y los niños en la escuela (las clases comenzaban a las siete), oyeron sonar las sirenas y corrieron a los refugios antiaéreos. Poco después se anunció que había cesado el peligro y la ciudad reanudó su marcha normal.
¡El flash!
El padre Pedro Arrupe cuenta que en ese instante, después de la misa y el desayuno, se encontraba en su alcoba cuando sonaron las sirenas de alarma. Luego oyó la señal de que había cesado el peligro. El día comenzaba como siempre. En el noviciado, a pesar de la distancia, se advertía perfectamente el movimiento de la ciudad.
“De pronto vi un resplandor como el de la bombilla de un fotógrafo”, dice el padre Arrupe. Pero no recuerda haber escuchado la explosión. Hubo una vibración tremenda: las cosas saltaron de su escritorio y la alcoba fue invadida por una violenta tempestad de vidrios rotos, de pedazos de madera y ladrillos. Un sacerdote que avanzaba por el corredor fue arrastrado por un terrible huracán. Un segundo después surgió un silencio impenetrable, y el padre Arruple, incorporándose trabajosamente, pensó que había caído una bomba en el jardín.
¿Qué pasó?
El antiguo rector del noviciado de Hiroshima, que tiene la apariencia de ser un hombre sereno, recuerda aquel instante particularmente por el silencio. Transcurrieron más de 10 minutos después del relámpago, sin que se hubiera dado cuenta de que la ciudad estaba en llamas. Los habitantes del noviciado tuvieron tiempo de inspeccionar el jardín, antes de que el humo blanco y espeso se disipara por completo y se viera, a seis kilómetros de distancia, el gigantesco e incontenible incendio que devoraba la ciudad.
“Ahora cualquiera entiende esto”, explica el padre Arrupe. Pero aquel día nadie había oído hablar de una bomba atómica ni de la posibilidad de que alguien la fabricara y la lanzara sobre una ciudad de 400.000 habitantes. Pensaron que se trataba de un accidente local, y los funcionarios del noviciado se dirigieron a la ciudad a prestar los primeros auxilios. Fueron en bicicleta.
Recuerdo del Apocalipsis
“No hay modo de describir lo que encontramos”, cuenta el sacerdote. Y dice sencillamente que hay que imaginar el caos: donde antes había calles no había sino escombros; donde había casas solo se encontraban ruinas, y en la terrible crepitación del incendio y el humo y el polvo, era imposible ver o escuchar algo que recordara la presencia humana.
Gente humilde de las aldeas vecinas trataban de llegar al centro de la catástrofe. Pero era imposible. Las enormes llamaradas de más de un ciento de metros de altura impedían el acceso a la ciudad. Antes del medio día comenzaron a desarrollarse fantásticos fenómenos atmosféricos.
Un terremoto de laboratorio
Primero fue la lluvia. Un violento aguacero se desplomó sobre la ciudad y extinguió las llamas en menos de una hora. Después fue un tremendo huracán que condujo por el aire enorme troncos de árboles calcinados, rueda de vehículos, animales muertos y toda clase es escombros. Por encima de las cabezas de los sobrevivientes , pasaron a considerable altura, volando, impulsados por el huracán, los destrozos de la catástrofe.
En aquel instante fueron aterradores, pero en la actualidad aquellos fenómenos están perfectamente explicados: la condensación de vapor provocada por la inconcebible elevación de la temperatura -que se ha calculado en un millón de grados centígrados- fue el origen de la lluvia torrencial. El vacío, la descompensación producida por la violenta absorción, dio origen al huracán apocalíptico que contribuyó a agravar la confusión y el terror.
Las primeras víctimas
El primer contacto que tuvo el padre Arrupe con las víctimas de las catástrofe fue la visión de tres mujeres jóvenes , abrazadas, que con el cuerpo en carne viva surgieron de los escombros. Entonces comprendió que no s trataba de un incendio corriente: el cabello de las víctimas se desprendía con extrema facilidad y en pocas horas la ciudad había sido destruida por completo y sus habitantes reducidos a una confusa multitud de cadáveres y moribundos ambulantes.
Se ignoraba cuáles debían ser los primeros auxilios en aquel caso. No eran quemaduras corrientes. A un grupo de niños socorrido por el padre Arrupe, se le desprendía sin esfuerzo el cuero cabelludo. Entre piel y los huesos se encontraron pedazos de vidrios incrustados.
A salvo en el río
Hiroshima e una ciudad construida en las cinco islas formadas por el delta del río Otagawa. Cuatro brazos fluviales la atraviesan de lado a lado. Cuando estalló el caos, cuando las llamas gigantescas se levantaron en toda la ciudad, los sobrevivientes solo pensaron en correr hacia el agua. A las cinco de la tarde el padre Arrupe logró penetrar a la ciudad. Avanzó, con una multitud venida de las aldeas vecinas, por sobre escombros, y vio cuerpos destrozados, rostros de agonizantes desfigurados y los ríos densamente ocupados por una multitud caótica y delirante.
“Los niños de Hiroshima”
En la película “Los Niños de Hiroshima” -una película que el padre Arrupe no ha visto- se ha reconstruido la catástrofe, minuto a minuto. Por la descripción que hace el único testigo presencial que ha venido a Colombia, se advierte que la reconstrucción del filmes de una asombrosa fidelidad, de un milagroso realismo. La multitud se desplazó, como una gran masa flotante, hacia los diferentes brazos de los ríos. Y hubo una razón para que fueran mayores los estragos en la población infantil: a las 8:10 de la mañana, hora en que estalló la bomba, puede decirse que no había un niño en edad escolar cerca de sus padres. Todos estaban en la escuela. Cuando al atardecer empezaron a prestarse los primeros auxilios, los padres de familia estaban bajo los escombros de los hogares o los establecimientos comerciales. Y los niños, todos los de Hiroshima, confundidos, desfigurados y sin identificar; 50.000 niños estudiantes, estaban muertos, heridos o agonizando en masa, bajo los escombros de las escuelas.
20 kilos de ácido bórico
En Hiroshima había 260 médicos, 200 murieron instantáneamente a causa de la explosión. La mayoría de los restantes quedó herida. Los muy pocos sobrevivientes -entre ellos el padre Arrupe , graduado en medicina no disponía de ningún elemento para auxiliar a las víctimas. Las farmacias, los depósitos de drogas, habían desaparecido bajo los escombros. Y aun en el caso de que se hubiera dispuesto de elementos, se ignoraba por completo qué clase de tratamiento debía de aplicarse a las víctimas de aquella monstruosa explosión.
Los primeros heridos auxiliados por el padre Arrupe, sin embargo, fueron favorecidos por un acontecimiento todavía no explicado: en medio de la confusión un aldeano puso a disposición del sacerdote un saco con 20 kilos de ácido bórico. Fue el primer tratamiento que se les administró: cubrir todas las heridas con ácido bórico. En la actualidad, todos se encuentran en buen estado de salud, dice el padre Arrupe, quien todavía no puede entender qué hacía un campesino de Hiroshima con 20 kilos de ácido bórico en su casa.
Tres causas de muerte
El antiguo rector del noviciado de Hiroshima dice que en la ciudad no hubo pánico el 6 de agosto de 1945. La población recibió la catástrofe con su indolente fatalismo oriental. Los sobrevivientes se desplazaron hacia el agua no en busca de refrigeración -que es una creencia generalizada- sino en busca de un lugar donde estuvieran a salvo de las llamas.
Resulta imposible establecer por la experiencia de Hiroshima, los verdaderos efectos de la bomba atómica. El lugar donde estalló -a 600 metros de altura, pues fue lanzada en paracaídas- era el centro geográfico y al mismo tiempo el centro comercial de la ciudad. En torno a ese centro, en una área de dos kilómetros y medio, los habitantes fueron víctimas inmediatas de la radioactividad, el calor y la explosión. En el área de dos kilómetros y medio en torno al centro de radioactividad, fueron víctimas de las reacciones térmicas y de la explosión. De allí en adelante, en un área de seis kilómetros en la cual se encontraba el noviciado de la Compañía de Jesús, las víctimas fueron ocasionadas exclusivamente por la explosión.
La huella de un hombre
El padre Arrupe opina que ninguna de las personas penetraron el área de radioactividad después de la explosión, sufrieron trastornos físicos o mentales posteriores. Él mismo penetró esa área seis horas después de la catástrofe, sin sufrir ninguna perturbación, pues el cabello que ahora le falta -aclara sonriente- se ha desprendido de su cabeza por causas diferentes a la radioactividad.
En el área de explosión hubo considerable cantidad de víctimas, ocasionadas por los escombros y los cristales esparcidos. En cambio, en el centro mismo de la explosión, en el área radioactiva, seis sacerdotes que se encontraban en la sede de la parroquia -un edificio de concreto-resultaron ilesos. Solo uno de ellos presentó más tarde trastornos físicos ocasionados por la radioactividad. En el edificio del banco de Osaka quedó estampada en la pared la silueta de un obrero que en el instante de la explosión ascendía por la escalera.
Hoy
La recuperación moral de Hiroshima fue casi inmediata. Al día siguiente de la catástrofe empezaron a recibirse auxilios de las ciudades vecinas. Durante seis días cada sobreviviente recibió una escudilla con 150 gramos de arroz. La fortaleza moral del pueblo fue superior a la bárbara y despiadada experiencia atómica. En menos de una semana se cremaron los cadáveres, se organizó a los sobrevivientes, se improvisaron los hospitales y se identificó a los millares de niños que quedaron a la deriva.
A fines de ese año la ciudad estaba rudimentaria pero totalmente reconstruida. Los escombros había sido removidos y las casas fabricadas de nuevo con latas de conserva, papel periódico y desperdicios la catástrofe. Desde el trágico 6 de agosto hasta el momento actual, ha sido reconstruida tres veces. La segunda vez fue de madera. En la actualidad, y en virtud de una ley japonesa que ordena que sea construida en concreto toda casa con más de dos plantas, la ciudad está completamente modernizada, y tiene la calle más ancha del mundo: más de cien metros. Pero para transitar por esa calle hacen falta las 240.000 personas que murieron en la explosión.
(El Espectador, diario colombiano, celebra el 124 aniversario con la reedición de algunas crónicas periodísticas del mundialmente conocido Gabo, residente hoy en la ciudad de México, aquejado de demencia senil -confiesan sus allegados. Se diría que, al paso del tiempo, la fuerza de la prosa es más concentrada e indudablemente vigente por la situación que atraviesa Japón.)
JOHN JOE Y MURRAY
Ha ocurrido en Pensilvania (Estados Unidos). John Joe Thomas, de 28 años, ha sido detenido y acusado de la muerte de Murray Seidman, de 70 años, al que habría asesinado golpeándole con una piedras tras haberle sugerido Seidman, al parecer, mantener relaciones. Thomas, que ha admitido ser el autor de la muerte, alega que lo hizo siguiendo el mandato del Antiguo Testamento.
Ambos hombres mantenían una relación previa cuya naturaleza no está todavía clara para los investigadores. El joven Thomas pasaba días enteros en la vivienda de Seidman, y al parecer es el único beneficiario de su testamento. Thomas ha afirmado que cuando Seidman le hizo insinuaciones sexuales “recibió un mensaje” en sus oraciones indicándole que debía matarlo, en cumplimiento de lo que ordena la Biblia, que según él establece que se debe lapidar a los homosexuales hasta la muerte. Por eso utilizó al parecer un calcetín que llenó de piedras y con el que golpeó repetidamente a Seidman en la cabeza.
Thomas abandonó el apartamento y volvió varios días después (el 12 de enero), llamando en ese momento a la Policía, a la que dijo entonces que se había encontrado el cuerpo sin vida de la víctima.
Una terrible muerte cuyas motivaciones reales (avaricia, fanatismo religioso, enfermedad mental o incluso homofobia internalizada) quizá nunca se lleguen a conocer del todo.
(nota reproducida del blog 'dos manzanas'.)
Ambos hombres mantenían una relación previa cuya naturaleza no está todavía clara para los investigadores. El joven Thomas pasaba días enteros en la vivienda de Seidman, y al parecer es el único beneficiario de su testamento. Thomas ha afirmado que cuando Seidman le hizo insinuaciones sexuales “recibió un mensaje” en sus oraciones indicándole que debía matarlo, en cumplimiento de lo que ordena la Biblia, que según él establece que se debe lapidar a los homosexuales hasta la muerte. Por eso utilizó al parecer un calcetín que llenó de piedras y con el que golpeó repetidamente a Seidman en la cabeza.
Thomas abandonó el apartamento y volvió varios días después (el 12 de enero), llamando en ese momento a la Policía, a la que dijo entonces que se había encontrado el cuerpo sin vida de la víctima.
Una terrible muerte cuyas motivaciones reales (avaricia, fanatismo religioso, enfermedad mental o incluso homofobia internalizada) quizá nunca se lleguen a conocer del todo.
(nota reproducida del blog 'dos manzanas'.)
martes, 22 de marzo de 2011
LA MENDICIDAD EN MÉXICO
El problema no es solamente del gobierno, aunque le toque actuar en consecuencia junto con la Aduana Fronteriza de cuyos espacios se apoderan. Algo incumbe a las almas generosas que en aras de tranquilizar la conciencia o ser compasivas, fomentan la mendicidad, práctica en la que incurren los desacostumbrados al trabajo (recibir órdenes, sujetarse a un horario, ganar poco… ) y padres irresponsables que sin menoscabo exhiben a sus hijos y tienden la mano aunque en ello les lleve horas de asolearse, sufrir calor, aire, frío y peor, perder la dignidad al recibir insultos que no pocas veces les lanzan quienes al contrario de los altruistas los ven como estorbo o adefesio en la vía pública.
Son los pedigüeños apostados en los puentes internacionales, concretamente el de Córdova, donde hay niños lisiados sostenidos por un adulto o en silla de ruedas, con letreros que solicitan la ayuda para “mis pampers”; músicos que en otras circunstancias se escucharían mejor; ancianos desvalidos o ciegos; mujeres en estado de gravidez sujetando a un infante para quien piden ayuda. Hay también menores pidiendo para “mis útiles” y como detalle folclórico, mujeres y niñas tarahumaras a quienes antes sólo se les veía ofreciendo canastas, yerbas medicinales y pinole.
No son uno, ni dos… son muchos mezclados con vendedores de flores, churros, agua, artesanías, periódicos y demás, a su vez posesionados de los puentes, cuya osadía les permite, a veces, avanzar unos metros al lado norteamericano. El espectáculo simplemente deprime, duele y molesta, y es otra de las imágenes negativas que la ciudad proyecta.Es precisamente en esas inmediaciones por donde se pretende empezar a cambiar la imagen de Juárez, con un concierto a cargo de figuras mundiales que hasta ahora no se ha dicho si tendrán la valentía de pasar de la joroba del Puente Libre y si advertidos de nuestra circunstancia se animarán a hacer un recorrido para conocer los pocos atractivos que quedan, pregunta oficiosa dado el terror a la inseguridad y a la contaminación de nuestra idiosincrasia que despertamos en los de afuera.
Como sea, los indigentes en los puentes internacionales y en los principales cruceros citadinos, son muestra del detrimento y a su vez, parte de los agobios que se tienen encima, tantos que ya ni siquiera atención se pone en personas que sin provocar conflictos violentos (eso se cree) se suman a la cadena de males que debieran evitarse ergo demandan silenciosamente cumplimiento de los derechos constitucionales sobre alimentación, salud, trabajo, educación.
Con ellos no se tomaron la foto los actuales gobernantes y sus precedentes tampoco. Curiosamente no se les ve en los grandes mítines políticos donde las ofertas de mejoría se hacen sin distinción, aunque sí deben estar incluidos en los 43 millones de mexicanos en pobreza extrema. Los sociólogos, trabajadores sociales, derechohumanistas y quienes se desgarran las vestiduras por el prójimo no han puesto sus ojos en ellos ni se hacen portavoces de sus necesidades. Sólo los miran centenares de automovilistas que hacen su trayecto de El Paso a Juárez todos los días.
Hay aquí organizaciones altruistas para todos los males o percances que pueda sufrir y enfrentar cualquier persona: niños de la calle, con cáncer, con parálisis o alguna deformidad o simplemente desvalidos frente al abandono de quienes los procrearon; apoyos para becas así como instituciones de bienestar para los ancianos y para los indígenas. A través del redondeo en los centros comerciales se pide contribución para muchas de esas organizaciones y los juarenses responden. Contamos escuelas superiores que con frecuencia levantan encuestas y hacen estudios sobre la pobreza, pero todavía no hay alguna que haga algo en torno a pordioseros y los indague para precisar si realmente están en los extremos en que se exhiben explotando la generosidad de la gente.
Autoridades y sector privado están preocupadas por la imagen de la ciudad enturbiada por hechos de violencia y gastan millones en campañas para mejorarla; sin embargo, no hacen nada por eliminar el espectáculo de la indigencia subida de tono en espacios tan susceptibles como los puentes internacionales.
La solución no está, como seguramente piensan las autoridades, en retirarlos con la fuerza policíaca como tantas veces lo han hecho. Está en hacer algo por cada uno de ellos canalizándolos a las instituciones de beneficencia a las que más se apoyaría si realmente se viera interés en solucionar este problema social perceptible incluso al interior de centros comerciales donde también se les ve pidiendo “para comer”.
(Quizá la mendicidad sea tan ancestral como el hombre. Lo cierto es que no se necesita vivir en una urbe fronteriza como Ciudad Juárez ni industriosa como Guadalajara o Monterrey, la plaga de langostas de los pordioseros abunda a donde vayas. Desde aquél que llega con una bolsa vacía de suero para diálisis, aquella mujer que no puede pagar la estancia de un niño hospitalizado, hasta aquel que va a viajar al poblado vecino y distante una hora o la indígena que pide una moneda o un trozo de pan. ¿Falta de oportunidades para estudiar, ausencia de ofertas de empleo o simple comodidad o pura poltronería? Todo junto.Nota de Adela S. González, Diario de Juárez.)
Son los pedigüeños apostados en los puentes internacionales, concretamente el de Córdova, donde hay niños lisiados sostenidos por un adulto o en silla de ruedas, con letreros que solicitan la ayuda para “mis pampers”; músicos que en otras circunstancias se escucharían mejor; ancianos desvalidos o ciegos; mujeres en estado de gravidez sujetando a un infante para quien piden ayuda. Hay también menores pidiendo para “mis útiles” y como detalle folclórico, mujeres y niñas tarahumaras a quienes antes sólo se les veía ofreciendo canastas, yerbas medicinales y pinole.
No son uno, ni dos… son muchos mezclados con vendedores de flores, churros, agua, artesanías, periódicos y demás, a su vez posesionados de los puentes, cuya osadía les permite, a veces, avanzar unos metros al lado norteamericano. El espectáculo simplemente deprime, duele y molesta, y es otra de las imágenes negativas que la ciudad proyecta.Es precisamente en esas inmediaciones por donde se pretende empezar a cambiar la imagen de Juárez, con un concierto a cargo de figuras mundiales que hasta ahora no se ha dicho si tendrán la valentía de pasar de la joroba del Puente Libre y si advertidos de nuestra circunstancia se animarán a hacer un recorrido para conocer los pocos atractivos que quedan, pregunta oficiosa dado el terror a la inseguridad y a la contaminación de nuestra idiosincrasia que despertamos en los de afuera.
Como sea, los indigentes en los puentes internacionales y en los principales cruceros citadinos, son muestra del detrimento y a su vez, parte de los agobios que se tienen encima, tantos que ya ni siquiera atención se pone en personas que sin provocar conflictos violentos (eso se cree) se suman a la cadena de males que debieran evitarse ergo demandan silenciosamente cumplimiento de los derechos constitucionales sobre alimentación, salud, trabajo, educación.
Con ellos no se tomaron la foto los actuales gobernantes y sus precedentes tampoco. Curiosamente no se les ve en los grandes mítines políticos donde las ofertas de mejoría se hacen sin distinción, aunque sí deben estar incluidos en los 43 millones de mexicanos en pobreza extrema. Los sociólogos, trabajadores sociales, derechohumanistas y quienes se desgarran las vestiduras por el prójimo no han puesto sus ojos en ellos ni se hacen portavoces de sus necesidades. Sólo los miran centenares de automovilistas que hacen su trayecto de El Paso a Juárez todos los días.
Hay aquí organizaciones altruistas para todos los males o percances que pueda sufrir y enfrentar cualquier persona: niños de la calle, con cáncer, con parálisis o alguna deformidad o simplemente desvalidos frente al abandono de quienes los procrearon; apoyos para becas así como instituciones de bienestar para los ancianos y para los indígenas. A través del redondeo en los centros comerciales se pide contribución para muchas de esas organizaciones y los juarenses responden. Contamos escuelas superiores que con frecuencia levantan encuestas y hacen estudios sobre la pobreza, pero todavía no hay alguna que haga algo en torno a pordioseros y los indague para precisar si realmente están en los extremos en que se exhiben explotando la generosidad de la gente.
Autoridades y sector privado están preocupadas por la imagen de la ciudad enturbiada por hechos de violencia y gastan millones en campañas para mejorarla; sin embargo, no hacen nada por eliminar el espectáculo de la indigencia subida de tono en espacios tan susceptibles como los puentes internacionales.
La solución no está, como seguramente piensan las autoridades, en retirarlos con la fuerza policíaca como tantas veces lo han hecho. Está en hacer algo por cada uno de ellos canalizándolos a las instituciones de beneficencia a las que más se apoyaría si realmente se viera interés en solucionar este problema social perceptible incluso al interior de centros comerciales donde también se les ve pidiendo “para comer”.
(Quizá la mendicidad sea tan ancestral como el hombre. Lo cierto es que no se necesita vivir en una urbe fronteriza como Ciudad Juárez ni industriosa como Guadalajara o Monterrey, la plaga de langostas de los pordioseros abunda a donde vayas. Desde aquél que llega con una bolsa vacía de suero para diálisis, aquella mujer que no puede pagar la estancia de un niño hospitalizado, hasta aquel que va a viajar al poblado vecino y distante una hora o la indígena que pide una moneda o un trozo de pan. ¿Falta de oportunidades para estudiar, ausencia de ofertas de empleo o simple comodidad o pura poltronería? Todo junto.Nota de Adela S. González, Diario de Juárez.)
lunes, 21 de marzo de 2011
NAYAR RIVERA (1973)
No quiero que vengas.
Te hablé, te llamé, y ahora, por estas razones inciertas,
por estos incentivos que no ocurrirán, no te quiero aquí.
Quiero lo de siempre, otras cosas que no puedes darme, que no puedo darme.
Todas las islas, todas las tardes inmaculadas,
Arrecian los cuartos de alquiler, me llamo de mano casta,
me llamo heredero, testamentado.
El envoltorio no se rinde al placer o la ignorancia
Dentro de unos días, dentro de unas horas vendrás
hasta mi puerta laxa
con tu propia llave, con tu felpudo a cuestas, con el dedo
que señala, abunda, moja, intuye, asume, coquetea.
Por el ojo de la cerradura, por el aire cambiado por el horóscopo del día,
por la herrumbre de las tuberías, por el arroz instantáneo, por la cara larga
derramando llegadas anteriores, vendrás,
será como antes, será como nunca, un tanto malsano, un tanto suave
como la corteza de un hongo, como un comentario político,
y no sabré –y no sabrás– si hay un tesoro,
si todos estos días de pena,
si hay algo de cierto en la llegada
y las ofrendas.
(texto tomado del blog 'textos al azar', de nayar rivera.)
Te hablé, te llamé, y ahora, por estas razones inciertas,
por estos incentivos que no ocurrirán, no te quiero aquí.
Quiero lo de siempre, otras cosas que no puedes darme, que no puedo darme.
Todas las islas, todas las tardes inmaculadas,
Arrecian los cuartos de alquiler, me llamo de mano casta,
me llamo heredero, testamentado.
El envoltorio no se rinde al placer o la ignorancia
Dentro de unos días, dentro de unas horas vendrás
hasta mi puerta laxa
con tu propia llave, con tu felpudo a cuestas, con el dedo
que señala, abunda, moja, intuye, asume, coquetea.
Por el ojo de la cerradura, por el aire cambiado por el horóscopo del día,
por la herrumbre de las tuberías, por el arroz instantáneo, por la cara larga
derramando llegadas anteriores, vendrás,
será como antes, será como nunca, un tanto malsano, un tanto suave
como la corteza de un hongo, como un comentario político,
y no sabré –y no sabrás– si hay un tesoro,
si todos estos días de pena,
si hay algo de cierto en la llegada
y las ofrendas.
(texto tomado del blog 'textos al azar', de nayar rivera.)
MANNING, SOLDADO RASO
Bajo las condiciones actuales, además de dejarme desnudo por las noches, se me mantiene en régimen de aislamiento. Durante 23 horas al día me siento a solas en mi celda. Los guardias me controlan cada cinco minutos durante el día, preguntándome si estoy bien. Debo responder con algún gesto afirmativo. Por la noche, si los guardias no pueden verme con claridad, porque me he cubierto con una manta o estoy acurrucado contra la pared, me despiertan para asegurarse de que estoy bien. No puedo tener sábanas o almohada. No puedo tener mis enseres personales en mi celda. Solo puedo tener un libro o una revista a la vez para leer algo. El libro o la revista se me quitan por la noche, antes de dormir. Tampoco puedo hacer ejercicio en mi celda. Si intento hacer flexiones, sentadillas o cualquier otro tipo de ejercicio físico, los guardias me obligan a detenerme. Finalmente, solo puedo hacer una hora de ejercicio fuera de mi celda cada día. Ese ejercicio consiste en caminar en círculos, haciendo ochos, en una habitación vacía".
Héroe para algunos, villano para otros, en esa monotonía pasa sus días de encierro el soldado raso Bradley Manning, de 23 años, en una cárcel militar de máxima seguridad en Virginia, acusado de entregarle al portal WikiLeaks cientos de miles de informes clasificados sobre las guerras de Afganistán e Irak y cables secretos del Departamento de Estado. EL PAÍS ha obtenido una carta de 11 folios que el soldado envió el 10 de marzo al coronel Daniel J. Choike, jefe de la base de Quantico, en Virginia, donde se halla encerrado. En ella relata interminables días de soledad, confusión y desesperación.
El 18 de enero de 2011, y durante tres días, se puso a Manning en observación por riesgo de suicidio, por recomendación de un capitán y un psiquiatra. Perdió los pocos privilegios que tenía. "Se me obligó a quedarme en mi celda durante 24 horas al día. Se me quitó toda la ropa, a excepción de los calzoncillos. Se me quitaron las gafas, por lo que me tuve que quedar, básicamente, en una ceguera total".
El día anterior, unas 50 personas habían acudido a las puertas de la base militar de Quantico, a 45 kilómetros de Washington, cubiertas con máscaras que reproducían la cara del soldado y luciendo camisetas en las que se leía "Yo soy Bradley Manning". Se enfrentaron verbalmente con los guardias de seguridad, que tuvieron que pedir refuerzos. "Creo que el modo en que me trataron aquel día obedece a aquella protesta", asegura Manning. Las muestras de apoyo al soldado son ya un rito habitual, aunque meramente testimonial, en la capital norteamericana. Un simpatizante, Tighe Barry, aparece de vez en cuando ante el Departamento de Estado, ataviado solo con calzoncillos, para protestar con el mismo atuendo con el que Manning pasa sus noches en prisión preventiva.
El día después de aquella concentración en la base militar de Quantico, el Ejército tomó represalias. Sostiene Manning: "Ese día se me llevó fuera de mi celda para mi hora diaria de recreo. Cuando los guardias llegaron a mi celda, noté una diferencia respecto a su actitud habitual. En lugar de estar tranquilos y ser respetuosos, parecían nerviosos y agresivos. Además, en lugar de los habituales dos o tres guardias, había cuatro. Inmediatamente comenzaron a acosarme. El primero me dijo: 'Gírate a la izquierda'. Cuando le hice caso, el segundo me dijo: 'No gires a la izquierda'. Cuando intenté hacerle caso, el primero me repitió: 'He dicho que gires a la izquierda".
Desorientado, el soldado dejó que le pusieran los grilletes que suele llevar para ir de una celda a otra dentro de la cárcel. "Cuando me quitaron los grilletes, di un paso atrás para distanciarme de los guardias. Mi corazón latía con fuerza y me sentía mareado. Me senté para evitar caerme. Cuando lo hice, los guardias se me acercaron. Instintivamente, me alejé de ellos. En el momento en que me alejé vi en sus caras que me iban a volver a atar. Inmediatamente puse mis manos en el aire y dije que no iba a hacer nada, que solo quería cumplir órdenes".
Le dejaron en paz durante una hora. Cuando regresó a su celda, comenzó a leer un libro. Entonces le visitó brevemente el comandante James Averhart, que está al mando del calabozo en Quantico. "Me preguntó qué había pasado durante mi recreo. Mientras trataba de explicárselo, el comandante Averhart me detuvo y dijo: 'Yo soy el comandante' y 'nadie me dice lo que tengo que hacer'. Me dijo que era, a efectos prácticos, 'dios'. Yo le dije que, aun así, debía seguir las reglas del calabozo. También le dije que todos aquí tienen un jefe ante el que responder. Fue entonces cuando decidió ponerme bajo control por riesgo de suicidio".
Manning, soldado de formación, ya aislado desde julio, sabía lo que eso significaba -las dificultades para ver, la desnudez, el confinamiento absoluto- y se desesperó. Comenzó a tirarse del pelo, en un arrebato de rabia. "¿Por qué me hacéis esto? ¿Por qué me castigáis? ¡No he hecho nada malo! ¿Qué hice para merecer este tipo de trato?".
El caso del soldado Manning ha causado dos reacciones bien distintas. Para algunos, activistas cibernéticos en la era de Internet, simpatizantes anónimos del movimiento encarnado por WikiLeaks, el soldado es un héroe. Para la Casa Blanca y el Pentágono, sin embargo, Manning es un traidor que ha asistido servilmente al enemigo.
El soldado, en unas presuntas conversaciones mantenidas en mayo de 2010, a través de Internet, con el hacker norteamericano Adrian Lamo, admitió que sustrajo y entregó a WikiLeaks cientos de miles de documentos secretos, con la voluntad manifiesta de cambiar el mundo. Lamo filtró estos chats inicialmente a la revista Wired y delató a Manning ante el FBI y el Ejército. Tomó esa decisión, según dijo, por temor a que el soldado pusiera en riesgo la seguridad nacional norteamericana. Estas supuestas conversaciones son ahora un indicio que obra en manos de la fiscalía militar, que además ha seguido el rastro de Manning en los ordenadores portátiles de la base de Hammer, en Irak. El equipo de abogados de Manning no ha confirmado ni desmentido la autenticidad de esos contactos.
En esos chats, Manning se manifiesta como una persona profundamente decepcionada con su vida y con su país, alguien con ganas de cambiar el mundo y de ser reconocido por ello. "Se me crió católico, pero nunca creí una palabra de lo que me contaban. No tengo dios, creo que sigo valores humanistas. De hecho, llevo placas hechas especialmente para mí donde se lee: 'humanista", dijo. "Quiero que la gente vea la verdad, independientemente de quienes sean, porque sin información no podemos tomar decisiones serias como ciudadanos. Si hubiera sabido hace tiempo lo que sé ahora... o a lo mejor solo soy joven, inocente y estúpido".
¿Tenía la intención de ayudar al enemigo? "Si yo hubiera sido alguien más malicioso, podría haberle vendido esto a Rusia o China, y haberme hecho rico. Pero es algo que pertenece al dominio público. La información debería ser libre. Otra nación se hubiera aprovechado de la información para adquirir una ventaja. Pero si la información se expone, se convierte en un bien público".
Junto con esas ansias de cambiar el mundo, Manning demuestra una vulnerabilidad casi autodestructiva, admitida en supuestas confesiones como estas: "He estado aislado durante mucho tiempo. Solo quería ser buena gente, vivir una vida normal. Pero los eventos me obligaron a encontrar formas de sobrevivir, a ser lo suficientemente listo para darme cuenta de las cosas que pasan, pero incapaz de hacer nada al respecto. Nadie se fijaba en mí".
Alistado en el Ejército de Tierra desde 2007, formado como analista de inteligencia, Manning fue destinado en octubre de 2009 a la Segunda Brigada de Combate de la Décima División de Montaña, en la base de operaciones Hammer, al este de Bagdad. Tenía acceso a SIPRNet, una red secreta del Departamento de Defensa, y JWICS, otra red utilizada conjuntamente por Defensa y el Departamento de Estado para transmitir información clasificada. La fiscalía militar mantiene que Manning comenzó a descargarse documentos y a entregarlos a WikiLeaks un mes después de llegar a Irak.
Nacido en 1987 en Crescent, una localidad de 1.281 habitantes de Oklahoma, Manning vivió su infancia en lo que en Estados Unidos se conoce como el Cinturón de la Biblia, una franja de condados conservadores extremadamente religiosos que va de la costa atlántica a Tejas. Fue un ateo a la deriva en un océano de fe. Sus padres, que no pasaban mucho tiempo con él, se divorciaron cuando tenía 13 años. Él se mudó a Haverfordwest (Inglaterra) con su madre, que era galesa de nacimiento. Allí estudió la enseñanza secundaria y, tras terminarla, regresó a Oklahoma. Amigos suyos dicen que el padre le echó de casa a los pocos meses, vinculando ese hecho a que Bradley Manning había manifestado su homosexualidad.
Todo lo que Manning dice ser en sus supuestas conversaciones con Lamo -su inadaptación social, sus ganas de cambiar el mundo, sus ansias de aceptación- surge de aquellos oscuros años adolescentes en los que rompió lazos con su familia. Buscó algunos trabajos. Encontró empleos con pagas ínfimas. Llegó a dormir en un coche, sin hogar al que acudir. Pasó por Tulsa, luego por Chicago, y acabó en Potomac, en la zona metropolitana de Washington, la capital federal.
A los 20 años, el Ejército parecía un medio sencillo de obtener ingresos y alojamiento, además de formación. Así acabó alistándose Bradley Manning, a pesar de que entonces todavía imperaba en el Pentágono la ley que prohibía a los gais de uniforme manifestar abiertamente su sexualidad. Cuando se hallaba a la espera de ser enviado al frente de batalla, Manning conoció e inició una relación sentimental con Tyler Watkins, alguien que se definía en su blog como músico, experto en mercadotecnia y estudiante de psicología. En sus días de permiso, el soldado visitaba a su novio en Boston, donde este residía y estudiaba, en la Universidad de Brandeis. Allí conoció a su red de amigos, entre ellos un nutrido grupo de piratas informáticos, quienes le hicieron sentirse acogido, reconfortado, útil. Compartía con ellos una visión de la vida, una rebeldía contra el sistema, unas ganas de liberar a la sociedad haciendo de la información un bien público. Entonces, por primera y última vez, Bradley Manning fue feliz. Y, de repente, llegó Irak.
En el frente bélico, aislado de nuevo, Manning buscó pronto la aceptación de los demás. Desde luego, no la encontró en la disciplina castrense de los barracones en medio del desierto. Según las supuestas conversaciones con Adrian Lamo, en sus horas muertas contactó con Julian Assange, el misterioso y carismático líder de WikiLeaks, un portal de Internet que aspiraba en sí mismo a ser un movimiento de liberación cibernética.
"Entablé una relación con Assange", dijo. "No sé mucho más que lo que él me cuenta, que es muy poco. Me llevó cuatro meses confirmar que la persona con la que hablaba era, de hecho, el propio Assange". Lo que el Ejército quiere demostrar ahora es que Manning filtró los documentos. Además investiga si pudo no haber actuado solo y si sustrajo la información de las redes secretas al dictado de Assange, lo que convertiría al gestor de WikiLeaks en cómplice. Ninguna otra persona ha sido acusada hasta el momento. Assange nunca ha admitido ninguna de las acusaciones.
El 18 de febrero de 2010, WikiLeaks publicó la primera entrega de la gran saga de filtraciones, un mero prólogo a lo que había de llegar: un cable clasificado del Departamento de Estado redactado el 13 de enero de 2010 por oficiales de la embajada norteamericana en Islandia, en el que se narra una reunión con líderes locales y con un asesor del embajador británico. "Después de expresar pesimismo sobre el futuro de Islandia, los dos oficiales pidieron ayuda a Estados Unidos", decía el documento de referencia.
El 15 de marzo se publicó un informe secreto de la diplomacia estadounidense sobre WikiLeaks, y el 29 del mismo mes, una serie de perfiles críticos elaborados por la embajada en Islandia sobre políticos de aquel país. El 5 de abril se publicó en el portal de WikiLeaks un vídeo, que Assange tituló Asesinato colateral, en el que se veía la grabación editada, tomada desde un helicóptero del Ejército de EE UU, de tres ataques aéreos contra objetivos iraquíes en Bagdad en 2007. En aquella operación habían muerto 12 personas, dos de ellas periodistas de la agencia Reuters. Dos niños resultaron heridos. "Culpa suya, por traer niños al campo de batalla", se oye decir a un soldado no identificado.En julio, WikiLeaks entregó 92.000 documentos sobre la guerra de Afganistán a dos diarios, el norteamericano The New York Times y el británico The Guardian, y a la revista alemana Der Spiegel. En octubre cedió otros 400.000 documentos sobre la guerra de Irak a los mismos medios, al diario francés Le Monde y a la televisión catarí Al Yazira. Finalmente, en noviembre, cedió 250.000 cables secretos del Departamento de Estado, que dejaron a la Diplomacia norteamericana al desnudo; en este caso lo hizo a otro grupo de medios, entre ellos EL PAÍS.
Para entonces, Manning ya llevaba aislado seis meses, en la situación de detención preventiva. El Ejército de Tierra le arrestó el 29 de mayo de 2010, acusándole de dos cargos -desobediencia a la autoridad y falta de disciplina- por filtrar el vídeo del ataque a Bagdad y el cable de la embajada en Islandia y por sustraer lo que entonces se estimaba que eran 150.000 cables diplomáticos secretos. Washington intuía ya desde entonces cuál podía ser la magnitud de las filtraciones que le atribuye al soldado Manning.
El Pentágono ha presentado este mes otros 22 cargos contra el soldado. Uno de ellos es el de "asistencia al enemigo". Entienden los fiscales de Defensa que, con sus supuestas filtraciones, ha facilitado información suficiente a los talibanes y a Al Qaeda para que tomen represalias contra informantes del Ejército norteamericano. Resuena en las páginas de la denuncia contra Manning la frase pronunciada por el secretario de Defensa, Robert Gates, en el verano pasado: WikiLeaks y sus colaboradores tienen "las manos manchadas de sangre" por las venganzas rebeldes en Afganistán.
La asistencia al enemigo se castiga normalmente con la pena capital. El Pentágono ha dicho que no la solicitará en el caso de Manning, pero el equipo de ayuda jurídica al soldado ha asegurado a EL PAÍS que, en última instancia, depende del juez y no de la fiscalía decidir si aplica esa pena en un veredicto de culpabilidad.
Sin una fecha concreta para su juicio, Manning se siente, según allegados suyos, desesperado. Una vez liberado de la supervisión por riesgo de suicidio, recobró el privilegio de dormir con algo de ropa y pasar una hora al día en una celda distinta de aquella en la que vive, que es de seis metros cuadrados. Pero el 2 de marzo cometió un grave error. Tratando de que se le concediera cierta rebaja en las medidas de seguridad aplicadas, se reunió con el oficial de operaciones del calabozo. "Se le considera en riesgo de poder dañarse", le dijo este. Manning respondió, con ironía: "Si quisiera dañarme, podría hacerlo con la goma elástica de mis calzoncillos o con mis sandalias".
"Sin consultar a ningún médico psicológico del calabozo, el oficial usó mi comentario sarcástico como justificación para incrementar las restricciones que se imponían sobre mí bajo la excusa de que le preocupaba que hubiera en mí riesgo de suicidio", explica Manning en su carta. "Desde el 2 de marzo de 2011 se me quita toda mi ropa por la noche. Se me ha dicho que el comandante tiene la intención de mantenerme así de forma indefinida". Desde hace unos días se le entrega por las noches un babero con velcros para que lo use para dormir.
Aunque oficialmente Manning ya no se encuentra ahora bajo control por riesgo de suicidio, se le trata como si lo estuviera. Él mismo narra cómo se sintió el primer día de su nueva rutina: "Al principio, después de entregar mi ropa a los guardias, no tuve más opción que acostarme desnudo en mi fría celda hasta la mañana siguiente. Por la mañana, se me hizo salir de la celda para la inspección matutina del supervisor de guardia del calabozo. No se me dio la ropa de vuelta. Salí de la cama e inmediatamente comencé a sufrir temblores por el frío en mi celda. Caminé hacia la puerta de la celda con las manos cubriendo mis genitales. El guardia me dijo que me colocara en posición de firme, lo que implicaba que debía estar erguido con las manos tras la espalda. Me mantuve en firme durante tres minutos. Cuando llegó el supervisor, llamó a los demás guardias. Todos me miraron".
El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha rechazado las acusaciones de maltrato al soldado Manning. "Las afirmaciones por parte de blogueros de izquierda, periodistas y otros de que no se le trata adecuadamente, o de que se le trata de modo distinto de los demás, o de que está aislado, no son correctas", dijo el portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, en rueda de prensa el 26 de enero. "Está en una celda, a solas. Pero es que así es como están todos los presos que aguardan juicio en el calabozo. Ese calabozo está diseñado para que cada preso se mantenga siempre en su celda... Puede ver televisión. Puede leer periódicos. Puede hacer una hora de ejercicio".
Sin embargo, Amnistía Internacional ha denunciado que las condiciones de reclusión de Bradley Manning suponen una violación de sus derechos humanos. El representante demócrata por Ohio, Dennis Kucinich, a quien se le ha prohibido visitar al soldado en la cárcel, lo ha comparado con los abusos en la prisión iraquí de Abu Ghraib. Incluso el portavoz de Hillary Clinton en el Departamento de Estado, P. J. Crowley, dijo en una conferencia ante estudiantes el 10 de marzo que el trato del Pentágono a Manning era "ridículo, contraproducente y estúpido". Tuvo que dimitir tres días después.
(Reportaje tomado de El País, suplemento Domingo, autor: David Alandete.)
Héroe para algunos, villano para otros, en esa monotonía pasa sus días de encierro el soldado raso Bradley Manning, de 23 años, en una cárcel militar de máxima seguridad en Virginia, acusado de entregarle al portal WikiLeaks cientos de miles de informes clasificados sobre las guerras de Afganistán e Irak y cables secretos del Departamento de Estado. EL PAÍS ha obtenido una carta de 11 folios que el soldado envió el 10 de marzo al coronel Daniel J. Choike, jefe de la base de Quantico, en Virginia, donde se halla encerrado. En ella relata interminables días de soledad, confusión y desesperación.
El 18 de enero de 2011, y durante tres días, se puso a Manning en observación por riesgo de suicidio, por recomendación de un capitán y un psiquiatra. Perdió los pocos privilegios que tenía. "Se me obligó a quedarme en mi celda durante 24 horas al día. Se me quitó toda la ropa, a excepción de los calzoncillos. Se me quitaron las gafas, por lo que me tuve que quedar, básicamente, en una ceguera total".
El día anterior, unas 50 personas habían acudido a las puertas de la base militar de Quantico, a 45 kilómetros de Washington, cubiertas con máscaras que reproducían la cara del soldado y luciendo camisetas en las que se leía "Yo soy Bradley Manning". Se enfrentaron verbalmente con los guardias de seguridad, que tuvieron que pedir refuerzos. "Creo que el modo en que me trataron aquel día obedece a aquella protesta", asegura Manning. Las muestras de apoyo al soldado son ya un rito habitual, aunque meramente testimonial, en la capital norteamericana. Un simpatizante, Tighe Barry, aparece de vez en cuando ante el Departamento de Estado, ataviado solo con calzoncillos, para protestar con el mismo atuendo con el que Manning pasa sus noches en prisión preventiva.
El día después de aquella concentración en la base militar de Quantico, el Ejército tomó represalias. Sostiene Manning: "Ese día se me llevó fuera de mi celda para mi hora diaria de recreo. Cuando los guardias llegaron a mi celda, noté una diferencia respecto a su actitud habitual. En lugar de estar tranquilos y ser respetuosos, parecían nerviosos y agresivos. Además, en lugar de los habituales dos o tres guardias, había cuatro. Inmediatamente comenzaron a acosarme. El primero me dijo: 'Gírate a la izquierda'. Cuando le hice caso, el segundo me dijo: 'No gires a la izquierda'. Cuando intenté hacerle caso, el primero me repitió: 'He dicho que gires a la izquierda".
Desorientado, el soldado dejó que le pusieran los grilletes que suele llevar para ir de una celda a otra dentro de la cárcel. "Cuando me quitaron los grilletes, di un paso atrás para distanciarme de los guardias. Mi corazón latía con fuerza y me sentía mareado. Me senté para evitar caerme. Cuando lo hice, los guardias se me acercaron. Instintivamente, me alejé de ellos. En el momento en que me alejé vi en sus caras que me iban a volver a atar. Inmediatamente puse mis manos en el aire y dije que no iba a hacer nada, que solo quería cumplir órdenes".
Le dejaron en paz durante una hora. Cuando regresó a su celda, comenzó a leer un libro. Entonces le visitó brevemente el comandante James Averhart, que está al mando del calabozo en Quantico. "Me preguntó qué había pasado durante mi recreo. Mientras trataba de explicárselo, el comandante Averhart me detuvo y dijo: 'Yo soy el comandante' y 'nadie me dice lo que tengo que hacer'. Me dijo que era, a efectos prácticos, 'dios'. Yo le dije que, aun así, debía seguir las reglas del calabozo. También le dije que todos aquí tienen un jefe ante el que responder. Fue entonces cuando decidió ponerme bajo control por riesgo de suicidio".
Manning, soldado de formación, ya aislado desde julio, sabía lo que eso significaba -las dificultades para ver, la desnudez, el confinamiento absoluto- y se desesperó. Comenzó a tirarse del pelo, en un arrebato de rabia. "¿Por qué me hacéis esto? ¿Por qué me castigáis? ¡No he hecho nada malo! ¿Qué hice para merecer este tipo de trato?".
El caso del soldado Manning ha causado dos reacciones bien distintas. Para algunos, activistas cibernéticos en la era de Internet, simpatizantes anónimos del movimiento encarnado por WikiLeaks, el soldado es un héroe. Para la Casa Blanca y el Pentágono, sin embargo, Manning es un traidor que ha asistido servilmente al enemigo.
El soldado, en unas presuntas conversaciones mantenidas en mayo de 2010, a través de Internet, con el hacker norteamericano Adrian Lamo, admitió que sustrajo y entregó a WikiLeaks cientos de miles de documentos secretos, con la voluntad manifiesta de cambiar el mundo. Lamo filtró estos chats inicialmente a la revista Wired y delató a Manning ante el FBI y el Ejército. Tomó esa decisión, según dijo, por temor a que el soldado pusiera en riesgo la seguridad nacional norteamericana. Estas supuestas conversaciones son ahora un indicio que obra en manos de la fiscalía militar, que además ha seguido el rastro de Manning en los ordenadores portátiles de la base de Hammer, en Irak. El equipo de abogados de Manning no ha confirmado ni desmentido la autenticidad de esos contactos.
En esos chats, Manning se manifiesta como una persona profundamente decepcionada con su vida y con su país, alguien con ganas de cambiar el mundo y de ser reconocido por ello. "Se me crió católico, pero nunca creí una palabra de lo que me contaban. No tengo dios, creo que sigo valores humanistas. De hecho, llevo placas hechas especialmente para mí donde se lee: 'humanista", dijo. "Quiero que la gente vea la verdad, independientemente de quienes sean, porque sin información no podemos tomar decisiones serias como ciudadanos. Si hubiera sabido hace tiempo lo que sé ahora... o a lo mejor solo soy joven, inocente y estúpido".
¿Tenía la intención de ayudar al enemigo? "Si yo hubiera sido alguien más malicioso, podría haberle vendido esto a Rusia o China, y haberme hecho rico. Pero es algo que pertenece al dominio público. La información debería ser libre. Otra nación se hubiera aprovechado de la información para adquirir una ventaja. Pero si la información se expone, se convierte en un bien público".
Junto con esas ansias de cambiar el mundo, Manning demuestra una vulnerabilidad casi autodestructiva, admitida en supuestas confesiones como estas: "He estado aislado durante mucho tiempo. Solo quería ser buena gente, vivir una vida normal. Pero los eventos me obligaron a encontrar formas de sobrevivir, a ser lo suficientemente listo para darme cuenta de las cosas que pasan, pero incapaz de hacer nada al respecto. Nadie se fijaba en mí".
Alistado en el Ejército de Tierra desde 2007, formado como analista de inteligencia, Manning fue destinado en octubre de 2009 a la Segunda Brigada de Combate de la Décima División de Montaña, en la base de operaciones Hammer, al este de Bagdad. Tenía acceso a SIPRNet, una red secreta del Departamento de Defensa, y JWICS, otra red utilizada conjuntamente por Defensa y el Departamento de Estado para transmitir información clasificada. La fiscalía militar mantiene que Manning comenzó a descargarse documentos y a entregarlos a WikiLeaks un mes después de llegar a Irak.
Nacido en 1987 en Crescent, una localidad de 1.281 habitantes de Oklahoma, Manning vivió su infancia en lo que en Estados Unidos se conoce como el Cinturón de la Biblia, una franja de condados conservadores extremadamente religiosos que va de la costa atlántica a Tejas. Fue un ateo a la deriva en un océano de fe. Sus padres, que no pasaban mucho tiempo con él, se divorciaron cuando tenía 13 años. Él se mudó a Haverfordwest (Inglaterra) con su madre, que era galesa de nacimiento. Allí estudió la enseñanza secundaria y, tras terminarla, regresó a Oklahoma. Amigos suyos dicen que el padre le echó de casa a los pocos meses, vinculando ese hecho a que Bradley Manning había manifestado su homosexualidad.
Todo lo que Manning dice ser en sus supuestas conversaciones con Lamo -su inadaptación social, sus ganas de cambiar el mundo, sus ansias de aceptación- surge de aquellos oscuros años adolescentes en los que rompió lazos con su familia. Buscó algunos trabajos. Encontró empleos con pagas ínfimas. Llegó a dormir en un coche, sin hogar al que acudir. Pasó por Tulsa, luego por Chicago, y acabó en Potomac, en la zona metropolitana de Washington, la capital federal.
A los 20 años, el Ejército parecía un medio sencillo de obtener ingresos y alojamiento, además de formación. Así acabó alistándose Bradley Manning, a pesar de que entonces todavía imperaba en el Pentágono la ley que prohibía a los gais de uniforme manifestar abiertamente su sexualidad. Cuando se hallaba a la espera de ser enviado al frente de batalla, Manning conoció e inició una relación sentimental con Tyler Watkins, alguien que se definía en su blog como músico, experto en mercadotecnia y estudiante de psicología. En sus días de permiso, el soldado visitaba a su novio en Boston, donde este residía y estudiaba, en la Universidad de Brandeis. Allí conoció a su red de amigos, entre ellos un nutrido grupo de piratas informáticos, quienes le hicieron sentirse acogido, reconfortado, útil. Compartía con ellos una visión de la vida, una rebeldía contra el sistema, unas ganas de liberar a la sociedad haciendo de la información un bien público. Entonces, por primera y última vez, Bradley Manning fue feliz. Y, de repente, llegó Irak.
En el frente bélico, aislado de nuevo, Manning buscó pronto la aceptación de los demás. Desde luego, no la encontró en la disciplina castrense de los barracones en medio del desierto. Según las supuestas conversaciones con Adrian Lamo, en sus horas muertas contactó con Julian Assange, el misterioso y carismático líder de WikiLeaks, un portal de Internet que aspiraba en sí mismo a ser un movimiento de liberación cibernética.
"Entablé una relación con Assange", dijo. "No sé mucho más que lo que él me cuenta, que es muy poco. Me llevó cuatro meses confirmar que la persona con la que hablaba era, de hecho, el propio Assange". Lo que el Ejército quiere demostrar ahora es que Manning filtró los documentos. Además investiga si pudo no haber actuado solo y si sustrajo la información de las redes secretas al dictado de Assange, lo que convertiría al gestor de WikiLeaks en cómplice. Ninguna otra persona ha sido acusada hasta el momento. Assange nunca ha admitido ninguna de las acusaciones.
El 18 de febrero de 2010, WikiLeaks publicó la primera entrega de la gran saga de filtraciones, un mero prólogo a lo que había de llegar: un cable clasificado del Departamento de Estado redactado el 13 de enero de 2010 por oficiales de la embajada norteamericana en Islandia, en el que se narra una reunión con líderes locales y con un asesor del embajador británico. "Después de expresar pesimismo sobre el futuro de Islandia, los dos oficiales pidieron ayuda a Estados Unidos", decía el documento de referencia.
El 15 de marzo se publicó un informe secreto de la diplomacia estadounidense sobre WikiLeaks, y el 29 del mismo mes, una serie de perfiles críticos elaborados por la embajada en Islandia sobre políticos de aquel país. El 5 de abril se publicó en el portal de WikiLeaks un vídeo, que Assange tituló Asesinato colateral, en el que se veía la grabación editada, tomada desde un helicóptero del Ejército de EE UU, de tres ataques aéreos contra objetivos iraquíes en Bagdad en 2007. En aquella operación habían muerto 12 personas, dos de ellas periodistas de la agencia Reuters. Dos niños resultaron heridos. "Culpa suya, por traer niños al campo de batalla", se oye decir a un soldado no identificado.En julio, WikiLeaks entregó 92.000 documentos sobre la guerra de Afganistán a dos diarios, el norteamericano The New York Times y el británico The Guardian, y a la revista alemana Der Spiegel. En octubre cedió otros 400.000 documentos sobre la guerra de Irak a los mismos medios, al diario francés Le Monde y a la televisión catarí Al Yazira. Finalmente, en noviembre, cedió 250.000 cables secretos del Departamento de Estado, que dejaron a la Diplomacia norteamericana al desnudo; en este caso lo hizo a otro grupo de medios, entre ellos EL PAÍS.
Para entonces, Manning ya llevaba aislado seis meses, en la situación de detención preventiva. El Ejército de Tierra le arrestó el 29 de mayo de 2010, acusándole de dos cargos -desobediencia a la autoridad y falta de disciplina- por filtrar el vídeo del ataque a Bagdad y el cable de la embajada en Islandia y por sustraer lo que entonces se estimaba que eran 150.000 cables diplomáticos secretos. Washington intuía ya desde entonces cuál podía ser la magnitud de las filtraciones que le atribuye al soldado Manning.
El Pentágono ha presentado este mes otros 22 cargos contra el soldado. Uno de ellos es el de "asistencia al enemigo". Entienden los fiscales de Defensa que, con sus supuestas filtraciones, ha facilitado información suficiente a los talibanes y a Al Qaeda para que tomen represalias contra informantes del Ejército norteamericano. Resuena en las páginas de la denuncia contra Manning la frase pronunciada por el secretario de Defensa, Robert Gates, en el verano pasado: WikiLeaks y sus colaboradores tienen "las manos manchadas de sangre" por las venganzas rebeldes en Afganistán.
La asistencia al enemigo se castiga normalmente con la pena capital. El Pentágono ha dicho que no la solicitará en el caso de Manning, pero el equipo de ayuda jurídica al soldado ha asegurado a EL PAÍS que, en última instancia, depende del juez y no de la fiscalía decidir si aplica esa pena en un veredicto de culpabilidad.
Sin una fecha concreta para su juicio, Manning se siente, según allegados suyos, desesperado. Una vez liberado de la supervisión por riesgo de suicidio, recobró el privilegio de dormir con algo de ropa y pasar una hora al día en una celda distinta de aquella en la que vive, que es de seis metros cuadrados. Pero el 2 de marzo cometió un grave error. Tratando de que se le concediera cierta rebaja en las medidas de seguridad aplicadas, se reunió con el oficial de operaciones del calabozo. "Se le considera en riesgo de poder dañarse", le dijo este. Manning respondió, con ironía: "Si quisiera dañarme, podría hacerlo con la goma elástica de mis calzoncillos o con mis sandalias".
"Sin consultar a ningún médico psicológico del calabozo, el oficial usó mi comentario sarcástico como justificación para incrementar las restricciones que se imponían sobre mí bajo la excusa de que le preocupaba que hubiera en mí riesgo de suicidio", explica Manning en su carta. "Desde el 2 de marzo de 2011 se me quita toda mi ropa por la noche. Se me ha dicho que el comandante tiene la intención de mantenerme así de forma indefinida". Desde hace unos días se le entrega por las noches un babero con velcros para que lo use para dormir.
Aunque oficialmente Manning ya no se encuentra ahora bajo control por riesgo de suicidio, se le trata como si lo estuviera. Él mismo narra cómo se sintió el primer día de su nueva rutina: "Al principio, después de entregar mi ropa a los guardias, no tuve más opción que acostarme desnudo en mi fría celda hasta la mañana siguiente. Por la mañana, se me hizo salir de la celda para la inspección matutina del supervisor de guardia del calabozo. No se me dio la ropa de vuelta. Salí de la cama e inmediatamente comencé a sufrir temblores por el frío en mi celda. Caminé hacia la puerta de la celda con las manos cubriendo mis genitales. El guardia me dijo que me colocara en posición de firme, lo que implicaba que debía estar erguido con las manos tras la espalda. Me mantuve en firme durante tres minutos. Cuando llegó el supervisor, llamó a los demás guardias. Todos me miraron".
El Departamento de Defensa de Estados Unidos ha rechazado las acusaciones de maltrato al soldado Manning. "Las afirmaciones por parte de blogueros de izquierda, periodistas y otros de que no se le trata adecuadamente, o de que se le trata de modo distinto de los demás, o de que está aislado, no son correctas", dijo el portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, en rueda de prensa el 26 de enero. "Está en una celda, a solas. Pero es que así es como están todos los presos que aguardan juicio en el calabozo. Ese calabozo está diseñado para que cada preso se mantenga siempre en su celda... Puede ver televisión. Puede leer periódicos. Puede hacer una hora de ejercicio".
Sin embargo, Amnistía Internacional ha denunciado que las condiciones de reclusión de Bradley Manning suponen una violación de sus derechos humanos. El representante demócrata por Ohio, Dennis Kucinich, a quien se le ha prohibido visitar al soldado en la cárcel, lo ha comparado con los abusos en la prisión iraquí de Abu Ghraib. Incluso el portavoz de Hillary Clinton en el Departamento de Estado, P. J. Crowley, dijo en una conferencia ante estudiantes el 10 de marzo que el trato del Pentágono a Manning era "ridículo, contraproducente y estúpido". Tuvo que dimitir tres días después.
(Reportaje tomado de El País, suplemento Domingo, autor: David Alandete.)
domingo, 20 de marzo de 2011
CARLOS PASCUAL RIP
El embajador de Estados Unidos en México, Carlos Pascual, renunció ayer después de intentar sin éxito restablecer las relaciones con el presidente de la República, Felipe Calderón, rotas desde la publicación por EL PAÍS, el 2 de diciembre pasado, de una serie de despachos filtrados por Wikileaks. En ellos, Pascual ponía en duda la capacidad del Ejército mexicano para luchar contra el narcotráfico por su "lentitud y aversión al riesgo". Ayer por la tarde, primeras horas de la madrugada en España, la oficina de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, emitió un documento en el que señala que, "con gran pesar", el presidente Barack Obama aceptó la renuncia de su embajador en México.
Desde hace varias semanas, por los ambientes periodísticos y diplomáticos de México corría el rumor de que el presidente Calderón y el embajador Pascual ni siquiera se hablaban. El desencuentro se inició a raíz de la publicación de los papeles del departamento de Estado filtrados por Wikileaks. En concreto, del cable 240473, escrito por el embajador norteamericano el 17 de diciembre de 2009 -solo unas horas después de la caída del narcotraficante Arturo Beltrán Leyva- y publicado por este periódico el 2 de diciembre de 2010. "Nuestros servicios", escribió Pascual, "transmitieron la información originalmente al SEDENA [Ejército], que se negó a actuar con rapidez y reflejó una aversión al riesgo que ha costado a la institución una victoria principal contra el narcotráfico". Ese párrafo enfadó sobremanera al presidente Calderón, quien, hace dos semanas, durante una visita a Washington, trató el asunto con Obama.
De la reunión no trascendió nada, pero sí de un encuentro anterior que el presidente mexicano había mantenido con periodistas y editores de The Washington Post, durante la cual volvió a expresar su malestar. Según publicó el propio diario en su web, Calderón se refirió al cable donde Pascual acusa al Ejército de ser lentos, estar mal preparados y sufrir aversión al riesgo: "Es difícil cuando ves el coraje del Ejército. Por ejemplo, ellos han perdido probablemente 300 soldados... y de pronto alguien en la embajada americana dice que no son lo suficientemente valientes".
Ya un encuentro anterior con el periódico mexicano El Universal, el presidente Felipe Calderón se refirió al embajador en términos muy duros: "Yo al embajador estadounidense no tengo por que decirle cuántas veces me reúno con el gabinete de seguridad ni qué digo; la verdad es que no es un asunto de su incumbencia. No acepto ni tolero ningún tipo de intervención. Pero la ignorancia del señor se traduce en una distorsión de lo que ocurre en México y se cae en una afectación y una molestia en nuestro propio equipo".
(Los documentos de WikiLeaks han resultado disparos de Julian Assange con varias carambolas: en este caso han redundado en la sospecha de que los militares mexicanos protegen a una facción del crimen organizado; en una desidia por enfrentar la fuerza asesina del narco -pues los soldados no están entrenados para combatirlo-; y en decenas de bajas "colaterales" de civiles que ni la debían ni la temían. Se espera que estos disparos, abiertos en distintos frentes, sigan dando en el blanco. Nota tomada del diario El País.)
Desde hace varias semanas, por los ambientes periodísticos y diplomáticos de México corría el rumor de que el presidente Calderón y el embajador Pascual ni siquiera se hablaban. El desencuentro se inició a raíz de la publicación de los papeles del departamento de Estado filtrados por Wikileaks. En concreto, del cable 240473, escrito por el embajador norteamericano el 17 de diciembre de 2009 -solo unas horas después de la caída del narcotraficante Arturo Beltrán Leyva- y publicado por este periódico el 2 de diciembre de 2010. "Nuestros servicios", escribió Pascual, "transmitieron la información originalmente al SEDENA [Ejército], que se negó a actuar con rapidez y reflejó una aversión al riesgo que ha costado a la institución una victoria principal contra el narcotráfico". Ese párrafo enfadó sobremanera al presidente Calderón, quien, hace dos semanas, durante una visita a Washington, trató el asunto con Obama.
De la reunión no trascendió nada, pero sí de un encuentro anterior que el presidente mexicano había mantenido con periodistas y editores de The Washington Post, durante la cual volvió a expresar su malestar. Según publicó el propio diario en su web, Calderón se refirió al cable donde Pascual acusa al Ejército de ser lentos, estar mal preparados y sufrir aversión al riesgo: "Es difícil cuando ves el coraje del Ejército. Por ejemplo, ellos han perdido probablemente 300 soldados... y de pronto alguien en la embajada americana dice que no son lo suficientemente valientes".
Ya un encuentro anterior con el periódico mexicano El Universal, el presidente Felipe Calderón se refirió al embajador en términos muy duros: "Yo al embajador estadounidense no tengo por que decirle cuántas veces me reúno con el gabinete de seguridad ni qué digo; la verdad es que no es un asunto de su incumbencia. No acepto ni tolero ningún tipo de intervención. Pero la ignorancia del señor se traduce en una distorsión de lo que ocurre en México y se cae en una afectación y una molestia en nuestro propio equipo".
(Los documentos de WikiLeaks han resultado disparos de Julian Assange con varias carambolas: en este caso han redundado en la sospecha de que los militares mexicanos protegen a una facción del crimen organizado; en una desidia por enfrentar la fuerza asesina del narco -pues los soldados no están entrenados para combatirlo-; y en decenas de bajas "colaterales" de civiles que ni la debían ni la temían. Se espera que estos disparos, abiertos en distintos frentes, sigan dando en el blanco. Nota tomada del diario El País.)